#351 - Apocalipsis 4-5
El escenario del trono en el cielo: Dios el Padre y el Cordero
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#351 - Apocalipsis 4-5: El escenario del trono en el cielo: Dios el Padre y el Cordero
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Juan escribe: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas. Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda” (Apocalipsis 4:1-3).
Es vital recordar que en el manuscrito original de Apocalipsis no había “capítulos” así que, después del relato sobre las siete iglesias, sigue la visión en el tercer cielo sobre los tiempos del fin.
Como señala G. E. Ladd: “Luego de la primera visión con un Cristo glorificado que cuida y protege a sus iglesias, viene la revelación de ‘las cosas que sucederán después de éstas’, es decir, la venida del reino de Dios” (Comentario de Apocalipsis, p. 70).
Esto es otro indicador de que hay una conexión entre los sucesos entre la última iglesia, Laodicea, donde Jesús dice que está a la puerta, y el comienzo de los tiempos del fin, que también Cristo inicia.
Juan describe que estaba “en el Espíritu”, es decir, estaba viendo una visión dada por Dios. Él se ve en la sala del trono de Dios justo al comienzo de los últimos días cuando Dios interviene.
El término “trono”, que se usa más de cuarenta veces en Apocalipsis, es el símbolo de tener autoridad. El personaje sentado en el trono es “el Señor Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 4:8), es decir, Dios Padre. No obstante, todo lo que se puede ver de él es su resplandeciente gloria, brillando como hermosas joyas. Se menciona la gema jaspe, que en Apocalipsis 21:11 es descrita como “diáfana como el cristal”, parecida a un brillante diamante. La joya cornalina es una piedra de color rojo intenso, como un rubí. Eran también las primeras y últimas joyas en el pectoral del sumo sacerdote, inscritas con el nombre de una tribu de Israel (Éxodo 28:17-21). El pueblo de Dios, como Israel espiritual, siempre es prominente en Apocalipsis.
Encima del trono con la gloria de Dios, había un arco iris, con un resplandor mayormente verde. El color verde en la Biblia simboliza la vida, salud y refrigerio, representando la misericordia de Dios. Como David dijo: “Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre” (Salmos 52:8).
Además, Dios le dijo a Noé después del Diluvio que el arco iris era un pacto eterno basado en la gracia y misericordia: “Y dijo Dios: Ésta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra” (Gn 9:12-16).
Por eso, Pablo podía decir: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Respecto a los tres colores mencionados alrededor del trono de Dios, pueden significar: el cristal diáfano y puro como la pureza de Dios; el rojo intenso como la justicia segura de Dios, y el verde como la misericordia de Dios.
Juan continúa describiendo el escenario alrededor del trono de Dios: “Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:5-11).
Luego, alrededor del trono de Dios se ven veinticuatro tronos ocupados por 24 ancianos vestidos de blanco y con coronas doradas. Puesto que los únicos seres que existen en el tercer cielo aparte de Dios Padre y Cristo son ángeles con diferentes formas y puestos, estos también son seres angelicales, que tienen una posición honrada alrededor de Dios.
Ladd señala: “No es difícil entender que los veinticuatro ancianos son un equipo de ángeles que ayudan a ejecutar las órdenes divinas en el universo. La vestimenta blanca es el típico atuendo de los ángeles (Mateo 28:3; Jn 20:12; Hechos 1:10). Pablo se refiere a ciertos puestos de ángeles como tronos, principados y gobernantes (Romanos 8:38; Efesios 3:10; Colosenses 1:16). En el Antiguo Testamento, a veces se representa a Dios rodeado por un consejo de seres celestiales (Salmos 89:7; Isaías 24:23) Sus canciones alaban a Dios tanto por su Creación (Apocalipsis 4:11) como por la redención de seres humanos (Apocalipsis 5:9)” (p. 75).
Recuerden que Dios Padre es el educador en jefe y delegante principal en el cielo y la tierra, ya que no hace todo por sí mismo, sino que quiere que otros aprendan cómo él y su Hijo llevan a cabo las cosas.
Luego, Juan ve alrededor del trono “siete lámparas ...que son los siete espíritus de Dios” (Apocalipsis 4:5). Estos símbolos son descritos más en detalle en Apocalipsis. 5:6 como los “enviados por toda la tierra.” Son, pues, ángeles que informan a Dios de sucesos vitales en la tierra. En Zacarías 4:10 nos habla de símbolos parecidos y dice: “Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”
Delante del trono, Juan vio “como un mar de vidrio semejante al cristal” (Apocalipsis 4:6). A lo largo de la Biblia, es una descripción consistente del estrado o plataforma frente al trono de Dios (Éxodo 24:10; Ezequiel 1:22; Ezequiel 10:1). Esto indica la separación y santidad absoluta de Dios. Al respecto, Pablo describe a Dios Padre como el “que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno" (1 Timoteo 6:16).
El trono de Dios también está flanqueado por otro tipo de seres angelicales, muy similares a los serafines descritos por Isaías, que tienen seis alas, cara, manos, pies y múltiples ojos. Estas cuatro criaturas vivientes de Apocalipsis tienen cada una un rostro que asemeja a una de las caras de los querubines descritos en Ezequiel 1:10 (hombre, león, buey y águila). Isaías describe un escenario similar: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:1-3).
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