Los festivales de otoño

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Los festivales de otoño

Mucho antes de que se inventara el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés) y contáramos con los mapas modernos, la gente igual necesitaba direcciones, y con ese fin creaba representaciones de su ubicación en el mundo. Como escribió John Noble Wilford en The Mapmakers (Los cartógrafos): “Antes de que los europeos llegaran al Pacífico, los isleños de las Islas Marshall hacían mapas de palos. Ataban palos con fibras para representar los vientos dominantes y los patrones de las olas, e insertaban conchas o coral en los lugares apropiados para representar las islas. Cuando un tahitiano comunicó sus conocimientos de la geografía del Pacífico Sur al capitán Cook dibujando un mapa, quedó claro que él y su pueblo estaban bastante familiarizados con el concepto cartográfico.

“Los mapas precolombinos de México indicaban los caminos mediante líneas de huellas. Hace siglos, los esquimales tallaban precisos mapas costeros en marfil, los incas construían elaborados mapas en relieve de piedra y arcilla, y los primeros europeos dibujaban esbozos de mapas en las paredes de sus cuevas” (1981, p. 7).

Los cartógrafos están de acuerdo en que hay algo fundamental en la idea de un mapa: “Es una forma básica de comunicación humana . . . De hecho, el término mapa se utiliza a menudo de forma metafórica para explicar otros tipos de conocimiento y comunicación. En la conversación cotidiana, la palabra mapa se utiliza para transmitir la idea de clarificación: alguien traza un plan o traza su futuro”
(p. 13).

¿Podría haber también una especie de mapa, un conjunto de símbolos progresivos, para mostrarnos a todos hacia dónde se dirigen nuestras vidas finalmente? Sí, lo hay, y se encuentra en la Biblia. Pero no solo en sus enseñanzas generales, sino en una secuencia de observancias que Dios ha ordenado: sus fiestas o festivales anuales.

Lamentablemente, la corriente principal del cristianismo prácticamente ha ignorado el mapa bíblico básico que conduce a la salvación, y en su lugar ha adoptado símbolos paganos tradicionales. Por ejemplo, ha sustituido los significativos días santos de Dios por fiestas como la Navidad y Pascua de Resurrección. Cuando se lee mal un mapa, una equivocación puede equivaler a dos kilómetros.

No es de extrañar que la humanidad se haya metido sistemáticamente en callejones bíblicos sin salida o haya tomado desvíos religiosos frustrantes y confusos, en lugar de seguir el camino hacia la vida eterna. Exploremos brevemente los símbolos de Dios en sus festivales anuales de otoño (en el hemisferio norte), que marcan y señalan el camino hacia la inmortalidad en el Reino de Dios venidero.

Además de su sábado semanal, nuestro Creador ha revelado siete festivales anuales que comienzan en primavera, cada uno de los cuales representa un gran acontecimiento en la cartografía de la salvación de Dios para la humanidad. Sin embargo, este artículo en particular examina y destaca solo los cuatro festivales que tienen lugar a finales del verano y en el otoño (como dijimos, en el hemisferio norte).

Cada uno de ellos representa un punto de inflexión decisivo en la historia de la humanidad. Las tres fiestas de primavera anteriores –Pascua, Panes sin Levadura y Pentecostés –, significan y representan respuestas personales a la intervención de Dios en las personas a las que llama y elige durante esta era del hombre. La Biblia las llama  primicias de la salvación de Dios. (Para un análisis más completo de estas siete ocasiones anuales, solicite o descargue nuestra guía de estudio gratuita Las Fiestas Santas de Dios: Esperanza segura para toda la humanidad).

La Fiesta de las Trompetas traza la llegada de Jesucristo

La primera fiesta del otoño es la Fiesta de las Trompetas. Esta fiesta bíblica nos ayuda a comprender por qué Jesucristo debe regresar, y nos revela qué hará cuando llegue.

También revela lo que les sucederá a sus verdaderos seguidores, tanto a los que aún vivan como a los que estén “muertos en Cristo” a su venida: todos serán transformados inmediatamente en hijos inmortales de Dios (1 Corintios 15:22-23, 42-44, 50-53). Jesús reunirá a sus elegidos (véase 1 Tesalonicenses 4:15-17), que después lo seguirán cuando descienda sobre el monte de los Olivos (Apocalipsis 19:14; Zacarías 14:4).

Cuando la Fiesta de las Trompetas fue revelada a la nación de Dios, Israel (Levítico 23:24), las trompetas eran, y siguen siendo, símbolos que indicaban una advertencia de guerra. Israel a menudo tocaba las trompetas para alertar a su ejército y a la población en general de que la batalla era inminente. Considere las trompetas que se tocaron cuando Dios ordenó a Israel conquistar Jericó (Josué 6). El toque de trompetas señalaba una batalla inmediata.

El libro del Apocalipsis muestra igualmente el toque de trompetas como preparación para el regreso de Jesús. El cumplimiento de la Fiesta de las Trompetas se destaca claramente en los capítulos 8 al 11 de Apocalipsis, donde las siete trompetas de Dios advierten sobre grandes acontecimientos cataclísmicos. Estos toques de trompeta sirven de preludio a las siete últimas plagas de Apocalipsis 16.

La Fiesta de las Trompetas simboliza el regreso de Cristo, el acontecimiento más crucial y bien trazado de toda la historia de la humanidad. Cuando los cristianos celebran la Fiesta de las Trompetas, en cierto sentido están representando por adelantado un gran símbolo de su salvación. (Si desea comprender el significado de estas profecías bíblicas en mucho más detalle, solicite o descargue nuestra guía de estudio gratuita El Apocalipsis sin velos).

El Día de Expiación traza la eliminación de Satanás

El Día de Expiación se centra en la futura eliminación del diablo y sus secuaces, poderosos espíritus malignos e invisibles a simple vista para el ser humano, llamados demonios. Como agentes del engaño y la influencia nefasta, han estado engañando a la humanidad desde el huerto de Edén (véase Apocalipsis 12:9).

El hecho de que hoy en día muchos duden de la existencia de los espíritus malignos demuestra cuán exitoso es su engaño. (Para obtener la prueba bíblica, solicite o descargue nuestra guía de estudio gratuita ¿Existe realmente el diablo?).

Muchos pasajes bíblicos revelan que Satanás está profundamente involucrado con la humanidad en general. Recordemos que cuando el diablo ofreció a Jesucristo los reinos del mundo, Jesús no disputó su dominio sobre la humanidad. “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adoras (Mateo 4:8-9, énfasis nuestro en todo este artículo).

El apóstol Pablo nos dice que Satanás es el dios de este mundo y que ha cegado las mentes de todos los seres humanos (2 Corintios 4:4). Él comenzó su engaño a la humanidad con nuestros primeros padres, Adán y Eva (Génesis 3:1-6; Romanos 5:14-15).

Felizmente, la obra destructiva de Satanás llegará a su fin. Cuando Cristo regrese, eliminará al diablo del ámbito humano durante mil años (Apocalipsis 20:1-3; compárese con Romanos 16:20). Este gran acontecimiento está trazado o simbolizado por el Día de Expiación. Los cristianos observan esta festividad bíblica única ayunando, acercándose a Dios y reconociendo que dependen totalmente de él (Levítico 23:26-32; Hechos 27:9).

La razón por la cual Dios va a eliminar a Satanás y a su reino demoniaco del ámbito humano es muy clara: ellos son la raíz de todos los problemas humanos, el dolor, el sufrimiento, la guerra y la muerte. Sin el destructor, la paz finalmente reinará en la Tierra (Isaías 14:4-7). Solo entonces podrá la humanidad continuar el camino hacia la paz y la prosperidad de Dios.

El Día de Expiación mantiene abierto el camino para que toda la humanidad experimente el maravilloso mundo de mañana, ¡el Reino de Dios que viene! Ese tiempo está simbolizado por la alegre Fiesta de los Tabernáculos, la siguiente parada en la hoja de ruta hacia la vida eterna.

La Fiesta de los Tabernáculos traza el camino a la paz y la prosperidad universales

La Fiesta de los Tabernáculos, una celebración de siete días, simboliza claramente el gran destino de la humanidad en el camino hacia la paz y la prosperidad universales. Sin embargo, ese destino no puede alcanzarse antes que los anteriores. Debe producirse una secuencia específica y ordenada de acontecimientos para que la humanidad llegue sana y salva a su destino final. No hay atajos.

A modo de breve repaso, la Fiesta de las Trompetas anuncia el regreso de Jesucristo, cuando resucita a los muertos en Cristo y cambia a los cristianos que aún viven (1 Tesalonicenses 4:16-17; 1 Corintios 15), y comienza a eliminar todos los gobiernos tiránicos (Apocalipsis 11:15-18).

El siguiente destino en el plan maestro de salvación de Dios es, como vimos, el Día de Expiación, cuando Cristo elimina a Satanás y lo encarcela (Apocalipsis 20:1-3). Solo entonces podrá florecer la paz en la Tierra (Isaías 14:7; 11:1-9). Esto conduce al siguiente paso, representado por la Fiesta de los Tabernáculos, cuando Jesús reinará como Rey sobre todas las naciones durante mil años.

Hoy en día, los discípulos de Cristo que comprenden paso a paso el significado de los símbolos del mapa de la salvación de Dios observan anualmente la Fiesta de los Tabernáculos en anticipación del gran futuro de la humanidad.

En toda la Tierra, la humanidad se regocijará en una paz y prosperidad sin parangón. Desaparecerán la guerra, la violencia, el engaño, las hambrunas y todos los demás problemas insolubles que hoy asolan a la humanidad (Isaías 11:1-9; Miqueas 4:1-7). Esta Tierra cansada de guerras se convertirá en un nuevo huerto de Edén, que comenzará en Jerusalén y luego se extenderá a todas las naciones (Ezequiel 36:35; Zacarías 14:16).

El Octavo Día traza la salvación para la humanidad

Durante la temporada de festivales de otoño, a la Fiesta de los Tabernáculos le sigue otro gran acontecimiento. Esta parada en el mapa bíblico que Cristo ha revelado a sus santos tiene un significado asombroso: muestra figurativamente el destino de todos los seres humanos que habrán vivido desde la época de Adán hasta la segunda venida de Cristo.

Se llama el Octavo Día o Último Gran Día, que sigue a los siete días de los Tabernáculos. “Al octavo día celebraréis una asamblea sagrada en honor al Señor . . . Es una asamblea sagrada; ese día no harás ningún trabajo” (Levítico 23:36, Nueva Versión Internacional).

Tenga en cuenta que tal como un mapa de carreteras común y corriente tiene los símbolos apropiados para representar la realidad de los destinos, así Dios ha dado símbolos para mostrar la realidad de sus principales objetivos para la humanidad.

Al pueblo de Dios se le ordena observar la Fiesta de los Tabernáculos durante siete días, el primero de los cuales es un día santo (versículos 34-35). A continuación, en el octavo día, hay una fiesta final que representa la oportunidad de salvación para todos los seres humanos que hayan vivido alguna vez sin conocer ni comprender realmente la verdad de Dios. Esto implica una resurrección general a la vida física, momento en el que Jesucristo y sus santos reinantes revelarán el verdadero camino hacia la salvación.

Fijémonos en dos pasajes significativos de Apocalipsis 20 que nos ayudan a comprender esta fiesta simbólica: “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años” (versículo 5). “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo . . . Y vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (versículos 11-12).

A las multitudes de seres humanos de épocas pasadas se les entregará una verdadera comprensión, y tendrán entonces su primera oportunidad de arrepentirse y cambiar. Será un tiempo de juicio, porque estos seres humanos serán juzgados o evaluados por Jesucristo con misericordia y compasión durante un periodo de tiempo (1 Corintios 11:31-32), no sentenciados inmediatamente.

Otro pasaje notable se encuentra en la profecía de Ezequiel 37, a menudo incomprendida. El valle de los huesos secos representa a toda la casa de Israel, las 12 tribus (no solo el pueblo judío), que vivieron y murieron sin esperanza aparente. En ese momento, Cristo resucitará a todos los seres humanos, israelitas y gentiles por igual, a todos los que hayan vivido alguna vez y que nunca conocieron realmente a Dios. Serán resucitados a la vida física, pero se les ofrecerá su Espíritu y la esperanza de salvación que nunca tuvieron (Ezequiel 37:11-14).

Y aunque algunos acabarán rechazando a Dios y se perderán (serán destruidos en un lago de fuego, Apocalipsis 21:8), la mayoría aceptará a Dios y sus caminos y se unirá a los santos en la salvación eterna.

El regreso de Jesús es simbolizado por las fiestas de otoño

Las cuatro fiestas de otoño pueden compararse apropiadamente con grandes hitos para toda la humanidad, trazados de antemano por Dios en su Santa Biblia. Cada una llega en su propio orden y secuencia adecuados, tal como ocurre con un mapa urbano, que de ciudad en ciudad conduce a un destino físico. No obstante, con el mapa de Dios el destino final es la salvación de la humanidad.

La mayoría de la gente hoy en día no sabe ni entiende cómo leer y estudiar la Biblia. Durante esta era de confusión, al pueblo de Dios se le da el entendimiento para seguir su mapa del futuro que conduce a la eternidad con él.

El gran destino final de la humanidad es convertirse en hijos inmortales de Dios Padre y hermanos menores de Jesucristo, que vivirán y servirán en la Nueva Jerusalén, en una Tierra nueva y en todo el universo por los siglos de los siglos (Apocalipsis 21-22; Hebreos 2:8; Deuteronomio 4:19).

El plan y el propósito de Dios revelados en las páginas de la Biblia constituyen el mapa que el pueblo de Dios actualmente comprende y sigue diligentemente. Sin embargo, junto con la capacidad que Dios nos ha dado de leer su mapa de la salvación, también hay una responsabilidad. Aquellos que tienen el conocimiento de Dios y que se hallan esparcidos en una sociedad global en tinieblas, deberían regocijarse en estos festivales y ayudar a mostrar al mundo el camino de Dios y su senda de salvación para la humanidad. bn