Respetado profesor de Yale renuncia a la evolución

Respetado profesor de Yale renuncia a la evolución

A principios de este año, David Gelernter, un famoso informático de la Universidad de Yale, Estados Unidos, renunció a su creencia en la teoría de la evolución, causando consternación en la comunidad científica.

En un ensayo cuidadosamente escrito en la edición de primavera de 2019 de The Claremont Review of Books titulado “Giving Up Darwin” [Renuncia a Darwin], publicado en línea e l1 de mayo, el Dr. Gelernter dio sus razones para abandonar una entrañable idea debido a que la evidencia apuntaba en otra dirección.

Él afirma: “No hay razón para dudar de que Darwin explicó con éxito los pequeños ajustes mediante los cuales un organismo se adapta a las circunstancias locales: cambios en la densidad del pelo, en el estilo de las alas o en la forma del pico. Sin embargo, hay muchas razones para dudar de que él pueda responder las preguntas difíciles y explicar el panorama general, no la afinación precisa de especies existentes, sino el surgimiento de otras nuevas. El origen de las especies es exactamente lo que Darwin no puede explicar.

“La reflexiva y meticulosa publicación Darwin’s Doubt (La duda de Darwin, 2013), de Stephen Meyer [erudito de Cambridge y pionero del diseño inteligente], me convenció de que Darwin ha fracasado. No puede responder a la gran pregunta. Otros dos libros también son esenciales: The Deniable Darwin and Other Essays (El innegable Darwin y otros ensayos, 2009), de David Berlinski, y Debating Darwin’s Doubt (Cómo debatir la duda de Darwin, 2015), una antología editada por David Klinghoffer que reúne algunos de los argumentos que suscitó el libro de Meyer. Estos tres forman un fatídico grupo de batalla que la mayoría de la gente preferiría ignorar. Aplicando el trabajo de muchas docenas de científicos a lo largo de muchas décadas, Meyer . . . desensambla la teoría de la evolución pieza por pieza. Darwin´s Doubt es uno de los libros más importantes de esta generación [de escritores]. Pocas personas de mente abierta lo terminarán con su fe en Darwin intacta” (p. 104).

El profesor Gelernter está de acuerdo con Berlinski en que, en contraste con las predicciones de Darwin respecto al registro fósil, “en general, la mayoría de las especies entran en el orden evolutivo completamente formadas y posteriormente salen sin cambios”. El desarrollo incremental de nuevas especies en gran parte no existe” (p. 105).

Gelernter también recalca la dificultad de producir una proteína estable y funcional si la evolución fuese cierta, afirmando: “Las proteínas son las fuerzas de operaciones especiales [o la vanguardia] de las células vivas, excepto que son comunes en vez de raras; ellas hacen todo el trabajo pesado, todas las tareas difíciles y críticas, en una gama deslumbrante de roles. Las proteínas llamadas enzimas catalizan todo tipo de reacciones e impulsan el metabolismo celular. Otras proteínas (como el colágeno) les dan forma y estructura a las células, como los postes de una carpa, pero en muchas más formas. Todas las funciones nerviosas y musculares y la fotosíntesis son impulsadas por proteínas. Y al hacer estos y muchos otros trabajos, la forma tridimensional de la molécula de proteína es importante. Entonces, ¿está el simple mecanismo neodarwiniano a la altura de esta tarea? ¿Son suficientes la mutación fortuita y la selección natural para crear nuevas formas de proteínas?” (p. 106).

Al responder, continúa diciendo que David Axe, distinguido biólogo de Cambridge, “calculó que de las 150 secuencias de enlaces de aminoácidos, una de cada 1074 será capaz de plegarse para formar una proteína estable. En la práctica, decir que sus probabilidades son de una en 1074 no es diferente a decir que son cero. [Nota: Los científicos calculan que hay alrededor de 1080 átomos en el universo observable]. No es extraño entonces que las posibilidades de que se forme una proteína estable que desempeñe alguna función útil y que, por lo tanto, pudiera desempeñar un papel en la evolución, sean aún menores. Axe estima que son de una en 1077.

“En otras palabras: lo inmenso es tan grande y lo diminuto tan pequeño, que la evolución neodarwiniana es, hasta ahora, una pérdida total. Intente mutar 150 enlaces de jerigonza para generar una proteína útil y funcional y le garantizo el fracaso. Inténtelo con diez mutaciones, mil, un millón, y fracasará. Las probabilidades son nulas. No se puede hacer” (p. 107).

Gelernter afirma que él “no puede aceptar el diseño inteligente tal y como lo presenta Meyer”, pero señala que “dice en voz alta lo que cualquiera que reflexiona sobre la biología debe pensar en algún momento, mientras examina las posibles respuestas a preguntas difíciles” (p. 104). Él tiene dificultad con tanta extinción de especies en el pasado y con la existencia de problemas en la naturaleza como las enfermedades (p. 109), porque no entiende que Dios no tenía la intención de que el ámbito físico fuese perfecto ahora y que el pecado ha producido maldiciones sobre el mundo de acuerdo con el plan de Dios.

No obstante, admite que “el diseño inteligente bien podría ser la respuesta definitiva. Pero como teoría aún le queda un largo camino por recorrer” (ibíd.). Sin embargo, las Escrituras aclaran el asunto, si la gente simplemente le creyera.

A fines de junio, Gelernter compartió un poco de lo que tuvo que enfrentar en la comunidad académica. Aunque sus colegas lo trataron bien personalmente, dice: “Por otro lado, cuando observo su comportamiento intelectual, lo que publican y, lo que es mucho más importante, lo que les dicen a sus estudiantes, el darwinismo ha llegado más allá de ser un argumento científico.

“Por lo que a ellos respecta, uno arriesga su vida si la desafía [la teoría] intelectualmente . . . Lo destruirán si lo hace” (citado por Sarah Taylor, “Prolific Yale Professor Turns Against Darwinism, Warns Darwinians ‘Will Destroy You If You Challenge’ the Theory” [“Prolífico profesor de Yale se vuelve en contra del darwinismo, les advierte que los darwinianos ‘los destruirán si desafían’ la teoría”] The Blaze, 22 de agosto de 2019).

Señaló además que no había visto nada “que se aproxime a la libertad de expresión respecto a este tema . . . Es un rechazo amargo . . . un rechazo irreconciliable, fundamental, enojado, indignado, violento, que no se acerca en nada a la discusión científica o intelectual. Lo he visto una y otra vez. ‘Soy darvinista, no digas ni una palabra en su contra,’ o, ‘no quiero oírlo, y punto’” (ibíd.).

“Estoy atacando su religión”, concluyó Gelernter. “Y eso es un gran problema para ellos”.

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