#337 - Hebreos 1-3: La superioridad de Cristo sobre ángeles y profetas

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#337 - Hebreos 1-3

La superioridad de Cristo sobre ángeles y profetas

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Otra anomalía es que el autor no se identifica a sí mismo, pero lo más probable es que era el apóstol Pablo, que posee una revelación y madurez espiritual como es visto aquí (2 Corintios 12:7). Está escrita en un estilo elegante similar al de Lucas, que la tradición dice sirvió de secretario a Pablo. Al final se menciona a Timoteo, que fue un compañero íntimo de Pablo (Hebreos 13:23) y parece fue escrita desde Italia, pues finaliza: "Los de Italia os saludan" (Hebreos 13:24).

Esta epístola se dirige principalmente a los judíos cristianos, pues aquí “hebreo” equivale a “judío” y el manuscrito tiene como título: "A los hebreos". Dado que se mencionan los servicios levíticos del templo, debía ser escrita algún tiempo antes de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 AD. Es más, la persecución del emperador Nerón contra los cristianos en Roma empezó el año 64 AD., lo que significa que los cristianos allí perdieron sus privilegios y protecciones legales al ya no ser considerados como una secta judía. Fue, pues, difícil especialmente para los cristianos judíos seguir en la fe y parece que algunos se echaron atrás y volvieron al judaísmo, que aún gozaba del apoyo legal romano.

Por el contexto, esta epístola se dirige a los cristianos judíos que estaban en peligro de apostatar de la fe cristiana por las persecuciones, y les advierte de las consecuencias nefastas al volver al judaísmo. Es una epístola clave para entender por qué el cristianismo se convirtió en la fe legítima luego que el judaísmo negó que Jesús era el Mesías prometido.

También muestra la absoluta superioridad de Jesús sobre todos los profetas del Antiguo Testamento, sobre todos los ángeles, e incluso sobre el propio Moisés, a quien los judíos consideraban el líder preeminente del Antiguo Testamento, ya que a través de él se dio la ley de Dios. También prepara el camino para reemplazar el sistema del sacerdocio y los sacrificios del Antiguo Testamento por el sacrificio y el sacerdocio de Cristo en el Nuevo Testamento bajo la nueva orden de Melquisedec.

La epístola comienza con palabras muy similares a las de Génesis 1:1 y Juan 1:1: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos" (Hebreos 1:1-4).

Luego se entregan siete características de Jesucristo que muestran su superioridad ante todos, excepto Dios Padre. (1) Es designado como heredero de todas las cosas, es decir, del universo entero; (2) Él es el creador directo del universo, pues Dios el Padre le dio las órdenes para efectuarlo; (3) De él emana el mismo resplandor y gloria que Dios Padre; (4) Está compuesto del mismo espíritu y es semejante a Dios Padre; (5) Él sostiene el universo por medio de su dirección y lo apunta a sus fines programados; (6) Él ha purgado nuestros pecados, y; (7) Él se ha sentado a la diestra del Padre.

A continuación, Pablo entrega siete escrituras que demuestran cómo Jesús es superior a los ángeles, que el judaísmo había exaltado mucho, y que algunos incluso llegaban a adorar (Colosenses 2:18). 

Dice: "Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura, Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán. Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?" (Hebreos 1:5-14).

Luego explica que uno de los propósitos para crear a los ángeles es para que sirvan a los seres humanos que un día heredarán la salvación. ¡Cuán gran privilegio será tener ángeles que nos puedan servir por la eternidad! Es por eso que Pablo menciona ¡el increíble potencial humano que existe a través de creer en Jesucristo!

Les advierte a los judío cristianos: "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas" (Hebreos 2:1-8).

Los amonesta a que no deben renegar a Jesucristo, porque si la primera generación de israelitas no entró en la tierra prometida debido a la incredulidad, ¡cuanto peor es su destino si por incredulidad descuidan una salvación mayor! ¡Significa no entrar en el reino de Dios! Si vuelven al judaísmo, su increíble potencial humano se pierde y no habrá una segunda oportunidad. Les recuerda lo que dijo David sobre la insignificancia del hombre y al mismo tiempo, el ser tan honrado por Dios. No obstante, este potencial sólo se puede lograr a través de aceptar a Cristo como su Salvador, y a nadie más.

Como dice: "Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, por el sufrimiento de la muerte coronado de gloria y honor, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas y por quien son todas las cosas, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, para hacer que la salvación de ellos, por aflicciones "(Hebreos 2: 9-10). Es sólo por lo que ha hecho Jesús que podemos heredar esta salvación. Como Pedro mencionó en Hechos 4:10-12, "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Trágicamente, los líderes judíos rechazaron esa verdad--¡y lo hacen actualmente!

Pablo dice acerca de Cristo: "Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio" (Hebreos 2:11-13).

Está haciendo hincapié en el increíble privilegio de ser llamados "hermanos y hermanas" por medio de Jesucristo. Se están convirtiendo en una parte integral de la familia de Dios, y lo respalda con tres escrituras. Usa la analogía de ser nuestro hermano mayor y nosotros como sus hermanos menores. Así, volvemos a ver ese "misterio de la comunión” (koinonía, Efesios 3:9) en juego, mostrando que Dios Padre y Jesús desean compartir ¡todas las cosas con nosotros en una familia divina!

Pablo sigue: "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham" (Hebreos 2:14-16).

Aquí se describe todo lo que hizo Jesucristo por nosotros. Se convirtió en sangre y carne, vivió en la tierra, y al ser mortal, pudo morir por nuestros pecados y anular el poder que Satanás tenía sobre nosotros, al cumplir la pena de muerte del pecado y así volverse en nuestro sustituto. La gente temía la muerte porque no había mucha esperanza hasta que Cristo vino y nos libró de esa desesperanza.

El Comentario del Expositor menciona: "La derrota del diablo significa liberar a los que se volvieron cautivos por el miedo a la muerte. Ese miedo es una fuerza paralizante y esclavizante, y cuando uno se deja controlar por ese miedo - el miedo a la muerte - están bajo una dura servidumbre.

"En el primer siglo esto era muy real. Los filósofos instaban a la gente a mantener la calma ante la muerte y algunos lo lograban. Sin embargo, para la mayoría de la gente esto no trajo alivio. El miedo era algo generalizado, como señalan las tristes inscripciones en las tumbas. Pero una de las muchas cosas maravillosas del evangelio cristiano es que libera a hombres y mujeres de ese miedo. Tienen una esperanza segura de la vida eterna, una vida cuyo futuro va más allá de la tumba".

Pablo sigue: "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (Hebreos 2: 17-18).

Así, en Hebreos vemos un nuevo concepto: el de Jesucristo como un sumo sacerdote compasivo y fiel. No es sólo simbólicamente el cordero del sacrificio, sino también el sumo sacerdote que presenta ese sacrificio a Dios. Cumple ambos papeles: satisface el pago del pecado e intercede por nosotros al eliminar la ira correspondiente debido al pecado.

Como explica El Comentario del Expositor: "Cuando las personas pecan, provocan la ira de Dios (Romanos 1:18) y se convierten en enemigos de Dios (Romanos 5:10). Un aspecto de la salvación tiene que ver con esa ira, y el autor se enfoca en ese punto. Cristo nos salva de una manera que toma en cuenta la ira divina contra todo lo malo".

También se muestra aquí el hecho de que sus sufrimientos fueron reales y que fue "tentado" tal como somos nosotros.

El Expositor añade, “Jesús sufrió a lo largo de su vida en la tierra. La tentación debió ser mucho más desagradable para él que para nosotros. El verbo griego peirasmos (tentación) a veces significa 'ser probado' y aquí podría aplicarse a los sufrimientos simplemente como pruebas que hay que soportar. Sin embargo, este verbo se usa más a menudo en el sentido de ‘tentar’. El autor menciona que Jesús puede ayudarnos con la tentación porque él entiende perfectamente lo que es ser tentado. Fue tentado y sabe bien lo que es la tentación. Las palabras ‘para socorrer’ son importantes y significan mucho más que ‘él nos ayuda.’ Solo el que sufre puede ayudarnos de esa manera. Él logró todo eso para nosotros. No solo estaba dispuesto a sufrir, sino que lo llevó a cabo”.

En el capítulo tres de Hebreos, llegamos a la comparación entre Jesús y Moisés, donde se muestra que Jesús es muy superior. Comienza: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza" (Hebreos 3:1-6).

El Comentario del Expositor dice: "Ahora el autor dirige su atención a Moisés, considerado por los judíos como el mayor de los hombres, quizás superior a los ángeles. Entonces, ¿tal vez Moisés era superior a Jesús? Mientras tanto, el escritor no hace nada para menospreciar a Moisés, ni tampoco lo critica. Él acepta la grandeza de Moisés, pero explica que Jesús era muy superior. La ‘casa’ que se menciona aquí es ‘la casa de Dios’ y no un edificio físico. La comparación se hace entre el criado de esa familia y el hijo del Padre, que hereda todo y tiene todos los honores. Jesús creó esa ‘familia’, o pueblo de Dios, del cual Moisés era un fiel servidor. Así la persona y las enseñanzas de Cristo son muy superiores a Moisés y, por tanto, los cristianos judíos no deberían volver al judaísmo, sino dirigirse hacia Cristo.

El Comentario del Expositor menciona: "Cristo tiene una superioridad innata. Él es el Hijo, y como tal es ‘sobre’ la casa… Pero él no está pensando en los judíos como una raza, ni como un grupo de personajes históricos. Él está pensando en el pueblo de Dios. En el Antiguo Testamento, este era el pueblo de Israel. Sin embargo, Israel había rechazado al Hijo de Dios cuando vino, y ahora el pueblo de Dios es la Iglesia. La perseverancia es uno de los atributos del cristiano. Sin esto no somos de Cristo. Esta es una lección vital que debemos aprender”.

Así que, como hemos visto, Hebreos es una maravillosa e inspiradora epístola, llena de valiosas enseñanzas. Sin embargo, ¡hay mucho más al respecto que nos aguarda!