La resurrección de los muertos: ¿Qué enseña la Biblia al respecto?

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La resurrección de los muertos

¿Qué enseña la Biblia al respecto?

Mientras estaba prisionero en camino a Roma, al defender sus enseñanzas, el apóstol Pablo le preguntó al rey Herodes Agripa II: “¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?” (Hechos 26:8).

Podríamos hacer la misma pregunta a los intelectuales de nuestra época moderna e irreligiosa. La incredulidad en la Biblia es rampante en nuestro sistema intelectual y en los medios de comunicación. Pocos parecen conocer o entender el plan que Dios tiene para la humanidad y cómo la resurrección encaja dentro de su propósito supremo.

En la conversación con Agripa se deduce del contexto que Pablo tenía en mente principalmente la resurrección de Jesucristo. En el período primitivo de la iglesia, predicar la resurrección de Cristo era una parte fundamental del mensaje de los apóstoles. Una de las razones por las cuales otro apóstol tuvo que ser elegido para reemplazar a Judas Iscariote era que “. . . de entre nosotros . . . uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección” (Hechos 1:22). Vemos que “con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús” (Hechos 4:33).

Como Pablo había visto personalmente al Cristo resucitado y había hablado con él (1 Corintios 9:1; 15:8; Hechos 22:6-10), él continuó confirmando de una forma entusiasta el hecho de la resurrección de Jesús. Más tarde le dijo a Agripa: “persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes . . . Que el Cristo [Mesías] había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos . . .” (Hechos 26:22-23).

Notemos la clara implicación de que más tarde otros también serían resucitados.

La resurrección de las primicias

Dios utiliza la analogía de las cosechas agrícolas de Israel para ilustrar aspectos importantes de su plan de salvación, o sea la “cosecha” de la humanidad, en cierta forma, en la que la resurrección de los muertos desempeñará un papel sobresaliente. Varios aspectos de este plan están representados por ciertos festivales anuales específicos, que a su vez representan tiempos de cosecha en la antigua Israel. (Si desea profundizar más en el tema de la relación que existe entre las cosechas, las fiestas bíblicas y el plan de Dios, no vacile en solicitarnos el folleto gratuito Las fiestas santas de Dios: Esperanza segura para toda la humanidad; o si lo prefiere, puede descargarlo directamente de nuestro portal en Internet.)

Primicias es un término que se utiliza para describir la primera parte de la cosecha. Esa parte era considerada santa. Como pueblo de Dios, los cristianos verdaderamente convertidos eran considerados las primicias de la cosecha espiritual de Dios (Santiago 1:18).

Jesús es el primero de las primicias, la parte más sagrada. “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron [en la muerte] es hecho” (1 Corintios 15:20).

El apóstol Pablo explicó que Jesús era “el primogénito de toda creación”, “el primogénito de entre los muertos” y “el primogénito entre muchos hermanos” (Colosenses 1:15, 18; Romanos 8:29). Es claro que otros seguirán después, a su debido tiempo.

La Biblia está hablando aquí de una resurrección a una vida eterna como seres espirituales, no simplemente de una restauración temporal a la vida en un cuerpo físico. En varios pasajes de la Biblia encontramos personas que fueron resucitadas a una vida física, antes de la resurrección de Jesús, pero todas ellas murieron otra vez.

Sin embargo, Pablo establece una distinción importante entre éstos y la resurrección de las primicias de Dios: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra [el cuerpo físico, material], para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya . . .” (Filipenses 3:20-21; comparar con 2 Corintios 5:1-5).

Todo un capítulo de la Biblia, 1 Corintios 15, habla acerca de la resurrección. Comienza con la afirmación de que Jesús fue resucitado y después prosigue con una descripción de la restauración a una vida similar de sus discípulos y verdaderos seguidores, que son las primicias de Dios.

Pablo describe la naturaleza de esta resurrección de las primicias: “Se siembra cuerpo animal [físico], resucitará cuerpo espiritual . . . Y así como hemos traído la imagen del terrenal [Adán], traeremos también la imagen del celestial [Jesucristo]. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios . . .” (1 Corintios 15:44, 49-50).

Aun los verdaderos cristianos no podrán entrar en el reino hasta después de que Jesucristo regrese a la tierra, un acontecimiento representado en el plan de Dios por la Fiesta de las Trompetas, uno de sus días de fiesta anuales. Cuando este día se cumpla, al sonido de la última trompeta, los muertos en Cristo serán resucitados y Dios recogerá entonces sus primicias.

Veamos lo que dice en 1 Corintios 15:51-52: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (comparar con 1 Tesalonicenses 4:16). En este momento histórico los discípulos y verdaderos seguidores de Cristo van a experimentar lo que la Biblia llama una “mejor resurrección” (Hebreos 11:35).

Más de una resurrección

Cristo afirmó claramente: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” (Juan 5:21). Tanto el Padre como el Hijo tienen el poder y la autoridad para resucitar a los muertos. Jesús continúa diciendo: “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán . . . porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (vv. 25, 28).

Aunque en varios pasajes de la Biblia encontramos claras afirmaciones de que habrá una futura resurrección de seres humanos, así de justos como de injustos (Juan 5:29; Daniel 12:2; Hechos 24:15), la diferencia que existe en el tiempo entre estos dos grupos no aparece claramente definida sino por el apóstol Juan, cuando dice en Apocalipsis 20: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar . . . y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (v. 4).

Debemos notar que la primera frase del siguiente versículo es parentética, informándonos de una segunda resurrección que ocurrirá mucho después: “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años” (v. 5).

Luego la última frase del versículo 5 hace referencia al suceso anterior y lo relaciona naturalmente con la descripción previa de la resurrección de los santos justos en el versículo 4: “Esta es la primera resurrección”. Esta primera resurrección está compuesta por aquellos que van a estar con Cristo en su reinado de mil años.

El versículo 6 continúa definiendo las condiciones de la primera resurrección: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.

Apocalipsis 5:9-10 se refiere a la labor de los verdaderos cristianos al asistir a Jesucristo en su reinado milenario sobre la tierra: “. . . tú [Cristo] fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

La segunda resurrección

Hablando doctrinalmente, Apocalipsis 20 es uno de los capítulos más importantes de la Biblia. Es el único capítulo que muestra la diferencia que existe en el tiempo entre estas resurrecciones y quiénes tomarán parte en ellas. Ambas resurrecciones desempeñan papeles cruciales en el plan y propósito que Dios tiene para toda la humanidad.

Los versículos 11 y 12 nos hablan acerca de un acontecimiento muy importante: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él . . . Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”.

¿Qué son estos libros por los cuales serán juzgadas las personas? Claramente son los libros (plural) de la Biblia. Dios juzga a todas las personas por la misma norma bíblica que siempre ha usado. Esto no va a cambiar.

Para entender apropiadamente este pasaje fundamental debemos recordar el principio básico de que la Biblia se interpreta a sí misma. Otros pasajes escritos por los apóstoles Juan y Pablo son muy importantes para entender acertadamente estos dos versículos.

Leamos lo que algunos teólogos consideran como el texto de oro de la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16-17).

Cristo dijo más adelante: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir” (Juan 12:32-33).

Más tarde, el apóstol Pablo resumió lo que Dios quiere para la humanidad: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos . . .” (1 Timoteo 2:3-6).

Muchas personas que van a estar delante de Dios en esa segunda resurrección nunca habrán oído el nombre de Jesucristo, y mucho menos habrán creído en él. ¿Creemos acaso que a pesar de su ignorancia, Dios los ha destinado a alguna clase de castigo interminable en un infierno que nunca se apaga?

¿Acaso Dios ofrece la salvación únicamente a las primicias en la primera resurrección, o no será que el término mismo primicias implica que habrá salvación para otros que los seguirán después?

¿Acaso Dios no dará la oportunidad de salvación a todos aquellos que alguna vez hayan vivido? Para aquellos que resuciten en la segunda resurrección, esto no es una segunda oportunidad, sino su primera oportunidad real de recibir la salvación. Para miles de millones de personas, esta será la primera oportunidad de aprender acerca de la verdad y del plan de Dios, de escuchar acerca de Jesucristo, el único nombre por el cual podemos ser salvos (Hechos 4:12).

El valle de los huesos secos

La segunda resurrección a una vida física temporal está descrita en la visión de Ezequiel del valle de los huesos secos (Ezequiel 37:1-9). Ese profeta hebreo vio en visión que “entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (v. 10). Ellos aparecen de pie, de la misma forma que los muertos resucitados de Apocalipsis 20:11-12.

Luego, en Ezequiel 37:11 Dios identifica a estos huesos secos como “la casa de Israel”. Es en esa época futura que “todo Israel será salvo” (Romanos 11:26). En esta época actual del hombre no está siendo salvo todo Israel; sólo un pequeño grupo que la Biblia llama las “primicias” está siendo salvo ahora (Romanos 8:23; Santiago 1:18; comparar con Lucas 12:32).

Pero cuando esta gran resurrección se lleve a cabo, mil años después de la primera resurrección, entonces “sabréis [los israelitas] que yo soy el Eterno, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío” (Ezequiel 37:13). Ellos nunca conocieron realmente a Dios en su vida anterior. Ahora tendrán esta oportunidad por primera vez.

¿Qué hará entonces Dios? “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis . . .” (v. 14). Muchos, si es que no son la mayoría, se van a arrepentir verdaderamente, serán bautizados, recibirán el Espíritu de Dios y serán convertidos, todo de acuerdo con el patrón revelado por el apóstol Pedro (Hechos 2:37-39; 3:19-21).

Cuando examinamos todos los pasajes bíblicos que hablan acerca de este tema y los entendemos correctamente, podemos ver que este período futuro es un tiempo de juicio, que en este caso significa evaluación durante algún tiempo y no una sentencia instantánea de pecadores condenados a los tormentos de un interminable fuego infernal. El apóstol Pablo escribió: “. . . está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Un juicio similar está ahora llevándose a cabo en la vida de todos los cristianos verdaderamente convertidos: “la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Para otros, este juicio llegará después de que la segunda resurrección los traiga de nuevo a la vida física.

Jesús y el juicio

Jesucristo mismo nos muestra que los pueblos de Israel no serán los únicos que van a levantarse en la segunda resurrección para ser juzgados en ese momento. Jesús aclara muy bien este punto, aunque pocos lo han entendido al no reconocer cómo Dios ofrecerá la salvación a todos en su gran plan:

“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto, os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum . . . si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será mas tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti” (Mateo 11:20-24).

Los habitantes de Tiro, Sidón y Sodoma no eran hebreos ni israelitas. Sin embargo, también serán parte de la gran resurrección a la vida física que se menciona en Apocalipsis 20:11-12.

Y no serán los únicos. Cristo dijo claramente: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar” (Mateo 12:41-42).

Jesús dijo claramente que las personas de la época de Jonás y las de la época de Salomón, que vivieron entre 700 y 900 años antes, ¡serían resucitadas conjuntamente con las personas de la época de Cristo! Juntos “se levantarán en el juicio”, dijo él.

Debe ser claro que varios pasajes bíblicos confirman la enorme importancia de este período de juicio descrito en Apocalipsis 20:11-12. Durante este tiempo Dios mostrará su abundante misericordia sobre todos aquellos que vivieron en el pasado sin haberlo conocido realmente a él o sin haber entendido verdaderamente su camino de vida. Ellos tendrán la maravillosa oportunidad de obtener la salvación y ser parte de la familia eterna de Dios.

Nuestro Creador es un Dios de gran misericordia. De hecho, es tan misericordioso que después de esperar con inmensa paciencia que haya un arrepentimiento verdadero (2 Pedro 3:9), él sencillamente no va a permitir que los impíos incorregibles, aquellos que de una forma rebelde persistan en pensar y hacer el mal, sean parte de su reino (1 Corintios 6:9; Gálatas 5:19-21; Apocalipsis 21:8).

Su castigo, sin embargo, no es una existencia eterna cruel en medio de un infierno que nunca se apaga, sino la segunda muerte en un lago de fuego. (Si desea profundizar más en este tema, no vacile en solicitar el folleto gratuito El cielo y el infierno: ¿Qué es lo que enseña realmente la Biblia? O si lo prefiere, puede descargarlo directamente de nuestro portal en Internet.)

El majestuoso propósito de Dios para la humanidad

El increíble resultado de las actividades de nuestro Creador en esta tierra será el de “llevar muchos hijos [e hijas] a la gloria” (Hebreos 2:10). Como lo explica el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:22-23, Dios lleva a cabo su plan en varias etapas: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden . . .”.

Dios está agrandando su familia, según su plan y de acuerdo con su esquema establecido. Muchos creen que hoy es el único día de salvación. Nada podría ser más diferente de la verdad. La primera resurrección representa las primicias de la salvación de Dios. Pero casi mil años más tarde, a un grupo mucho más grande, que representa a la mayoría de aquellos que hayan vivido alguna vez, se le ofrecerá el privilegio de obtener la salvación. Esta constituye la gran cosecha posterior de hombres y mujeres que entonces recibirán la oportunidad de tener vida eterna en el Reino de Dios. BN