#357 - Apocalipsis 14-16: "Cristo comienza a segar la tierra; las siete plagas postreras"

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#357 - Apocalipsis 14-16

"Cristo comienza a segar la tierra; las siete plagas postreras"

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Antes de llegar al gran crescendo en Apocalipsis, que es el regreso de Cristo, Dios primero anima a Juan y a la Iglesia. Él les muestra que su justicia perfecta se administrará en su debido tiempo--los santos serán recompensados mientras que los injustos serán castigados. En Apocalipsis 11:18 tenemos el resumen de esto: “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra”. Noten que “el tiempo de juzgar a los muertos” aún no ha sucedido, refutando la idea de un alma inmortal.

Juan sigue: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis 14:12-13). Aquí “los muertos que mueren en el Señor” se refiere a los mártires fieles en los últimos días. Noten que no están “despiertos” en el cielo, sino que están “descansando”, otra vez negando la existencia de un alma inmortal.

El Comentario IVP señala: “Los textos judíos hablan del día en que se acabarán los sufrimientos de los justos… Las inscripciones funerarias judías mencionan la paz de los muertos; más de la mitad de los epitafios judíos recuperados en Roma incluyen las palabras ‘en paz’ (de ahí, la expresión ‘que descanse en paz’). La mención de la recompensa por las obras viene del Antiguo Testamento y es común en el judaísmo y en el Nuevo Testamento (ver Apocalipsis 22:12)”.

En cuanto a la frase, “sus obras con ellos siguen”, Ladd señala: “La palabra griega para ‘obras’ significa un trabajo arduo. Las aflicciones por la persecución de la Bestia han desgastado a los santos. No obstante, han muerto en el Señor y sus hechos (literalmente ‘obras’) los siguen más allá de la tumba. Sus obras incluyen: la perseverancia, la obediencia a los mandamientos de Dios, y la fe en Jesús, mencionadas en la bienaventuranza anterior [Apocalipsis 14:12]” (p. 198).

Luego, Juan recibe una visión de la “trilla” o el zarandeo de la tierra: “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios [o unos 280 kilómetros]” (Apocalipsis 14:14-20).

Noten que la persona en la nube con una corona de oro y una hoz afilada es llamada “Uno como el Hijo del Hombre”. Este es el mismo título que se le da a Cristo en Apocalipsis. 1:13 donde dice: “…y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre”. Esta frase proviene de Daniel 7:13 y se refiere al Mesías. Cristo lo usó para sí mismo cuando él segará a los seres humanos (Mateo 13:37; 40-42).

Ladd agrega: “La mención ‘Hijo del hombre’ es un término frecuente para designar a Cristo en su papel escatológico [o del tiempo del fin]...en el Nuevo Testamento esta frase nunca se aplica a los ángeles y debemos concluir que es una visión del regreso de Cristo. A la vez, la cláusula, ‘la mies de la tierra está madura’... evoca la idea de que… la historia transcurre bajo la soberanía de Dios… y cuando él actúe, todos los problemas del hombre se resolverán” (p. 199).

Así pues, Cristo está listo para llevar a cabo la voluntad del Padre aquí en la tierra y usará a varios ángeles. Las consecuencias para los inicuos serán nefastas. Desde el valle llamado Armagedón, los grandes ejércitos vendrán y rodearán a Jerusalén cuando vean a Jesús regresando en gloria. Esta es la misma batalla que describe a Cristo más tarde en Apocalipsis 19:15-21: “[Ahora] de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones… y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso… Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”. 

La destrucción de muchos millones de soldados en guerra contra Cristo resultará en un gran río de sangre que cubrirá 1.600 estadios, o unos 280 kilómetros, probablemente una gran zona alrededor de Jerusalén. Recuerden que solo del Oriente vendrán 200 millones de soldados (Apocalipsis 9:16), lo que significa que muchos millones más se reunirán de otras partes. Hará que la batalla de Stalingrado, Rusia, un campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial, donde murieron unos dos millones de personas, parezca insignificante.

Ahora bien, en Zacarías 14:12 leemos la descripción de cómo esos soldados mueren instantáneamente: “Y ésta será la plaga con que herirá El Eterno a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca”. Aunque parece una muerte espantosa, al deshacerse el cuerpo y derramar la sangre, es rápida. Además, es reconfortante saber que al menos, muchos soldados engañados por Satanás tendrán la oportunidad de arrepentirse en la Segunda Resurrección, pues, ¡no se perderán para siempre!

En el capítulo 15, Juan recibe una visión de cómo será la tierra trillada por la ira de Dios. Pero, antes de esto, Dios primero anima a su Iglesia, asegurándola de esa victoria final. Juan escribe: “Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios. Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado” (Apocalipsis. 15:1-4).

Este cántico de los redimidos es una sola canción y no dos. También es probable que esa multitud sea la misma descrita en Apocalipsis 7:9. Noten los paralelos entre los 144,000 y la gran multitud de Apocalipsis 7 por un lado y los 144,000 en Apocalipsis 14 y la gran multitud en Apocalipsis 15 por el otro. En ambos casos, los 144,000 son protegidos, pero las innumerables multitudes parecen no serlo, ya que en Apocalipsis 7:14 dice que ellos “han salido de la gran tribulación” es decir, habían estado dentro de ella. 

Además, en este capítulo 15, vemos que una multitud de santos resucitados están nuevamente ante el trono de Dios, cantando alabanzas a él. Como señala El Comentario del Conocimiento Bíblico: “Junto a este mar, Juan vio a los mártires, el mismo grupo descrito en Apocalipsis 7:9-17”. Es decir, ambos grupos en Apocalipsis 7 y 15 parecen ser una misma innumerable multitud.

Además, esos santos mártires “alcanzaron la victoria sobre la Bestia” (Apocalipsis 15:2), o sea, ellos tuvieron que vivir durante esos tiempos del fin. ¿Cuándo obtienen esa victoria? En Apocalipsis 20:4 vemos que será en la Primera Resurrección (que incluiría a esos 144,000), pero ahora ellos parecen ser descritos en la consumación final, cuando vivirán en la Nueva Jerusalén juntos con Dios Padre y el Cordero.

Ahora bien, ese grupo también está descrito en Apocalipsis 7 como estando ante el trono de Dios y sirviendo al Cordero, y no es una coincidencia. Esta escena puede significar algo figurado, como cuando se simboliza a los santos muertos y “bajo el altar” en Apocalipsis 6:9. O, puede ser literal, como cuando la Nueva Jerusalén desciende a la tierra, descrita en Apocalipsis 22:3-4, “Y no habrá más maldición, sino que el trono de Dios y del Cordero estará en él, y sus siervos le servirán”.

Al respecto, el comentarista Beckwith, al comparar esas escenas en Apocalipsis 7 y 15, dice: “La frase en Apocalipsis 7:15, ‘[Dios Padre] extenderá su tabernáculo sobre ellos,’ se refiere más bien a una tierra renovada como la morada de los santos, tal como se ve en Apocalipsis 21 [cuando la Nueva Jerusalén desciende a la tierra]” (p. 554). Sabemos que Dios sólo “extenderá su tabernáculo sobre ellos” cuando traerá la Nueva Jerusalén a la tierra y hará su morada con ellos, como dice en Apocalipsis 21:3, “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”.

Ladd entrega un buen resumen de esta sección: “En el umbral de las últimas plagas, Juan tiene una visión proléptica de los vencedores de la Bestia [algo proléptico significa describir en el presente lo que en realidad sucede en el futuro]. Se trata de los santos, muertos por la Bestia, que por su perseverancia frente a las persecuciones muestran su firme obediencia a los mandamientos de Dios y su fe en Jesús (Apocalipsis 14:12”, (pgs. 204-205).

Luego de esa visión proléptica del triunfo de los santos, es tiempo para derramar las siete plagas postreras. Juan sigue: “Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio; y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles” (Apocalipsis 15:5-8).

Esta escena en el cielo revela esa “trilla” de la tierra por la ira de Dios. Consiste en la tercera y última serie de sucesos: las siete postreras plagas que son las copas de ira. Siguen el mismo patrón de los siete sellos, las siete trompetas, y ahora, al son de la séptima trompeta, que equivale al “tercer ay” (Apocalipsis 11:14), se derraman las siete copas de la ira de Dios.

Juan sigue: “Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen” (Apocalipsis 16:1-2).

Noten quiénes reciben ese castigo: los que tenían la marca de la bestia, y no los santos. Al igual que en la Pascua en Egipto, Dios aquí protege a su pueblo. Así que, aquellos que tienen la marca de la bestia reciben ese el primer castigo de Dios y no tendrán alivio.

El Comentario Expositor explica: “Cada plaga en ambas series (de las trompetas y de las copas de ira) rememoran las plagas de Egipto antes del Éxodo. Las primeras cuatro plagas, en ambas series, cubren las divisiones tradicionales de la naturaleza: tierra, mar, ríos y cielo. Pero, a diferencia de las trompetas, en cada una de las copas de ira, la plaga sobre la naturaleza se enfoca en el sufrimiento humano. Además, la plaga sobre cada fuente de agua parece tener un efecto total (‘todo ser viviente… murió’), mientras que, en la plaga de las trompetas, solo una parte se ve afectada (‘un tercio de los seres vivientes...murió’ (Apocalipsis 8:9). Por lo tanto, parece mejor entender las trompetas y las copas como juicios separados; sin embargo, ambos describen un lenguaje tomado del modelo de juicio de Dios sobre Egipto bajo Moisés. Las últimas tres plagas, pues, impactan tanto lo social como lo espiritual, al cambiar el enfoque de dañar la naturaleza a castigar directamente a la humanidad”.

Juan continúa: “El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar” (Apocalipsis 16:3).

El Comentario de Nelson señala: “La segunda copa convierte el mar en sangre, al igual que pasó en la segunda trompeta (Apocalipsis 8:8). Sin embargo, solo un tercio del mar fue afectado por la trompeta (Apocalipsis 8:8-9) mientras que esta copa derramada causa la muerte de todas las criaturas marinas. Este versículo es similar al de Éxodo 7:17-21, en que el río Nilo se convierte en sangre; sin embargo, el juicio aquí es infinitamente peor debido a su alcance global”.

La referencia a “la sangre como de hombre muerto” significa sangre descompuesta y maloliente. Es el reverso de Génesis 1:21, en lugar de dar vida a los animales, aquí se les quita. Sin embargo, debemos recordar que Dios volverá a crear vida marina en el mar en el milenio (Ezequiel 47:1-12).

A continuación, Juan dice: “El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos” (Apocalipsis 16:4-7).

Así, al derramar la tercera copa, el agua fresca en los lagos y ríos también se convierte en agua apestosa e imbebible. De hecho, hasta que Dios intervenga para crear nuevamente el agua dulce, los días de la humanidad están contados.

Como dice Ladd, “Los juicios de Dios han caído sobre un mundo rebelde, como una reivindicación de los mártires en Cristo (Apocalipsis 6:9) y en respuesta a las oraciones de los santos perseguidos (Apocalipsis 9:13). Además, el ángel que anunció la cosecha de la viña de la tierra había venido del altar (Apocalipsis 14:18). El altar simboliza que los juicios de Dios no son arbitrarios ni caprichosos, sino que son verdaderos y justos. Consecuentemente, las acciones del juicio de Dios serán completamente vindicadas” (p. 211).

Sí, hay mucho aquí en qué meditar y aplicar. ¡Sigamos siendo fieles hasta el fin! (Apocalipsis 2:26).