Por qué tantas personas están abandonando el cristianismo

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Por qué tantas personas están abandonando el cristianismo

Muchos son los que actualmente están abandonando el cristianismo tradicional o institucionalizado, continuando una tendencia que se ha ido acelerando por décadas en el mundo occidental. Las estadísticas revelan que cada nueva generación es proporcionalmente menos religiosa que la anterior. A medida que la sociedad se vuelve más secular, el cristianismo tradicional tiene un impacto cultural significativamente menor y las organizaciones religiosas siguen perdiendo rápidamente autoridad social.

Esta transformación cultural y el abandono de la religión se reflejan en lo que está sucediendo en los lugares de adoración. Como informó el periódico estadounidense The Wall Street Journal hace varios años, “las iglesias se están cerrando por centenares; están siendo secularizadas y transformadas en viviendas, oficinas, restaurantes y similares, o son simplemente abandonadas” (Daniel Dennett, “Why the Future of Religion Is Bleak” [Por qué el futuro de la religión es sombrío], 26 de abril de 2015).

Si tomamos en cuenta el gran número de personas que no tienen ninguna preferencia religiosa y aquellas que se identifican como cristianas, pero no asisten a la iglesia, ¿qué consecuencias tiene esto para la sociedad? ¿Y cuál es el camino para sacar a la gente de la oscuridad y la confusión y llevarla a la luz de la verdad y la justicia?

“No religioso” se convierte en la nueva normalidad

Según una encuesta realizada en 2018 por el Centro de Investigación Pew en 15 países de Europa Occidental, la mayoría de las personas se identifican como cristianas, pero pocas van a la iglesia. Por ejemplo, de los que dicen ser cristianos en el Reino Unido, solo el 18% asiste a la iglesia regularmente. En Canadá, solo el 13%. En Australia el 17%, y en Nueva Zelanda solo el 15% asiste a los servicios religiosos de manera constante.

Las naciones menos religiosas de Europa occidental son los Países Bajos y el Reino Unido, seguidos de Alemania, Suiza, España y Austria. En Francia, la mitad de la población es atea o no religiosa. Y en cuanto al Estado judío de Israel en el Medio Oriente, es sorprendente que el 65% de sus ciudadanos se consideren no religiosos o ateos.

El número de quienes afirman no tener ninguna identidad religiosa, llamados “no religiosos” por la forma en que responden a las preguntas de la encuesta sobre su afiliación a una iglesia, está aumentando en muchos países. Por ejemplo, según la cadena noticiosa ABC News de Australia, “En todos los estados y territorios de la nación la cifra de los ‘no religiosos’ llega al 30% o más, encabezados por Australia Meridional, con un 40%, y Tasmania, con un 38.3%” (Gary Bouma, “Religion in Australia: What are the Implications of ‘None’ Being the New Normal?” [La religión en Australia: ¿Cuáles son las implicancias de que ‘no religioso’ sea la nueva normalidad?], 28 de junio de 2018).

En el Reino Unido, “Los que se declaran no religiosos ahora constituyen el 48.6% de la población británica” (Harriet Sherwood, “Nearly 50% Are of No Religion-but Has UK Hit ‘Peak Secular’?” [Casi el 50% no pertenece a ninguna religión, pero ¿ha alcanzado el Reino Unido ‘la cima de la irreligiosidad’?], The Guardian, 19 de mayo de 2017).

Y aunque muchos estadounidenses dicen creer en Dios, un número cada vez mayor ha perdido todo interés en la religión organizada. Una encuesta de Gallup realizada en 2021 concluyó que la pertenencia a organizaciones religiosas en los Estados Unidos había caído aún más, a solo el 47% (en comparación con el 50% en 2018 y el 70% en 1999). Este fue el porcentaje más bajo que ha informado la organización desde que formuló la pregunta por primera vez, hace ya más de 80 años.

La disminución del número de miembros en las iglesias tiene correlación con el aumento de los “no religiosos”. Las investigaciones muestran que estas personas sin afiliación religiosa constituyen entre el 20 y el 25% de los adultos estadounidenses, aunque algunos de ellos creen en “un poder superior” o buscan “la espiritualidad”, a lo cual se agregan aquellos que son simplemente agnósticos o ateos.

En un estudio que llevó a cabo el Centro de Investigaciones Pew en 2018, una muestra de 1300 de esas personas respondió lo siguiente cuando se les preguntó por qué habían decidido no identificarse con una religión: el 60% cuestionaba las enseñanzas religiosas; el 49% ciento se oponía a las actitudes adoptadas por las iglesias sobre asuntos sociales y políticos; al 41% le disgustaban las organizaciones religiosas; el 37% no creía en Dios; el 36% consideraba que la religión era irrelevante; y al 34% le desagradaban los líderes religiosos.

Un estudio previo del Centro Pew reveló que muchas personas sin afiliación religiosa se habían criado en una fe antes de abandonarla más tarde en la edad adulta. “Aproximadamente la mitad de los ‘no religiosos’ actuales que se criaron en una religión (49%) indican que la falta de fe los llevó a alejarse de la iglesia. Esto incluye a muchos encuestados que mencionan ‘la ciencia’ como la razón por la que no creen en las enseñanzas religiosas. Otros hacen referencia ‘al sentido común’, ‘a la lógica’ o ‘a la falta de evidencia’, o simplemente dicen que no creen en Dios” (Michael Lipka,“Why America’s ‘Nones’ Left Religion Behind” [Por qué los ‘no religiosos’ de Estados Unidos dejaron la religión], Centro de Investigación Pew, 24 de agosto de 2016).

El sometimiento de la Biblia al cientificismo y a la moralidad personal

A juzgar por estos hechos, es evidente que la gente rechaza cada vez más la autoridad de la Biblia. Muchos consideran que la ciencia justifica su punto de vista; pero la verdadera ciencia, que es un método de investigación para llegar a la verdad, se ha confundido con el cientificismo, que equivale a la fe en la comunidad científica académica y sus ideas no probadas.

Una encuesta del Centro Pew afirma: “La opinión de que la ciencia y la religión a menudo están en conflicto es particularmente común entre los estadounidenses que, de hecho, no son muy observadores de la religión. Aproximadamente el 73% de los adultos que rara vez o nunca asisten a los servicios religiosos dicen que la ciencia y la religión con frecuencia están en conflicto” (“Perception of Conflict Between Science and Religion” [Percepción de conflicto entre la ciencia y la religión], 22 de octubre de 2015).

El Grupo Barna, una organización con sede en Estados Unidos que hace investigaciones sobre la fe y la cultura, llevó a cabo un estudio para saber por qué casi el 60% de los jóvenes cristianos se habían desvinculado de la iglesia después de los 15 años. Muchas de las respuestas estaban relacionadas con la ciencia: “‘Las iglesias no están en sintonía con el mundo científico en el que vivimos’ (29%) . . . [y] ‘El cristianismo es anticientífico’ (25%)” (“Six Reasons Young Christians Leave Church” [Seis razones por las cuales los cristianos jóvenes abandonan la iglesia], BioLogos, 5 de junio de 2017).

Pero a pesar de las numerosas afirmaciones de que la ciencia y la Biblia están en desacuerdo, esto es absolutamente falso. Los descubrimientos genuinos de la ciencia en las últimas décadas le han dado amplio apoyo a las Escrituras en lugar de desvirtuarlas. Asegúrese de leer los artículos de la revista Las Buenas Noticias de noviembre-diciembre de 2021 que destacan este punto crucial.

Asombra que el cristianismo organizado o tradicional en sí sea culpable de su propia desaparición, ya que continúa aprobando más conceptos evolutivos en detrimento de lo que dice la Biblia, y debilitando o abandonando las verdades eternas y los valores morales primordiales con el fin de tener aceptación en la sociedad.

Muchas iglesias han ignorado por mucho tiempo la autoridad de las Escrituras y evitan las conversaciones incómodas sobre el arrepentimiento del pecado, enfatizando la tolerancia. Por no oponerse a la laxitud moral como el aborto, las relaciones sexuales extramatrimoniales y el matrimonio homosexual, las iglesias se han convertido en un reflejo de los valores mundanos, perdiendo toda influencia basada en principios.

A medida que los miembros de las iglesias se fueron dando cuenta de que se les exigía menos, muchos decidieron que ya no necesitaban que la iglesia los guiara, así que se fueron. Tales iglesias han demostrado por sus obras que son falsas, infructuosas e infieles (2 Timoteo 4:4). Mientras la Iglesia de Dios continúa en su misión, manteniéndose firme en la verdad bíblica y enseñándola fielmente (1 Timoteo 3:15; compárese con 2 Timoteo 3:16-17; 4:2), la sociedad en general continúa alejándose de Dios.

Cierto estudio realizado por la Universidad Cristiana de Arizona en mayo de 2021 reveló que, asombrosamente, el 43 % ciento de los estadounidenses entre 18 y 36 años son ateos o indiferentes a la existencia de Dios. En términos prácticos, se han encargado de determinar por sí mismos qué es bueno y qué es malo. Según un estudio del Centro Pew en julio de 2019, el 67% de los canadienses dijeron que no era necesario creer en Dios para tener moral y buenos valores.

Sin embargo, la Biblia afirma lo contrario. Según declara, nuestro Creador ya ha decidido lo que es bueno y lo que es malo y lo dejó registrado en sus mandamientos y otras enseñanzas de las Escrituras. Cuando las personas intentan decidir por sí mismas lo que está bien y lo que está mal, se arrogan el papel de Dios.

El apóstol Pablo escribió acerca de sus compatriotas: “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Romanos 10:3, énfasis nuestro en todo este artículo). Y estas eran personas que realmente creían en Dios. Además, Proverbios 3:5-6 nos dice: “Fíate del Eterno de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”.

El deterioro de la familia rompe la cadena de transmisión de la moralidad

Otro factor devastador para la transmisión de una generación a otra de la fe cristiana es la desintegración de la familia en Occidente. Una encuesta de 2019 del Instituto Americano de Empresas encontró que los niños criados por padres divorciados o separados recibían experiencias religiosas menos sólidas durante su infancia, y que solo el 28 % de los estadounidenses criados en hogares con padres divorciados o separados asistían a servicios religiosos.

El ejemplo de un matrimonio amoroso y comprometido, con Dios en el centro y donde el sábado y todas las demás leyes de Dios se observan fielmente, tiene un valor incalculable para el desarrollo espiritual de los niños. Como dice Malaquías 2:15: “¿No te hizo uno el Señor con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes son de él. ¿Y qué es lo que él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud” (Nueva Traducción Viviente).

La Biblia da la siguiente instrucción crucial a los padres: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7).

Este es un deber para ambos padres. Pero, trágicamente, ¡a menudo recae solo sobre la madre en los hogares disueltos en los que falta el padre!

Una encuesta hecha en Suiza en 1994 descubrió que la convicción religiosa del progenitor era el factor principal para determinar si sus hijos continuarían practicando la religión de los padres. Si el padre no es practicante y la madre asiste regularmente a la iglesia, solo el 2 % de sus hijos se convertirán en miembros fieles, y el 37 % ciento asistirá esporádicamente. Además, al convertirse esos niños en adultos, más del 60 % de ellos abandonará la iglesia por completo.

Es esencial que un padre cumpla con su responsabilidad de dar un ejemplo de fidelidad espiritual que sus hijos quieran imitar. Una de sus tareas principales debe ser mostrarles y enseñarles que su Creador y su forma de vida son sumamente importantes. Efesios 6:4 anima a los padres a criarlos “en disciplina y amonestación del Señor”.

Trágicamente, tanto los padres como las madres están descuidando o rehuyendo rotundamente su deber de enseñar a sus hijos los caminos de Dios. ¿Debería sorprendernos que los jóvenes que crecen sin fundamentos bíblicos terminen buscando orientación por cuenta propia?

Búsqueda del interés personal y confusión

En el estudio más exhaustivo que se ha realizado sobre la participación religiosa de los estadounidenses, los investigadores de la Universidad Estatal de San Diego encontraron que la generación de los mileniales (aquellos nacidos entre 1981 y 1997, de 24 a 40 años en 2021) es la menos religiosa de las últimas seis décadas y posiblemente de toda la historia de la nación.

El autor del estudio explicó que una de las razones es “el creciente individualismo en la cultura estadounidense”, señalando que “el individualismo pone al yo primero, lo que no siempre encaja bien en el compromiso con la organización y con otras personas que la religión a menudo requiere” (“Millennials: The Least Religious Generation” [Mileniales: La generación menos religiosa], ScienceDaily.com, 27 de mayo de 2015).

Por supuesto, debemos definir el individualismo. Si significa no estar de acuerdo con la mayoría cuando esta se equivoca, está bien. Pero si significa ser egocéntrico, es contrario a Dios. Como instruye la Biblia: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:3-4).

Lamentablemente, es muy fácil que las personas decidan lo que es moralidad cuando tantas influencias y recursos están a solo un toque del cursor o del teclado del computador. Un estudio publicado en The Journal for the Scientific Study of Religion (Boletín del estudio científico de la religión) encontró que cuanto más tiempo pasan las personas en Internet, menos probable es que se afilien a una tradición religiosa o crean que una religión es más aceptable que otra.

Y si bien Internet es muy valioso, la Palabra de Dios, la Biblia, es invaluable. Sin embargo, según un estudio de 2020 del Grupo Barna y la Sociedad Bíblica Americana, solo el 9% de los adultos estadounidenses leen la Biblia a diario. En lugar de pasar tiempo en Internet explorando todo tipo de ideas religiosas, las personas se beneficiarían mucho más si leyeran y estudiaran la verdadera Palabra de Dios.

Hay muchos influyentes [personas que influyen sobre otras mediante las redes sociales] descarriados que buscan desviar a la gente. Algunos que incluso fomentan y usan la Biblia pueden ser parte de esta confusa mezcla. Necesitamos saber lo que realmente dice la Biblia.

También compiten por nuestras lealtades las ideologías y los sistemas políticos. Como dijimos, debemos acudir primero a Dios y su Palabra, que nos dice que el mundo entero ha sido engañado por Satanás el diablo (Apocalipsis 12:9).

La verdad de Dios sigue avanzando

Mientras la gente busca determinar por sí misma qué es lo correcto y trata de forjar una sociedad ideal diseñada por humanos, ignora el hecho de que Dios puso en marcha hace mucho tiempo un plan para establecer su gobierno sobre la Tierra. Hoy, en una sociedad llena de innumerables formas de cristianismo falso y cuasireligiones, la Iglesia de Dios proclama fielmente el increíble mensaje de su reino que está por venir (Mateo 24:14; 28:19-20).

Dios está llamando a la gente a alejarse de la maldad de la sociedad humana y su influencia corruptora (2 Corintios 6:17; Santiago 4:4). Debemos prepararnos para “[reinar] sobre la tierra” con Jesucristo en su futuro gobierno, cuando “el reino del mundo [sea] el reino de nuestro Señor y de su Mesías” (Apocalipsis 5:10; 11:15, Palabra de Dios para Todos). Entonces, una sociedad maravillosa y pacífica, libre de confusión religiosa e influencias corruptas, será asequible a todas las personas.

Y aunque hoy en día muchos están abandonando toda forma de cristianismo, es importante entender que Jesucristo dijo que él edificaría su Iglesia y que esta prevalecería (Mateo 16:18).

El cristianismo tradicional no ha podido ser fiel a la Palabra de Dios. Esperamos que usted llegue a reconocer que la Iglesia de Dios Unida, que edita la revista Las Buenas Noticias, ¡sí predica la verdad basada en la Biblia! BN