#202 - Daniel 1-2
"Daniel en la corte; la gran imagen"
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#202 - Daniel 1-2: "Daniel en la corte; la gran imagen"
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Llegamos en nuestra Biblia a lo que es el cuarto y último de los profetas mayores, Daniel. Recuerden que esta clasificación sólo tiene que ver con la extensión del libro y no con la importancia de los profetas, pues todos son inspirados de la misma manera por Dios. En la versión original, Daniel está en la sección de los Escritos, pues se considera como un gobernante más que un profeta. Recuerden que fue un gran estadista en los imperios de Babilonia y Persia.
Al igual que Apocalipsis, este libro está lleno de símbolos y visiones del futuro. Esta clase de inspiración de Dios se llama apocalíptica y hay cuatro libros en la Biblia con este estilo literario: Ezequiel 37-48; Zacarías 1-7, Daniel y Apocalipsis. Es uno de los estilos que Dios usa para revelar sus verdades.
Daniel inicia su relato con la llegada a Babilonia y termina en el inicio del imperio Persa, un período de más de 70 años. Se supone que tenía 17 años cuando llegó a Babilonia y murió aproximadamente a los 88 años.
Comienza: “En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá… Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes” (Daniel 1:1-4). Esto sucedió en el año 605 a.C. cuando Nabucodonosor conquistó Jerusalén por primera vez. Sin embargo, no la destruyó, sino que se limitó a llevarse al rey y muchos nobles a Babilonia. Puesto que Daniel era uno de esos príncipes, fue también deportado. Como suelen hacer los conquistadores, Nabucodonosor tenía la política de educar y convertir a la clase noble de los países conquistados en sus lacayos al inculcarles la cultura babilonia para luego instalarlos como sus fieles representantes. Ahora les tocó a estos jóvenes hebreos pasar por ese adoctrinamiento intensivo. Nabucodonosor mandó que le trajeran “muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos” (Daniel 1:4).
Esta educación diplomática duraría tres años (Daniel 1:5) y aprenderían el lenguaje babilonio, escribirían en cuneiforme, conocerían las altas matemáticas y todo lo relacionado con la cultura de ese país. Nabucodonosor fue un gran conquistador y constructor. Entre sus obras están los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Entre los jóvenes que fueron escogidos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Puesto que se incorporarían en los deberes del estado babilonio, se les cambió sus nombres judíos. Se suponía que así también cambiarían su identidad. Daniel (Dios ha juzgado) se convirtió en Beltasar (Protector del rey); Ananías (Dios es propicio) en Sadrac (Temeroso de Dios); Misael (¿Quién es Dios?) en Mesac (Humillado ante Dios); y Azarías (Dios ha ayudado) en Abed-nego (Siervo de Nebo). Tenían nombres babilonios, pero como veremos, ¡seguían fieles a Dios a pesar de Nabucodonosor!
Por esto les llega la primera de muchas pruebas para estos jóvenes hebreos. ¿Se doblegarían ante la poderosa religión de los babilonios? No parecía que tuvieran muchas esperanzas. Eran esclavos y se les ofrecía la tentadora oportunidad de salir de su miseria. Pero para eso, tendrían que dejar las leyes de su Dios. ¿Cómo lograrían resistir? La respuesta es: de la misma manera que lo hizo José en Egipto: al estar cerca de Dios, mantenerse firmes a sus leyes y esperar su ayuda y guía.
La primera prueba fue respecto a la comida babilónica prohibida por la Biblia en Levítico 11, pues tenía cerdo y mariscos. También el vino fortalecido se debía evitar para no emborracharse (Proverbios 23:31). “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía, pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse” (Daniel 1:8). ¡Qué extraño! ¿Cómo puede un esclavo exigir condiciones? Pero así fue.
Daniel se atrevió porque estaba muy cerca de Dios, pues oraba tres veces al día (Daniel 6:10), y sabía muy bien su voluntad. Por su fe, Dios intervino de inmediato y cambió la disposición de su supervisor de ira a aceptación. “Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos… condenaréis para con el rey mi cabeza” (Daniel 1:9-10).
Inspirado por Dios, Daniel le contestó: “Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos… Consintió, pues… Y al cabo de diez días, pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos… Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres” (Daniel 1:12-16). El término “legumbres” aquí incluye el trigo y la cebada que tienen las proteínas necesarias. Recuerden que los alimentos que Dios nos enseña en su palabra a comer son siempre saludables y evitan todo lo dañino, como el alto contenido de grasas y toxinas que tiene la carne de cerdo. Los mariscos suelen producir problemas gastrointestinales si las aguas están un poco contaminadas, como es común cerca de las poblaciones. Un comentarista admite: “He tenido algunos problemas de salud y he descubierto que el cerdo no es bueno para comer. El régimen alimenticio de Dios es en realidad muy provechoso para la salud, y es más que ceremonial” (A Través de la Biblia, McGee). Dios nos dejó aquí un ejemplo bíblico de cómo debemos comer con moderación y sólo aceptar las carnes bíblicas.
Por esa gran fe ante una prueba difícil, Dios los bendijo, como hace con cualquiera que realmente ama su ley. Noten que sólo lo hizo con estos hebreos nobles: “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños” (Daniel 1:17). Aquí se puede ver de dónde viene la inteligencia y la sabiduría de Dios. De repente ellos podían recordar y pasar todas las materias sin problemas. Como lo hizo con Salomón, ahora Dios les dio sabiduría. También David le agradeció tanto a Dios por ello: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos” (Salmos 119:97-100).
Después de tres años, vinieron ante el rey para ver si pasaban el examen final. “Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en su reino” (Daniel 1:19-20). A veces uno piensa que no tiene mucha inteligencia o sabiduría, pero Dios siempre está dispuesto a ayudar. Como dijo Santiago: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe (basado en la obediencia), no dudando nada” (Santiago 1:5-6).
Mientras que Daniel se incorporaba en sus funciones gubernamentales, llega una gran crisis. Al estar pensando en el futuro de su reino, el rey tuvo un sueño muy extraño. “Tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño. Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños… Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea (el idioma de la corte): Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación” (Daniel 2:1-4). Parece que el rey no recordaba bien el sueño y quería ahora probarlos para ver cuán inspirados realmente estaban. “Respondió el rey y dijo a los caldeos: “El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares [lugares de basura y estiércol]. Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra” (Daniel 2:5-6).
“Los caldeos respondieron delante del rey: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey...Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos” (Daniel 2:10-13). Parece que Daniel tendría una vida y una carrera muy corta ante el rey. Pero al estar cerca de Dios, no perdió la calma como los demás. “Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey...y dijo: “¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey” (Daniel 2:14-16). ¡Eso sí que es fe! Ni siquiera había consultado con Dios al respecto, pero tenía esa confianza de su ayuda al estar cerca de él.
“Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo… Después de esto fue Daniel a Arioc… y le dijo: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey” (Daniel 2:17-25).
Daniel se presenta con gran confianza ante el rey y le dice: “El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días” (Daniel 2:27-28). Aquí entendemos que esta profecía que Dios revela no abarca sólo los días de este rey sino hasta el fin de los tiempos, cuando se establezca el reino de Dios.
Daniel comienza: “Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación” (Daniel 2:29-30).
Ahora Daniel le revela el significado del sueño y de la gran imagen, que representa los reinos sucesivos que estarán sobre la tierra hasta la venida del reino de Dios.
“Tu, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó… Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:31-36).
Luego entrega la interpretación: “Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad… tú eres aquella la cabeza de oro y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre… Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey” (Daniel 2:31-49).
Respecto a esta imagen, comenta el Dr. McGee: “El mundo ha conocido a cuatro grandes naciones que han intentado gobernar a todo el mundo, Babilonia; Persia; Grecia y Roma. Ninguna de ellas logró hacerlo bien, pero de todos, fue Babilonia la que tuvo el gobernante más glorioso. Actualmente nos encontramos bajo el cuarto reino, el que proviene de Roma...y existirá hasta los tiempos del fin. Roma vive en las grandes naciones europeas de hoy: Italia, Francia, Gran Bretaña, Alemania y España son todas partes del antiguo Imperio Romano. Las leyes de Roma continúan vigentes y también su idioma. Aunque nadie habla hoy día el latín, es la base del idioma italiano, francés, portugués y español. También sigue vigente en Europa el espíritu romano de guerra. Europa ha estado en guerras sucesivas desde que se dividió el Imperio en todos esos países. ¿Qué está pasando en Europa hoy día? Hay una nueva mentalidad que ha aparecido. Los jóvenes hoy en día no quieren ser llamados italianos o alemanes, sino europeos. Tales ideas formarán la base para que un día surja un hombre que unirá el antiguo Imperio Romano en una sola entidad [con 10 gobernantes bajo él]. Será el hombre descrito como la Bestia en Apocalipsis 13-19. Dios no permitirá que aparezca este hombre hasta que sea el momento preciso y saque a su pueblo al lugar de protección, pues será el hombre escogido por Satanás… Será un dictador mundial y gobernará con la fuerza brutal que usó Nabucodonosor al principio. La jactancia de este hombre será tal que intentará crear una utopía sobre la tierra, pero terminará en vez provocando la patética destrucción de la civilización tal como la conocemos. Es difícil para la persona común y corriente captar y aceptar todo esto. Pero es un hecho que todo ser humano tendrá que venir y someterse a la roca que va a destruir esta imagen, o la roca terminará destruyéndolo. “Yo prefiero ir a la roca que ella tenga que venir a mí”. El efecto de revelar este sueño fue tan grande sobre Nabucodonosor que se postró e intentó adorar a Daniel (Daniel 2:46). Pero Daniel siempre lo dirigirá a adorar a Dios y no a sí mismo.
La próxima vez estaremos cubriendo más detalles sobre esta imagen profética que es la base de todas las profecías de los tiempos del fin.