Se ha despertado el oso ruso
Hace 70 años los ejércitos de Adolfo Hitler marcharon a Checoslovaquia, afirmando que estaban respondiendo al deseo de la población germana de Sudetenland de reunificarse con Alemania. Si bien es cierto que otras naciones protestaron, ninguna movió un dedo para detenerlo. Pocos meses después Alemania invadió completamente a Checoslovaquia, y pronto a la mayor parte de Europa.
El 7 de agosto de 2008 los ejércitos rusos entraron en la provincia georgiana de Osetia del Sur, afirmando que respondían a las personas de etnia rusa que viven allí y quieren reunificarse con su madre patria. Otras naciones europeas y los Estados Unidos protestaron, pero la realidad es que nadie se encontraba en posición de intervenir en el asunto.
La política de Rusia desde la época de José Stalin ha sido la de animar a los rusos a que se vuelvan a reacomodar en los estados satélites. Esto creó la situación que se presenta actualmente en Georgia, en la que dos provincias, Abjasia y Osetia del Sur, tienen una gran población étnica rusa (Osetia del Norte es parte de la Federación Rusa).
Rusia ha utilizado estas poblaciones para fomentar el descontento —e incluso el intercambio regular de fuego de artillería entre los militares de Osetia del Sur y los de Georgia— para básicamente llevar al gobierno de Georgia a una encrucijada. Cuando las tropas de Georgia entraron en Osetia del Sur el 7 de agosto, respondiendo a provocaciones recientes, Rusia rápidamente organizó un contraataque por tierra y por aire. En dos días lograron controlar completamente la provincia.
Pero esto no bastó. El 11 de agosto los ejércitos rusos se movilizaron hacia Abjasia, la otra provincia de Georgia con gran población de origen ruso, en tanto que otras marcharon hacia el sur desde Osetia del Sur, partiendo a Georgia en dos al capturar la carretera principal y la ruta del ferrocarril oriente-occidente.
Amenazas de Rusia
Estos acontecimientos muestran claramente que el oso ruso se ha despertado de sus 17 años de hibernación (desde que se desintegró la Unión Soviética en 1991) y está firmemente decidido a ejercitar sus músculos.
Georgia no es el único blanco de la hostilidad rusa. El 14 de agosto, cuando Polonia decidió permitir a los Estados Unidos colocar una base antimisil en su territorio, el general Anatoli Nogovitsyn, militar de alto rango en Moscú, amenazó al antiguo aliado ruso con un ataque nuclear.
El presidente ruso Dmitry Medvedev menospreció los argumentos norteamericanos acerca de que el escudo antimisil está destinado a protegerlos de las amenazas de naciones beligerantes tales como Irán. Él afirmó: “El despliegue de las nuevas fuerzas antimisiles apunta hacia la Federación Rusa”.
Rusia también ha amenazado a Ucrania. Como lo afirmó el periódico londinense The Sunday Times el 17 de agosto: “Vladimir Putin, el primer ministro ruso, advirtió a [Víctor] Yushchenko [el presidente reformador ucraniano] en febrero pasado que Rusia podría apuntar los misiles nucleares a Ucrania si ésta llegaba a cooperar con los planes de los Estados Unidos de colocar misiles en su territorio. Ucrania insiste en que los militares rusos deben retirarse de Sebastopol cuando el alquiler de su base expire en el 2017. La fuerza naval rusa ha dicho muy claramente que tal vez rehúse hacerlo”.
Los riesgos, según los señala el periódico Times, podrían ser muchísimo mayores: “Si Occidente se sorprendió con la intervención feroz de Rusia en Georgia, la pelea por Ucrania sería muchísimo peor. Muchos rusos consideran a su vecino occidental como parte de su territorio, un concepto compartido por muchos ucranianos de habla rusa . . . Cualquier brote de violencia podría tener repercusiones gigantescas” (Richard Beeston, “Una catástrofe se está fraguando”, 16 de agosto de 2008).
Rusia parece decidida a mostrar a sus antiguos aliados del bloque oriental quién es el que manda en la región. Josef Joffe, director y editor del periódico alemán Die Zeit y experto en relaciones internacionales, escribió una columna el 12 de agosto titulada “Bienvenidos nuevamente al siglo xix”:
“Moscú ha desatado una guerra cibernética en contra de la diminuta Estonia, antiguo miembro de la Unión Soviética. Ha amenazado a la República Checa y a Polonia con ser blancos nucleares si es que respaldan la colocación de misiles de Estados Unidos en su territorio, aunque éstos no alcancen a amenazar el potencial de retaliación de Rusia. Se ha apoyado en pequeñas disputas económicas (que normalmente se hubieran resuelto por abogados representantes de ambas partes) para detener el suministro de gas y así mostrar a Ucrania, Bielorrusia y los antiguos miembros del Pacto de Varsovia quién es el que manda”.
Un enérgico mensaje a Europa
En Rusia, la invasión a Georgia demuestra que el primer ministro Putin es quien sigue al mando todavía, a pesar de que ha cedido la presidencia a su protegido Medvedev.
Con esta invasión Putin envió un mensaje no tan sólo a las naciones que antiguamente formaban la esfera soviética, sino también a Europa. Como Joffe lo expresó en su artículo del 12 de agosto: “Georgia es la ‘última de las independientes’, por así decirlo, un punto crítico en la conducción de petróleo y gas alrededor de Rusia y hasta el mar Negro y (con una tubería planeada para transportar el gas) que pasa por Turquía hasta el Mediterráneo. No se debe a un accidente que los aviones de Rusia hayan bombardeado por todo el país, ‘fallando‘ por muy poco de dar en los tubos de conducción. El mensaje para Occidente es: ‘Ustedes en verdad no quisieran invertir en energía aquí’”.
Muchas naciones europeas, especialmente Alemania, dependen del gas natural importado de Rusia para fortalecer sus economías e impedir que se congelen en el invierno. Fuera de Europa y la misma Rusia, pocas personas se dan cuenta de que este país es el mayor productor de energía del mundo. También controla varias redes cruciales de distribución a Europa y ya ha amenazado con cortar el suministro básico.
Como Rusia controla las llaves de petróleo y de gas, los europeos son extremadamente vulnerables. Como lo expresa Joffe: “Si Moscú llega a controlar Georgia, podríamos decir ‘adiós y buena suerte’ a Europa. Todo el gas y petróleo que compra en Eurasia (con excepción del Cercano Oriente), pasará de una forma u otra por las manos de Rusia”.
En su editorial del 17 de agosto, “Un Occidente dividido le hace el juego a Rusia”, el periódico The Sunday Times señalaba cómo Europa es absolutamente incapaz de responder a la agresión de Rusia hacia sus vecinos. Al reaccionar a la agresión rusa, el presidente francés Nicolás Sarkozy, la canciller alemana Ángela Merkel y la ministra de Asuntos Exteriores de Estados Unidos Condoleezza Rice, “han hecho el ridículo con su respuesta, pero la respuesta de Inglaterra, ha sido más débil aún . . .
“Si algo se ha logrado con esto . . . es que se ha confirmado que Europa no se puede permitir seguir dependiendo de Rusia para que le suministre la energía vital que necesita . . . Dentro de pocos años Inglaterra y otras naciones de la UE podrían hallarse en una situación en la que están sin luz, gracias a la cortesía de Rusia, y entonces sería muy poco lo que pudieran hacer al respecto”.
Putin también sabe que Estados Unidos no está en posición de intervenir militarmente en Georgia de ninguna forma significativa. Con sus ejércitos dedicados por completo a una guerra global contra el terrorismo, y con sus tropas ya comprometidas en guerras en Iraq y Afganistán, EE.UU. tiene las manos atadas.
Al parecer, Rusia está mostrando su desdén por los esfuerzos occidentales de expandir la democracia en la Europa oriental. James Sherr, autoridad reconocida en asuntos internacionales, escribió: “Un punto crucial en la política nacionalista de Vladimir Putin es la convicción de que el poder de Occidente —que parecía totalmente inatacable al fin de la guerra fría— está decreciendo” (periódico The Telegraph, 10 de agosto de 2008).
Avanzando en varios frentes
En años recientes Rusia ha seguido un patrón de presionar externamente en varias direcciones con el fin de medir el nivel de resistencia. Aunque muchos han protestado, los rusos han encontrado poca resistencia real en las naciones.
El año pasado un submarino ruso plantó una bandera de titanio en el suelo marino más de 4000 metros por debajo del casquete polar, como una forma de expresar su reclamo de que por lo menos la mitad del lecho de mar Ártico y sus vastísimos depósitos de petróleo y de gas natural le pertenecen, algo que representa una gran parte de las reservas de energía que el planeta todavía posee.
“Los rusos saben para qué quieren el Ártico, y bajo el mando de Putin y Medvedev han sido muy agresivos”, comenta Rob Huebert, director asociado del Centro de Estudios Militares y Estratégicos de la Universidad de Calgary, en Canadá. “Ellos están muy por delante de todos los demás” (Christopher Mason, “Las ambiciones de Rusia en el Ártico han sido desafiadas”, periódico Financial Times, 17 de agosto de 2008).
El ejército ruso ha sido uno de los más beneficiados por el precio exorbitante del petróleo y del gas natural. Rusia ha invertido una buena parte de su recién descubierta riqueza en la modernización de sus fuerzas militares.
Según Simon Tisdall, columnista del periódico The Guardian: “Los planes agresivos de Rusia, que se hicieron evidentes esta semana, de desarrollar grupos de batalla compuestos por seis portaviones y modernizar su flota de submarinos nucleares, forman parte de una tendencia inquietante. Esto demuestra que el reavivamiento militar de Moscú, iniciado por Vladimir Putin y continuado por su sucesor presidencial Dmitry Medvedev, puede con el tiempo plantear ciertos desafíos desagradables para los europeos que están decididos a creer que los días de la confrontación Oriente-Occidente son cosa del pasado” (“El oso es negro”, 31 de julio de 2008).
Desafortunadamente, esos días están lejos de haber terminado. Los rusos también han desarrollado una nueva generación de cohetes intercontinentales de cabeza nuclear que, según ellos, son capaces de penetrar el sistema defensivo antimisil de los Estados Unidos. En Irán, Rusia no sólo ha construido un reactor nuclear que le ha dado un impulso al programa nuclear iraní, sino que además ha servido como una cobertura diplomática para que Irán continúe con sus ambiciones nucleares sin que tenga que temer que le impongan graves sanciones.
Además, Moscú ha vendido a Irán unos sistemas antiaéreos muy adelantados que pueden dificultar enormemente los ataques que otra nación quiera hacer a las instalaciones nucleares iraníes, así como varios submarinos diesel muy avanzados y cientos de misiles y minas que pudieran causar grandes estragos en el golfo Pérsico.
Rusia tampoco ha temido desafiar abiertamente a los Estados Unidos. En agosto del 2007 Putin anunció que Rusia volvería a asumir la práctica de la guerra fría de volar sus bombarderos Oso Tu-95 de largo alcance cerca del espacio aéreo norteamericano, y en febrero del 2008 un bombardero Oso sobrevoló dos veces al portaviones nuclear Nimitz de Estados Unidos, en el Pacífico occidental, a una altitud de 600 metros.
En julio del 2008 Moscú agitó aún más las cosas al anunciar que planeaba aterrizar y cargar de combustible sus bombarderos supersónicos Tu-160 en Cuba, y posiblemente estacionarlos allí, si es que los Estados Unidos persistían en sus planes de construir un escudo defensivo antimisil en Europa.
¿Qué nos depara el futuro?
Sin ninguna duda, los movimientos recientes de Rusia han hecho que el mundo sea un lugar más peligroso. ¿Tiene Occidente los recursos y la voluntad de hacer frente a esto?
Edward Luttwak, del periódico inglés The Sunday Telegraph, señaló una verdad desagradable en su artículo del 17 de agosto de 2008 titulado “Moscú ha inutilizado el poder de la suavidad”: “Esto no es un juego y la participación no es algo voluntario . . . La decisión de confrontar o no a Rusia es bastante difícil. Pero esta decisión tendrá que tomarse. Significa que las vacaciones de Europa con respecto a los asuntos geopolíticos graves se han terminado”.
Debemos preguntarnos algo: Teniendo en cuenta que Estados Unidos está bastante comprometido en Iraq y Afganistán, y hay una vulnerabilidad gravísima de Europa en cuanto a la energía, ¿redoblará la Unión Europea sus esfuerzos por construir una unión política y militar que pueda afrontar el desafío ruso de una forma más efectiva?
Como hemos enseñado desde hace mucho tiempo, la Biblia profetiza que el Imperio Romano será revivido en el tiempo del fin y que estará centrado en Europa tal como lo estaba el imperio original (Daniel 2, 7, 11 y Apocalipsis 13, 17; si lo desea, puede consultar nuestro folleto El Apocalipsis sin velos si desea profundizar más en el tema). La crisis actual deja entrever una forma en que dicho proceso se puede acelerar.
Manténgase alerta. El mundo está cambiando ante nuestros ojos.