Las abejas: Diminuto testimonio del Dios Todopoderoso

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Las abejas

Diminuto testimonio del Dios Todopoderoso

La increíble abeja melífera o productora de miel es un testimonio de la maravillosa obra de Dios. De las ocho especies (del género Apis), la melífera occidental es la más conocida y los estudiosos del tema no se cansan de admirar su diseño perfecto y la forma en que ejecutan, sin fallas, el papel que juegan en la vida de la Tierra.

Todos los complejos aspectos de la polinización tuvieron que darse de manera perfecta la primera vez para que las abejas pudieran desarrollarse y que las flores que dependían de ellas pudieran reproducirse y dar fruto. El escritor Holley Bishop lo expresa de manera muy simple: “Las flores son indispensables para [la existencia de] las abejas, y viceversa” (Robbing the Bees: A Biography of Honey, [Despojando a las abejas: Una biografía de la miel], 2005, p. 116).

Es una gran cosa que la abeja esté perfectamente equipada para localizar y recolectar néctar, porque medio kilo de miel equivale a más de 88 000 km de vuelo de las abejas de un solo panal y a más de dos millones de flores. ¡No es de extrañarse entonces que a la miel se le haya dado el apodo de “oro líquido”!

Cuantificado de otra forma, según un documental, 28 gramos de panal de miel “equivalen a un total de 32 000 km de recolección de néctar, más de 100 000 horas de trabajo para convertir el néctar en miel y cera, y 18 000 horas adicionales dedicadas a la elaboración de la cera para el panal — y todo conforme a un patrón muy preciso” (City of the Bees, [La ciudad de las abejas], Moody Institute of Science, 1962).

La última frase describe de manera acertada cómo una abeja exploradora, al regresar a la colmena después de localizar una fuente de néctar, polen o agua, informa a las otras abejas sobre el tipo de alimento que encontró y también sobre su contenido de azúcar, distancia y ubicación.

Piense en ello por un momento: la transmisión fidedigna de toda esta información es difícil incluso para los seres humanos, a pesar de que han sido bendecidos con los dones de  la voz y de un lenguaje compartido. ¿Cómo lo hace entonces la abeja exploradora? Increíblemente, ¡mediante una vigorosa danza en fila que algunos comparan con la conga!

La danza que sustenta la vida

Este extraordinario “lenguaje” bailado de las abejas transmite una enorme cantidad de información importante. Tomemos en cuenta los cuatro aspectos recién mencionados. Primero, la abeja exploradora informa sobre el tipo de fuente alimenticia que ha encontrado, proporcionando pequeñas muestras del contenido adherido a su cuerpo. Bishop describe las patas traseras de la abeja como “una fenomenal pieza arquitectónica para la recolección del polen”.

A continuación, la danza de la abeja informa sobre el contenido de azúcar de su hallazgo. Las abejas que la observan interpretan esta información según la intensidad de sus movimientos.

Luego, el panal es informado sobre la distancia a la cual se encuentra el alimento. Si la fuente se ubica relativamente cerca, la abeja baila haciendo círculos, y si la fuente se encuentra lejos o hasta un rango de 1.7 km, hace la figura de un ocho. Mediante movimientos de sus antenas, las abejas evalúan cuánto tiempo pasa la exploradora agitando su cuerpo y la cantidad de pulsaciones de sonido emitidas en cada zumbido.

El cuarto y último aspecto es la dirección. Si la exploradora se contonea hacia arriba del panal en línea recta, significa que tienen que volar hacia el Sol. Si el contoneo es hacia abajo, significa que el alimento se encuentra en sentido opuesto al Sol. El ángulo de la danza en relación con el eje vertical indica cuántos grados a la izquierda o a la derecha del Sol deben volar.

Dios diseñó a las abejas de manera tan perfecta, que incluso incorporó una “brújula” en su fisiología. ¡La abeja está equipada con una especie de brújula de luz polarizada en su sofisticado ojo!

Imagine a la primera abeja “ideando” esta intrincada danza como un mecanismo para satisfacer la necesidad de transmitir toda esta crucial información, que puede significar la vida o la muerte. Si consideramos lo confuso que es para algunos de nosotros tratar de analizar y copiar algunos pasos de baile, ¿cómo pudo ser posible que las desconcertadas abejas originales hayan podido descifrar el significado tan esencial del movimiento de otra abeja?

Un diseño perfecto en acción

Felizmente, y gracias a su diseño, las abejas interpretan estos movimientos correctamente. Científicos del Instituto Moody marcaron a las abejas que observaban a la abeja exploradora y verificaron que fueron las mismas que volaron a la fuente de comida. 

El documental nos explica que “la vida de las abejas depende de la exactitud de la información que reciben”, porque se abastecen solo con la cantidad justa de combustible para llegar al alimento. Llevar más agotaría las reservas de miel de la colmena y también reduciría la cantidad de carga que podrían transportar de regreso. Ellas también cargan con polen dos pequeñas canastas escondidas en sus patas posteriores, llamadas corbículas. 

Una abeja vuela 24 km por hora y realiza entre 30 a 50 viajes por día. Esto corresponde a 804 km durante toda su vida, y puede cargar hasta la mitad de su peso (40 miligramos). Durante el vuelo las abejas generan electricidad estática, que hace que los gránulos de polen se adhieran firmemente a los pelos que recubren su cuerpo. Esta adherencia resulta ser absolutamente vital para la polinización, ya que permite que la abeja transporte el polen a otras flores para que puedan reproducirse y continuar con sus ciclos de vida.

¡Agradezca la existencia de las abejas!

Esta es una pequeña muestra de los fascinantes y complejos detalles que los científicos han descubierto acerca de las abejas melíferas. Debemos estar agradecidos de nuestro Creador por haber diseñado “el insecto más importante de la faz de la Tierra” e incluirlo como parte de esta magnífica creación para polinizar y generar comida.

Por lo tanto, la próxima vez que vea una abejita, considere el importante rol que ella juega, no solo para lograr que exista vida sobre la faz de la Tierra, ¡sino también para que esta sea muy placentera!  BN