#024 - Génesis 13-15
"Abraham y Lot se separan - Dios promete un hijo a Abraham"
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#024 - Génesis 13-15: "Abraham y Lot se separan - Dios promete un hijo a Abraham"
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"Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev… y era riquísimo en ganado, en plata y en oro...y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot... y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de El Eterno, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese el Eterno a Sodoma y Gomorra… Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Más los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra el Eterno en gran manera" (Génesis 13:1-13).
Abraham permanecerá en la tierra prometida hasta su muerte. La zona, costera es la más poblada de Canaán, por tanto, quedan el área montañosa central o el largo valle de Jordán, especialmente la región alrededor del Mar Muerto. En ese entonces era "de riego, como el huerto de El Eterno". Lot no se preocupó del carácter malvado de sus habitantes, sino más bien de la fertilidad para alimentar a sus rebaños. Pero Lot llegaba en un pésimo momento, pues los habitantes de esa área se habían rebelado hace poco tiempo de sus amos de Mesopotamia, que incluían a los reyes de Babilonia, Mari y Asiria.
“Desde las montañas cubiertas de bosques del corazón de Palestina, Lot se dirige al Este su clan y sus rebaños; penetra en el valle del Jordán en dirección Sur y por fin sus tiendas en Sodoma. Al sur del Mar Muerto se extiende una de las llanuras más fértiles, ‘el valle Siddim, donde está emplazado ahora el Mar de Sal’ (Génesis 13:3). La Biblia pone en este valle cinco ciudades: Sodoma, Gomorra, Ademá, Seboyim y Bela (Génesis 14:2). Los reyes del valle Siddim habían sido tributarios del rey Codor-Laomor durante doce años; pero en el año decimotercero se rebelaron. Codor-Laomor pidió entonces ayuda a tres reyes que estaban con él unidos. Una expedición de castigo debía hacer recordar sus deberes a los rebeldes. En la lucha sostenida por los nueve reyes, los de las cinco ciudades del valle Siddim fueron vencidos; sus residencias fueron entregadas al pillaje e incendiadas. Entre los prisioneros capturados por los reyes extranjeros se encuentra también Lot. Pero es libertado por su tío Abraham (Génesis 14:12-16), quien con su servidumbre persigue como una sombra a los cuatro reyes que se retiran victoriosos.
Desde un seguro escondrijo lo observa todo sin ser advertido. Da tiempo al tiempo. Por fin, primero en Dan, después en la frontera septentrional de Palestina, parece haberse presentado una ocasión oportuna. Rápido, amparado por las sombras de la noche, se lanza sobre sus enemigos y en la confusión producida puede salvar a Lot. Sólo quien desconoce la táctica de los beduinos leerá con escepticismo esta narración.
Entre los habitantes de aquel país ha perdurado hasta nuestros días el recuerdo de esta expedición. Se refleja en el nombre de un camino que, por la parte oriental del Mar Muerto, se dirige al Norte hasta la vieja tierra de Moab. Los nómadas de Jordania lo conocen muy bien. Y, cosa notable, entre los nativos del país es designado con el nombre de la "Calzada de los Reyes". En la Biblia volvemos a encontrarle, aunque aquí tiene el nombre de "camino real" (Números 20:17).
Pasado el tiempo los romanos utilizaron la "calzada de los Reyes" y la reconstruyeron. Parte de ella se integra hoy día en la red de carreteras que recorren el nuevo estado de Jordania. Perfectamente visible desde un avión, el antiguo camino atraviesa el paisaje como una franja oscura," (Y la Biblia tenía Razón, Keller. p. 85-86).
"Esta área (al sur del Jordán) es ahora muy calurosa y estéril, la parte menos deseable de Palestina. La arqueología, sin embargo, ha demostrado que no siempre fue así. Entre 1932 y 1939, Nelson Glueck, hizo un estudio exhaustivo del sur de la Transjordania al oriente y al sur del Mar Muerto. Descubrió que algunos pueblos nómadas se radicaron allí en villas en los siglos antes del año 2000 A.C. Repentinamente, entre los años 2000 y 900 a.C. las villas fueron abandonadas y por alguna razón la gente en esa área se convirtió en nómadas… Las una, vez grandes ciudades de Sodoma, Gomorra y Zoar están probablemente debajo de aguas no profundas al extremo sur del Mar Muerto" (Diccionario Bíblico Arqueológico p. 11)
"Abraham debe de haber tenido algo de genio militar. Con 318 hombres suyos y alguna ayuda de sus vecinos confederados, mediante un ataque nocturno desconcertó a estos cuatro famosos reyes babilónicos. Los ejércitos de aquel tiempo eran pequeños; la población total del mundo era pequeña y dispersa; los reyes eran príncipes tribales. Abraham mismo era una especie de príncipe, quizás cabecilla de un clan de mil o más personas al incluir a las mujeres y niños” (Halley, p. 94).
Respecto al rescate de Lot por Abraham, vale la pena escuchar el relato por el historiador judío, Flavio Josefo:
"Cuando Abram escuchó de la calamidad, temió por Lot, su sobrino, y se compadeció de los Sodomitas quienes eran sus vecinos y amigos. No se demoró en organizar su banda y al quinto día de viaje estaba listo. El lugar estaba cerca de Dan, y esa noche cayó sobre los Asirios antes de que pudieran tomar sus armas, algunos cayeron aún en sus camas, otros estaban tan ebrios con la victoria del botín que no pudieron pelear y huyeron. Abram los siguió hasta que al día siguiente los derrotó cerca de Damasco. Así demostró que la victoria no depende de la multitud de soldados tanto como por el valor y la sabiduría. Así logró derrotar a un ejército poderoso con solo unos trescientos dieciocho siervos y tres de sus amigos, pero todos los que huyeron y perdieron regresaron a sus países humillados. (Nota: algunos autores atribuyen la caída a los imperios de Mari y Ur en ese tiempo por lo menos en parte a este episodio)".
Al regresar Abraham con todo el botín no sólo de las ciudades juntas a Sodoma, sino ahora también de los reyes mesopotámicos, el rey de Sodoma salió a felicitarle y agradecerle por su gran ayuda. También vino Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo "y le bendijo". Abraham reconoció quién era en realidad y le entregó el diezmo de todo. ¿Quién es este personaje que ha dejado perplejos a tantas personas y grupos? Dios mismo nos entrega la respuesta más tarde en la Biblia:
"donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca dio diezmos del botín… Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor… Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible (Hebreos 7:1-16).
Así vemos que Melquisedec fue una de las apariciones del Verbo, es decir, Cristo en el Antiguo Testamento, tal como se apareció a Abraham cuando se dirigía a Sodoma con dos de sus ángeles, o cuando luchó con Jacob una noche para ver qué tan perseverante era. Al ver el rey de Sodoma que Abraham entregó los diezmos a Melquisedec, la avaricia lo dominó, pues sabía perfectamente bien que él había sido derrotado y Abraham fue quien rescató todas las cosas y que todo era de Abraham ahora. No resistió pedirle a Abraham que le devolviera las personas pero que se quedara con el inmenso botín. ¡Qué sorpresa más grande le dio Abraham cuando le devolvió todo el botín perdido a estos reyes! Abraham sabía a quién le debía la victoria y no iba enriquecerse por ello:
"He alzado mi mano al Eterno Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: ‘Yo enriquecí a Abram’; excepto solamente lo que comieron los jóvenes (Génesis 14).
Dios a la vez vio esa actitud generosa y temerosa de Abraham y le dijo "No temas, Abram, yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande (Génesis 15:1). La respuesta de Abraham a esta declaración de Dios nos lleva a la segunda gran prueba de la fe de Abraham la promesa de un hijo a pesar de la vejez de Abraham y Sara y además, Sara era estéril (Génesis 11:30). "Y respondió Abram: Señor Eterno, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa (Génesis 15:2-3).
Sobre la herencia que pasa a un esclavo cuando no hay hijos herederos, la arqueología ha descubierto referencias a esta práctica: "Una vieja costumbre del norte de Mesopotamia y Siria oriental, mencionan a menudo en las tablillas de Nuzi la adopción de un siervo… la adopción se empleaba para que la propiedad familiar no pasara ilegalmente a extraños. Parece que Abraham se habría visto obligado a adoptar como hijo a Eliezer si no tenía hijo, y que el calificativo de "ben mesheq" (mayordomo) aplicado a Eliezer, podría más bien significar “hijo adoptivo” (Comentario arqueológico de la Biblia, p.36).
Dios comprendió la preocupación de Abraham, no lo retó, sino como el amoroso Padre que es, lo animó a creer, a tener más fe: “Luego vino a él palabra del Eterno,, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia” (vs. 5). Luego vienen algunas de las palabras más inspiradoras e importantes de toda la Biblia: “Y creyó al Eterno, y le fue contada por justicia” (vs. 6). Aquí vemos que la fe de Abraham no era absoluta sino que iba creciendo paso a paso, como debe ser la nuestra. El Apóstol Pablo nos explica este evento:
"...(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilite en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años) o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios (Romanos 4:17; 5:1).
Noten cuán grande fue esa promesa de ser padre de muchas gentes, que cada vez que una persona se bautiza en la verdadera iglesia, Abraham acaba de tener "otro hijo". "porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gálatas 3:27-29).
Luego, le pidió a Dios una señal de su promesa. Dios de nuevo no lo censuró. Aquí vemos porque Abraham fue llamado "amigo de Dios" (Santiago 2:23). El obedecía a Dios y Dios lo respetaba. Había una hermosa relación de confianza entre Abraham y Dios, una lección para todos nosotros. Muchos han quedado confundidos con la señal que le dio Dios a Abraham por medio de un sacrificio donde las aves de rapiña intentan devorar las carnes y luego hay una gran oscuridad que cae sobre Abraham luego de un sueño. Todo esto es simbólico, pues Dios más tarde le explica el significado: "Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza... Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí" (Génesis 15:13-16).
"Dios honró la justicia por la fe de Abraham. Los animales sacrificados apuntaban al sacrificio de Cristo por el cual el pacto sería ratificado. Las aves de rapiña representan a las naciones que tratarían de "devorar" a Israel (y luego a la iglesia (Apocalipsis 12)). El sueño profundo simboliza el período fuera de Israel, durante la esclavitud en Egipto por 400 años. Egipto sería el "horno humeante" (Deuteronomio 4:20; 1 Reyes 8:51) y la "antorcha de fuego" representa la presencia de Dios con su pueblo durante esta prueba" (Compendio Manual Bíblico, Unger, p. 67).
Un punto importante para notar es que "la maldad del amorreo" no había llegado al punto culminante. Esto muestra como Dios no hace acepción de personas. Los que reciben el castigo nunca son los inocentes sino los culpables, y Dios es paciente para con todos "no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Tomaría cuatrocientos años para que llegasen los amorreos a descalificarse del territorio, y Dios respetaría sus derechos hasta ese entonces, llevando a su pueblo a Egipto para que "durmieran" durante ese periodo de tiempo. Cuando llegó por fin el momento, dijo:
"No pienses en tu corazón cuando el Eterno tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído el Eterno a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones el Eterno las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones el Eterno tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que el Eterno juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob" (Deuteronomio 9:4-5).
Ahora bien, ¿Usaría Dios una diferente regla para juzgar a Israel de la que usó para juzgar a los cananeos? No, la regla sería la misma y las consecuencias, salvo que el juramento hacia Abraham significaría otro modo de castigar a sus descendientes:
"Mas si llegares a olvidarte del Eterno tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que el Eterno destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz del Eterno vuestro Dios" (Deuteronomio 8:19).
Al estudiar la vida de Abraham, podemos ver que no era una persona superdotada; tenía sus pruebas, sus momentos deprimidos pero lo que más lo caracterizó fue la obediencia y la perseverancia – esto también se llama la verdadera fe, del cual vino a ser el “padre” o el modelo para nosotros. Su fe fue acompañada de obras de obediencia:
“¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Santiago 2:22-24).