#159 - Job 1-7: "Las tribulaciones de Job"

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#159 - Job 1-7

"Las tribulaciones de Job"

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La primera parte llamada la Torá, o La Ley, comprenden los primeros cinco libros de la Biblia. Aquí Dios expande las leyes santas que regulan la vida de su pueblo. Luego, en la segunda sección llamada "los Profetas", Dios nos relata a través de sus siervos la historia del pueblo de Israel, que termina con el relato de Esdras, Nehemías y Ester. Finalmente llegamos a "los Escritos", o libros sapienciales, que también son llamados "Salmos". Cristo nos habló de estas tres partes del Antiguo Testamento en Lucas 24:44: "Entonces les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con nosotros; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".

La sección de los salmos comienza en nuestra Biblia con Job, aunque el orden original principia con Salmos. Luego que Dios nos da su ley y la historia a través del pueblo de Israel, ahora nos entrega esta parte: el sentir de la ley, o la actitud correcta detrás de su cumplimiento. Nos muestra la forma que se debe llevar a cabo la ley en la mente y en el corazón. Se puede resumir ese sentir emocional cuando David exclama en Salmos 119:97: "Oh, cuánto amo yo tu ley, todo el día es mi meditación". Dios no desea que guardemos su ley en forma fría y mecánica. Por eso nos entrega esta parte de las Escrituras para mostrar cómo se debe amar su ley y expresarla a nuestras acciones y pensamientos. Así se guarda no sólo la letra sino también el espíritu. Se resume esto en el gran Mandamiento: "Amarás al Eterno tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas" (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37).

Quizás hay muchos que hoy no estiman demasiado a la santa Ley de Dios como nosotros, pero respecto a esta sección poética, hasta los grandes poetas reconocen su magnificencia. Dijo el famoso poeta inglés, Lord Tennyson, sobre el libro de Job: "Es la poesía más grande que se ha escrito sea del mundo antiguo o del moderno". El gran escritor francés Victor Hugo dijo: "El libro de Job es quizás la obra maestra más grande de la mente humana". Otro escritor, Felipe Schaff comentó: "El libro de Job se levanta como una pirámide en la historia de la literatura, sin antecesores y sin rival", Otro famoso escritor inglés, Tomás Carlyle, menciona: "Llamo a este libro, aparte de toda teoría, acerca de él, una de las obras más grandiosas que jamás se ha escrito. Es nuestra primera y más antigua exposición del problema eterno - el destino del hombre y el trato de Dios para con él. Pienso que ninguna cosa hay escrita de igual mérito".

Puesto que vamos a cubrir una parte de las Escrituras que es poética, es bueno entender que la poesía hebrea no tiene ni ritmo ni metro, sino se basa en paralelos y contrastes entre ideas. Se repite el mismo pensamiento en diferentes expresiones, como coplas, al que se agregan o se oponen otros elementos. El Libro de Job es el gran ejemplo de este tipo de poesía, cuyos discursos están colocados en nuestra Biblia en forma de versos.

Conozcamos, pues, a este gran personaje que Dios usa como modelo de paciencia. Dice en Santiago 5:11 "He aquí tenemos por bienaventurados los que sufren, habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo".

"Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job: y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:1). Sobre la tierra de Uz, es muy probable que sea el nombre dado por su fundador, Uz, que aparece en la Tabla de las Naciones de Gálatas 10:23. Se menciona este país cercano a Israel en dos otras ocasiones, en Jeremías 25:20 y Lamentaciones 4:21. Respecto a cuándo fue escrito, no se puede saber por el mismo relato y sólo están de acuerdo los expertos de que vivió entre la época de Abraham y de Moisés. Parece que fue el mismo Job quien escribió el libro. La palabra Job, según el árabe, se deriva del término "arrepentido" que calza bien con la historia del libro. (1798-1523 a.C.)

El término "perfecto" en hebreo no significa sin fallas, sino más bien, "íntegro, sincero, equilibrado en todas las facetas de la vida" (Comentario Exegético, p. 390). De modo que Job, como nosotros, era humano, pero muy dedicado a servir a Dios y a mantenerse limpio del pecado.

Dice la Biblia que Job era "varón más grande que todos los orientales" (Job 1:3). Por sus riquezas, sus diez hijos podían banquetear frecuentemente. Por si pecaran en esas fiestas. Job era tan justo que, "se levantaba de mañana y ofrecía holocausto conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días" (Job 1:5).

Pero, ¿cuál es el propósito que Dios tiene al mencionar las bendiciones de este hombre justo? Ahora viene la respuesta – tiene que ver con una discusión arriba en los cielos, algo que es imposible para un humano saber, algo que Dios le reveló más tarde a Job. Dice la Biblia: “Un día vinieron a presentarse delante del Eterno los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás” (Job 1:6).

Aquí vemos que Dios gobierna activamente a su universo. El ha puesto a los ángeles como sus agentes mensajeros. Aún no ha removido a Satanás de su cargo sobre la Tierra (Lucas 4:6), pero sí le ha reducido sus acciones. Dios le pregunta a Satanás qué ha estado haciendo y de dónde viene. El diablo le contesta en forma muy general y aparentemente inocente: "De rodear la tierra y de andar por ella" (Job 1:7). Sin embargo, como "padre de mentiras" (Juan 8:44), encubre sus maldades. En realidad, como nos dice Pedro es: "vuestro adversario… como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8).

Noten ahora que es Dios el que enfoca la atención de Satanás sobre Job. Satanás no lo había tomado en cuenta. "Y dijo el Eterno a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra; varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?; Respondiendo Satanás al Eterno, en forma sarcástica dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia" (Job 1:8-11). Vemos que otra función de Satanás es ser "el acusador de nuestros hermanos" (Apocalipsis 12:10). Rápidamente le atribuye a Job una actitud mercenaria, sirve a Dios sólo por los beneficios materiales.

Sobre el sufrimiento humano, escritores cristianos como Henry Halley, en su famoso Compendio Manual de la Biblia dice: "El libro es una discusión filosófica, en lenguaje altamente poético, del problema del sufrimiento humano...No comprendemos el problema nosotros los de ahora mejor que los del tiempo de Job... Y cuanto más vivimos, y más vemos las desigualdades e injusticias del mundo, tanto más crece el interrogante, ¿Cómo podría un Dios bueno hacer un mundo como este? Pero, aunque no comprendamos el problema mejor que los del tiempo de Job, tenemos mayor razón de resignarnos a él…La historia de Jesús, a la vez es más justo de los hombres y el que más padeció, es una ilustración de cómo Dios sufre juntamente con Su creación, y no deberíamos tener dificultad en creer que todo esto sucede por alguna razón suficiente, aun cuando por ahora no la podamos comprender” (p. 222).

Palabras patéticas de un predicador cristiano. Al no guardar las Fiestas Santas de Dios que le mostraría el Plan Maestro que Dios está llevando a cabo, tampoco entiende la razón por el sufrimiento humano. Cada Fiesta Santa revela una etapa en ese Gran Plan. Es cierto que el sufrimiento humano, visto por la muerte de niños inocentes, no tiene una explicación lógica si no se sabe que existe una oportunidad para que la humanidad al resucitar después del Milenio y así conocer el Camino de Dios (Apocalipsis 20:4-6,11-15). La Biblia claramente explica estos preciosos conocimientos a los que tienen el Espíritu Santo y guardan los Mandamientos de Dios (1 Corintios 2:12-15; Salmos 111:10).

Como veremos, el libro de Job tiene una función muy importante en la Biblia. Servirá para consolar y revelar al hombre que Dios tiene un gran propósito aquí abajo en la Tierra – el desarrollo del carácter perfecto en los que él está llamando para ser parte de su Reino. El resto de la humanidad tendrá la misma oportunidad en las distintas etapas del Reino de Dios. El Sr. Armstrong escribió un excelente resumen de este propósito supremo de la formación del carácter espiritual en su artículo, "¿Por qué permite Dios el sufrimiento?". Allí usa al libro de Job como base para esta explicación.

Dios permitió que Satanás afligiera a Job por la razón que hemos mencionado y que le revelará al final del libro Desde luego que Satanás no sabe que está siendo, usado para desarrollar ese carácter de oro en Job. Además, Job no tiene idea de que Dios lo está preparando como los demás hombres de la fe para estar en la Primera Resurrección y poder gobernar en el Reino de Dios bajo Cristo (vea Hebreos 11:35-40; Apocalipsis 20:4-6). La prueba es muy difícil, pero Dios sabe que Job puede soportarla, o no lo permitiría, como menciona 1 Corintios 10:13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

De modo que Dios permite que Satanás le quite todas las posesiones y mate a los hijos de Job. El diablo incita a bandidos a robarle su ganado, luego trae una tormenta eléctrica que incendió sus campos y finalmente, causa que un torbellino destruya la casa de sus hijos con ellos adentro. Noten que, de todos modos, Dios está a cargo, le ordena no tocar a Job (Job 1:12). Recuerden también que, al entender el Plan de Dios, estos hijos tendrán su oportunidad para entrar en el Reino en la Segunda Resurrección

Sin embargo, para Job que no entiende estas cosas todo es aún más terrible pues todas estas calamidades le ocurrieron en el mismo día (Job 1:13-19). Aturdido, dice la Biblia, “Job se levantó, y rasgó su manto y rasuró su cabeza (señal de luto), y se postró en tierra y adoró y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá, el Eterno dio, y el Eterno quitó; sea el nombre del Eterno bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno” (Job 1:20-22).

Hasta el momento, la actitud de Job ha sido ejemplar. Refleja el principio que Pablo dio: "Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a esto modo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto" (1 Timoteo 6:6-8). Uno piensa que con una prueba como ésta sería suficiente para cualquier humano soportar durante toda su vida. Sin embargo, el propósito que Dios tiene para limpiar a Job de un grave problema espiritual no ha terminado.

De nuevo Dios revela otra región que tiene con los ángeles, Satanás también se presenta y Dios le dice otra vez sobre Job: “¿No has considerado a mi siervo Job… que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?” Satanás otra vez cae en la trampa y responde cínicamente: "Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y el Eterno dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; más guarda su vida" (Job 2:3-6). Otra vez Satanás acusa a Job de servir a Dios siempre que se mantenga saludable.

Dios tenía tanta confianza en Job, que permitió que pasara otra gran tragedia. Recuerda al caso de José – casi muere en manos de sus hermanos, luego es esclavizado y vendido a los egipcios, es enviado injustamente a la cárcel, pero finalmente es engrandecido por Dios. La lección que José sacó de ello sería parecida a la de Job. Les dice a sus hermanos: "Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo" (Génesis 50:20).

El diablo, sin embargo, detesta el desarrollo del carácter justo, y, por lo tanto, se dedica alegremente a buscar la enfermedad más dolorosa que puede darle sin que Job muera. Decide en una que hace salir llagas por todo el cuerpo de Job, sin dejar un lugar sano en su piel. "Entonces salió Satanás de la presencia del Eterno, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza" (Job 2:7). Dice Job más tarde sobre su enfermedad: “Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; mi piel hendida y abominable (Job 7:5).

Sea como sea, Job tuvo que salir de su casa e ir a un basural donde se podía sentar sobre las cenizas. Se rascaba de la picazón incesante con "un tiesto" (Job 2:8).

Al ver su patética situación, la esposa de Job no soporta más y en su frustración lo incita a maldecir a Dios. Job, sin embargo, no se deja tentar y reprende a su esposa. Muestra que aún con esta nueva prueba, no blasfemará ni culpará a Dios de maldad. Dios tenía razón sobre la integridad de Job, pero aún no le había revelado la lección que quería que aprendiera.

Desde luego, que tal como dice el refrán, "las malas noticias al corral", todos en esta región habían escuchado de las desgracias de Job. Luego de varios meses de aflicción según Job 7:3, tres de sus amigos van a visitarlo y a consolarlo. Ellos estaban acostumbrados a ver a Job ricamente vestido, con la mirada de confianza y seguridad pues todo había prosperado bajo su mano. Pero al verlo sucio, lleno de ronchas purulentas, abatido y sentado en un basural hediento, no pudieron creerlo. Se quedaron pasmados y no quisieron interrumpir sus lamentos y quejidos por la semana, "porque veían que su dolor era muy grande" (Job 2:13). La angustia los abrumó a todos.

Por fin, Job se animó a vestir todo su dolor y frustración al maldecir el día de su nacimiento, pero noten, no maldijo a Dios (Job 3:1-10). Clamó que prefería morir y no tener que aguantar todo el sufrimiento, pues así tendría descanso de su dolor y vergüenza (Job 3:11-24). Job confiesa que, como todo hombre justo, sabe que también puede ser probado con grandes tragedias. Dijo: "Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía" (Job 3:25). Por eso debemos siempre pedirle a Dios por su protección, pues no es automática, y orar que las pruebas no sean demasiado severas (Jeremías 10:24).

Luego habla Elifaz, el más veterano de sus amigos. Por la costumbre de ese entonces y la honra, él tiene ese derecho de hablar primero. Reprocha a Job por haberse amargado por la prueba (Job 4:3-6). Es el típico religioso que considera que Dios es responsable de todas las desgracias que ocurren – por ejemplo, la muerte de niños inocentes, la maldad en el mundo, etc. No le da lugar al libre albedrío de las personas o al azar para estos males. Al respecto dice Eclesiastés 9:11: "Tiempo y ocasión acontecen a todos". Luego le insinúa que debe confesar su pecado para poder arrepentirse ante Dios de una vez. Usa los ejemplos de la naturaleza para mostrar ese principio de la causa y efecto. Le pregunta si es lógico que mantenga su inocencia al recibir un "efecto" o resultado tan negativo. Dice que, para recibir este castigo de parte de Dios, debe haber un grave pecado detrás de todo esto. Luego se apoya en el misticismo, donde cuenta que una vez recibió de noche palabras de un espíritu que le dijo que el hombre no podía contender contra Dios y que debía resignarse (Job 4:7-21). Finalmente trata de persuadir que acepte esta calamidad como el castigo de Dios por sus pecados y que se arrepienta para que Dios le levante esta prueba y lo vuelva a bendecir.

Job se defiende de la acusación de que todo esto le ha acontecido por algún grave pecado. Sólo le pide a Dios que lo deje morir para descansar de su penosa situación. También le responde a su amigo que sus palabras no lo han aliviado al absoluto y que él es inocente de algún grave pecado (Job 6:1-30). Entonces vuelve a quejarse ante Dios por su terrible condición. Añora sólo morirse para descansar (Job 7:16). Le dice que, si ofendió a Dios por alguna causa desconocida, que sencillamente lo deje morir. Así termina el primer debate.