#057 - Éxodo 23: "Leyes sobre la defensa nacional"

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#057 - Éxodo 23

"Leyes sobre la defensa nacional"

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Llegamos por fin a la última sección de las leyes dadas por Dios en el Monte Sinaí. Son las leyes sobre la defensa nacional de Israel. Dios no tenía la noción de que Israel peleara guerras y les hizo una maravillosa promesa si le obedecían.

"Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren. Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir... y yo te quitaré toda enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días. Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos. Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y  al heteo  delante de ti. No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra...No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo" (Éxodo 23:22-33).

Noten que estas son promesas de Dios condicionadas a la obediencia. Es sobrecogedor pensar que si Israel hubiera tomado a Dios en serio y hubiera cumplido su parte, no habrían tenido que pelear jamás. "El Ángel" de Dios, quizás por otras referencias bíblicas, era el arcángel Miguel que protege al pueblo de Dios (Daniel 10:13, Daniel 10:21).

Sin embargo, después de cuarenta años de desobediencia en gran parte, Dios vio que Israel no tenía la fe para dejar que sólo Dios peleara sus batallas. Noten que estas promesas incluyeron eliminar las enfermedades, la esterilidad y las muertes prematuras. Sin embargo, vemos a través de la historia de Israel que sí se enfermaron y murieron en el desierto toda esa primera generación. Además, las generaciones siguientes también se enfermaron y murieron hasta hoy día.  

¿Qué me dicen de la promesa de enviar las avispas para echar a los cananeos?... Esto nunca ocurrió. Israel sencillamente no tuvo la fe para confiar en Dios y tomaron las armas ellos mismos para defenderse. Fue muy lamentable pues el pueblo hebreo ha sufrido a través de la historia enormes pérdidas y la destrucción de su país en varias ocasiones. El Holocausto por los Nazis sólo ha sido la última de estas tragedias. Todo se podía haber evitado al tomar las promesas de Dios en serio.

Después de cuarenta largos y desesperantes años, Dios otra vez renovó el pacto con la siguiente generación de Israel. Aun les ofreció las mismas promesas, pero tras 40 años de experiencia, incorporó otras leyes por la falta de fe que estaban continuamente mostrando.

Estas leyes eran para regular los abusos de Israel al no confiar enteramente en Dios. Si no cumplían con el pacto, tendrían enfermedades, aunque podían acudir al sacerdote para la sanidad en ciertos casos (Levítico 13-14).

Al desobedecer las leyes respecto al matrimonio, se reglamentó "por la dureza de vuestro corazón el término del matrimonio con el divorcio" (Mateo 19:8). De esa forma, se frenaban los abusos y maltratos de un matrimonio destruido.

Al no apoyar a los profetas que Dios estableció, se legislaron leyes para cuando decidieran tener un rey. Así se podría controlar los daños de tal decisión. "Cuando hayas entrado en la tierra que el Eterno tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores" (Deuteronomio 17:14). Israel logró obedecer en parte hasta los tiempos del profeta Samuel, cuando se rebelaron y pidieron un rey (1 Samuel 8:4-7). Aquí vemos la importancia de dejar algunas leyes pendientes hasta que llegue el momento de ponerlas en vigor.

Así ocurrió con las leyes sobre la defensa de Israel. Dios tuvo a Israel cuarenta años en el desierto con el propósito de "probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos" (Deuteronomio 8:2). Al ver cuán débiles y rebeldes eran en algunas ocasiones, Dios legisló leyes sobre la eventualidad de que Israel tomara las armas por su cuenta y no confiara en sus promesas.

No era el deseo de Dios que tomaran las armas, como en los otros casos mencionados pero Dios se había convertido en un esposo de Israel (Jeremías 3:8,20). Con amor aguantó su "dureza de corazón" y arregló las cosas para que pudieran salir adelante según su compromiso total.

De modo que les dio leyes para evitar abusos y errores al tomar las armas. Así podrían cumplir el propósito de Dios de entregarles la Tierra Prometida. Ya que no podía cambiar el corazón duro de Israel, podía salvaguardarlos y evitar la crueldad y excesos que eran tan comunes en las guerras de ese entonces. Dios es padre de toda la humanidad y se preocupa por los intereses del individuo, o en términos modernos, de sus derechos humanos. He aquí las leyes:

"Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tu, no tengas temor de ellos, porque el Eterno tu Dios está contigo" (Deuteronomio 20:1).

Aquí vemos que después de 10 años, Israel no está a la altura de confiar en Dios y su Ángel. Decide ahora sustituir a su Ángel por los hombres de Israel para llevar a cabo sus propósitos. Dios considera que Israel no está al nivel de guardar totalmente el sexto mandamiento y les permite que ellos vayan a la guerra, como lo hicieron varias veces sin su permiso (Deuteronomio 1:41-44).

Dios es el único que puede dar o quitar la vida y puede autorizar a quien desea para ser su instrumento. En este caso autoriza a Israel a cumplir la tarea de eliminar la sociedad cananea que había llegado al "colmo de la maldad" (Génesis 15: 16). En vez de las avispas, usa al ejército de Israel.

Recuerden que cuando Cristo vuelva, a sus santos les dará la autoridad para regir las naciones con vara de hierro, es decir a castigar a los enemigos de su pueblo y serán parte de su ejército. En ese entonces tendremos la autoridad de tomar la vida si es necesario (Apocalipsis 19:11, Apocalipsis 14, Apocalipsis 19-21). Hay ocasiones en que Dios autoriza a sus profetas a tomar la vida de alguna persona. (1 Samuel 15:32-33). Pero una nación no puede sustituir a Dios y ordenar tomar la vida de otra persona cuando uno es un cristiano.

Sigamos con las leyes sobre la guerra: “Y cuando os acerquéis para combatir, se pondrá en pie el sacerdote y hablará al pueblo, y les dirá: Oye Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestro enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; porque el Eterno vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestro enemigos, para salvaros" (Deuteronomio 20:24).

Esto es algo insólito para el mundo de ese entonces, donde los gobernantes eran, si no "dioses" como el faraón, eran los protagonistas. Aquí, sin embargo, tenemos a un pueblo "santo", una nación de sacerdotes (Éxodo 19:6), que tenían al sacerdote, o el ministro de Dios a cargo. Israel no podía hacer una guerra fuera de lo permitido por Dios y sus representantes.

"Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene. ¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute. ¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, algún otro la tome...y dirán: ¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo" (Deuteronomio 20:58).

Aquí vemos motivos humanitarios para los individuos que no debían ir a la guerra. De nuevo es un código tan benigno que ninguna nación hoy día, por "iluminada" que sea, se atreve a aplicarla. Las razones eran por estreno de casa nueva, por una viña nueva., por una esposa recién casada o por un corazón miedoso.

Sigamos: "Y cuando los oficiales acaben de hablar al pueblo, entonces los capitanes del ejército tomarán el mando a la cabeza del pueblo. Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la paz. Y si respondiere: Paz, y te abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te será tributario y te servirá. Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere guerra contigo, entonces la sitiarás. Luego que el Eterno tu Dios la entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada. Solamente las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales el eterno tu Dios te entregó.

Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. Pero de las ciudades de estos pueblos que el Eterno Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como el Eterno tu Dios te ha mandado; para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra el Eterno vuestro Dios" (Deuteronomio 20:918).

En ese entonces en el Medio Oriente, las leyes de guerra de las demás naciones eran bastante despiadadas. Mutilaban a los cadáveres, violaban a las mujeres, desollaban a los cautivos para intimidar a las demás naciones. Pero el pueblo de Dios no podía hacer semejantes cosas. Debían evitar la guerra cuando era posible.

Si aceptaban rendirse, no se tocaba a nadie, ni se aprovechaban de la victoria, sino que los vencidos sólo debían pagar un porcentaje de sus ingresos llamado un tributo y cambiar a la verdadera religión. Se volvían servidores de Israel. Es un trato tan humanitario que aún hoy día sería la excepción del caso.

Si rehusaban rendirse esto significaba que no iban a servir al Dios verdadero y por sus viles religiones y espantosas creencias que incluían el sacrificio de los infantes, debían ser eliminados los hombres pero no las mujeres ni los niños, que no se debían molestar, sólo incorporarlos en el sistema de Israel.

El problema básico que Dios reitera una tras otra vez es que si se dejan los pueblos idólatras vivos, Israel por fin sucumbirá a la tentación de seguirlos, igual que la semilla buena que es ahogada por la cizaña en Mateo 13:22. De hecho, Israel no cumplió con las órdenes de Dios y finalmente cayó bajo la idolatría que Dios le había advertido (Números 33:55; Josué 23:14-16).

Dios nos entrega un último punto en esta sección sobre la guerra: "Cuando sities a alguna ciudad, peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo hacha contra ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque el árbol del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. Más el árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta sojuzgarla" (Deuteronomio 20:19-20).

Aquí tenemos otra vea la evidencia de la sabiduría divina en acción. ¿Quién en ese entonces se preocuparía de la ecología (la ciencia sobre el la conservación del medio ambiente) salvo el Dios Creador? Imagínense que en ese entonces la victoria en la guerra era lo más importante para una nación, igual que hoy día. Arrasaban con todo. Pero Dios le dice a Israel que deben respetar los árboles y no destruir el medio ambiente al sitiar a una ciudad. Deben ser cuidadosos de no destruir un árbol frutal, ni otros que no sean estrictamente necesarios.

Sólo Dios podía estar consciente del delicado mecanismo biológico que estaba en juego, del cual el árbol es un gran protagonista. Hoy día sabemos el papel clave que el árbol tiene en la ecología. Es el principal obstáculo de la erosión y la desertificación al frenar los vientos, las apuras, y el calor que destruye el suelo fértil, la flora y la fauna. A la vez, proporciona humedad, oxígeno, materia orgánica, alimento, sombra, cubierta y hogares para una inmensa gama de organismos. Sus raíces agarran la rica tierra que se iría con las lluvias y la enriquece por el proceso de ósmosis.

Lamentablemente, Israel no le hizo caso a Dios y hoy día, gran parte del Israel que era un verdadero vergel cuando llegaron a poseerla es seco, deforestado y erosionado. Los israelíes han recuperado algo de la fertilidad con muchos esfuerzos para reforestar algunas zonas. Pero el daño es enorme y sólo en el Milenio esta tierra volverá a "florecer como la rosa" (Isaías 35:1).

Israel volverá a ser tomada por la guerra en el futuro, y todos los esfuerzos de los israelíes serán en vano (Zacarías 14:2). Todavía estarán dependiendo de su espada en vez de Su Ángel. Pero un día la promesa de Dios se cumplirá, cuando Cristo gobierne y ya no tendrá el hombre que guerrear y así cumplir cabalmente el sexto mandamiento. "Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la Guerra” (Isaías 2:3-4).