#312 - 1 Corintios 14-16: "El hablar en diferentes idiomas, la resurrección"

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#312 - 1 Corintios 14-16

"El hablar en diferentes idiomas, la resurrección"

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Pablo utiliza la analogía de la cooperación y la interdependencia del cuerpo humano para mostrar que la iglesia debe funcionar del mismo modo. La clave, como mencionó en el capítulo 13, es estar correctamente motivado por el amor hacia Dios y hacia el prójimo para usar apropiadamente esos dones. Si se hace con ese amor que no busca lo suyo, que no se jacta ni tiene envidia o rencor, entonces todo se hará para la gloria de Dios y se verán los frutos espirituales. Así Dios podrá darle a esa persona más dones y poderes espirituales sin que se envanezca o se corrompa (Lucas 19:22). Si no, fácilmente puede quitarle esos dones. 

Los miembros en Corinto estaban en peligro de perder esos dones al estar jactándose e impresionando a otros con el don de hablar milagrosamente en diferentes idiomas. En vez de unirlos más, estaba dividiendo a la iglesia. Por eso Pablo tiene que corregir rápidamente esta situación. Les dice: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” (1 Corintios 14:1). Él consideraba que el don más grande recibido no era el hablar en lenguas sino el poder “profetizar”. En este contexto, el término, profeteuo quiere decir predicar. Barclay, el experto en griego explica: “En este caso y en su uso general, el término profeteuo no tiene que ver con profetizar el futuro sino con comunicar la voluntad y el mensaje de Dios. La palabra que más se aproxima a su verdadero significado es predicar”. Pablo sabe la importancia que tiene en la iglesia la predicación que enseña y edifica. Como él dijo en otra ocasión: “¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15). 

La Versión Popular tiene la traducción correcta: “Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas extrañas [foráneas]; pero preferiría que comunicaran mensajes de parte de Dios; esto es mejor que hablar en lenguas, a menos que se interprete su significado para que los de la iglesia crezcan espiritualmente”. (Romanos 14:5). 

¿Fue esta la primera ocasión que cristianos hablaron en lenguas? No, en el libro de Hechos hubo tres veces anteriores: en Hechos 2:4-13; Hechos 10:44-46 y Hechos 19:1-6. Al estudiar estas secciones podemos entender mejor lo que es hablar en lenguas. En Hechos 2:4-13 dice: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen… Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia… les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto”.

Pablo usa el mismo término que se utilizó en Hechos para referirse a “lengua” (glossa en el griego). Significa sencillamente un idioma entendible. En Pentecostés, los 120 discípulos de Jesús hablaron en lenguas, y cada persona los escuchó en su propio idioma. Hablaban de “las maravillas de Dios”, que se refiere a las preciosas verdades bíblicas. Algunos, sin embargo, estaban confusos y los acusaban de estar ebrios. Todo esto es muy parecido a lo que ocurrió más tarde en Corinto. Una autoridad señala: “El intento por distinguir entre las lenguas de Corintios y las de Hechos es totalmente artificial” (E. J. Titterington, El don de Lenguas”. 

Corinto era una de las ciudades más cosmopolitas del Imperio Romano, donde se hablaban muchos distintos idiomas. Por eso, cuando se reunía la iglesia, había algunos que no podían entender a otros hermanos de otros países y por eso Dios les entregó el don de lenguas para poder comunicarse entre ellos. Recuerden que no existían en ese entonces diccionarios multilingües. Pablo tampoco podía hablarles a los gentiles en sus dialectos sin ese don y por eso, también recibió el don de hablar en diferentes idiomas. La diferencia entre Pablo y los corintios era que él sabía mantenerse humilde, mientras que muchos de ellos se habían envanecido. 

Pablo les advierte: “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina? Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. Tantas clases de idiomas [glossa en el griego] hay seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua extraña [extranjero], pida en oración poder interpretarla” (Romanos 14:6-13). 

Pablo entrega las siguientes instrucciones para usar el don de lenguas en forma apropiada: 

  1. Debe ser una señal para los incrédulos, no para ostentar ante los miembros (vs. 22). 
  2. Sólo se debe usar cuando hay alguien que pueda interpretar lo que se está diciendo (vs. 27, 28). 
  3. El que habla debe entender lo que está diciendo y controlar sus emociones, ya que “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz (vs. 32-33). Pablo resume esta sección al decir: “En la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento [al predicar], que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14:19). 

¿Qué hay de los grupos pentecostales y carismáticos que reclaman “hablar en lenguas”? Dice el artículo de la iglesia, “El Don de Lenguas: Lo que Enseña el Nuevo Testamento: “Los lingüistas profesionales han investigado la glosolalia moderna [fenómeno de hablar en jerigonzas] y no han encontrado prueba alguna de que se trate de un lenguaje verdadero...y son unánimes sus afirmaciones de que no encuentran ningún idioma humano entre el cúmulo grande y creciente de casos registrados del ‘don de lenguas’...Si comparamos los requisitos de Pablo con los servicios glosolálicos actuales, encontraremos grandes fallas. En la mayoría de los servicios, lo mandado en la Palabra de Dios no se cumple. Como hemos visto, no hay prueba de que sean genuino los idiomas empleados, aunque se afirme lo contrario...Satanás tiene sus ministros y él mismo aparece como un ángel de luz (2 Corintios. 11:13-15). También sabe imitar los dones del Espíritu de Dios. Por ello, la Palabra de Dios nos advierte claramente: “...no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus, si son de Dios” (1 Juan 4:1). ¿A cuántos glosolálicos se les ha dicho que prueben los espíritus? Al contrario, se les dice que se entreguen a la experiencia. ¿Cuántos buscan realmente determinar si el espíritu es de Dios o de Satanás antes de darle cabida? El Dr. John Kildahl, quien recientemente completó un estudio sobre la glosolalia bajo una beca, previno contra ‘el entregarse totalmente a un dirigente’ tal como se exige para hablar en lenguas. Según un investigador, los glosolálicos entran en un verdadero estado de ‘trance’ muy semejante a la hipnosis y esta parece ser una característica universal, aunque no lo manifiesten los glosolálicos experimentados. ‘El seguidor se siente en paz porque se ha abandonado al control de otro’”. Por eso, hermanos, es muy peligroso entregarse a este fenómeno y puedo atestiguar de personas glosolálicas que fueron poseídas por espíritus malos. 

La historia posterior de la iglesia de Corinto muestra que pronto dejaron de tener ese don, quizás por los abusos cometidos, o porque ya no era necesario. Pablo mismo dijo que “cesarán [el don de] las lenguas”. No hay otra iglesia mencionada por los apóstoles que recibió esos dones. Pero Dios entregará algo parecido en el Milenio, cuando toda la humanidad podrá hablar un solo idioma, al remover la maldición que cayó sobre el hombre al hacer la torre de Babel. Dice Sofonías 3:9: “En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos me invoquen el nombre del Eterno, para que le sirvan de común consentimiento”. 

Pasamos ahora a otro problema en Corinto, algunas mujeres querían “predicar” en la iglesia. Pablo les dice bajo la inspiración de Dios: “Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar [predicar], sino que estén sujetas, como también la ley lo dice [establecido por Dios en Génesis 3:16 que la mujer estuviera sujeta a su marido]. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1 Corintios 14:33-35). Pablo añade en 1 Timoteo 2:11-12, “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio”. Pablo agrega en Tito 2:3-5: “Las ancianas… que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” 

Por eso es ilegítimo y en contra de la ley de Dios que haya “pastoras” en la iglesia, o mujeres que tomen títulos ministeriales y así “ejercer dominio” sobre el hombre. Hay muchos ejemplos de mujeres de renombre en la Biblia que sirvieron fielmente a Dios sin necesitar un título especial. La función en la iglesia que pueden ejercer las mujeres es llegar a ser diaconisas (Romanos 16:1), una responsabilidad de ayudar al pastor con los aspectos físicos, pero no espirituales de la congregación. Pablo termina esta sección sobre los dones espirituales y las distintas funciones de cada uno en la congregación con la amonestación: “Así pues, hermanos míos, ambicionen comunicar mensajes de Dios, y no prohíban que se hable en lenguas, pero háganlo todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:39-40, Versión Popular). 

Llegamos así a otro problema local de la iglesia en Corinto. Algunos dudaban de la resurrección de los muertos. Pablo pregunta: “Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?” (1 Corintios 15:12). En 2 Timoteo dos miembros negaron un aspecto de esto: “...de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (1 Corintios 2:17-18).

Pablo tiene que refutar esta herejía, y en este capítulo 15 explica la doctrina de la resurrección de los muertos. Dice: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado… Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas [Pedro], y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo [su hermano por el lado de María]; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios” (1 Corintios 15:1-9). 

He aquí una evidencia clave para creer en la resurrección de Jesucristo. En una ocasión, Cristo apareció ¡a quinientas personas! Pablo dice que, si alguien dudaba de que Jesús resucitó, podía interrogar a cientos de testigos que todavía vivían. Imagínense un juzgado donde vienen cientos de testigos para atestiguar independientemente de esta verdad sin encontrar a uno que estaba engañando al público. Un dicho dice: Puedes engañar a algunas personas todo el tiempo y a todas las personas por algún tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo. Pues aquí se podía interrogar a cientos de personas sin encontrar un solo caso de un testigo falso. Por eso el testimonio de la verdadera resurrección de Jesús es tan contundente. 

Ahora bien, al tener la fe en la resurrección de Jesús, uno también puede estar seguro de que va a ser resucitado con Cristo un día. Como dice Pablo: “Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados [es decir, no existe un Salvador y todos morirán para siempre]. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”. Como Pablo explica, la prueba de la resurrección de Cristo es la base de nuestra fe. Noten también que los que mueren están “durmiendo”, no son almas inmortales conscientes que están en alguna parte. 

Pablo ahora explica que los que “duermen” no resucitarán todos al mismo tiempo, sino que hay un orden de resurrecciones. Dice: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados [resucitados]. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:22-26). 

El término “orden” aquí es tagma en griego, y es una palabra militar que significa ordenar los pelotones de un ejército por un comandante. Pablo tenía en mente que Jesús, el comandante en jefe, llamará a cada uno que es resucitado en el orden de tiempo que Dios ha dispuesto. El primero resucitado entre los muertos fue el mismo comandante, Jesús, llamado “las primicias”. Era el primer manojo de la cosecha que se presentaba ante Dios en el templo, y una vez acepta, se podía trillar el resto de la mies. Era la primera garantía de la cosecha que vendría después. Así, una vez que el comandante en jefe es resucitado, la siguiente resurrección es de “los que son de Cristo, en su venida”. Esto descarta la teoría de la inmortalidad del alma, pues vemos que nadie ha resucitado hasta ahora salvo Jesús, como dice Juan 3:13: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Juan 3:13). Eso comprueba que ni María, ni los supuestos santos están en el cielo sino que siguen muertos hasta que Cristo los llame cuando vuelva. Es Cristo el que despertará a todos en su debido tiempo (vea Juan 5:25-28). 

Noten que Pablo menciona el período cuando “es preciso que él reine”. Esto incluye el Milenio [mil años] y lo que llama “el fin”. Es el tiempo después del Milenio, que abarca la segunda resurrección, cuando todos los demás seres humanos serán juzgados y al final de ese período, la tercera resurrección, “cuando haya suprimido toda potencia” cuando terminará el período de juicio al echar en el lago de fuego a los pecadores incorregibles (vea Apocalipsis 20:10-15). 

Cuando todos los pecaminosos se hayan destruido en el lago de fuego, el resto de la tierra será incendiada y purificada de todos los pecados y habrá “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:10-13). Cuando eso suceda y todo quede purificado, Dios el Padre descenderá del tercer cielo con la resplandeciente Nueva Jerusalén. Pablo explica: “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1 Corintios 15:28). Por fin Dios el Padre quedará administrativamente sobre todo y así reinará la justicia, el amor y la paz para siempre. 

Pablo pregunta si no se cree en esas resurrecciones: “¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” (1 Corintios 15:29). El término clave para entender esta escritura es la preposición “por” o hiper, que también significa “para la esperanza de”, como se usa en Filipenses 2:13, donde “por” [hiper] tiene ese sentido. Según el contexto, el versículo sería mejor traducido así: “¿qué harán los que se bautizan para la esperanza de los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan para la esperanza de los muertos?” En otras palabras, Pablo pregunta: ¿para qué bautizarse si no existe la esperanza de la resurrección de los muertos? A propósito, los mormones usan este versículo para crear la herejía de bautizarse por los ancestros muertos. La Biblia claramente muestra que antes de bautizarse la persona tiene que arrepentirse de sus propios pecados (Hechos 2:38). Un muerto no puede arrepentirse pues está “durmiendo” como dice la Biblia, y nadie puede bautizarse por él. Por eso, esto es una doctrina falsa. 

Pablo pasa a explicar cómo será la resurrección misma. “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?” (1 Corintios 15:35). Para explicarlo usa tres analogías: (1). La primera es usada por Jesús en Juan 12:24, y es de una semilla que tiene que caer y morir para poder renacer como algo muy distinto. Al morir y ser sepultado, el cuerpo humano es como una semilla sembrada, que cuando resucite, tendrá un nuevo cuerpo y será mucho más glorioso. (2). La segunda analogía es la de los distintos tipos de cuerpos de seres vivientes, y de igual manera, Dios dará en la resurrección a cada uno un cuerpo espiritual. (3). La tercera comparación es con los cuerpos celestes, como la luna, el sol, y las estrellas que tienen distintos brillos, y Dios les dará a los resucitados un cuerpo resplandeciente como las estrellas. Daniel 12:3 dice: “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. 

Pablo sigue: “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo… Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15:47-50). Esta sección es muy parecida a lo que Jesús le dijo a Nicodemo, de que “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:3-6). En la Biblia, la salvación tiene dos etapas, que comienza con nuestro bautismo, y termina con nuestra resurrección, que es el nacer de nuevo en el reino de Dios. 

Pablo explica cómo será esa resurrección de lo que era carne a lo que será espíritu: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? [la resurrección por fin los derrota], ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley [pues dice: la paga del pecado es la muerte, Romanos 6:23). Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano [por sí existe la recompensa de esa maravillosa y futura resurrección en el reino de Dios que valdrá todo el esfuerzo, sacrificio y dificultades que se superaron]” (1 Corintios 15:51-58). 

En el último capítulo, Pablo cambia de tema y se dirige a cosas más prácticas en la iglesia. Dice: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo” (1 Corintios 16:1-4)

Esta escritura se ha usado para decir que los corintios se estaban congregando el primer día de la semana y tomando ofrendas, pero hay que estudiar el texto cuidadosamente. 

Noten primero que Pablo instruye que cada persona en el primer día de la semana “ponga aparte algo… guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”. Nada se menciona de tener una reunión en ese primer día. De hecho, hay traducciones que dejan más claro que se debe guardar la ofrenda “en su casa”. Dice La Biblia de Jerusalén: “Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros reserve en su casa lo que haya podido ahorrar, de modo que no se hagan las colectas cuando llegue yo ahí” (1 Corintios 16:2). Robertson aclara que la frase en el griego significa “por sí mismo, en su casa”. Además, es importante notar que la frase, “cada primer día de la semana” en el griego es mian sabbatou, o “después del sábado”. 

Era lógico para Pablo decir que los hermanos debían preocuparse de las ofrendas al hacer sus cálculos de dineros o de embolsar y guardar los bienes el día después del sábado, pues durante el sábado no se debe estar computando dineros o bienes. Además, era razonable que guardaran esa ofrenda, sea en dinero o en granos, al comienzo de la semana, antes de que tuvieran que ocuparlo para sus propios gastos el resto de la semana. También a veces guardar la ofrenda significaba cargar y almacenar sacos de granos u otras especies, que tampoco se debía hacer en el sábado. Una vez que Pablo llegara, se podía llevar esas ofrendas al puerto cercano de Corinto para cargarlo a bordo de la nave destinada a socorrer a los hermanos pobres en Judea. Vemos que esto nada tiene que ver con unas reuniones dominicales.

Luego Pablo anuncia que piensa viajar por Macedonia y luego visitar a los corintios. Otra vez muestra que está guardando las Fiestas Santas de Dios, al decir: “Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés” (1 Corintios 16:8). 

Además, explica que Timoteo, su fiel colaborador, pronto los va a visitar y que nadie lo menosprecie por su juventud (1 Corintios 16:11). También les menciona que ha procurado que Apolos los visite pronto, pero que ha sido imposible que él se desocupe de lo que está haciendo. 

Termina esta epístola animándolos como soldados en Cristo de mantenerse firmes en la fe. Dice: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente [con valor], y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16:13-14). Pablo se despide de todos, escribiendo personalmente las últimas frases, como señal de un cariño especial que les tiene.