#354 - Apocalipsis 9-11: La sexta trompeta; los dos testigos

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#354 - Apocalipsis 9-11

La sexta trompeta; los dos testigos

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Comenzamos con Apocalipsis 9 y la sexta trompeta, otro de los juicios de Dios contra un mundo rebelde. La sociedad está descrita como una Sodoma y Gomorra por la gran degeneración moral, y con los días de Noé, llena de mundanalidad, violencia y rebelión. Es difícil captar cuánto se ha convertido nuestro mundo en esa justa descripción. Es parecido al cuento de la rana en la olla hirviendo, que nunca saltó y escapó porque la temperatura se elevó gradualmente hasta la ebullición. Así la sociedad actual se ha acostumbrado tanto al aumento gradual de violencia y perversiones que la mayoría se ha acomodado en vez de alarmarse.

Juan señala: “El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto. El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres” (Apocalipsis 9:12-15).

En los días de Juan, el río Éufrates era parte de la frontera oriental del Imperio Romano y una barrera entre Roma y los reyes del este. Más tarde, Juan alude a este río de nuevo cuando dice: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente” (Apocalipsis 16:12).

Con cada trompeta que toca, aumenta la intensidad del castigo. Con el cuarto sello, una cuarta parte de la humanidad había perecido (Apocalipsis 6:8), y ahora, de esos sobrevivientes, un tercio adicional muere por este desastre. El Comentario Bíblico de Nelson menciona: “Un tercio de la humanidad puede sumar miles de millones de seres humanos. Aunada a la destrucción anterior de una cuarta parte de la humanidad, más de la mitad de la población mundial habrá fallecido”.

Juan continúa: “Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número” (Apocalipsis 9:16). Noten que Juan no cuenta el enorme ejército, sino que escucha el número total: 200 millones (el equivalente en el griego es “dos miríadas de miríadas” o dos veces 10,000 x 10,000). Esto implica una población mundial de al menos varios miles de millones de personas si las hordas asiáticas pueden contar con un ejército de 200 millones de soldados. En cambio, en los días de Cristo sólo había alrededor de 200 millones de personas. Mil años más tarde eran unos 400 millones; en 1800 - mil millones; en 1900 - 1.6 mil millones; en 2,000 - 6 mil millones; y ahora en 2020, 7.8 mil millones. 

Juan continúa: “Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca. Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban” (Apocalipsis 9:18-19).

Este ejército estaba montado sobre aparatos que parecen tener enormes cabezas en forma de león (como cúpulas) y como caballos blindados con hierro y varas en forma de serpientes que disparan fuego, humo y destrucción. Esto parece describir a un tanque moderno con una torreta similar a la cabeza de un león y un tronco como el de un caballo blindado.

El Comentario del Conocimiento Bíblico señala: “Las cabezas de caballos en forma de león implican algo más que caballos normales… y de sus bocas salen fuego, humo y azufre. Algunos estudiosos lo toman como una descripción de una guerra moderna, con vehículos armados como tanques disparando sus cañones y ametralladoras. Ya sea simbólico o literal, el pasaje ciertamente implica una destrucción terrible y una fuerza invasora asombrosa. Los resultados producen la muerte de un tercio de la humanidad”.

Nuestro folleto, El Apocalipsis sin velos dice: “Para ese tiempo en la visión de Juan, ninguna nación se ha arrepentido. No han querido responder a las advertencias que Dios les ha hecho por medio del hambre, la peste y los desastres ambientales, o la agonía de la quinta plaga. Entonces Dios ya no detendrá más el comienzo de una guerra total en el mundo, un conflicto global que alcanzará su clímax en el momento en que Jesucristo regrese.

“Llegará la hora en que Dios ya no les pondrá ningún freno a los hombres para que se maten unos a otros (excepto aquellos pocos justos que él haya sellado previamente). Estará a punto de comenzar una carnicería inimaginable, y un tercio de la población mundial morirá en la conflagración… Juan pudo describir el increíble arsenal de las horripilantes armas modernas solo con las palabras que él conocía. Los tanques, misiles, aviones con ametralladoras, bombas y misiles dirigidos por láser no existían en aquella época y por eso él no pudo describir todo esto en términos que (en cambio) nosotros reconoceríamos inmediatamente. Cuando estudiemos los capítulos 13-18 analizaremos más detalladamente el papel que desempeña Satanás en estos destructivos acontecimientos” (págs. 42-43).

Juan agrega: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos” (Apocalipsis 9:20-21).

Noten aquí los cinco pecados principales: idolatría, asesinatos, brujerías, inmoralidad sexual y robos. Todos estos pecados están sucediendo a gran escala hoy. Existen muchos ídolos de adoración (como los santos de la Iglesia Católica, los hindúes, animistas, budistas e incluso musulmanes con su Kaaba). La sociedad estará plagada de crímenes con frecuentes asesinatos y robos. Hay un aumento del ocultismo y una cultura de drogas (a partir de la década de 1960). El término griego para brujería es farmakeia: drogas y hechizos. El Comentario de Tyndale señala: “La palabra denota el uso de drogas o encantamientos...”

Después de describir los sucesos de la Sexta Trompeta, hay un interludio o una pausa antes de la Séptima Trompeta, y después otra larga pausa, entre la Séptima Trompeta y el derramamiento de las Siete Copas de Ira. Luego, los seis capítulos (10-15) cubren lo que la Iglesia hará durante ese período, que es bastante alentador, en medio de tal destrucción global. Por lo tanto, nos corresponde prestar mucha atención a ellos porque podemos vivir para verlos.

Juan sigue: “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que, en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas. La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre” (Apocalipsis 10:1-11).

El término “librito” en griego es biblaridion, y se le pide a Juan que lo coma, lo que significa asimilar su contenido, tal como se le pidió a Ezequiel que lo hiciera en Ezequiel 10:9. Era dulce en su boca, pero amargo en su estómago. Como explica Ladd: “Obviamente es una representación simbólica de la comisión profética de Ezequiel por la cual recibió la palabra de Dios y se le encargó que proclamara la palabra de juicio de Dios a un pueblo rebelde. Esta interpretación se ajusta al contexto de Apocalipsis: los juicios de Dios están a punto de alcanzar su punto culminante y en el umbral de la consumación, el llamado profético de Juan se renueva y se refuerza”. Esta misión profética en el tiempo del fin será llevada a cabo por los dos testigos mencionados en el siguiente capítulo.

Nuestro folleto sobre Apocalipsis añade: “Mientras que el ángel habla con Juan, siete truenos emiten sus voces… Es interesante notar que Dios le reveló a Juan más profecías de las que se le permitió escribir. El ángel subraya la importancia del toque de la séptima trompeta… A partir del momento del regreso de Jesucristo, al toque de la séptima trompeta, se iniciará la fase final del plan de Dios… Las profecías que Juan escribió en el Apocalipsis serán proclamadas y explicadas a todas las naciones en el tiempo del fin. Dios ha dispuesto las cosas de tal manera que la proclamación final de sus profecías, y del mismo evangelio, ¡captará la atención de todo el mundo! Cuando llegue el tiempo del fin, Dios va a levantar a dos profetas, dos testigos escogidos que llevarán a cabo una misión espectacular en su servicio. A medida que proclamen las plagas y los juicios de Dios, realizarán portentosos milagros para completar esta fase de su obra antes del regreso de Cristo. Como sus testigos elegidos, estos dos llevarán a cabo una misión espectacular en nombre de Dios. Realizarán milagros dramáticos mientras proclaman las plagas y los juicios de Dios "(págs. 43-44).

Juan luego escribe: “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Éstos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron. En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto” (Apocalipsis 11:1-14).

Nuestro folleto sobre Apocalipsis menciona: “Ellos tendrán algunos poderes sobrenaturales semejantes a los que Dios les dio a Elías y a Moisés… Esta misión especial durará tres años y medio, el mismo tiempo que Jerusalén estará ocupada por los gentiles (Apocalipsis 11:2-3). Por lo tanto, habrá comenzado justo antes de la Gran Tribulación. Además de sus actividades descritas aquí, parecen estar directamente asociadas con ciertas profecías de Zacarías (Apocalipsis 11:4 y Zacarías 4:3,11-14). Los dos testigos aparecen en el lugar del templo en Jerusalén… Antes, Jesús había advertido acerca del acontecimiento específico que desencadenaría varios sucesos descritos en el Apocalipsis” (Mateo 24:15-16, 21).

“Las palabras de Cristo indican que, por obra de Satanás, la bestia profética y el falso profeta tomarán control del lugar del templo, convirtiéndolo temporalmente en el centro del sistema de adoración inspirado por el diablo. Los dos testigos de Dios se opondrán a la bestia y al falso profeta. A medida que los acontecimientos profetizados se acerquen a su clímax, Jerusalén será el punto focal de una gran pugna espiritual. 

“Pero ¿cómo van a ser recibidos los dos testigos y su mensaje? La gente los va a rechazar. Como ningunos otros profetas en la historia del pueblo de Dios, estos dos testigos y su mensaje serán “aborrecidos de todas las gentes” (Mateo 24:9). Aun así, los designios de Dios se cumplirán. El efecto de la obra de los dos testigos será semejante al de los otros grandes profetas. Por ejemplo, Dios animó a Ezequiel con respecto al resultado de sus profecías (Ezequiel 33:33). No podemos esperar menos de estos dos poderosos siervos de Dios en el tiempo del fin.

“Ellos atraerán la atención del mundo entero, y esto les dará una oportunidad única para advertir a las naciones que deben arrepentirse de sus pecados y de su rebeldía contra Dios. Luego, cuando Dios vea que su mensaje y advertencia han sido proclamados, permitirá que la bestia los mate… Cuando esto ocurra, la gente de todas las naciones estará muy familiarizada con las actividades de estos dos profetas, ya que los noticiarios y otros medios de comunicación habrán informado continuamente acerca de ellos. Habrán visto y escuchado los frecuentes informes sobre las actividades de los dos profetas a través de los sistemas de comunicación mundiales [incluyendo el Internet]... Todo el mundo va a rechazar las advertencias… y se regocijará por su muerte. Pero su alegría durará muy poco. Tres días y medio después de su muerte, los dos testigos serán resucitados, posiblemente en el mismo momento en que suene la séptima trompeta, la que anuncia el regreso de Cristo. ¡Un mundo atónito tendrá la prueba irrefutable de quién es el Dios verdadero y cuál es su religión! (págs. 45-47).