¿Qué hace que una nación sea grande?

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¿Qué hace que una nación sea grande?

Amo a mi país, pero eso no significa que no me sienta avergonzado de él en ocasiones. Los últimos años han sido particularmente bochornosos, ya que el gobierno estadounidense ha intentado obligar con mano dura a otras naciones a que cambien sus leyes e incluso a que promuevan la agenda homosexual y transexual. Tanto embajadas como diplomáticos estadounidenses en el extranjero fueron persuadidos y utilizados como instrumentos para promover su agenda antibíblica e irreligiosa, prácticamente imponiendo nuestros propios pecados a quienes no querían tener nada que ver con ellos.

Mientras tanto, todo el peso del gobierno federal cayó sobre las escuelas de Estados Unidos que se rehusaban a hacer disponibles los baños y vestidores a muchachos que pensaban que eran hembras, y a muchachas que pensaban que eran varones. Felizmente, esta medida fue revocada.

En el frente religioso, ningún proveedor de servicios para bodas estaba a salvo: fotógrafos, reposteros, floristas y dueños de salones para fiestas matrimoniales corrían el peligro de ser demandados o irse a la bancarrota si se negaban a participar en bodas de homosexuales, es decir, por ejercitar sus derechos constitucionales de libertad religiosa, libertad de asociación y libertad de expresión. Con frecuencia, los funcionarios y agencias de gobierno participaban entusiastamente en estos ataques en contra de ciudadanos estadounidenses, violando sus derechos a la religión y la libertad.

El país en el cual yo crecí es cada vez más difícil de reconocer, y se me hace más y más fácil identificarme con el profeta bíblico Jeremías, llamado “el profeta de las lamentaciones” porque derramó lágrimas al ver los pecados y la deplorable condición de su nación, y las consecuencias de rechazar a Dios.

¿Qué piensa Dios de tales cosas? Su perspectiva es la que tratamos de reflejar en cada número de la revista Las Buenas Noticias y en cada programa de televisión Beyond Today (Más allá del presente)Sin embargo, las expectativas de nuestro Creador (y las que expresamos más arriba) no son políticamente correctas. Como resultado, algunos de nuestros lectores cancelan su suscripción y recibimos correspondencia llena de animadversión. Pero debemos preocuparnos más de lo que piensa Dios que de lo que piensa la gente (Efesios 6:6).

¿Qué diría Dios acerca del estado de nuestro país, y del de otros que están siguiendo el mismo rumbo? 

“La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es la deshonra de cualquier pueblo”, escribió Salomón bajo la inspiración de Dios (Proverbios 14:34, Nueva Traducción Viviente, énfasis nuestro en todo este artículo).

Estados Unidos ha sido favorecido y bendecido de manera extraordinaria por las razones explicadas en el artículo que comienza en la página 8 de esta revista. Pero, ¿podrá esta nación seguir disfrutando tanto bienestar? Varios capítulos de la Biblia, especialmente Deuteronomio 28 y Levítico 26, describen las bendiciones que son derramadas sobre una nación por obedecer a Dios y también las maldiciones que le puede acarrear la desobediencia.

Hubo un tiempo en el que los líderes de esta nación estaban familiarizados con la Palabra de Dios y entendían muy bien este dilema. Por ejemplo, en marzo de 1863 el presidente Abraham Lincoln emitió una “Proclamación de un día de ayuno nacional”, en el cual instó a su pueblo a arrepentirse y volverse a Dios.

Las palabras de Lincoln son increíblemente apropiadas para nuestros tiempos: “Hemos sido los depositarios de las mejores bendiciones del cielo. Hemos sido protegidos todos estos años en paz y prosperidad. Hemos crecido en número, riqueza y poder como jamás lo ha hecho ninguna otra nación. Pero nos hemos olvidado de Dios . . .

“Nos hemos imaginado, en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones eran el resultado de nuestra propia sabiduría y virtud superiores. Embriagados por nuestro éxito ininterrumpido, nos hemos vuelto demasiado autosuficientes . . . demasiado orgullosos para orarle al Dios que nos hizo. Nos corresponde, por tanto, humillarnos ante el Poder ofendido, confesar nuestros pecados, y orar por clemencia y perdón”.

El presidente Lincoln se sentía muy responsable de declarar la verdad de Dios a este país, y lo mismo sentimos quienes producimos Las Buenas Noticias. Por tal motivo, procuramos mirar bajo la superficie para ver las noticias detrás de las noticias: los factores que están afectando tan profundamente a las naciones de este mundo.

La Palabra inspirada de Dios contiene muchas profecías que describen el rumbo que está tomando el mundo y por qué. La mayoría de ellas se desarrollan en torno a la verdad básica mencionada más arriba: “La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es la deshonra de cualquier pueblo”.

¿Podrá Estados Unidos conservar su grandeza? Mire a su alrededor. Lea los artículos de esta edición y pregúntese cómo se aplican a usted estas cosas. Y tome en cuenta la advertencia de Abraham Lincoln para que nos humillemos, confesemos nuestros pecados y oremos a fin de que se nos conceda perdón — ¡antes de que sea demasiado tarde!  BN