Autoexamínese

Usted está aquí

Autoexamínese

Cada año, el lugar donde trabajo nos entrega una lista de objetivos que debemos cumplir. 

A lo largo del año mantenemos nuestros objetivos en mente y un registro de cómo los vamos cumpliendo. Estos son algunos de los objetivos por los que somos evaluados:

- ¿Entregamos nuestras tareas a tiempo?

- ¿Fueron hechas correctamente?

- ¿Atendimos a los clientes con cortesía y a tiempo?

-¿Ayudamos a entrenar a otros compañeros de trabajo? 

-¿Pudimos adaptarnos frente al cambio? 

Además de los objetivos requeridos, tenemos que establecer metas para el desarrollo propio. Esto va más allá de lo que se exige, pero demuestra que nos esforzamos por ser un empleado valioso. 

Ejemplos de estas metas pueden ser:

- Capacitarnos para procesos que nos hacen más eficientes. Esto puede exigir que acudamos a otros que están mejor preparados. 

- Leer libros acerca de lo que otros han hecho para ser líderes más efectivos. 

- Tomar los cursos que se ofrecen para prepararnos en oratoria pública y hacer presentaciones en reuniones. 

Cuando llega el momento de evaluar cuán bien desempeñamos nuestro trabajo, es preciso que cada uno de nosotros escriba su propia evaluación. ¡Debemos examinarnos a nosotros mismos!

Nuestros supervisores luego revisan lo que hemos escrito, y pueden estar de acuerdo con ello o darnos las razones de por qué sienten que nos falta crecer en algunas áreas. Por ejemplo: quizás alcancé 100% de mis metas, pero algunas veces tuve que hacer ciertos cambios. Quizás fue un año de muchos cambios en expectativas, y mi habilidad para adaptarme fue menor de lo esperado. Pude haberme propuesto la meta de volverme experta en un área específica, pero no le dediqué suficiente tiempo o no avancé mucho. 

A veces un supervisor nos califica mejor de lo que lo hemos hecho nosotros en algún aspecto, y nos dice que hemos realizado un buen trabajo. 

El aumento de salario de cada persona está directamente relacionado con la eficacia con que cumple esos objetivos y metas. Si solo hacemos lo que se nos exige para alcanzar nuestras metas, puede que recibamos un “necesita mejoría” y, por consiguiente, solo un pequeño aumento de salario. Cada uno debe demostrar las formas en que hizo más de lo necesario para probar que es un empleado productivo, merecedor de un mejor sueldo.

Cuando paso por este proceso de evaluación anual, me aseguro de que mi empleador no tenga duda alguna de mi valor en la compañía. 

Este año me puse a meditar sobre la amonestación de examinarnos a nosotros mismos antes de la Pascua, y encontré paralelos con lo que se requiere en mi compañía. En nuestras vidas como cristianos, también tenemos logros y mejorías que alcanzar. 

La Pascua es un tiempo en el que cada uno examina el año recién pasado y evalúa qué tan bien se adhirió a los objetivos encontrados en la Biblia, y si cumplió las metas que se propuso. El autoexamen no debe ser algo que hacemos solo una vez al año, sino que debemos estar al tanto de estos objetivos y metas durante los doce meses. 

¿Hemos demostrado ser siervos productivos? Por ejemplo:

- ¿Le demostramos amor y respeto profundo a nuestro Dios y Rey?

- ¿Honramos a nuestros padres?

- ¿Actuamos con amor hacia nuestro prójimo?

Estos tres elementos –amor a Dios, nuestros padres, y nuestro prójimo– son requisitos básicos. ¿He demostrado que “necesito mejoría”, o corrí la milla extra?

Quizás nos esforzamos por mejorar en algunos aspectos más difíciles, a saber:

- Darle gracias a Dios y mostrarle amor incluso cuando las cosas son difíciles. 

- Encontrar maneras de respetar a un padre que no cumple con ninguno de los requisitos de ser un padre amoroso.

- Perdonar a aquellos que nos han lastimado. 

- Preguntarnos si establecimos metas para el año que pasó.

- Ayunar más seguido para buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas y acercarnos más a él. 

- Proponerse la meta de amar al prójimo que no lo merece. 

- Comprometerse a orar, estudiar la Biblia, meditar y expresar gratitud a diario, sin fallar. 

- Leer la Biblia de principio a fin. 

Si me sentara y escribiera lo que he hecho el año pasado, ¿podría decir que alcancé mis objetivos y metas? ¿Estaría mi Padre de acuerdo? 

Debemos mantener nuestros objetivos y metas en mente todo el año. Necesitamos poder ver en retrospectiva que hemos progresado, y proponernos de corazón ser aún más productivos el año que viene.

Pero no todo está perdido si no hemos alcanzado nuestras expectativas; no hemos sido eliminados o rechazados; tenemos un Sumo Sacerdote que conoce nuestra fragilidad y sabe que por lo general no hacemos lo que deseamos hacer. Él sabe que en momentos de debilidad hacemos lo que no queremos hacer (Romanos 7:15). 

Jesús hizo el sacrificio supremo por nosotros porque nos ama. Ahora tenemos nuevamente la oportunidad de mostrarle cuánto lo amamos al renovar nuestro compromiso y proponernos en nuestro corazón llegar a ser como él. 

Comience a prepararse ahora para la evaluación del año que viene y pídale a Dios que lo ayude a diario. Debemos reconocer que no podemos hacer todo esto por nuestra propia cuenta, pero que tenemos a alguien mejor entrenado y dispuesto a ayudarnos. Alégrese por las oportunidades de entrenamiento que se nos ofrecen de manera gratuita a través de las guías de estudio y artículos en el sitio web. 

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). 

“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). 

Debemos prepararnos ahora para que cuando llegue el período de evaluación el próximo año, seamos capaces de ver nuestras áreas de progreso con los objetivos y metas que hemos alcanzado en nuestra labor cristiana.  EC