Los increíbles colibríes

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Los increíbles colibríes

Como vivo en Colorado, tengo la bendición de compartir espacio con una gran variedad de especies de aves. Durante el tiempo que he vivido aquí, algunas águilas calvas han anidado y criado aguiluchos en un gran lago cercano a mi casa, y a menudo oigo búhos en mis paseos vespertinos. Casi a diario vemos halcones, y hay muchos pájaros cantores que varían según la estación.

Pero de todos ellos, mis favoritos son los diminutos colibríes, no más grandes que un pulgar. Un fotógrafo de la naturaleza los apodó “joyas voladoras”, y eso es precisamente lo que parecen con sus plumas iridiscentes que brillan y cambian de color según el ángulo de la luz. He colocado bebederos para colibríes alrededor de mi casa, así que puedo verlos a menudo y de cerca.

Otra buena descripción de estos diminutos pájaros es la de “milagros voladores”, porque eso es exactamente lo que son.

En primer lugar, hay que tener en cuenta su asombrosa capacidad de vuelo. Mientras que la mayoría de los pájaros baten sus alas hacia arriba y hacia abajo, las alas de los colibríes se mueven en forma de ocho, lo cual les permite quedarse en un lugar, volar hacia atrás, o lanzarse en cualquier dirección en una fracción de segundo. Sus alas baten de 50 a 80 veces por segundo, pero pueden alcanzar la asombrosa cifra de 200 aleteos en ráfagas cortas.

Pueden volar a una velocidad de entre 48 y 56 kilómetros por hora y, según mediciones, cierta especie se lanza en picada a casi 28 metros por segundo. En relación con su tamaño, los colibríes pueden volar más rápido que los aviones de combate modernos, soportando fuerzas que harían perder el conocimiento a los seres humanos.

Estas asombrosas velocidades requieren un metabolismo igualmente asombroso.

Increíblemente, el ritmo cardíaco activo de un colibrí es de unos 1200 latidos por minuto. Para mantener tal metabolismo, estas aves deben alimentarse casi constantemente. Para que un ser humano funcionara a este nivel de energía, le sería necesario comer más de mil hamburguesas al día. Pero ninguna persona podría hacer tal cosa, porque un corazón que late tan rápido calentaría el cuerpo a 385 °C (725 °F), ¡haciendo que literalmente estallara en llamas!

Los colibríes se alimentan habitualmente de néctar y en el día beben el equivalente a su peso corporal e incluso más. Sus largos picos en forma de aguja contienen una lengua mucho más larga que se extiende y retrae de 15 a 20 veces por segundo al absorber el néctar.

Y luego están las increíbles migraciones de algunas especies. Una especie norteamericana común migra 6000 kilómetros desde México hasta Alaska cada primavera, y luego realiza el viaje a la inversa en otoño. Otra especie norteamericana común migra a través del golfo de México, en un viaje ininterrumpido de 800 kilómetros que dura entre 18 y 22 horas. Y, lo que es aún más sorprendente, migran solos, incluso colibríes jóvenes que nunca antes han hecho el viaje.

¿Cómo es posible que estas magníficas criaturas hayan podido evolucionar? Los evolucionistas aseguran que sí lo hicieron, pero, ¿cuántos cientos o miles de generaciones de colibríes habrían perecido tratando de volar sin detenerse sobre el golfo de México (en ambas direcciones)? ¿Acaso unos pocos descubrieron el golfo por casualidad y de alguna manera traspasaron la información a sus crías para que pudieran hacer un viaje idéntico, sin haberlo hecho nunca antes?

¿Y cómo es posible que el pico del colibrí haya evolucionado hasta ser ideal para beber el néctar de las flores en forma de trompeta? ¿De qué manera podría un colibrí haber vivido lo suficiente como para sobrevivir y evolucionar si no hubiera habido flores con forma de trompeta y néctar, y si su pico no hubiera sido adecuado para obtener otro tipo de alimento? ¿Y cómo pudieron evolucionar y prosperar las flores con forma de trompeta antes de que los colibríes evolucionaran y fueran capaces de polinizar dichas flores, permitiéndoles reproducirse?

¿Cómo pudo evolucionar la asombrosa capacidad de vuelo del colibrí, que le permite planear frente a una flor y beber el néctar de miles de ellas que necesita para mantener su extraordinario metabolismo? Lo mismo ocurre con la estructura única de sus alas y las articulaciones de sus hombros, que no se ven en otras especies de aves.

El apóstol Pablo escribió así respecto a los habitantes de todo el mundo en Romanos 1:20: “Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios” (Nueva Traducción Viviente).

Como se muestra en los artículos de esta edición, el poder eterno y la naturaleza divina de Dios se manifiestan claramente en lo que él ha hecho. Los nuevos descubrimientos científicos constantemente lo confirman.

Por el momento, mientras disfruto las acrobacias aéreas que realizan los colibríes alrededor de mi patio trasero, los contemplo y me vienen a la mente las palabras iniciales de los Salmos 14 y 53: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios”. BN