#321 - Efesios 1-2: "El maravilloso plan de Dios; la predestinación"

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#321 - Efesios 1-2

"El maravilloso plan de Dios; la predestinación"

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Llegamos a una maravillosa epístola llena de inspiración e instrucción – la epístola a los Efesios. El Sr. Armstrong llama el primer capítulo de Efesios "uno de los más hermosos, estimulantes e inspiradores trozos de literatura que jamás haya leído" ("El Verdadero Significado de la Predestinación", 1984). Es tan importante que nos detendremos para comprenderlo en su plenitud.

Primero, conozcamos el trasfondo de esta epístola. Pablo visitó a Éfeso por primera vez en su segundo viaje misionero (Hechos 18:19-22) y en su tercer viaje se quedó allí por tres años (Hechos 20:31), en los años 53-56 d.C.

Viaje de Pablo a Éfeso

En Éfeso ocurrieron varios hechos notables: Pablo bautizó a una docena de discípulos de Juan, y luego efectuó milagros tan sorprendentes que se convirtieron muchos hechiceros. Es más, las conversiones fueron tan numerosas que hicieron peligrar el negocio de los ídolos a Diana, la patrona de la ciudad, donde estaba su famoso templo. Todo esto suscitó un gran alboroto que casi le costó la vida a Pablo y tuvo que irse.

Pero Pablo volvió a Éfeso en su viaje de regreso y reunió a los ancianos de la ciudad en el puerto cercano de Mileto para despedirse de ellos. Allí les entregó un emocionado discurso acerca del cuidado que deben tener los ministros para no dejar entrar a los falsos maestros que actuaban como lobos rapaces (Hechos 20:13-35). Parece que lo escucharon, pues en el libro de Apocalipsis, que fue escrito unos treinta años más tarde, vemos que la iglesia en Éfeso logró cuidarse de los falsos profetas, aunque descuidó su primer amor hacia las cosas de Dios (Apocalipsis 2:4).

Es interesante que Pablo, como buen pastor, insista en que se deben enfocar en ese amor espiritual, que, en griego, es ágape, y la usa 19 veces en esta epístola, más que en cualquiera de las otras epístolas.

Es aún más llamativo al saber que Pablo escribió esta epístola de una oscura prisión en Roma alrededor del año 60 y podía hablar del amor espiritual en vez de estar quejándose de su situación. Pablo escribió cuatro de las epístolas mientras estuvo en prisión en Roma. Las otras tres fueron Filipenses, Colosenses y Filemón. Esta carta fue enviada por medio de Tíquico (Efesios 6:21-22).

El primer capítulo comienza: "Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo; según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor..." (Efesios 1:1-5).

Vemos primero que Pablo distingue claramente entre Dios el Padre y Dios el Hijo. No menciona para nada a otro ser como el Espíritu Santo. Solo aclara que Dios, el Padre está por encima de Cristo en autoridad, y está llevando a cabo un maravilloso Plan de Salvación mediante su Hijo. Este Plan Maestro se preparó antes de la fundación del mundo y desde el tercer cielo, donde moran Dios el Padre y Jesucristo. Pablo explica el motivo detrás de este Plan: el gran amor que Dios el Padre y Jesucristo tienen por todos nosotros.

Pablo sigue: "En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados, hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado" (Efesios 1:5-6).

Aquí Pablo revela por inspiración de Dios el propósito de ese Plan de Salvación: ¡para ser adoptados en la familia de Dios, que ahora consiste en Dios el Padre y Dios el Hijo! Esta es una maravillosa verdad que ha sido ocultada del mundo, y sin embargo aquí está revelada en toda su claridad y majestad. La palabra “predestinado”, proorisas en el griego simplemente significa señalar algo de antemano. Lo que está establecido de antemano es ese propósito: el ser adoptados para convertirnos en hijos de Dios. Explica El Comentario Tyndale: "Ser predestinados es simplemente otro término para expresar que el Plan de Dios surgió desde la eternidad. Ese Plan consiste en la adopción de hijos por Jesucristo por su puro placer y amor. La humanidad fue creada para vivir como una familia con Dios, como unos hijos con su Hermano Mayor y su Padre".

El término adopción es distinto a lo que significa hoy día. En el mundo romano de ese entonces no tenía un sentido peyorativo, sino de privilegio. Por ejemplo, Augusto César fue hijo adoptivo de Julio César. La persona adoptada adquiría todos los privilegios de un hijo nacido en el hogar. Hasta cambiaba de nombre para indicar que ahora pertenecía a la nueva familia. Para la ley se convertía en una nueva persona, y todas las deudas u obligaciones anteriores no tenían vigencia. El Comentario Tyndale menciona: "La adopción, que era una práctica romana y no judía, es la mejor manera de describir ese Plan de Dios, puesto que un hijo adoptado recibe su puesto por gracia y no por derecho, y no obstante, es incorporado en la familia como si fuera un hijo por nacimiento con plenos derechos".

Pablo sigue: "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia" (Efesios 1:7-9).

La palabra "redención” significa comprar algo para dejarla en libertad o para que esté sujeta a su nuevo amo. El pueblo de Israel fue redimido de la esclavitud en Egipto para ser de Dios, y en el Nuevo Testamento, esa redención ahora también se extiende a los gentiles. Es a través de la sangre de Cristo que tenemos ese perdón de pecados que no merecemos y nos convertimos en siervos de él. Dios tiene como propósito restaurarnos y honramos a pesar de que somos criaturas rebeldes y así podrá demostrar su gracia hacia nosotros.

Pablo continúa: "Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra".

Aquí revela Pablo el gran misterio que Dios le manifestó: que no solo Israel es llamado para la salvación, sino también los gentiles, y no solo esto, sino que todo ser será juzgado por Cristo – en el cielo y en la tierra. Pablo lo explica bien en otra epístola: "Luego el fin, cuando [Cristo] entregue el reino. A Dios Padre... porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies... Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos" (1 Corintios 15:24-28). 

La palabra dispensación, que en el griego es oikonomía, significa un arreglo, una administración de algo, como el hogar. De allí viene la palabra economía, o el manejo de las cosas financieras.

Sigue Pablo: "En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efesios 1:11-14).

Aquí Pablo usa por segunda vez la palabra “predestinados”, un término malentendido por muchos. Juan Calvino y muchos protestantes toman este concepto para decir que somos "predestinados" para ser salvos o ser condenados y que Dios "predeterminó" de antemano el destino de cada uno. El Sr. Armstrong aclara que no es así en su artículo, "El Verdadero Significado de la Predestinación". Dice: ¿Implica la predestinación que nosotros estemos ya prejuzgados desde antes de haber nacido? ¿Es acaso que a los seres humanos ya se nos ha declarado inocentes o culpables, aun desde antes de haber tenido una oportunidad de actuar? Claro que no… Note el lector que en ningún momento se habla de que Dios haya predestinado a sus hijos a la perdición, la condenación o el castigo. Dios nos predestinó "en amor", no en ira ni en odio… La predestinación se refiere solamente a aquellos que están siendo llamados a la herencia de convertirse en hijos del Dios vivo, y se dice que los predestinados son los que primeramente esperaban en Cristo… Los otros, los demás, serán llamados más tarde. La predestinación, por consiguiente, se refiere exclusivamente a esos pocos que son primeramente llamados, no prejuzgados ni pre condenados”.

Noten que los llamados son los que "han oído la palabra de verdad" se arrepienten y reciben el Espíritu Santo como sello de su conversión. La palabra "sellar" significa "poner la estampa de posesión". La palabra "arras" es un antiguo término que significa dar el primer depósito o pie de algo para adquirirlo. Dios nos ha dado el primer depósito de su Espíritu Santo en señal de fidelidad y en la resurrección nos entregará el resto, o la medida completa. También se usaba este término al significado de argolla de compromiso que el novio entregaba a la novia, y es otra analogía apropiada, pues Cristo, como el novio, entrega esta argolla a su novia, la Iglesia, y sabemos que la boda se efectuará cuando regrese del cielo. Pero todo es condicional a que perseveremos hasta el fin, pues aún no se ha acabado la carrera de la fe, y, por otra parte, el novio también puede repudiar a su novia si ella le es infiel. Noten que dice que la recompensa es una “herencia”, es decir, algo que todavía no se ha adquirido, pero es prometido.

Pablo dice que ora constantemente para que ellos sean capaces de comprender plenamente este maravilloso Plan de Salvación y que logren asegurar su parte en ese futuro reino al mantenerse en la fe. 

Luego en el capítulo 2, Pablo explica más detalladamente nuestro llamado y cómo Dios está llevando a cabo su gran Plan Maestro. Dice: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos dé ira, lo mismo que los demás" (Efesios 2:1-3).

El término delito o hamarrita en griego, significa "errar del blanco" y "pecados" quiere decir "desviarse o resbalarse". Por eso, estas palabras señalan que tomamos un camino errado cuando pudimos tomar el sendero correcto, y rechazamos la verdad que debimos aceptar… Fracasamos al no llegar a la meta que debimos alcanzar. Se debe a que seguimos el camino cómodo del mundo, la corriente río abajo, y no batallamos mucho contra nuestros bajos instintos, lo que Pablo llama "los deseos de la carne”. Satanás moldea esta sociedad para que nos conformemos a los caminos de nuestros padres y compañeros, y fuimos desobedientes a las leyes de Dios, aunque mayormente en nuestra ignorancia.

Sin embargo, Dios no nos deja condenados en nuestros pecados. Pablo explica: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor: con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:4-6).

He aquí una excelente descripción de lo que es la conversión. Primero tenemos que ser conscientes de ser condenados y "muertos" en nuestros pecados. Al bautizarnos, recibimos una vida nueva por medio del sacrificio de Cristo, y no por nuestros méritos. Somos resucitados a esa nueva vida, (Ro 6:1-6) al ser ahora ciudadanos de ese reino venidero de Dios, y [estamos] espiritualmente sentados con él (Filipenses 3:20-21).

Pablo explica que todo esto no lo merecemos, sino que viene por la misericordia de Dios. Dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:8-10). 

Noten que Pablo separa aquí la vida cristiana en dos etapas. La primera es la justificación: el ser convertidos en justos al recibir el perdón de nuestros pecados, por el sacrificio de Jesucristo. Nadie puede jactarse de merecerlo. La segunda etapa es la santificación, en la cual, al recibir el Espíritu Santo, debemos mostrar las buenas obras "en Cristo Jesús", es decir, a través de él. La fe va acompañada por las obras, pero la fe viene, primero, esa confianza de que Cristo murió por nosotros y que debemos arrepentirnos de haber quebrantado la santa Ley de Dios. Luego, al recibir ese perdón, debemos dedicarnos a servir a nuestro nuevo amo, y obedecer su santa Ley. Por eso, no consiste en la fe y obras judías, tergiversadas por los fariseos y basadas en el propio esfuerzo, sino en la fe y las obras cristianas, basadas en lo que Cristo hace por nosotros, y lo que dejamos que Cristo haga en nosotros al seguir su santa Ley, que resulta en las buenas obras ante Dios.

Pablo explica que ahora los gentiles tienen acceso a este maravilloso camino de vida por medio de la fe en Cristo. Dice: "Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que ambos pueblos hizo uno, derribando, la pared intermedia de separación,  aboliendo en su carne las enemistades [entre los dos pueblos], la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre haciendo la paz” (Efesios 2:13-15).

"La pared intermedia" se refiere al muro que separaba la corte exterior de los gentiles y la corte del templo. Había una inscripción en varios idiomas advirtiendo que el gentil que traspasaba el muro sería muerto. Ahora, por medio del sacrificio de Cristo, ambos pueblos pueden tener el mismo acceso a Dios. "La ley de los mandamientos expresados en ordenanzas" tiene que ver con las ordenanzas en la ley de Dios respecto, a la circuncisión, los sacrificios, y todos los ritos que separaban al judío del gentil (Heb 10:1). Ahora los gentiles, a través de la fe en Cristo, pueden ser, "conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu" (Efesios 2:15-21).

Pablo introduce el concepto de un templo espiritual que es superior al templo físico en Jerusalén. Este templo, con la piedra angular siendo Cristo, y la Palabra de Dios compuesta por los apóstoles en el Nuevo Testamento y los profetas en el Antiguo Testamento, consiste en miembros que tienen el Espíritu Santo en ellos. Este templo está hecho de miembros judíos gentiles, en que las ordenanzas de sacrificios, el sacerdocio levítico es reemplazado por el sacrificio de Jesús y el sacerdocio de Melquisedec ¡Cuán grande es todo este Plan Maestro de Dios!