#298 - Romanos 1-2: "El mundo pagano está condenado por sus pecados"

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#298 - Romanos 1-2

"El mundo pagano está condenado por sus pecados"

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Luego de repasar el tronco de las doctrinas dadas por los apóstoles que conocieron directamente a Jesús, ahora Pablo nos entregará muchos de los detalles sobre estas doctrinas. 

Por lo tanto, en forma gráfica, podemos ubicarlas como las ramas del árbol bíblico. Pablo mismo hace mención del árbol de Israel, en el que todos los creyentes están injertados. Dice Pablo: “Si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hechos participante de la raíz y de la rica savia del olivo [cultivado], no te jactes contra las ramas” (Romanos 11:16-18).

De igual manera, podemos comparar el árbol bíblico con las instrucciones dadas por Dios en su Palabra. Primero vienen las profundas raíces desde el Antiguo Testamento, luego tenemos el tronco principal que es Jesucristo y después Hechos y las ramas principales las epístolas generales, para terminar con las pequeñas ramas las epístolas de Pablo y el libro de Apocalipsis, que más que nada describe el futuro de la humanidad.

La Epístola a los Romanos es una buena introducción a los temas que Pablo tratará en muchas de las demás epístolas. Es la epístola más general de Pablo, que contiene un bosquejo del plan de salvación de Dios.

Respecto a la fecha de la epístola, sería alrededor del año 57 d.C., cuando Pablo estaba completando la ofrenda que llevaría a Jerusalén (Romanos 15:26-28) y estaba en Corinto, pues Febe, un miembro estaba en el puerto próximo, llamado Cencrea, y ella estaría llevando esta carta a los romanos (Romanos 16:1-2). Explica Halley: “Pablo aprovechó la oportunidad para enviar con ella esta carta. No había en el imperio romano servicio postal, salvo para asuntos oficiales. El servicio postal tal como lo conocemos es de origen reciente. En aquel tiempo, las cartas personales debían ser enviadas por medio de amigos o de viajeros fortuitos. Febe llevó esta carta; Tito, la de 2 Corintios; Tíquico, Efesios y Colosenses; y Onésimo, la de Filemón” (p. 523).

¿Qué se sabe de la ocasión de la carta? Pablo quería visitar a Roma pronto, y deseaba preparar la congregación para su llegada (Romanos 15:24-29). Entonces aprovechó para entregarles un resumen de lo que consistía su evangelio (Romanos 1:15) y, según lo que le habían informado, deseaba aliviar las tensiones que existían en la iglesia en Roma entre los gentil y judío cristianos. 

¿Qué había ocurrido para crear estas tensiones? La iglesia en Roma aparentemente había sido fundada por algunos judíos conversos que habían llegado a Jerusalén para el día de Pentecostés (Hechos 2:10). Pedro, lleno del Espíritu Santo, entregó su sermón en esa ocasión, y al poder atestiguar de los milagros hechos y al escuchar los muchos testimonios de que Jesucristo realmente había resucitado entre los muertos, algunos de entre los miles de conversos en ese día eran residentes de Roma. 

Pablo no menciona a ningún ministro en su epístola, aunque envía sus saludos a una veintena de miembros allí. Por lo tanto, era una iglesia donde los judíos cristianos, algunos eminentemente preparados, dirigían los destinos de la iglesia hasta que llegara un pastor residente. Lamentablemente, muchos de los judíos cristianos fueron expulsados cuando el emperador Claudio exilió a todos de descendencia judía en Roma en el año 49 d.C. Suetonio, el historiador romano, dice que se debía a una disputa sobre un “Crestus” que muchos creen se refiere a Cristo. Aparentemente, había muchas disputas en las sinagogas, y esto enfureció a Claudio.

Cuando los judíos cristianos pudieron volver unos años después, se encontraron que los gentiles cristianos a cargo no quisieron dejar sus puestos de liderazgo, pues habían asumido una actitud de superioridad ante ellos.

Por eso, Pablo les escribe a los gentiles cristianos para que no se consideraran superiores a los judíos conversos, ni viceversa. Pablo mostrará al comienzo de esta epístola que Dios no hace acepción de personas y que todos, judíos y gentiles, están igualmente condenados ante él, por eso nadie debe jactarse de su descendencia.

Pablo comienza con la correspondiente actitud de humildad y amor hacia ellos al llamarse: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de los muertos” (Romanos 1:1-4).

Pablo primero se llama “doulus” de Jesucristo, es decir, el término para un esclavo. Cumple porque ha sido ordenado así por su amo. También ha recibido la autoridad de parte de Jesucristo para ser “apóstol” o alguien enviado con la debida autoridad por un gobernante. Menciona que es apartado para presentar el evangelio, o las buenas noticias, de Dios, que ya estaba prometido mediante los santos profetas, acerca de su Hijo. Por ejemplo, en Isaías 53 tenemos una breve historia profética de todo lo que haría Jesucristo en esta vida por nosotros. Menciona luego que este Jesucristo fue resucitado de los muertos y es el Hijo de Dios.

Pablo explica que este evangelio se basa en la “obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos” (Romanos 1:5-6). 

Noten que Pablo dice que la obediencia es parte de los requisitos, y aquí la fe significa las doctrinas bíblicas. Todos somos llamados a obedecerlas. También vemos que para Pablo un “santo” es sencillamente un miembro de la iglesia, no una persona ultra religiosa o de “otro mundo” en el sentido espiritual.

Pablo luego los felicita por la fuerte fe que tienen, y les cuenta su deseo de pronto visitarlos (Romanos 1:8-15). Desea explicarles personalmente el evangelio, porque “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16-17). 

El evangelio tiene como objetivo el encaminar a la persona por el sendero de la salvación. Todos tienen acceso a llegar a esa meta, pero primero se le da la oportunidad al judío, que en ese entonces estaba mejor equipado, al tener las Sagradas Escrituras. No obstante, Pablo explica que para ser partícipe de esa salvación no tiene que convertirse en judío, ni circuncidarse o someterse a toda la ley ceremonial. Pablo aclara: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). Todos ahora tienen la misma oportunidad mediante el camino de la fe para adquirir esa salvación. Nadie tiene privilegios, y todos necesitan arrepentirse para empezar ese exigente camino hacia el reino de Dios.

Ahora Pablo contesta la pregunta que le pueden hacer: ¿Por qué son tan pocos los que acuden al llamado? Pablo explica que se debe al engaño en la sociedad, perpetrado por Satanás y mediante el apoyo de la mayoría de los líderes en la política, educación, la ciencia y la filosofía de ese entonces (como también es así hoy día). Ellos se han envanecido con sus títulos rimbombantes y poderes, y así han expulsado a Dios de las aulas. Fue el famoso Louis Pasteur que dijo acertadamente: “Un poco de ciencia aleja a Dios, pero mucha ciencia lo acerca”. Lamentablemente, muchos no llegan a esa altura al final. Por eso Pablo condena las escuelas gentiles filosóficas y educativas de ese entonces.

Dice: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:18-20).

Pablo muestra que la gran prueba de la existencia del Creador Dios es su creación. Los filósofos dicen que la pregunta más difícil para ellos es: ¿por qué existe algo en vez de nada? Es decir, ¿cómo puede existir algo que viene de la nada? Si algo existe es porque alguien siempre ha existido para poder crearlo. Nadie ha podido refutar satisfactoriamente ese planteamiento.

Hay dos cosas que se pueden comprobar por medio de la creación—el eterno poder y deidad de Dios. Su eterno poder se comprueba porque cualquier poder que no fuera eterno tiene un principio y entonces tiene que ser creado en algún momento por otro ser. Es Dios quien es eterno, y es el originador de toda la materia que existe alrededor. También podemos saber algo de su deidad o forma de ser. Es un Dios benigno, que creó belleza en las flores, comida para que sus criaturas no se murieran de hambre, y nos dio el amor para vivir con cariño. 

Pero los filósofos y eruditos, en vez de darle las gracias y glorificar a Dios por todo esto, lo excluyeron de sus razonamientos. Dice Pablo “Pues habiendo conocido a Dios [mediante sus estudios sobre la naturaleza y la creación], no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:21).

Los filósofos griegos eran los que dominaban la educación en ese entonces. Y, ¿qué enseñaban? “El mundo pagano del tiempo de Pablo adoraba los ídolos según la semejanza de hombres (en Grecia) o animales (en Egipto). Este politeísmo era el resultado del racionalismo, o la confianza del hombre en su habilidad para conocer a Dios apartado de la revelación divina” (Nuevo Comentario Bíblico, p. 1017).

En el siglo quinto antes de Cristo, Demócrito había dicho: “En realidad, no existe nada más que los átomos y el espacio vacío” y creía que todo estaba compuesto por corpúsculos infinitamente pequeños que no poseen contenido ni gusto y que sólo difieren entre sí por su forma y peso. Otros filósofos, como Platón, pensaban que existía también un mundo espiritual y que el alma era inmortal y constantemente reencarnaba. En realidad, existía una filosofía para cada gusto—y todas eran falsas.

Pablo menciona la consecuencia lógica de este racionalismo sin Dios: “Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios [lo que es] por la mentira [un sistema falso de adoración de ídolos], honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1:23-25).

A propósito, aquí tenemos la razón por la cual no debemos tener imágenes o cuadros de Jesucristo o de Dios, pues la idolatría no consiste en solo hacer una imagen a un dios falso, sino también al hacerlo representando al verdadero Dios. A veces el pueblo de Israel hizo imágenes al Dios verdadero, y fue siempre castigado y llamado idólatra al hacerlo (vea Éxodo 32:8; Jueces 17:4-6; 1 Reyes 12:28).

Estas falsas filosofías, sin valores absolutos, promoverían ideas de que todo es relativo y eventualmente lleva a un desenfreno de las pasiones. Fue en Grecia donde surgen las palabras “enfermedades venéreas”, que vienen de la diosa Venus, la del amor erótico ilícito. Era en Corinto donde apareció la palabra “corintiar” o el sinónimo para “fornicar” por sus 1000 prostitutas sagradas. La isla griega Lesbos fue tan conocida por sus mujeres homosexuales que de allí viene el término “lesbiana” para una mujer homosexual. El famoso filósofos Sócrates fue homosexual y estas filosofías griegas se difundieron por todo el Imperio Romano. “Catorce de los primeros quince emperadores romanos fueron homosexuales”, comenta Barclay. Séneca dijo: “Las mujeres se casaban para divorciarse, y se divorciaban para casarse”. Una dama romana de alta sociedad se casó ocho veces en cinco años.

Por eso Pablo denuncia estas perversiones sexuales que vienen del concepto falso de sus religiones. “Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres [como las de Lesbos] cambiaron el uso natural [de sus cuerpos] por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres [homosexualismo], y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:26-27).

El castigo del homosexualismo son a menudo enfermedades venéreas [según las noticias, el SIDA en los EE. UU. comenzó en los bares homosexuales de San Francisco], la inhabilidad de tener hijos o una familia y muchas frustraciones psicológicas y mentales. 

Sigue Pablo: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada [anormal], para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:28-32). Se puede resumir esta mentalidad reprobada en el comentario hecho por el gran evolucionista Thomas Huxley: “Supongo que la razón por la cual saltamos a apoyar El Origen de las Especies de Charles Darwin fue porque el concepto de Dios interfería con nuestra moral sexual” (D. James Kennedy, Por Qué Creo, p. 49).

Pablo entonces concluye diciendo: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas [a los demás], pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?” (Romanos 2:1-3).

Todo el mundo pagano de ese entonces, no importa cuál filosofía seguía, según la ley moral de Dios, había pecado y merecía ser condenado según el juicio de Dios. ¿Por qué entonces seguía el mundo intacto y no había sido castigado? 

Pablo contesta: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras; vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego; porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:4-11).

Aquí Pablo resume el juicio de Dios que será según “la verdad” o las Sagradas Escrituras. Cristo dijo: “Tu Palabra es verdad” (Juan 17:17). Dios no ha juzgado a todo el mundo todavía debido a su benignidad, como también dice Pedro, pues “es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Noten aquí que la fe tiene que ser acompañada por las obras, como Pablo menciona a continuación: “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados [o hechos justos]” (Romanos 2:13). 

Algunos entonces preguntarán: “¿Cómo pueden los gentiles, o los que no conocen la ley de Dios, ser juzgados? Pablo entonces responde que todos tienen, a través de su conciencia, un sentido de lo bueno y de lo malo, de lo correcto y de lo incorrecto. Y lo más importante es que todos, sin falta, han ido en contra de sus conciencias, han hecho lo malo y sienten la culpa. Por eso quedan condenados ante Dios, pero es sólo un juicio temporal, no eterno, pues todos tendrán una oportunidad en el futuro para conocer la ley de Dios y entonces someterse al juicio espiritual, que tiene que ver con la vida o la muerte eterna, y no esta vida física.

Pablo explica: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley [la de Dios], hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos [el sentido moral que todos tenemos], en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2:14-16). Queda claro que el mundo pagano quedó condenado por Dios.