¿Quién es el anticristo?
Se dice que el “anticristo” surgirá antes de la segunda venida de Cristo, pero hay mucho más detrás de este personaje y del término anticristo.
En realidad, el significado del término anticristo abarca más que el tiempo del fin. Significa literalmente “en contra de Cristo” y se define de varias maneras, ya sea como “adversario de Cristo” u “oponente de Cristo”, y designa a un individuo específico que aparece en la escena mundial para desafiar a Cristo y su obra. De hecho, tal enemigo surgirá, pero ha habido y hay muchos anticristos que se oponen a Jesús y a su mensaje (1 Juan 2:18).
Un glosario del Nuevo Testamento (Greek-English Lexicon of the New Testament Based on Semantic Domains,por Louw y Nida) ofrece una definición más comprensible: “Este término . . . parece haberse convertido gradualmente en el equivalente de un nombre propio que personifica todo aquello que contradecía y rechazaba el rol y el ministerio de Cristo”.
De acuerdo a los escritos del apóstol Juan, hay un espíritu del anticristo, que es un espíritu de oposición a la identidad y naturaleza de Cristo y su continua obra a favor de su pueblo. Juan escribió esto específicamente para advertir acerca de la herejía que negaba la venida de Cristo encarnado (1 Juan 4:3; 2 Juan 1:6-7). Negar una verdad bíblica tan crucial es ponerse en contra de Cristo y su mensaje.
Como cordero, pero que habla como dragón
En 2 Tesalonicenses 2, Pablo profetizó acerca de un “hombre de pecado” (v. 3), un mentiroso y engañador a quien Satanás le dará poder para confundir a la gente en el tiempo del fin.
Cristo inspiró a Juan para que escribiera acerca de un “falso profeta” que vendría en el tiempo del fin (Apocalipsis 13:11-18; 16:13; 19:20). La profecía describe a un prominente líder religioso que “tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón” (Apocalipsis 13:11). Esto quiere decir que asume (imita) la apariencia de Jesucristo (el Cordero de Dios), pero recibe su poder de Satanás (v. 12). A lo largo de la historia, una versión impostora del cristianismo cumple lo que describen las profecías de Apocalipsis.
Herejías que niegan a Jesucristo encarnado
El gnosticismo, que estaba comenzando a gestarse a fines del período del Nuevo Testamento, fue una herejía diabólica y muy influyente.
Los gnósticos enseñaron la falsedad de que el espíritu siempre es bueno y la materia (incluyendo el cuerpo humano) siempre es mala. El docetismo, que es una rama del gnosticismo, enseñó que el cuerpo de Cristo era aparente y no real. El cerintianismo, otra de sus variantes, enseñó que el Cristo divino se unió a Jesús el hombre durante su bautismo y luego lo abandonó, antes de su muerte.
Por otro lado, algunos de los ebionitas, o “los pobres”, como se les decía a los primeros judíos cristianos, supuestamente enseñaban la herejía de que Jesús no era divino y rechazaban su preexistencia.
Todas estas ideas refutaban la verdad de que Jesucristo efectivamente vino “en la carne” (convertido en un ser físico capaz de morir) y que más tarde murió. Pero la única manera de que la muerte de Jesús pagara por los pecados de toda la humanidad era que él fuera Dios y hombre a la vez al momento de morir. Usted necesita saber la verdad acerca de Jesucristo, quién era y qué enseñó. Para más información solicite o descargue de Internet nuestro folleto gratuito La verdadera historia de Jesucristo.
Un hombre que se haría pasar por Dios
El apóstol Pablo hizo una advertencia acerca del espíritu del anticristo que infiltraría la Iglesia.
En su epístola a los tesalonicenses, hablando sobre el retorno de Jesucristo a la Tierra, Pablo escribe: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque [el día del Señor] no vendrá sin que antes venga la apostasía” (2 Tesalonicenses 2:3).
Él continúa explicando esta “apostasía” (abandono de la fe) en mayor detalle, diciendo que esto tiene que ver con la revelación del “hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (vv. 3-4). Cierto hombre se pondrá en el lugar de Dios y afirmará enfáticamente ser Dios, y la gente le creerá. ¿Por qué? Porque “El malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos.Con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos.Por eso Dios permite que, por el poder del engaño, crean en la mentira” (vv. 9-11, Nueva Versión Internacional).
El “hombre de pecado”, que se hará pasar por un ser divino, llevará a cabo hechos sobrenaturales con la ayuda del demonio, engañando a los que hayan rechazado a Dios y estableciéndose como alguien que debe ser venerado por todo el mundo.
Apocalipsis 19:20 describe a este poderoso líder religioso como “el falso profeta que había hecho . . . señales” conjuntamente con el líder político llamado “la bestia”. El falso profeta es el mismo que en Apocalipsis 13:11 es llamado la “otra bestia” que lleva a cabo “señales” milagrosas. Él es también el líder de la falsa iglesia (“la gran ramera”) en Apocalipsis 17:1-5. También se le identifica como el “otro cuerno”, que “hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:8, 20-22, 24-25).
¿Qué debe hacer usted? Se nos dice que solo hay una cosa que puede salvarnos del engaño: amar la verdad. Esto significa conocer la Biblia, comprender lo que dice y obedecer y amar la ley de Dios voluntariamente. Si usted quiere evitar ser engañado por este hombre de pecado, ¡mejor que conozca la ley, y que la ponga en práctica!
La futura “abominación desoladora”
El falso profeta que simboliza el espíritu del anticristo en los últimos días conducirá al mundo a una era de grandes conflictos.
Tanto Daniel como Jesús mencionaron un evento específico que marcará el comienzo de este tiempo de gran tribulación.
En la profecía más detallada que Jesús nos entregó acerca del tiempo del fin, dijo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:15-16). ¿De qué estaba hablando?
Él se estaba refiriendo al capítulo 11 de Daniel, donde se predijo lo que ocurriría con los imperios y naciones que lucharían por apoderarse de la Tierra Santa en los siglos venideros. Gran parte de la profecía tiene que ver con los reinos de Siria, al norte, y Egipto, al sur, ambos regidos por gobernantes griegos que asumieron el poder después de Alejandro Magno. Luego la profecía describe a uno de estos gobernantes de Siria, Antíoco IV, también conocido como Antíoco Epífanes. Él se valdría del engaño haciendo un falso tratado de paz con los judíos y luego se enojaría “contra el pacto santo”, y actuaría “según su voluntad” (Daniel 11:23-24, 30).
El libro apócrifo de 1 Macabeos, aunque no forma parte de las Sagradas Escrituras, nos da información histórica de ese tiempo. Describe cómo Antíoco se puso en contra de los judíos, masacró a muchos de ellos y saqueó el templo de Jerusalén (1 Macabeos 1:20-33).
Profanación del templo
Entonces ocurrió lo peor. La profecía de Daniel advirtió acerca de Antíoco: “Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora” (Daniel 11:31).
El libro de Macabeos nos entrega los detalles: “El rey publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo y abandonara cada uno sus peculiares costumbres. Los gentiles acataron todos el edicto real y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado . . . Debían suprimir en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas; mancillar el santuario y lo santo; levantar altares, recintos sagrados y templos idolátricos; sacrificar puercos y animales impuros; dejar a sus hijos incircuncisos; volver abominables sus almas con toda clase de impurezas y profanaciones, de modo que olvidasen la Ley y cambiasen todas sus costumbres. El que no obrara conforme a la orden del rey, moriría” (1 Macabeos 1:41-50; todas las citas de los libros de los Macabeos son de la Biblia de Jerusalén).
Luego sucedió: “El día 15 del mes de kisléu del año ciento cuarenta y cinco [que corresponde a 168-167 a. C.] levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación” (v. 54). Al parecer, se refiere a un altar pagano, probablemente con una imagen que representaba a Zeus, el dios supremo de la mitología griega, pues en 2 Macabeos 6:1-2 podemos ver que Antíoco mandó “contaminar el Templo de Jerusalén, dedicándolo a Zeus Olímpico”. Al fin y al cabo, para la mentalidad helenista el Dios de los hebreos sencillamente equivalía al dios supremo de los griegos.
Se nos dice además: “A las puertas de las casas y en las plazas quemaban incienso. Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar. Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, la decisión del rey le condenaba a muerte. Actuaban violentamente contra los israelitas que sorprendían . . . en las ciudades; el día veinticinco de cada mes ofrecían sacrificios en el ara que se alzaba sobre el altar de los holocaustos” (vv. 55-59). De hecho, se sacrificaban cerdos, animales que según la ley de Dios son inmundos (Deuteronomio 14:8), sobre su propio altar.
En 1 Macabeos 1:60-61 leemos: “A las mujeres que hacían circuncidar a sus hijos las llevaban a la muerte, conforme al edicto, con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte corrían sus familiares y los que habían efectuado la circuncisión”.
No obstante, aun con toda esta horrible crueldad, muchos se mantuvieron firmes en sus creencias: “Muchos en Israel se mantuvieron firmes y se resistieron a comer cosa impura. Prefirieron morir antes que contaminarse con aquella comida y profanar la alianza santa; y murieron. Inmensa fue la Cólera que descargó sobre Israel” (vv. 62-64).
A pesar de todo esto, muchos de los que se opusieron no solo sobrevivieron, sino que, como se explica en los siguientes capítulos del libro de los Macabeos, guiados primeramente por el sacerdote Matatías y luego, a su muerte, por su hijo Judas Macabeo, lucharon ferozmente contra los invasores paganos. Al final, los esfuerzos de todos estos patriotas causaron, en gran parte, que los sirios fueran expulsados de la región.
Cumplimiento posterior de la profecía
Ahora, con todo esto como antecedente histórico, analicemos la advertencia de Cristo acerca de la abominación desoladora. Cuando la dio, esta parte de la profecía se había cumplido casi 200 años antes. Por tanto, esta profecía debe tener un cumplimiento dual.
Jesús nos reveló el tiempo del cumplimiento final de esta profecía al mencionar en Mateo 24 lo que vendría inmediatamente después: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora. . .” (v. 21, énfasis nuestro en todo este artículo).
Esto nos recuerda otra parte de la profecía de Daniel, que dice que el tiempo del fin “será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Daniel 12:1). Así que este período de tribulación vendrá al final de la época actual, poco antes del retorno de Jesucristo.
Lecciones del primer cumplimiento
Podemos aprender mucho acerca de esta profecía del tiempo del fin estudiando la primera abominación desoladora que profetizó Daniel. Antíoco Epífanes fue un precursor del rey del norte del tiempo del fin, el dictador mundial mencionado como la “bestia” en el libro de Apocalipsis. Seguramente este gobernante futuro utilizará la misma clase de argucias y falta de escrúpulos que caracterizaron al gobierno de Antíoco.
Además, a juzgar por las acciones de Antíoco en el pasado y por otras indicaciones bíblicas, parece que este gobernante de los últimos días hará falsos ofrecimientos de paz a los judíos del actual Estado de Israel, con el fin de lograr sus propósitos.
¿Qué otros paralelos hay? Parte de la “abominación” de Antíoco tenía que ver con la abolición del sacrificio diario en el templo (Daniel 11:31). Y en la profecía de Daniel claramente se dice que los sacrificios diarios volverán a ser suprimidos cuando venga la abominación desoladora (Daniel 12:9-13). Para que esta profecía se cumpla, al parecer deberá construirse un nuevo altar y tendrán que ser restablecidos los sacrificios antes del retorno de Jesús el Mesías.
Otro paralelo, mencionado anteriormente, puede ser el hecho de que Antíoco profanó el templo cuando erigió allí una estatua de Zeus y sacrificó cerdos. Es posible que la abominación desoladora del tiempo del fin también tenga que ver con un ídolo en un nuevo templo, pero no lo sabemos con certeza. Lo que sí sabemos es que dentro del “templo de Dios” efectivamente se instalará cierto personaje que se hará pasar por Dios en la carne (2 Tesalonicenses 2:1-12). A su retorno, Jesucristo destruirá a este caudillo religioso (vv. 5-8), pero no antes de que muchos sean engañados por su “gran poder y señales y prodigios mentirosos” (vv. 9-12).
Además, así como la primera abominación desoladora señaló el comienzo de un período sin precedentes de horror y sufrimiento, la última también iniciará la era más horripilante que haya habido: la “gran tribulación” que se avecina. Debemos estar muy agradecidos de que Dios haya prometido enviar a su Hijo de regreso a la Tierra, para evitar que la humanidad se destruya a sí misma en ese espantoso tiempo de engaño y destrucción.
A medida que los acontecimientos mundiales vayan acercándose cada vez más al cumplimiento de estas profecías, mantengámonos cerca de Dios confiando en que él siempre estará ayudándonos, aun en los momentos más difíciles, particularmente porque nos ha hecho saber algunas de las cosas que sucederán durante el tiempo del fin.
Jesucristo viene como Rey conquistador
En el siglo I, la mayoría de la gente de origen judío anticipaba la venida de un Mesías que vendría a la Tierra como un Rey conquistador para establecer el Reino de Dios.
Pero ellos no lograron comprender que él vendría primero como hombre, y que se convertiría en el sacrificio por los pecados de la humanidad. Se negaron a aceptar a Jesús como el Mesías (esta palabra, Mesías, que proviene de la traducción al griego de la palabra hebrea Machiach, tiene el mismo significado que la palabra griega Christos, o Cristo — “el Ungido”, que significa el Rey prometido que gobernaría sobre Israel y sobre todo el mundo). Su rechazo a él fue un ejemplo del espíritu del anticristo.
En la actualidad, algunas de las principales iglesias cristianas aceptan a Jesús como el Cristo que se convirtió en el sacrificio perfecto por el pecado, pero rechazan la idea de su futuro regreso a la Tierra como el Rey conquistador que gobernará sobre todas las naciones, que es el meollo de lo que significa ser el Mesías. Por lo tanto, uno puede decir que cree en Cristo, e incluso aceptar ciertos aspectos de su vida y misión, pero aun así ser clasificado como “anticristo”.
Las profecías de los tiempos del fin muestran que hasta personas religiosas –incluyendo a quienes profesan ser cristianos pero que han sido engañados y han aceptado a un impostor del cristianismo– se opondrán a muchas de las enseñanzas de Cristo. De hecho, incluso hoy en día hay muchos que profesan ser cristianos pero que en realidad han sido engañados por un espíritu de anticristo. Para aprender más acerca del Reino que Dios establecerá en la Tierra, solicite o descargue nuestro folleto El evangelio del Reino de Dios.
Lo que la Biblia realmente dice acerca del anticristo
Ahora que hemos estudiado el trasfondo histórico y las profecías que Daniel y Jesucristo entregaron y que se referían a un tiempo futuro que culminará con la gran tribulación, ¿debemos preocuparnos del anticristo solo porque tiene relación con la bestia y el falso profeta del futuro?
Lo que en verdad importa es que leamos lo que la Biblia realmente dice y creamos en ello, y que no nos preocupemos de si la palabra anticristo debe ser aplicada a un personaje profetizado en particular. Debemos mantener nuestro enfoque en el panorama general.
En la Biblia, la palabra “anticristo” (en griego, antichristos) aparece solo en cuatro lugares, todos en las epístolas de Juan. El prefijo anti significa “en contra”, “adversario de” o “en lugar de”. Juan quiso dejar en claro que cualquier enseñanza en contra de Cristo y sus propósitos es anticristo, y que los falsos maestros son anticristos, que quiere decir enemigos de Cristo.
Poco después del comienzo de la Iglesia del Nuevo Testamento, engañadores heréticos intentaron infiltrar sus propias ideas dentro de ella. Estas falsas enseñanzas se propagaron dentro de las congregaciones cristianas e influenciaron permanentemente a la corriente principal del cristianismo.
En 1 Juan 2:18 dice: “. . . así ahora [ya] han surgido muchos anticristos”, indicando que ya era “el último tiempo”, es decir, que la era de los falsos maestros y del cristianismo falso ya había comenzado. Jesús había advertido: “Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos” (Mateo 24:24).
Además, en 1 Juan 2:18, Juan dijo “vosotros oísteis que el anticristo viene”. Juan no da ninguna indicación de cómo comenzó esta idea. ¿Fueron uno o más apóstoles quienes enseñaron esto?
No obstante, la idea sí armoniza con la profecía en Daniel 7:8, 20 y 25, que habla del “cuerno pequeño” que “hablará palabras contra el Altísimo”. Es muy probable que la palabra “anticristo” se haya popularizado debido a lo que Pablo profetizó en 2 Tesalonicenses 2:1-12. Pablo escribió que “con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo . . . no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado . . . el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios” (vv. 2-4). La forma verbal “se opone” traducida al griego es antikeimai— literalmente, “estar en contra”. En Gálatas 5:17 y en 1 Timoteo 1:10 también se traduce como “se oponen” y “se oponga”, respectivamente.
La negación que lleva a la iniquidad
En 1 Juan 2:22 leemos que cualquier mentiroso que niegue la crucial verdad de que Jesús fue y es el Cristo –el Mesías y salvador profetizado– es un anticristo, un enemigo tanto del Padre como del Hijo.
En 1 Juan 4:3, Juan nuevamente reconoce que “este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene”. Pero además dice que el anticristo “ya está en el mundo”. Lo que Juan quiere destacar es que “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo” – el espíritu de Satanás que está en los “falsos profetas” (v. 1). Es nefasto negar tanto la deidad de Jesucristo como su plena humanidad durante su ministerio en la Tierra y durante el momento de su muerte (vea también 1 Juan 1:1-3).
Muchos cristianos en la actualidad aceptan que Jesús fue Dios en la carne, pero con esto quieren decir que aunque tenía apariencia humana, era un Dios infinito, omnipotente y omnisciente escondido tras un velo de carne, y que simplemente no utilizó todo su poder y conocimiento mientras fue hombre. Creen que esto fue lo que lo mantuvo sin pecado, ya que ni siquiera tenía la capacidad de pecar; pero esto es negar que era un ser de carne y hueso. Esta creencia es una forma de gnosticismo que promueve la doctrina del anticristo. De hecho, Jesús dejó en claro que no tenía poderes sobrenaturales inherentes mientras fue hombre. Él dijo que todo venía del Padre (Juan 5:30; 14:10), y su habilidad para resistir el pecado frente a la tentación en realidad procedía de su constante cercanía a él. La doctrina del anticristo promueve la iniquidad, ya que sostiene que Jesús solamente pudo obedecer a Dios porque era un ser omnipotente mientras estuvo en la carne, y que es imposible que nosotros podamos obedecer de la misma manera, por lo que ni siquiera debiéramos intentarlo. La verdad, sin embargo, es que podemos obedecer como él lo hizo si seguimos su ejemplo de mantenerse siempre cerca de Dios.
El poder que Jesucristo recibió al estar cerca del Padre es el mismo poder que nosotros tenemos disponible: el Espíritu Santo. Dios nos ofrece este magnífico obsequio cuando nos arrepentimos y dedicamos nuestras vidas a él (Hechos 2:38-39). A través de su Espíritu, Dios nos da mayor entendimiento y visión espiritual (1 Corintios 2:11-12), paz y gozo (Romanos 15:13), y nos convierte en sus hijos, herederos del Reino de Dios (Romanos 8:14).
En 2 Juan 1:7, Juan dice: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. En este caso, Juan no se refiere a la encarnación pasada de Jesús cuando vino en la carne, sino a su presencia actual en sus seguidores de carne y hueso a través del Espíritu Santo, el que los ayuda a vivir en obediencia. Note lo que dijo el apóstol justo antes de esto en 2 Juan 1:6: “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio”. Es indudable que no podemos hacer esto solos. La única manera de continuar caminando en obediencia es mantenernos cerca de Dios y, como Pablo explicó en otra parte, dejando que Jesús viva en nosotros (Gálatas 2:20). La enseñanza del anticristo simplemente significa que no podemos obedecer a Dios, porque niega que tenemos ayuda para vencer al pecado — la misma ayuda que Jesucristo recibió del Padre.
La enseñanza del anticristo es, por lo tanto, una doctrina de iniquidad. De hecho, el “hombre de pecado” (de desobediencia) o “inicuo”, es la cabeza de lo que Pablo describe como “el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7).
Usted no tiene por qué caer bajo el engaño. Sepa lo que su Biblia enseña y esté preparado. Quienes caen bajo el engaño del anticristo son descritos como aquellos que “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (v. 10). ¿Conoce usted la verdad? ¿Ama usted la verdad? ¿Es su vida la evidencia de que usted está viviendo esa verdad?
Apocalipsis 12:17 describe a los verdaderos hijos de Dios como aquellos que aman y viven la verdad, “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”.
El verdadero anticristo
El verdadero anticristo es, por supuesto, Satanás el diablo.
Él ha maquinado muchas argucias para destruir a Cristo y frustrar el plan de salvación de Dios para la humanidad. Él fue el tentador de Eva y Adán y aún “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9). Él guió a Herodes para que intentara matar a Jesús cuando éste era un bebé. Él tentó a Jesús a que pecara. Él suscitó hostilidad hacia Jesús y finalmente logró que lo mataran (Dios y Cristo permitieron esto porque era parte del plan de redención de Dios para la humanidad). Y este mismo Satanás será quien poseerá a la bestia y al falso profeta al final del tiempo e incitará a los grandes ejércitos del mundo a luchar en contra de Cristo (Apocalipsis 13:4; 16:13-14).
Si desea saber más sobre este espíritu maligno y su guerra en contra de la humanidad, solicite o descargue de Internet nuestro folleto gratuito ¿Existe realmente el diablo?
Manténgase firme con Cristo
La Palabra de Dios nos dice que prestemos mucha atención, que abramos nuestros ojos y escudriñemos nuestra religión. ¿Encaja lo que ésta predica con el cristianismo auténtico que Jesús enseñó?
¿Enseña su iglesia la necesidad de esforzarse para obedecer los mandamientos de Dios con su ayuda a través de Cristo? ¿Le insta a comprender su plan para toda la humanidad, aquel que él está llevando a cabo a través de Cristo? Hay muchísimos impostores en el mundo que engañan a las personas para que apoyen las religiones falsas que se oponen a la verdad bíblica y al verdadero Dios. No permita que lo engañen.
El espíritu del anticristo no es algo que se limita al futuro. Incluso en la actualidad, Satanás ha corrompido las verdaderas enseñanzas de Dios. Este es el momento de llegar a conocer realmente a su Creador. ¡Siga a Jesucristo, estudie cuidadosamente la verdadera Palabra de Dios y conózcala, para que no sea engañado! BN