Las citas románticas no tienen por qué romperte el corazón: Para nuestros lectores jóvenes

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Las citas románticas no tienen por qué romperte el corazón

Para nuestros lectores jóvenes

¿Por dónde empezar un artículo sobre las citas románticas? Mientras le daba vueltas a esta pregunta en mi cabeza, decidí ponerme en contacto con algunos adolescentes y jóvenes adultos y simplemente preguntar. Recibí unas cuantas respuestas maravillosas y reflexivas, y sorprendentemente muchas coincidían. El miedo a no encontrar a alguien con quien casarse. Tomarse las relaciones con calma. ¿Debo salir con alguien solo por diversión, o hay un propósito mayor? ¿Cómo sé si la persona que me gusta es la que Dios quiere? ¿Alguno de estos temas te suenan a algo que te hayas planteado antes?

Las citas románticas típicamente siguen los siguientes pasos: te comprometes con una persona en una relación romántica. Cuando empiezan a conocerse, te das cuenta de que esa persona no es “la elegida”. Así que rompes y quemas el puente de la amistad y sigues repitiendo este patrón, con la esperanza de encontrar a tu media naranja. ¿En qué otro ámbito de la vida permitimos que las cosas dependan de tanto ensayo y error, y que el resultado sean tantos desengaños y frustraciones?

En Romanos 12:2 se nos dice: “No imiten las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” (Nueva Traducción Viviente). Así que, en lugar de conformarnos a las normas que rigen las relaciones románticas del mundo, que pueden causar tanta carga y angustia emocional, consideremos una alternativa.

Los Salmos nos hablan una y otra vez sobre la importancia de esperar en Dios. “¡Espera en el Señor! ¡Infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡Sí, espera en el Señor!” (Salmo 27:14, Reina Valera Contemporánea). Siempre me ha gustado este versículo, pero nunca lo había relacionado con las relaciones románticas.

Esperar en Dios no significa ser pasivo; por el contrario, comprende llevar nuestros deseos a Dios con fervor en oración, sabiendo que él escucha nuestras peticiones. Implica desarrollar un carácter moral y virtuoso y enfocarse en el desarrollo personal con la ayuda de Dios. Esperar en Dios también requiere confiar en que él sabe quién complementará mejor nuestros puntos fuertes y débiles, y tener en cuenta su tiempo.

Mírate en el espejo

Cuando estaba en la escuela secundaria, era tan fácil evaluar el potencial de los demás que rara vez me detenía a considerar si yo estaba o no a la altura. La Biblia está llena de rasgos de carácter que debemos desarrollar si deseamos estar en el Reino de Dios. Dedica tiempo a estudiar su Palabra y averigua qué exige él de ti. Es mucho más difícil desarrollar características como honradez, honestidad e integridad, que juzgar a los demás. Considera qué tipo de cónyuge serías para otra persona. ¿No querrías a alguien que se esforzara entusiastamente por parecerse más a Dios? ¡Te desafío a que también seas esa persona!

Pensar en todo lo que significa crecer en tantos aspectos tal vez te resulte desalentador, pero los buenos amigos pueden ayudarte en esta tarea. En el escenario típico de las relaciones románticas, una persona se compromete tan plenamente con otra que a menudo se dejan de lado otros amigos y relaciones. Esto puede impedir que se desarrollen relaciones sanas, sobre todo las que se necesitan cuando se rompe una relación romántica. ¿Cuánto más alentador sería tener un grupo sólido de amigos que apoyaran tu crecimiento y desarrollo?

Confía en los tiempos de Dios

El calendario de Dios puede parecer un tema confuso. Tenemos muchos ejemplos bíblicos de personas que decidieron tomar las cosas en sus manos en lugar de esperar en Dios. Consideremos, por ejemplo, la historia de Abraham y Sara, cuando se les prometió un hijo (Génesis 18). Esta promesa no venía acompañada de un plazo, pero cuando Sara vio que no podía tener un hijo en el tiempo previsto, incluyó a Agar en su relación. Así nació Ismael, y las repercusiones de esta decisión se siguen viendo hoy en día (lee el capítulo “Los hijos de Abraham” en nuestra guía de estudio gratuita El Cercano Oriente en la profecía bíblica). Abraham y Sara utilizaron razonamientos humanos para justificar sus actos.

Puede que no siempre comprendamos los tiempos de Dios, pero sabemos que su voluntad para nosotros nunca requiere que pequemos. Cualquier relación que te exija transigir o ir en contra de tus principios morales no es lo que Dios querría para ti. Claro que todos cometemos errores, y Dios trabaja con nosotros a pesar de nuestros defectos. Pero no traspases los límites de Dios esperando al mismo tiempo que eso te lleve a una relación sana. Mantente firme en tus creencias y sigue orando para que Dios te proporcione lo que desea para ti en su momento.

Observa el ejemplo de Ana en 1 Samuel 1. Ana pedía fervientemente lo que más deseaba y, a pesar de que se burlaban de ella, iba año tras año al tabernáculo de Dios. Pero esperó el momento de Dios con oración y perseverancia, y Dios respondió su plegaria.

Llévaselo a Dios

Por encima de todo, debemos comprometernos primero con nuestra relación con Dios. Si pones en primer lugar lo que él desea en tu vida, podrás establecer prioridades que te permitan crecer. Pero no me malinterpretes: habrá desafíos cuando decidas que quieres esperar el momento de Dios en tu vida.

Puede que todos tus amigos tengan citas exclusivas, y puede parecer muy divertido en el momento (¡las citas son muy divertidas cuando se hacen bien!). Puede que solo haya un pequeño grupo de adolescentes o jóvenes adultos en tu área que valoren el camino de Dios. Y cuando encuentres a alguien que te interese y comparta tus creencias, puede que vivan a horas de distancia el uno del otro. Pero estos problemas y frustraciones pueden superarse si acudes a Dios y confías en que él tiene un plan asombroso para tu vida. “El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría” (Salmo 30:5, NTV).

Salir con alguien no tiene por qué ser una experiencia desgarradora. Concéntrate en desarrollar tu carácter y en convertirte en un hombre o una mujer de Dios. Espera el momento oportuno de Dios y una relación orquestada por él, mientras mantienes grandes amistades con quienes te apoyarán y animarán. Luego deja que Dios te guíe cuando estés preparado para un compromiso más serio. Dios tiene un plan para ti, y es mejor de lo que puedas imaginar. Como afirma en Jeremías 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eerno, pensamientos de paz, y no de desgracia, para daros un porvenir y una esperanza” (RVR1977). BN