¿Qué es el tiempo del fin?

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¿Qué es el tiempo del fin?

¿Quién podría olvidarse de las devastadoras imágenes del tifón que asoló las Filipinas en 2013, o del tsunami de 2011, que casi provocó un desastre nuclear en Japón? ¿O de la pasmosa destrucción causada por el huracán Katrina en Nueva Orleans en 2005?

Pero las malas noticias no se limitan a los desastres naturales; hubo muchísima gente que lo perdió todo o casi todo en la crisis económica de 2008. De hecho, las repercusiones de aquella hecatombe financiera todavía se hacen sentir en los continuos problemas económicos que aquejan al mundo.

A esto hay que agregar el derramamiento de sangre: la lucha en el Medio Oriente, las tensiones entre Rusia y Ucrania, las amenazas de Corea del Norte, el genocidio en África, India y Birmania, y los disturbios raciales en Estados Unidos — y la lista suma y sigue.

¿Y qué acerca del continuo temor de que algunas enfermedades como el ébola, el SIDA, la malaria o la influenza se vuelvan pandémicas? Incluso el sarampión está volviendo a ser un problema.

¿Qué significa todo esto? Algunos dicen que estas cosas indican el fin del mundo. ¿Qué dice realmente la Biblia al respecto?

 ¿El fin del mundo?

¿Se acabará el mundo? Y de ser así, ¿cómo se acabará? ¿Se deberá a desastres naturales, una guerra nuclear, enfermedades epidémicas o algún otro factor catastrófico y devastador? La única fuente que nos entrega hechos fidedignos acerca de lo que la gente llama “el fin” es la Palabra de Dios: la Biblia. ¿Qué dice la Biblia acerca de esta crucial y alarmante pregunta?

Jesús prometió que volvería a la Tierra. Él nos dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3).

Sus discípulos le habían preguntado previamente: “¿Cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” (Mateo 24:3, Nueva Versión Internacional).

La gente religiosa no es la única que se está formulando estas preguntas. Muchos otros expresan preocupación acerca de la posibilidad del fin del mundo. Políticos, educadores, incluso científicos, prevén una posible destrucción global debido a una serie de causas como la contaminación global, enfermedades mortales, sobrepoblación, choque con un cometa o asteroide, o armas de destrucción masiva. Los expertos comparten la preocupación de que podríamos ver el fin de la civilización como la conocemos.

No es de extrañarse, entonces, que vivamos en una era de gran ansiedad en la que tan poco parece estar garantizado. Para muchos seres humanos alrededor del mundo, cada día es una verdadera crisis existencial. Incontables millones se acuestan cada noche sin saber lo que les deparará el día siguiente. ¿Tendrán comida para comer y agua para beber? ¿Habrá otro brote de violencia y derramamiento de sangre en la región donde viven?

Pero aun si uno vive en una nación próspera y pacífica, la sociedad siempre está a solo un par de desastres del colapso total.

No obstante, existe una verdad en la que podemos confiar: usted no tiene que vivir con incertidumbre y temor ni con un vago sentido del fin del mundo. Usted puede descubrir que la Biblia revela detalles específicos acerca de lo que se conoce como “el tiempo del fin”. Y aunque sí profetiza el fin del mundo como lo conocemos, no lo hace en el sentido que usted podría imaginar. Esta historia encierra mucho más, y Dios desea que usted sepa que hay esperanza.

El fin de una era, no del mundo

Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron acerca del “fin del mundo”, no estaban refiriéndose al “mundo” en el sentido de nuestro planeta físico, la Tierra. La palabra griega que se utiliza aquí, aionos,significa literalmente “época”, “era” o  “periodo de tiempo”. Muchas versiones de la Biblia traducen esta palabra como “siglo”. Por lo tanto, Jesús no estaba diciendo que nuestro planeta físico sería completamente destruido, sino que estaba hablando específicamente del desastroso periodo de gobierno humano. Eso es lo que terminará.

El apóstol Pablo llamó a la era actual, que comenzó con el pecado de Adán y Eva, el “presente siglo malo” (Gálatas 1:4). Porque “sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19), lo cual indica que, efectivamente, Satanás es el “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4).La era venidera (o “siglo . . . venidero”, Efesios 1:21) comienza con el regreso de Cristo para establecer su reino sobre la Tierra.

Las Escrituras dicen que nuestra presente era (o sea, la civilización y la sociedad que conocemos hoy en día) concluirá con una destrucción y violencia inimaginable, que alcanzarán su culminación al regreso de Cristo. Solo en el Antiguo Testamento se encuentran más de 300 versículos que se refieren a estos eventos.

Pablo y los otros apóstoles entendieron que al fin de esta era la corrupta civilización del hombre sería eliminada, dando comienzo a una nueva época. ¿Podemos saber cuáles son las señales que conllevarán al tiempo del fin de esta era? ¿Cuáles son las señales que indicarán el fin del gobierno del hombre bajo la influencia de Satanás y de ese terrible tiempo de conflictos?

Jesús les respondió a sus discípulos entregándoles varias señales de advertencia.

Las señales del fin de esta era

Jesús mencionó varias señales en la famosa profecía que entregó en el monte de los Olivos y que fue registrada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21.

Por ejemplo, él habló de hambrunas (Mateo 24:7). Habrá una escasez extrema de alimentos que podría deberse al clima, como sequías o temperaturas inusuales capaces de destruir las cosechas, pero que también podría ser una consecuencia de la corrupción de los gobiernos. No obstante, cualquiera sea la causa, Cristo predijo que mucha gente moriría de hambre.

Luego él mencionó pestilencias (v. 7), refiriéndose a letales pandemias [enfermedades que afectan a todo el mundo]. Es muy posible que veamos brotes generalizados de espantosas enfermedades mortales como el ébola, la viruela, el SIDA y la influenza pandémica.

Jesús aludió también a los terremotos (v. 7). Ya hemos visto la destrucción que éstos pueden causar cuando ocurren en áreas muy pobladas como Japón y Haití, por nombrar algunos ejemplos recientes. La frecuencia y el poder destructor de estos cataclismos aumentarán cada vez más a medida que se aproxime el fin.

Nuestra salud y seguridad también se verán amenazadas debido a estos horrendos eventos futuros, que serán cada vez más angustiosos, pero eso no es todo.

Nuestras vidas serán más y más caóticas a medida que experimentemos lo que Jesús predijo: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin” (v. 6).

Simplemente mire a su alrededor. Gran parte del mundo ya está involucrado en conflictos de uno u otro tipo. Esto prepara el escenario para un tiempo más destructivo y difícil, cuando “se levantará nación contra nación, y reino contra reino” en una escala masiva (v. 7).

Con el incremento de las guerras civiles y la agitación social, no es muy difícil imaginar el aumento de campañas de limpieza étnica a medida que tribus y religiones contrincantes luchen por imponer su dominio. Las naciones pelearán por la soberanía, pero no solo en cuanto al poder sino también en cuanto a los recursos naturales y ubicaciones estratégicas.

El desarrollo de armas de destrucción masiva de alta tecnología, con capacidad para aniquilar a toda la raza humana, es una señal segura del fin de esta era. Jesús enseñó que este potencial destructivo sería una señal del tiempo del fin, diciendo: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (v. 22).

Falsos profetas y falsos Cristos

Todas estas cosas pondrán nuestras vidas físicas en peligro y, sin embargo, Jesús advirtió acerca de otra seria amenaza: la que se cierne sobre nuestra vida espiritual.

Él nos dice que aparecerán muchos engañadores declarando que lo representan a él (Marcos 13:6) y que falsos Cristos y falsos profetas “harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos” (v. 22).

La profecía nos muestra que estos impostores tratarán de engañar a todos los que puedan. De hecho, habrá un aumento de las falsas enseñanzas, y las herejías y sacrilegios se propagarán ampliamente. ¿Se ha preguntado usted si esto ya ha comenzado? ¿Podría reconocerlo?

Simplemente imagine: habrá tantas doctrinas y maestros religiosos falsos, que los verdaderos creyentes sufrirán la persecución de la cual nos advirtió Jesús. Él dice: “. . . porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos” (Marcos 13:9).

Indudablemente estos son tiempos muy preocupantes. Pero las buenas noticias son que Dios nos da esta advertencia por una razón: él quiere que comprendamos lo que sucederá, y desea ayudarnos en el proceso dándonos esperanza. Se aproxima un tiempo mucho mejor, y no solo para aquellos que oyen este mensaje en la actualidad sino que para todala humanidad.

Una era de anarquía

Vivimos en una era de extraordinarios avances científicos y tecnológicos que han sido muy beneficiosos para la humanidad, pero que también tienen la capacidad de extinguir la vida humana.

Las condiciones mundiales indican claramente que estamos encaminándonos hacia tiempos muy difíciles. Jesús enseñó que los problemas y males no serán causados solo por eventos externos, como guerras, desastres naturales y enfermedades.

Él habló proféticamente acerca de un tipo específico de gente que vivirá durante tal período. Las actitudes y el comportamiento de esta gente serán también señales del tiempo del fin. Cristo dijo: “. . . y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).

¿No esto lo que vemos en la actualidad? Piense en esto por un momento: se dice que estas personas son rebeldes; no quieren seguir las leyes del hombre, y mucho menos las de Dios; el respeto por la ley se desvanece, y la protección y seguridad que debieran provenir de ella desaparecen.

¿Acaso no comienza en el hogar esta manera de pensar? ¿No se han vuelto los hijos cada vez más desobedientes hacia los padres y la autoridad? ¿Cree usted que la unidad familiar, la base fundamental de la sociedad, se ha deteriorado? ¿Y que en la medida que la unidad familiar se resquebraje aún más, la sociedad continuará reflejando negativamente ese deterioro? ¡Eso es lo que su Biblia advierte acerca del futuro!

La gente será codiciosa y egoísta, amando las cosas y el dinero por sobre las personas, y ya hemos llegado a ese punto. Solo observe a las multitudes comprando las gangas que ofrecen las tiendas antes de Navidad. Ya no nos sorprendemos por la gente que termina pisoteada, los disparos, las puñaladas y las riñas por simples aparatos electrónicos o la muñeca de última moda.

La Biblia revela que veremos más saqueos, robos y gente que agrede y lastima a otros para obtener lo que quiere. Y la sociedad nos contagia a todos en diferentes niveles; vemos los noticieros y sacudimos nuestras cabezas en desaprobación, pero ¿estamos seguros de que no somos parte del problema?

Un mundo sin amor

En 2 Timoteo 3 se nos entrega una lista muy detallada de las características de la gente del tiempo del fin: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos . . .”(vv. 1-2), y la lista continúa.

Solo piense en todos los problemas que ocasiona el orgullo. Es muy improbable que las personas pidan disculpas; lo más probable es que fastidien y provoquen a otros y tomen el control para probar que son superiores al resto.

¿No ha comenzado ya esto?

La lista de las actitudes del tiempo del fin continúa: “. . . sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno . . .”(v. 3). La gente se vuelve cruel y despiadada entre sí; las rivalidades étnicas recrudecen, al igual que las tensiones raciales, y la gente pierde el sentido de la empatía hacia quienes le rodean. 

Al carecer de dominio propio, las personas actúan según sus crueles impulsos sin pensar en las vidas o el bienestar de los demás. Se atacan mutuamente para salvarse a sí mismas y satisfacer sus propias necesidades, ya sea por avaricia o por el odio que sienten incluso hacia quienes son más cercanos a ellas.

En la medida que la gente se vuelva más desleal y traicionera, no solo en contra de su país sino también de sus amigos y su familia, más rápido perderá todo el control esta sociedad.

La profecía bíblica dice que la combinación de los eventos mundiales y el carácter de la gente que vivirá en los últimos tiempos será como una película de horror hecha realidad. La amonestación que el apóstol Pablo entregó en su tiempo es incluso más relevante hoy en día: “Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40).

Un tiempo para cambiar

Las profecías del tiempo del fin no fueron entregadas solo para asustarnos. Dios no desea que vivamos aterrorizados, y nos advierte acerca de lo que viene con un propósito específico.

Él nos amonesta para que todo esto no nos tome por sorpresa. Ahora, puede que usted piense: “¿Pero cómo nos puede tomar por sorpresa? ¿No son acaso esas señales demasiado grandes y obvias?”

Debemos darnos cuenta de que mucha gente pondrá en duda incluso la simple posibilidad del fin de esta era. Quizá haya oído a los escépticos, aquellos que dicen: “Siempre hemos oído de terremotos, guerras y enfermedades; estas cosas no significan el fin de nada”.

Sin embargo, Dios inspiró a Pedro a escribir: “Sobre todo, quiero recordarles que, en los últimos días, vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos. Dirán: ¿Qué pasó con la promesa de que Jesús iba a volver? Desde tiempos antes de nuestros antepasados, el mundo sigue igual que al principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4, Nueva Traducción Viviente).

A pesar de que las señales serán evidentes e inconfundibles, habrá quienes dudarán, y muchos serán tomados por sorpresa. Jesús dijo: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día” (Lucas 21:34).

¡Dios nos ama, y nos da estas advertencias para que cambiemos nuestra vida ahora! Si usted comprende lo que está por venir, la única decisión sabia es ir a Dios con un corazón arrepentido y comenzar a obedecerle. Se nos dice que Dios “ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado” (Hechos 17:30-31, NVI).

La incógnita no es si la civilización corrupta del hombre llegará a su fin o no. La Palabra de Dios dice que  lo hará.Nuestra mayor preocupación no debiera ser cuándo terminará, sino prepararnos espiritualmente ahora para los tiempos que vienen: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del hijo del hombre” (Lucas 21:36).

Prepárese buscando a Dios

Ahora es el momento de acercarnos más a Dios. Ahora es el momento de cambiar y  entablar una relación con él. Él quiere que lo busquemos con un corazón arrepentido y con fe, y que nos bauticemos y recibamos su Espíritu Santo (para aprender más, solicite o descargue nuestra guía de estudio Transforme su vida: La verdadera conversión cristiana).

En definitiva, la profecía bíblica nos dice que el terrible tiempo del fin será el precursor del evento más espectacular jamás ocurrido en la Tierra: ¡el regreso de Cristo!

Mientras esperamos con gran anhelo la llegada de ese maravilloso día, perseveremos en fidelidad y obediencia a Dios. Jesús nos hizo una promesa: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13). Por lo tanto, no debemos vivir aterrorizados. Sí, el tiempo del fin es un período de conflictos mundiales sin precedentes, ¡pero es también la antesala al Reino de Dios!

Debemos prepararnos espiritualmente para el momento en que Cristo regrese, sin importar cuándo sea: “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios . . . Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:6-9).

Consuélese recordando las promesas de Dios y el conocimiento que él ha hecho disponible acerca del tiempo del fin. Las buenas noticias son que no es demasiado tarde para cambiar. Comience hoy mismo, dejando que Dios lo guíe a un entendimiento más profundo mediante su santa Biblia. Dedíquese a conocer mejor a Dios y a aprender plenamente sus caminos.

¡Si nos preparamos espiritualmente, este puede ser un tiempo de confianza, esperanza y gozo que nos llevará al maravilloso Reino de Dios!  BN