¿Podemos creerle a la Biblia?

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¿Podemos creerle a la Biblia?

La Biblia fue escrita a lo largo de muchos siglos por varias decenas de autores oriundos de tres continentes. Sus páginas registran miles de detalles, incluyendo gente, lugares, acontecimientos, costumbres, fechas y antecedentes geográficos.

Aunque la arqueología (el estudio de los restos  materiales de culturas y pueblos antiguos) puede revelar muchísimo, tiene sus límites. En las tierras de la Biblia, por ejemplo, se sabe de la existencia de miles de sitios antiquísimos que nunca han sido excavados. Y de aquellos que sí lo han sido, lo normal es que solo entre un uno y cinco por ciento de su total haya sido excavado, aún después de décadas de estudio y trabajo. Consecuentemente, la mayor parte de estos sitios permanece enterrada y sin descubrir.

Más aún, como se podría esperar, muchos de los restos del mundo antiguo simplemente no lograron sobrevivir. Cualquier material susceptible de descomponerse se ha descompuesto (con raras excepciones, tales como los restos encontrados en climas desérticos extremadamente secos). Debido a esto, los artefactos de tela, madera, cuero, hueso, pergamino o papiro son una rareza.

Típicamente, todo lo que podía ser reusado era reusado, y los objetos valiosos no eran dejados por ahí para ser enterrados bajo el polvo y los escombros, sino guardados en lugares seguros y entregados a otras personas. Los palacios, templos y casas de gente adinerada, donde se podrían encontrar los artículos más valiosos y significativos, se mantenían muy aseados, por lo cual no quedó mucho para ser descubierto con posterioridad. Los edificios nuevos construidos en ciudades antiguas a menudo se levantaban sobre construcciones anteriores que habían sido demolidas, y a veces estas demoliciones eliminaban los restos de previas ocupaciones.

También se sabe que muchas, sino la mayoría de las antiguas ciudades y aldeas del Medio Oriente, fueron destruidas por el fuego ocasionado por terremotos o guerras. Además, con frecuencia los invasores robaban o destruían deliberadamente los objetos importantes en las áreas que conquistaban.

El hecho es que los restos físicos de los tiempos bíblicos que tenemos y que pueden atestiguar la veracidad de la Biblia son relativamente raros. Solamente una pequeña fracción de los restos antiguos han sido recuperados, y muchos menos estudiados y analizados.

La distorsionada perspectiva de los detractores bíblicos

Frente a semejante escasez de pruebas, los críticos de la Biblia se aprovechan y arguyen que la ausencia de evidencia es evidencia de ausencia: es decir, que el hecho de que no se haya encontrado evidencia para respaldar partes de la Biblia es evidencia de que los sucesos registrados en sus páginas nunca ocurrieron.

Desde luego, tal razonamiento es inherentemente fallido. Solo porque la evidencia no ha sido hallada no significa que la evidencia no existe o nunca existió. Sin embargo, esto no impide que críticos tales como el escritor y “ateo evangélico” Richard Dawkins emitan comentarios semejantes sobre la Biblia, en este caso, sobre los evangelios.

“Los evangelios no son registros fiables de lo que sucedió en la Historia del mundo real. Todos fueron escritos mucho después de la muerte de Jesús . . . Nadie sabe quiénes fueron los cuatro evangelistas, pero casi con seguridad que ninguno de ellos conoció a Jesús personalmente. Gran parte de lo que escribieron no es, en ningún sentido, un intento honesto de relatar la historia” (El Espejismo de Dios, 2006, pp. 111 y 115, versión en línea,

https://filosofosinsentido.files.wordpress.com/2013/07/3659.pdf).

Artefactos tales como estatuas, inscripciones, sellos, monedas y tablas de arcilla verifican la existencia de decenas de individuos mencionados en la Biblia.

Similarmente, el fallecido ateo Christopher Hitchens escribió lo siguiente respecto a los primeros libros de la Biblia: “Mucho antes de que la investigación moderna, la traducción meticulosa y las excavaciones arqueológicas hubieran contribuido a iluminarnos, también quedaba al alcance de una persona reflexiva entender que la ‘revelación’ del Sinaí y el resto del Pentateuco eran una ficción mal ensamblada, forzada mucho después de los no sucesos que no consigue describir de forma convincente, ni siquiera plausible” (Dios no es Bueno, Alegato Contra la Religión, p. 122, versión en línea, https://laicismo.org/data/docs/archivo_1266.pdf).

Es particularmente interesante la afirmación de Hitchens de que “las excavaciones” (que presumiblemente se refieren a exploraciones arqueológicas) han contribuido a “iluminarnos”, como si creyera que los hallazgos arqueológicos en realidad apoyan su argumento de que la Biblia es un registro de “no sucesos”, o cosas que nunca ocurrieron. En realidad, ¡nada podría estar más lejos de la verdad!

Pocos saben que los escritos del historiador judío Flavio Josefo y también los de varios historiadores y funcionarios gubernamentales romanos de los siglos primero y segundo específicamente hablan de Jesucristo, Juan el Bautista, Santiago (el medio hermano de Jesús), varios líderes judíos y romanos, y las creencias básicas de la Iglesia de Dios primitiva.

Esto es bastante extraordinario si, como propone Dawkins, “los evangelios no son registros fiables de lo que sucedió” y que lo que escribieron los evangelistas “no es, en ningún sentido, un intento honesto de relatar la historia”. ¿Está sugiriendo Dawkins acaso que estos historiadores antiguos muy bien calificados también estaban inventando sus relatos?

¿Qué dice en realidad la evidencia?

Contrariamente a los escritos supuestamente “sagrados” de otras religiones, la Biblia está basada en la historia real. Describe gente, lugares y sucesos verdaderos, y esa historia puede ser verificada tanto por la arqueología como por registros arqueológicos independientes.

Artefactos tales como estatuas, inscripciones, sellos, monedas y tablas de arcilla verifican la existencia de decenas de individuos mencionados en la Biblia.

Como alguien que ha estudiado arqueología durante muchos años (y que participó en su primera excavación arqueológica a los trece años), sé lo que esta disciplina revela en cuanto a la Palabra de Dios. También he pasado muchos días en museos que almacenan las mejores colecciones de artefactos bíblicos del mundo, he visitado las excavaciones de la mayoría de los lugares más importantes mencionados en la Escritura, y he conocido a varios de los arqueólogos más famosos que aún trabajan en la actualidad.

He visto una y otra vez evidencia que confirma lo que el prolífico autor Erwin Lutzer afirma en su libro Seven Reasons Why You Can Trust the Bible [Siete razones para confiar en la Biblia]: “Cada mes se hacen nuevos descubrimientos arqueológicos . . .

Nuestra comprensión de la vida y los tiempos bíblicos aumenta año a año. También nuestra confianza en que la Biblia es un libro enraizado en el suelo de la historia del Medio Oriente, y sus relatos tienen la marca de la credibilidad. La historia y geografía de la Biblia y su descripción del ascenso y caída de imperios concuerdan con la información de la historia secular” (1998, p. 74).

Un revelador viaje a Grecia

En un reciente viaje a Grecia tuve el privilegio de ver un ejemplo típico de tal evidencia. No todos los días tiene uno la oportunidad de encontrarse frente a frente con la prueba de la autenticidad de individuos y acontecimientos específicos mencionados en las páginas de la Biblia, pero yo pude hacerlo varias veces durante este viaje.

La evidencia de importantes personajes mundiales mencionados en la Biblia es algo esperable, como en el caso de César Augusto (27 a. C.- 14 d. C.), quien era emperador de Roma cuando Cristo nació (Lucas 2:1-6). Vi hermosos bustos de él en varios museos, lo cual no es sorprendente porque Grecia, como la Tierra Santa, era parte del Imperio romano durante su reinado.

También pude ver varios bustos de Alejandro Magno, otro personaje muy importante. Y aunque no es mencionado directamente en la Biblia, sí fue explícitamente descrito en la profecía bíblica. Él era el “cuerno notable” y el “rey primero” en una visión registrada en Daniel 8 de un carnero que simbolizaba al Imperio greco-macedónico que, bajo su liderazgo, derrotó al Imperio persa y gobernó la mayor parte del mundo conocido de aquel tiempo (versículos 5-7, 21). Alejandro es uno de varios personajes destacados cuya venida y rol histórico fueron predichos en la Biblia con mucha anticipación.

Aunque los detractores de la Biblia arguyen que es fácil insertar figuras tan importantes como estas en una narrativa falsa, que según ellos es lo que han hecho los escritores bíblicos, ¡es mucho más difícil argüir que un funcionario gubernamental de relativa importancia mencionado de paso en la Biblia es parte de una historia inventada cuando se encuentra una inscripción que lleva el nombre de tal persona en el lugar y el momento exactos de la historia!

Uno de tales individuos fue “Erasto . . . el director de obras públicas de la ciudad” (de Corinto), mencionado de paso en Romanos 16:23 (Palabra de Dios Para Todos), donde el apóstol Pablo envía los saludos de varios miembros de la iglesia en Corinto a sus compañeros cristianos en Roma.

En 1929, los arqueólogos que excavaban un área pavimentada próxima al teatro de Corinto descubrieron una inscripción de gran tamaño que reza: “Erasto en agradecimiento por su nombramiento como edil colocó [el pavimento] a expensas propias”. Un edil [o funcionario municipal] era el responsable de los edificios, calles, actividades y mercados públicos; es decir, un “director de obras públicas”, tal como lo describe la referencia que de él hace la Biblia.

Dicha inscripción data de mediados del primer siglo d. C., justo en el periodo en que Pablo escribió su carta a los romanos en la cual menciona a Erasto (57-58 d. C.). Al parecer el Erasto de la inscripción y el Erasto de la carta son la misma persona, ¡lo que muestra que Pablo estaba escribiendo acerca de gente real, en un lugar real y en tiempo real!

“El tribunal” de Galio

Pero esa no es la única evidencia arqueológica de Corinto que respalda sólidamente la autenticidad del registro bíblico. No muy lejos, en medio de las ruinas de esta antigua ciudad, se encuentran los restos de otro centro de encuentro público, una plaza abierta enfrente de una gran plataforma elevada. La mayoría de los arqueólogos identifican esta plataforma como bema, un lugar donde los oficiales de gobierno hablaban y los magistrados locales emitían sus fallos ante el público.

Notemos lo que le sucedió a Pablo cuando estaba en Corinto, según quedó registrado en Hechos 18:12-18: “Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.

“Y al comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría. Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros, porque yo no quiero ser juez de estas cosas.

“Y los echó del tribunal. Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello. Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria” (énfasis nuestro en todo este artículo).

La estrategia de los oponentes de Pablo les jugó en contra: en vez de suprimir sus enseñanzas y predicación, el procónsul Galión descartó sus acusaciones y le permitió a Pablo continuar. Y como tenía protección legal, Pablo se quedó en Corinto por algún tiempo, enseñando y sirviendo a los miembros de la Iglesia allí.

Lo interesante de este relato es que se menciona tres veces el “tribunal”, o bema en griego, que como dijimos, era una plataforma elevada en la cual alguien se paraba para dar un discurso público. Cualquiera que visite Corinto hoy en día puede ver, en una prominente parte de las ruinas de la ciudad, ¡la misma estructura mencionada en Hechos y a la cual fue llevado Pablo! (Para más información sobre dicha construcción lea “Estructuras y edificios bíblicos descubiertos por los arqueólogos”, en la página 7).

Por tanto, la existencia de tal estructura, que se menciona someramente, ¡ha sido verificada y se ha comprobado que concuerda con el tiempo y el lugar que la Biblia describe!

Y por supuesto que esto no es todo. En este viaje vi mucha más evidencia física de la fidelidad del relato bíblico, incluyendo el Areópago o Colina de Ares en Atenas (que todavía se puede identificar hoy en día, casi 2000 años después de la visita de Pablo, según leemos en Hechos 17), el foro  de Atenas (o “mercado”) donde él enseñaba, y las estatuas de multitudes de dioses y diosas adoradas por los atenienses y sus vecinos al oeste, los corintios.

Es aleccionador y satisfactorio a la vez ver esta evidencia tan incontrovertible de la autenticidad de la Biblia. Este libro es un relato genuino de personas, lugares y sucesos reales registrados siglos atrás y preservados para nosotros en la actualidad.

Mucha más evidencia que apoya a la Biblia

Por instructivo que fuera este viaje a Grecia, no fue más que una muestra ínfima de toda la evidencia física que respalda a la Biblia. Considerando las limitaciones del registro arqueológico, de las cuales hablamos anteriormente, es asombroso cuánta evidencia ha sido hallada que sí apoya la veracidad de las Escrituras.

En viajes similares a Israel, Jordania, Egipto, Turquía (el “Asia” de la Biblia) e Italia, y también a museos alrededor del mundo, he tenido el privilegio de ver muchos sitios bíblicos, prueba de la existencia de decenas de personajes bíblicos, y una cantidad específica de estructuras, costumbres y prácticas mencionadas en la Biblia. Algunos de los hallazgos más fascinantes incluyen:

  • Una losa de piedra con la inscripción “Poncio Pilato, prefecto de Judea” que menciona al emperador romano Tiberio, perteneciente a la primera mitad del primer siglo. Fue encontrada en Cesarea Marítima, en la costa de Israel (donde vivían los procuradores romanos en el tiempo de los evangelios). Desde luego, este es el mismo Poncio Pilato que, de acuerdo a lo registrado en los evangelios, condenó a Jesucristo a ser crucificado.
  • Una caja de piedra decorada que data del primer siglo y lleva el nombre “José, hijo de Caifás”, descubierta en una tumba sacerdotal en Jerusalén en 1990. Este mismo individuo, un sumo sacerdote, jugó un rol de importancia en la conspiración de los líderes religiosos de Jerusalén para que Jesús fuera ejecutado mediante crucifixión.
  • El esqueleto de un hombre crucificado en el primer siglo y que fue encontrado en una tumba en Jerusalén en 1968. Aún se podía ver un gran clavo de hierro que había perforado el hueso y no había podido ser extraído después de la muerte de la víctima, porque se había doblado. Estos restos comprobaron que la crucifixión fue practicada tal como describieron los evangelios 2000 años antes.

La Palabra de Dios es firme y segura

A la luz de tanta evidencia clara, es inconcebible que tantos continúen negando lo obvio — pero sí lo hacen. Esto es explicado en parte en Romanos 8:7: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden, y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. ¡La gente se niega a reconocer la veracidad de la Biblia porque hacerlo conlleva la obligación de vivir por lo que ella dice!

A pesar de todas las opiniones, excusas y racionalizaciones falibles, la Palabra de Dios se mantiene firme. Como nos dice Isaías 40:8, “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”.

La batalla cultural de hoy respecto a la Biblia fue bien resumida décadas atrás por el connotado escritor y profesor Bernard Rahm: “Mil veces ha sonado el tañido mortal de la Biblia, se ha formado el cortejo fúnebre, se ha grabado la inscripción en la lápida, y se ha leído el epitafio. Pero, por alguna razón, el cadáver nunca se queda quieto.

“Ningún otro libro ha sido tan desmenuzado, cortado, zarandeado, analizado y vilipendiado. ¿Qué libro sobre filosofía, religión o psicología . . . de los tiempos clásicos o modernos ha sido sujeto a un ataque tan masivo como la Biblia? ¿Con tanto veneno y escepticismo? ¿Con tanta minuciosidad y erudición? ¿A través de cada capítulo, línea y dogma? La Biblia todavía es amada y estudiada por millones” (Protestant Christian Evidences [Evidencias protestantes cristianas], 1957, pp. 232-233).

Quienes publicamos Las Buenas Noticias le animamos a que continúe estudiando la preciosa Palabra de Dios. ¡Nos complace acompañarlo en esta travesía y poder ayudarlo a lo largo del camino! BN

Estructuras y edificios bíblicos descubiertos por los arqueólogos

El arqueólogo Bryant Wood, director de investigaciones de la organización arqueológica Associates for Biblical Research [Asociados para la investigación bíblica ] y editor de la revista de arqueología Bible and Spade, compila una lista de varias estructuras hechas por el hombre que han sido identificadas y excavadas. A continuación están algunas de las más interesantes:

  • El estanque de Gabaón, donde las fuerzas de David e Is-boset se enfrentaron durante la lucha por el reino de Israel
  • (2 Samuel 2:12-32).
  • El palacio real de Samaria, donde vivían los reyes de Israel (1 Reyes 20:43; 21:1,2; 22:39; 2 Reyes 1:2; 15:25).
  • El conducto de agua bajo Jerusalén excavado por el rey Ezequías para proveer agua durante el asedio asirio (2 Reyes 20:20; 2 Crónicas 32:30).
  • El palacio real en Babilonia, donde el rey Belsasar celebró el banquete y Daniel interpretó la escritura en la pared
  • (Daniel 5).
  • El palacio real en Susa, donde Ester fue reina del rey persa Jerjes, llamado Asuero en la Biblia (Ester 1:2; 2:3, 5, 9, 16).
  • La puerta real en Susa donde se sentaba Mardoqueo, el primo de Ester (Ester 2:19, 21; 3:2, 3; 4:2; 5:9, 13; 6:10, 12).
  • Los cimientos de la sinagoga en Capernaum, donde Jesús llevó a cabo milagros y enseñaba (Marcos 1:21-28;
  • Juan 6:25-59).
  • La casa de Pedro en Capernaum, donde Jesús sanó a la suegra de Pedro y a otros (Mateo 8:14-16).
  • El pozo de Jacob, donde Jesús habló a la mujer samaritana (Juan 4).
  • El estanque de Betesda en Jerusalén, donde Jesús sanó a un hombre inválido (Juan 5:1-14).
  • El estanque de Siloé en Jerusalén, donde Jesús sanó a un hombre ciego (Juan 9:1-4).
  • El tribunal de Corinto, donde fue juzgado el apóstol Pablo (Hechos 18:12-17).
  • El teatro en Éfeso, donde ocurrió la sublevación de los artífices (Hechos 19:29).
  • El palacio de Herodes en Cesarea, donde Pablo fue alojado bajo custodia (Hechos 23:33-35).
  • (“¿Han sido descubiertas por los arqueólogos algunas de las estructuras de fabricación humana mencionadas en la Biblia?” ChristianAnswer.net, 1996).
  • Además, excavaciones recientes en Jerusalén han identificado tentativamente partes de las siguientes estructuras:
  • El palacio de David, construido por él en Jerusalén
  • (2 Samuel 5:11).
  • Las fortalezas de la ciudad de Jerusalén hechas por Salomón (1 Reyes 11:27).
  • El muro de defensa construido bajo Nehemías después que los exiliados retornaran de Babilonia (Nehemías 3; 4:1-6).