#336 - Filemón 1
"La magnífica diplomacia de Pablo"
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#336 - Filemón 1: "La magnífica diplomacia de Pablo"
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Uno de los mayores problemas en la Iglesia, ayer, como hoy, es la falta de tacto, humildad y diplomacia en nuestras relaciones personales con los demás.
Se cree que la epístola a Filemón fue escrita desde Roma alrededor del año 58-60 d.C., mientras Pablo pasaba su primer encarcelamiento allí. Está dirigida a Filemón, un miembro de la Iglesia que parece vivía en Colosas, en el valle del Lico, cerca de Laodicea, en el oeste de Turquía.
La situación es la siguiente: Después de que Pablo visitó el valle del Lico y estableció iglesias en Colosas y Laodicea, Filemón, un hombre prominente, se convirtió a la fe. Tenía en ese momento al menos un esclavo, Onésimo, que probablemente presenció la conversión de su amo. Más tarde, parece que cuando Pablo fue encarcelado en Roma, Onésimo, que se había escapado de su amo Filemón, se dirigió allí y eventualmente halló a Pablo y se convirtió a la fe. Luego, Onésimo lo ayudó mucho y por eso, Pablo le envía una carta a Filemón pidiéndole que perdonara a Onésimo, su esclavo prófugo, y que lo tratara bien, pues era útil a Pablo y a la Iglesia. Es una obra maestra de la diplomacia y la humildad cristiana y debemos aplicar sus principios en nuestras vidas.
Empieza la epístola: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" (Filemón 1:1-3).
Pablo está tratando un tema delicado, pues un esclavo fugitivo se había convertido a la fe y Pablo lo estaba enviando de vuelta a su amo converso para recibir el perdón. Por eso, Pablo se refiere a sí mismo, no como un "apóstol", sino como un "prisionero" de Cristo. Añade que estaba en la cárcel, no por un delito personal, sino por predicar el evangelio de Jesucristo. Todo esto, por supuesto, debe ablandar a Filemón, pues Pablo era su guía espiritual y le estaba pidiendo un gran favor. En efecto le estaba preguntándole: “bajo estas circunstancias, ¿cómo no vas a considerar favorablemente mi petición?”
Luego, se dirige a dos miembros más de la casa de Filemón, que parecen ser la esposa Apia y su hijo Arquipo, que era un ministro en la congregación reunida en su casa. Pues leemos que Pablo le dijo a Arquipo en Colosenses 4:17: “Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor”. Esta mención de Arquipo en Colosenses respalda el hecho de que Filemón vivía en Colosas y no en otro lugar.
También envía un saludo a "la iglesia que está en tu casa." Aquí tenemos un ejemplo de una reunión de hermanos, no en un lugar público, sino en la casa de un miembro. Esto era muy conveniente, pues así no despertaba muchas sospechas de las autoridades romanas, que eran muy cautas de asambleas públicas donde conspiraciones podían ser tramadas contra el gobierno romano. Esta reunión también muestra que Filemón era un miembro rico, dueño de al menos un esclavo, y tenía espacio suficiente para llevar a cabo los servicios religiosos en su propia casa.
Luego añade: "Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos" (Filemón 1:4-7).
Pablo siempre es generoso al alabar a quienes lo merecen, y Filemón era un líder destacado que abría su casa a los hermanos y proveía sus necesidades, por lo que le da las gracias por esta manifestación práctica de su amor, que "conforta" a los hermanos.
Además, aquí encontramos esa misteriosa palabra en el Nuevo Testamento - koinonía en griego, que significa un compañerismo especial al compartir con los hermanos y con Dios a través del Espíritu Santo. Juan entiende este concepto al decir: "... nuestra comunión (koinonía) es con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1:3). En Efesios 3:9 se llama "la comunión del misterio" (RVG). Así pues, Pablo elogia a Filemón por tener ese compañerismo especial (koinonía) o el vínculo activo de la fe con otros hermanos, que era muy estimado por Dios.
Él continúa: "Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo" (Filemón 1:8-12).
Así llega al meollo de la carta, luego de la amena introducción para pedirle ese favor. Le dice a Filemón, que, a pesar de ser su pastor, no quería exigirle, sino más bien, pedirle de buena voluntad, apelando a su actitud convertida. Le recuerda que está en la cárcel y que ya era un anciano, probablemente cerca de sesenta años. Noten que menciona el nombre de Onésimo al final del relato para no sorprenderlo al comienzo de su pedido.
Es evidente que Filemón no estaba al tanto de que su esclavo fugitivo se había convertido a la fe y que estaba ayudando a Pablo. Sería un shock saberlo, y por eso fue tan diplomático. Cuenta que Onésimo lo había encontrado y se había convertido. A continuación, usa un juego de palabras, pues Onésimo significa "útil" en griego, y mientras que él se había convertido en "inútil" para Filemón, ahora era "útil" para Pablo. Es otro ejemplo del buen humor en la Biblia y probablemente Filemón se rio cuando leyó ese ingenioso uso de palabras.
Ahora bien, es importante recordar que, en el mundo romano, la clase más baja posible era la de un esclavo fugitivo. No tenía ningún derecho y era considerado como un criminal. El Imperio Romano no toleraba la desobediencia, especialmente de esclavos, pues la economía de Roma dependía de la esclavitud para su bienestar económico. Se estima en ese tiempo que alrededor de un tercio de la población del Imperio Romano eran esclavos.
Pablo menciona: "Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo" (Filemón 1:13-17).
Le dice a Filemón que está enviando a Onésimo de vuelta para que pueda ser perdonado y ser puesto a buen uso. Aquí vemos que Pablo es respetuoso de las leyes del Imperio Romano, siempre y cuando no violen las leyes bíblicas. No quería mantener Onésimo con él y así infringir la ley. Como dijo Pablo en otra epístola: "Que todo se haga decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40).
Sin embargo, Pablo quiere asegurarse que Onésimo sea tratado ahora más como un miembro de la Iglesia que como un esclavo, y así enfatiza que la ida de Onésimo fue para él como arrancarle parte de su corazón, pues para Pablo, ya no era un mero esclavo, sino un valioso hermano cristiano.
Pablo le hace ver que, por circunstancias imprevistas, Onésimo, ese esclavo de Filemón, había terminado sirviendo a Pablo, y sugiere que, si Filemón hubiera sabido de las necesidades imperantes de Pablo, habría enviado a Onésimo con mucho gusto para servirle. Sin embargo, él no quiere obligar a Filemón a que perdone a Onésimo, sino más bien, que lo haga voluntariamente y de buena fe. Pablo usa el principio bíblico de que "todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios" (Romanos 8:28) para indicar que todo esto podría haber sucedido para que Filemón y Onésimo ahora tuvieran un vínculo fraternal eterno. Aquí vuelve a utilizar una variante de la palabra koinonía (koinonos) para recordarle a Filemón que es un "compañero espiritual" de Pablo, de Dios… y ahora también de Onésimo.
Así vemos que Pablo eleva a un esclavo a una igualdad espiritual con su amo, algo que eventualmente desintegraría la esclavitud en el mundo tradicionalmente cristiano.
En su artículo, "El Apóstol Pablo y la Esclavitud" John MacArthur menciona: "El cristianismo sembró las semillas de destrucción para la esclavitud. Sería eliminada no por una agitación social sino por corazones cambiados. El libro de Filemón ilustra este principio. Pablo no ordena a Filemón a liberar a Onésimo, ni enseña que la esclavitud es mala. Sin embargo, al pedirle a Filemón que trate a Onésimo como un hermano (Filemón 16; Efesios 6:9; Colosenses 4:1), Pablo eliminó los abusos de la esclavitud. Marvin Vincent señala: 'Los principios del evangelio no sólo redujeron los abusos [de la esclavitud], sino que la destruyeron; pues no podía existir la esclavitud sin sus abusos. Al remover los abusos, fue desarticulada" (Filemón, p. 167).
"Un escritor resumió la importancia de Filemón en relación con la esclavitud con estas palabras: ‘La epístola subraya el problema de la esclavitud en la iglesia cristiana. No se encuentra ninguna denuncia ni siquiera en principio acerca de la esclavitud. Los apóstoles aceptaban la situación como existía. Se da por sentado que Filemón tenía el derecho de propiedad sobre Onésimo. Sin embargo, en una frase trascendental, Pablo transforma el carácter de la relación maestro-esclavo. Onésimo ya no vuelve solo como esclavo, sino ahora como un hermano amado (vs. 16). Está claro que es incongruente que un amo cristiano sea "dueño" de un hermano en Cristo, en el sentido de ese entonces de la palabra, y aunque el orden existente de la sociedad no podía ser cambiado inmediatamente por el cristianismo sin una revolución política (que era claramente contraria a los principios cristianos), la relación maestro-esclavo cristiano fue tan transformada desde dentro que estaba destinada a llevar en última instancia a la abolición del sistema’" (Donald Guthrie, Introducción al Nuevo Testamento, p. 640).
Por lo tanto, vemos que, en esta pequeña epístola, la semilla es plantada para la eventual destrucción de la esclavitud dondequiera que la Palabra de Dios prevaleciera. Se puede aplicar el principio en Gálatas 3:27-29, "Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa".
Luego Pablo dice: "Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también. Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor. Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo" (Filemón 1:18-21).
Le dice diplomáticamente a Filemón que está dispuesto a pagar todo lo que Onésimo le tomó. Normalmente los esclavos fugitivos robaban dinero y objetos de valor de sus amos para poder comer, viajar y sobrevivir hasta que pudieran encontrar un trabajo. Le cuenta que está dispuesto a ir tan lejos para conseguir el favor de Filemón.
También utiliza una frase “ponlo a mi cuenta” que ilustra lo que él menciona en Colosenses acerca del "acta de los decretos que había contra nosotros" (Colosenses 2:14). Es una prueba que esta frase se refiere a nuestras deudas con Dios a causa de nuestros pecados y no tiene que ver con clavar en la cruz las leyes de Dios como el cristianismo tradicional comúnmente quiere hacernos creer.
Barclay comenta: "Onésimo tiene que haber robado a Filemón, así como se escapó de él. Si no se había apropiado de algún dinero de Filemón, es difícil comprender cómo consiguió hacer el largo viaje hasta Roma. Pablo escribe de su puño y letra que se hace responsable de la deuda, y la pagará hasta el último céntimo. Es interesante notar que este es un ejemplo preciso de un jeirógrafon, la clase de recibo que se menciona en Colosenses 2:14. Se trata de un documento autógrafo contra Pablo, de una obligación voluntariamente aceptada y firmada".
Pablo termina la epístola al decir: "Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido. Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén" (Filemón 1:22-25).
Concluye la carta con un toque diplomático, animando a Filemón a que prepare un lugar en su hogar para él cuando sea liberado de la cárcel, sabiendo que sería un gran honor para Filemón. Da por sentado que Onésimo ya habrá sido perdonado. Las personas mencionadas aquí que acompañan a Pablo son casi todas las mismas que al final de la epístola a los Colosenses y muestra que Colosas es el lugar más probable como el destino de la carta.
La epístola a Filemón, pues, es un ejemplo magistral de cómo los ministros deben tratar a los hermanos -con tacto-, y también cómo los hermanos deben tratarse entre ellos mismos. Como dijo Pablo en otro lugar, "No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes" (2 Corintios 1:24).
En el Antiguo Testamento, tenemos el libro de Proverbios con maravillosas instrucciones acerca de cómo ser diplomáticos y humildes hacia los demás, y en el Nuevo Testamento, tenemos un ejemplo viviente de la aplicación de estos principios en esta magnífica epístola a Filemón.
Finalmente, es importante notar que Pablo envió a Filemón con Tíquico a ayudarlo en el ministerio en Colosas (Colosenses 4:9) y la tradición cristiana menciona que Filemón liberó a Onésimo de la esclavitud. ¡Qué gran ejemplo del amor fraternal para todos nosotros!