¿Le ha entregado realmente su vida a Dios?

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¿Le ha entregado realmente su vida a Dios?

Crecí asistiendo a una iglesia fundada hacía mucho tiempo, pero nunca se me ocurrió cuestionar sus enseñanzas. Es decir, hasta que me desafiaron a comparar mis creencias con lo que realmente decía la Biblia. Cuando comencé a estudiar las Escrituras, me asombró descubrir que mucho de lo que había aprendido previamente era erróneo.

También me di cuenta de que mi forma de vivir desagradaba a Dios, pues no estaba obedeciendo plenamente todos sus mandamientos. Después de entender esto, supe que necesitaba un cambio total en la dirección espiritual de mi vida: de seguir lo que yo suponía eran los caminos de Dios a buscar diligentemente sus prioridades según aparecen en las Escrituras. En otras palabras, necesitaba ceder el control de mi vida a mi Creador.

Si usted se considera cristiano, ¿se ha preguntado alguna vez si ha estado yendo, sin querer, en la dirección espiritual incorrecta? Tal vez sienta que ha entregado su vida a Dios, ¿pero lo ha hecho realmente? Estos son interrogantes complejos, pero muy relevantes, que examinaremos en este artículo. No obstante, primero repasemos brevemente algunos ejemplos bíblicos que demuestran cómo ciertas preguntas similares pueden aplicarse a naciones enteras.

Ejemplos de arrepentimiento nacional

Comenzando con la historia del profeta Jonás, quizá usted sepa que inicialmente él se opuso al mandato de Dios de ir a la gran ciudad capital de la antigua Asiria para amonestar a sus habitantes sobre la necesidad de arrepentirse de su mala conducta (Jonás 1:1-2). Cuando Jonás finalmente cumplió la orden de Dios, caminó por las calles de Nínive proclamando la seria advertencia de Dios (Jonás 3:4).

¿Qué sucedió finalmente? El pueblo de Nínive, guiado por su rey, ayunó y “dejó de hacer lo malo, Dios decidió no destruirlos” (v. 10, Traducción en Lenguaje Actual, énfasis nuestro en todo este artículo). Aunque los ciudadanos de Nínive pudieron haber pensado que llevaban una vida justa, el profeta de Dios les dijo lo contrario, y respondieron positivamente.

Otro ejemplo fue el de Salomón, rey del antiguo Israel. Él hizo una larga y ferviente oración durante la dedicación del templo en Jerusalén, confesando en ella que la nación israelita probablemente caería en pecado y sería castigada. Sin embargo, también le pidió a Dios que perdonara a sus habitantes en caso de que reconocieran su conducta pecaminosa y cambiaran sus vidas (2 Crónicas 6:26-31).

Examinemos otro caso de arrepentimiento nacional en la Biblia. Antes de que Ezequías llegara a ser rey de Judá, la nación había caído en la idolatría y quebrantaba el mandamiento del sábado. La reacción de Ezequías, cuando se convirtió en rey, fue hacer reformas que incluían la adoración del Dios verdadero, la renovación de las ofrendas de sacrificio y la observancia de las fiestas anuales de Dios, incluida la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura (2 Crónicas 30:1-27).

El resultado fue que muchas personas, que probablemente no se habían dado cuenta de lo mucho que se habían alejado de Dios, se volvieron a él. A medida que se producía un avivamiento y se extendía por toda la nación, Dios se complació y la bendijo (2 Crónicas 30:20; 31:21).

Y más tarde, cuando el rey asirio Senaquerib sitió a Jerusalén en un intento por conquistar a toda la nación de Judea, Ezequías buscó la ayuda de Dios con una oración ferviente y humilde (2 Reyes 19:14-19). Respondiendo rápidamente al sincero llamamiento del rey, Dios envió un ángel para destruir a 185 000 soldados asirios en una sola noche (versículos 35-36).

Estos ejemplos muestran que una nación puede arrepentirse verdaderamente de sus pecados y recibir a cambio el perdón y favor de Dios. Él así lo confirma cuando promete: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

Si bien la Biblia muestra que el perdón nacional tuvo lugar en el pasado, ¿podría apiadarse Dios de los países pecadores de nuestro mundo moderno si se arrepienten de sus malas acciones? Sí. Como Dios nos dice, “En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles” (Jeremías 18:7-8).

Por lo tanto, el perdón nacional ciertamente todavía es una posibilidad, ¡así que oramos y esperamos que sea una realidad!

Tenemos una obligación personal con nuestro Creador

Sin embargo, aun si las naciones no se apartan de sus malos caminos, cada individuo, incluidos usted y yo, tiene la obligación personal de hacerlo.

En este sentido, volvamos ahora a la pregunta planteada anteriormente: ¿será posible que usted esté encaminándose en la dirección espiritual incorrecta, sin siquiera saberlo?

Quizá usted ama a Dios, lee la Biblia, ora y procura ser una buena persona, pero ¿le ha entregado realmente su vida, con sincero arrepentimiento? ¿Lo está adorando de la manera que él ordena en las Escrituras?

¿Qué exige Jesucristo de sus seguidores? Él hizo muchas afirmaciones concretas sobre lo que espera. Por ejemplo, dijo: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:10).

Cristo también dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). El simple hecho de reconocer que Cristo es nuestro Señor o Maestro no es suficiente. ¡Debemos vivir como Dios nos ordena!

Cuando un joven le preguntó a Jesús qué debía hacer para obtener la vida eterna, él le dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). Luego mencionó varios de los Diez Mandamientos para aclarar a qué se refería (véanse los versículos 18-19).

Si guardar los mandamientos era necesario en el tiempo de Jesús, sin duda también están vigentes hoy, pues Dios dice: “Porque yo el Eterno, no cambio” (Malaquías 3:6). Hebreos 13:8 nos dice que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos”. Entonces, si usted se considera uno de los seguidores de Jesús, ¿está guardando cada uno de los Diez Mandamientos como él ordenó, incluido el cuarto mandamiento en Éxodo 20:8, “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”?

La influencia del diablo en la sociedad moderna

En estos pasajes queda claro que la obediencia a Dios es esencial para un cristiano en el caótico mundo de hoy, tan manipulado por Satanás el diablo. Muchos no se dan cuenta de que la influencia de Satanás es tan fuerte que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). Efesios 2:2 explica además que Satanás influye en la mente de las personas como el invisible “príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”.

Al leer esto tal vez usted piense: “Al menos estoy a salvo del diablo porque soy cristiano. Puesto que creo en Jesús y lo amo, ciertamente Satanás no me engaña”. Antes de iniciar mi investigación de la Biblia, pensaba casi lo mismo. Sin embargo, aprendí que las Escrituras revelan claramente que como la totalidad de la sociedad humana ha sido influenciada por el diablo, eso incluía a las iglesias cristianas tradicionales y sus creyentes, entre los que estaba yo.

De hecho, la mayoría de las personas que profesan el cristianismo hoy en día no tienen idea de cuán incompatibles son las verdaderas enseñanzas bíblicas con muchas de las doctrinas y prácticas de iglesias fundadas hace muchísimo tiempo. Las ideas religiosas, creencias y observancias de invención humana, e incluso de origen demoniaco, erróneamente se consideran “cristianas”.

¿Qué dice realmente la Biblia acerca de cambiar las leyes de Dios o la forma de adoración que él ordena? Muchas personas tienden a pensar que pueden elegir por sí mimas cómo adorar a Dios, siempre que su intención sea honrarlo.

¡Pero Dios tiene un punto de vista diferente! Simplemente no acepta la adoración que él no ha creado ni ordenado. Le dijo al antiguo Israel: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás” (Deuteronomio 12:32). Pero eso no impidió que la gente de ese tiempo o desde entonces contraviniera las instrucciones divinas. Jesús dijo: “En vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15:9).

Sin embargo, ¿cómo fue posible que las verdaderas instrucciones bíblicas fueran reemplazadas por enseñanzas falsas? Los apóstoles de Jesús advirtieron varias veces sobre la aparición de falsos maestros que, inconscientemente influenciados por el diablo, promoverían creencias eminentemente dañinas (2 Pedro 2:1; 2 Corintios 11:15).

Incluso Jesús mismo advirtió enfáticamente a sus discípulos que tuvieran cuidado con el engaño generalizado de aquellos que decían representarlo (Mateo 24:4-5). En otro lugar los describió como lobos con piel de cordero (Mateo 7:15).

Examine sus creencias e ideas religiosas

El apóstol Pablo dijo que aunque estos embaucadores parecerían sinceros, en realidad serían “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo” (2 Corintios 11:13).

Jesús dijo que muchísimas personas creerían ser fieles seguidoras de Cristo, pero no lo serían debido a su desobediencia: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23).

¡Permita que lo que Jesús y sus apóstoles advirtieron en los pasajes anteriores lo motiven a examinar seriamente por sí mismo sus propias creencias e ideas religiosas!

¿Qué puede hacer para estar seguro de no desviarse espiritualmente? Para estarlo, es crucial el estudio personal de la Biblia y obedecer cuidadosamente todas sus instrucciones (Salmos 119:172; Lucas 4:4; Hebreos 4:12). Eso incluye aceptar a Jesucristo como su Salvador personal y a la vez buscar diligentemente el Reino de Dios y su justicia (Gálatas 2:20; Mateo 6:33). También significa que debe llevar una vida como la que vivió Jesús: guardando todos los mandamientos de su Padre (Juan 15:10).

Todo esto tiene mucho que ver con lo que la Biblia llama arrepentimiento (Hechos 11:18; 17:30; 2 Timoteo 2:25-26). ¿Sabía usted que la primera declaración que Jesús hizo al comenzar su ministerio público fue “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”? (Ver Mateo 4:17.) Al decir esto, estaba llamando a todas las personas a dejar su conducta pecaminosa, que la Biblia define como infracción de la ley (1 Juan 3:4).

El arrepentimiento genuino significa someterse a Dios en todas las áreas de la vida. Esto incluye alejarse de las enseñanzas y tradiciones religiosas falsas y a cambio seguir la Palabra de Dios en cuanto a la adoración que él manda (Isaías 55:7-9; Juan 4:23-24), como observar el reposo del séptimo día y los días santos anuales de Dios.

También implica compañerismo con otros cristianos obedientes y estudiar la Biblia y orar con regularidad. Y, de suma importancia, el arrepentimiento significa cambiar la forma en que vivimos, abandonando nuestros propios caminos y pensamientos egoístas (Filipenses 2:3).

Arrepentimiento significa entregar su vida a Dios

Entonces, en síntesis, arrepentimiento significa someter por completo nuestra vida y entregársela a Dios. Al hacerlo reconocemos que él es perfecto en conocimiento, sabiduría y autoridad, y que como nuestro Creador señala el camino de vida que debemos recorrer.

Cuando Dios el Padre abre nuestra mente a la verdad bíblica concediéndonos el arrepentimiento, nos revela nuestra verdadera naturaleza interior. El apóstol Pablo lo explicó de esta manera: “La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo” (Romanos 8:7, Nueva Versión Internacional).

Pablo también declaró que “el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente” (1 Corintios 2:14, La Biblia de las Américas).

Cuando Dios comienza su obra en nosotros, empezamos a ver que nuestro modo de vida normal, que nos parece correcto y bueno, no conduce espiritualmente a ninguna parte. Proverbios 14:12 dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. Dios quiere que entendamos que “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

Como indicamos anteriormente, Satanás influye de manera astuta en la mente de todos los seres humanos (1 Juan 5:19). Sin embargo, una persona que Dios llama al arrepentimiento tiene la magnífica oportunidad de deshacerse del yugo de esclavitud de Satanás (ver Gálatas 5:1) y reemplazarlo por el yugo fácil y ligero de Jesucristo, que dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). A través del arrepentimiento nos ponemos en las manos expertas de nuestro Creador, que es la única forma de alcanzar gozo duradero y paz mental genuinos (Santiago 4:6; Filipenses 4:7).

Nuestra entrega a Dios no significa que él de alguna manera esté creando androides carentes de pensamiento autónomo. Por el contrario, él desea que usemos nuestra mente, nuestra capacidad de razonamiento, para que con su ayuda y a través de su Palabra lleguemos a comprender y comprobar en nuestras propias vidas que su camino es recto y bueno (Hebreos 4:12; Eclesiastés 7:25; Romanos 16:19). “El alimento sólido [el verdadero conocimiento bíblico] es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo” (Hebreos 5:14, Nueva Traducción Viviente).

Una nueva vida, llena de la naturaleza divina de Dios

Cuando una persona responde al llamado del Padre, se arrepiente y se bautiza, recibe el don de Dios, su esencia y poder, que es el Espíritu Santo (Hechos 2:38). La persona entonces comienza una nueva vida de crecimiento espiritual a medida que la vieja naturaleza humana egoísta es reemplazada gradualmente por la naturaleza desinteresada, amorosa y divina de Dios (2 Timoteo 1:6; 2 Pedro 1:4).

Esta es una vida de transformación total.

Teniendo en cuenta eso y todo lo que ha leído, ¿está dispuesto a examinar honestamente sus costumbres y creencias a la luz de lo que dicen las Escrituras? ¿Está preparado para hacer cambios en su vida y reflexionar en lo que realmente dice la Biblia?

Se necesita fe genuina y valor de parte de Dios para no seguir las ideas y creencias del mundo que nos rodea (Mateo 7:13). Y, más allá de eso, es a través del llamado y la intervención de Dios en nuestras vidas que llegamos a reconocer la realidad de nuestra naturaleza pecaminosa interior y recibimos el poder para cambiar y agradarle verdaderamente.

En mi caso personal sé que si Dios no me hubiera llamado para ayudarme a comprender la verdad espiritual y mi necesidad de arrepentimiento, habría quedado atrapado en una forma de vida egocéntrica. Sin embargo, Dios por su misericordia me mostró una nueva y mejor manera de vivir y cómo prepararme para un futuro asombroso como uno de sus hijos inmortales en su reino venidero (Romanos 2:4; Santiago 1:25; Apocalipsis 21:7).

Y así, tal como hizo por mí, Dios está dispuesto a hacer lo mismo por usted. Él quiere ayudarlo a comprender su naturaleza y otorgarle la gracia divina y la oportunidad de arrepentirse de sus pecados y entregarle su vida por completo en humildad y obediencia.

¿Responderá a su llamado y seguirá sus instrucciones? ¡Él está esperando su respuesta! BN