Lutero y Tyndale sobre la muerte: “Los muertos nada saben”
Mucha gente en la actualidad cree que la Biblia enseña que cuando una persona muere, tiene un alma inmortal que permanece consciente después de la muerte y se va al cielo a vivir con Dios o a sufrir algún tipo de tormento eterno en el infierno. Sin embargo, esto de ninguna manera es lo que la Biblia enseña. Por el contrario, nos dice que el hombre es un alma mortal que puede dejar de existir (Ezequiel 18:4, 20), y que morir es “el sueño de la muerte” (Salmos 13:3, Nueva Versión Internacional).
La Biblia compara reiteradamente la muerte con el sueño y no con la existencia consciente — un sueño del que debemos ser despertados en una futura resurrección (véase Daniel 12:2; Job 14:12-14; 1 Corintios 11:30, 15:51; 1 Tesalonicenses 4:13-14). La Escritura afirma explícitamente que “los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5, énfasis nuestro en todo este artículo). Además, asegura que “en el Seol [tumba]. . . no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (v. 10).
Muchos reconocen que la Biblia enseña sobre una resurrección futura. El argumento tradicional sostiene que el alma inmortal parte a una existencia incorpórea, peroconsciente, en el momento de la muerte, y que la resurrección es la restauración de un cuerpo renovado en el futuro para que el alma vuelva a habitarlo. Esto tiene que ver con lo que se llama estado intermedio de los muertos: el periodo de existencia entre la muerte del cuerpo y la futura resurrección.
Dadas las comparaciones bíblicas con el sueño, algunos se refieren despectivamente a la creencia en este estado intermedio de inconsciencia como “sueño del alma”. Sin embargo, esto es simplemente tomar la Escritura al pie de la letra, mientras que la creencia en un alma incorpórea en la otra vida no proviene de la Biblia, sino de la religión y la filosofía paganas.
Algunos han reconocido la verdad de este asunto durante siglos. Sin duda, muchos de los protestantes hoy en día se sorprenderían al enterarse de que ciertos personajes claves que consideran héroes de la fe (a saber, Martín Lutero, padre de la Reforma Protestante, y Guillermo Tyndale, que fue martirizado por su monumental trabajo de traducción de la Biblia al inglés) escribieron en contra de la inmortalidad del alma y de la idea de la conciencia en la muerte. Estos hombres enseñaron sobre el sueño del alma, al igual que los escritores inspirados de las Escrituras, como el apóstol Pablo.
Martín Lutero: “Los muertos duermen en completa inconsciencia”
Martín Lutero publicó en 1517 sus famosas 95 Tesis, en las que denunció los errores de la Iglesia católica. Al defender muchas de estas tesis posteriormente, en 1520, mencionó la idea de que “el alma es inmortal” entre “todas estas monstruosidades interminables en la cloaca romana de los decretos” (Assertion of All the Articles of M. Luther Condemned by the Latest Bull of Leo X, Works of Luther, [Afirmación de todos los artículos de M. Lutero condenados por la última bula de León X, Obras de Lutero], art. 27, ed. Weimar, vol. 7). La principal preocupación de Lutero al respecto era la concepción católica del tormento consciente de las almas en el purgatorio, que él rechazaba.
Poco después escribió: “Es probable, en mi opinión, que con muy pocas excepciones, los muertos duerman en completa inconsciencia hasta el día del juicio . . . ¿Con qué autoridad se puede decir que las almas de los muertos no pueden dormir . . . de la misma manera que los vivos pasan en profundo sueño el intervalo entre que se acuestan por la noche y se levantan por la mañana?” (Letter to Nicholas Amsdorf [Carta a Nicolás Amsdorf], 13 de enero de 1522, citada por Jules Michelet, The Life of Luther [La vida de Lutero], 1862, p. 133).
En cuanto a la cita de Eclesiastés que vimos anteriormente, Lutero señaló más tarde: “Salomón juzga que los muertos están dormidos y no sienten nada. Porque los muertos yacen sin contar días ni años, pero cuando son despertados, parece que han dormido apenas un minuto” (An Exposition of Solomon’s Book, Called Ecclesiastes or the Preacher [Exposición sobre el libro de Salomón, llamado Eclesiastés o el Predicador], 1553, folio 151v).
Lutero consideraba esto como una especie de existencia comatosa, afirmando en otra parte: “Así, después de la muerte, el alma va a su alcoba y a su paz, y mientras duerme no se da cuenta de su sueño, y Dios preserva al alma que despierta. Dios es capaz de despertar a Elías, Moisés y otros . . . para que vivan. ¿Pero cómo puede ser eso? No lo sabemos; nos contentamos con el ejemplo del sueño corporal, y con lo que Dios dice: es un sueño, un descanso y una paz” (Interpretation of the First Book of Moses, Writings [Interpretación del primer libro de Moisés, Escritos, vol. 1). Él intentaba explicar así la conservación de nuestra existencia a través de la muerte hasta la resurrección.
Y aunque Lutero tal vez no siempre fue consistente o claro, debemos reconocer que definitivamente no defendía la existencia consciente e incorpórea de un alma inmortal en el cielo o el infierno inmediatamente después de la muerte, como creen los luteranos y otros protestantes actuales.
Guillermo Tyndale responde a Tomás Moro
Por aquella misma época, Guillermo Tyndale defendió la enseñanza de la muerte como un sueño contra la denuncia del filósofo y estadista católico inglés bajo el rey Enrique VIII, Sir Tomás Moro, que también escribió Utopía.
Tyndale le respondió en 1530, sosteniendo: “Y tú, al ponerlas [a las almas difuntas] en el cielo, el infierno y el purgatorio, destruyes los argumentos con los que Cristo y Pablo prueban la resurrección . . . Y además, si las almas están en el cielo, dime por qué no están en tan buena situación como los ángeles. Y entonces, ¿qué causa [o razón] hay para la resurrección?” (An Answer to Sir Thomas More’s Dialogue [Respuesta al diálogo de Sir Tomás Moro], libro 4, cap. 4).
En la misma respuesta, Tyndale fustigó la postura de los católicos acerca del asunto por considerar que habían adoptado la enseñanza pagana, y declaró: “La verdadera fe propicia la resurrección . . . Los filósofos paganos, al negar esto, propusieron que las almas vivían siempre [como inmortales]. Y el papa une la doctrina espiritual de Cristo y la doctrina carnal de los filósofos, cosas tan contrarias que no pueden concordar, como tampoco lo hacen el Espíritu y la carne en un hombre cristiano. Y el papa de mente carnal aprueba la doctrina pagana, y por consiguiente corrompe la Escritura para establecerla”.
En otra parte de su respuesta, Tyndale afirma que el concepto de que los muertos fieles están conscientes en el cielo es contrario a la enseñanza de Cristo. Señala: “Y cuando él [Tomás Moro] prueba que los santos ya están en el cielo en la gloria con Cristo, diciendo: ‘Si Dios es su Dios, ellos están en el cielo, porque él no es el Dios de los muertos’ [como Moro trató de argumentar basándose en la afirmación de Jesús en Mateo 22:31-32], le roba a Cristo el argumento con el que prueba la resurrección: que Abraham y todos los santos deben resucitar, no que sus almas están en el cielo, doctrina que todavía no estaba en el mundo. Y con esa doctrina elimina totalmente la resurrección, y hace que el argumento de Cristo no tenga ningún efecto”.
Además, Tyndale usa dramáticamente la declaración del apóstol Pablo de que los cristianos son dignos de conmiseración, o desdichados, si no hay resurrección (1 Corintios 15:16-19), y también su instrucción de que los cristianos deben consolarse mutuamente por la pérdida de sus seres queridos con la esperanza de la resurrección al regreso de Cristo (1 Tesalonicenses 4:13-18). Esta instrucción no tendría sentido si esos seres queridos estuvieran ahora despiertos en el cielo. Tyndale lo explica sarcásticamente:
“‘No, Pablo, eres un inculto; ve con el Maestro [Tomás] Moro, y aprende un nuevo camino. No somos más desdichados, aunque no resucitemos; porque nuestras almas van al cielo tan pronto como morimos, y están allí tan alegres como Cristo que ha resucitado’. Y me maravilla que Pablo no haya consolado a los tesalonicenses con esa doctrina, si la hubiera sabido, de que las almas de sus muertos se hallaban en un estado de gozo; por el contrario, habló de la resurrección, de que sus muertos debían volver a vivir. Si las almas están en el cielo, en una gloria tan grande como la de los ángeles, según tu doctrina, muéstrame qué razón hay entonces para la resurrección”.
Y aunque no estamos de acuerdo con Lutero y Tyndale en varios aspectos de sus ideas religiosas, sí estamos de acuerdo en que la Biblia presenta la muerte como un estado en el que no hay conciencia.
Muchos otros reformadores reconocieron esto, pero la Reforma en general sostuvo, y aún sostiene, sus falsas enseñanzas sobre el alma inmortal en el cielo o en el infierno. Pero la verdad de las Escrituras sigue en pie. ¿Por qué no aceptar lo que la Palabra de Dios revela sobre este asunto tan crucial?