¿Iré al cielo cuando muera?
Los funerales son ocasiones tristes. Rompe el corazón presentarle los últimos respetos a alguien que uno conoció y quiso.
Quizá usted haya tenido que decirle adiós a un padre o a una madre, o haya tenido que sepultar a un hermano, hermana, cónyuge, o mejor amigo. ¿Se ha preguntado alguna vez qué les pasó? ¿A dónde se fueron? ¿Por qué tengo dudas?
Es muy posible que sienta emociones inesperadas, como shock o incredulidad, que hacen muy difícil aceptar lo ocurrido.
Sin embargo, ansía desesperadamente saber la verdad. La mera suposición de que la persona está a salvo y lo está mirando desde el cielo no es suficiente. Tiene dudas y las simples especulaciones no le satisfacen, por lo que piensa: ¿Y qué hay de mí? ¿Qué me pasará a mí cuando muera?
Usted necesita saber lo que Dios ha dicho. ¿Existe en las Escrituras algo que le pueda dar seguridad y ayuda?
Ir al cielo después de la muerte — ¿verdad o esperanza vacía?
Algunas veces uno necesita creer, especialmente durante esos momentos de la vida que lo obligan a pensar en su mortalidad. Todos sabemos que al final nadie le gana a la muerte, pero una cosa es pensar remotamente en ella y otra es enfrentársele cara a cara.
Cuando a uno le toca enfrentar la muerte, la idea del cielo puede ser reconfortante y hasta hermosa, pero ello no le otorga validez a este concepto. ¿Será esto solo una ilusión, o puede uno saber la verdad? ¿O será solo cuestión de fe?
Ahora, puede que esto lo sorprenda: lo que la Biblia dice acerca de la muerte y el cielo es probablemente muy distinto de lo que usted piensa, sabe o cree.
¿Entonces, cómo puede usted estar seguro de lo que cree? La mayoría de los ciudadanos de Estados Unidos y Gran Bretaña aún creen en la vida después de la muerte. Según una encuesta de Gallup, 81% de los estadounidenses y 55% de los británicos dicen que creen en irse al cielo.
Es natural querer creer que nuestros seres queridos que han fallecido están bien y que nosotros también lo estaremos. Como consecuencia, las encuestas muestran que la mayoría de las personas confía o al menos siente que la vida no se acaba en la tumba.
Solo Jesús ha ido al cielo
¿De dónde provienen sus ideas acerca del cielo? La mayoría de los cristianos diría que provienen de la Biblia. Algunos se imaginan flotando en las nubes; otros creen que recibirán alas, como los ángeles; y hay quienes creen que contemplarán el rostro de Dios por toda la eternidad.
¿Pero sabía usted que nada de esto es lo que la Biblia realmente dice en cuanto a lo que nos espera? Dios no nos ha dado ninguna de estas ideas en las páginas de su Palabra, la Biblia. ¡Es hora de que usted examine su concepto acerca de la muerte y su creencia en cuanto a ir al cielo!
No crea simplemente lo que alguien le haya dicho, o lo que su instructor de escuela dominical le haya enseñado, o lo que una iglesia o religión digan. ¿Por qué no? Porque si no está basado en la verdad, de nada sirve. Por lo tanto, no crea en la opinión de nadie — ¡crea en su Biblia! Usted debe creerlo que Dios dice en las páginas de su Palabra. Ese es el desafío que le planteamos. ¿Está dispuesto a ver lo que las Escrituras realmente enseñan? De ahí debe provenir nuestro entendimiento de la vida y la muerte: ¡de la Palabra de Dios!
Note esta afirmación en Juan 3:13 (énfasis nuestro en todo este artículo): “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” — y ese ser es Jesucristo, ¡quien ha regresado al cielo!
Probablemente esto le haya sorprendido — pero la Biblia es clara y pura. ¿Cómo se compara lo que se enseña aquí con lo que usted creía ser la verdad? Si usted consulta la Nueva Versión Internacional, ésta traduce tal declaración como “Nadie ha subido jamás al cielo”. La traducción de La Palabra dice, “Nadie ha subido al cielo”.¡La única excepción es Jesucristo mismo!
Pedro, el discípulo de Jesús, refleja el mismo sentimiento en Hechos 2: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy . . . Porque David no subió a los cielos”(vv. 29, 34).
Esta es una prueba de que los discípulos de Jesús no enseñaron que la vida más allá del sepulcro significaba vivir para siempre en el cielo. ¡Jesús mismo nunca prometió que los cristianos irían al cielo en un estado consciente al morir!
Hebreos 11, hablando de los grandes hombres y mujeres de la fe en épocas pasadas, nos dice que ellos están aún esperando su futura recompensa, la de ser perfeccionados en el Reino de Dios: “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido . . . para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (vv. 39-40).
La muerte es comparada al sueño — es decir, es temporal
Entonces, ¿por qué no han recibido todavía la promesa de la vida eterna? Y si no están en el cielo, ¿dónde están?
Cuando murió Lázaro, el amigo de Jesús, la reacción de nuestro Salvador fue muy reveladora. Él mismo dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro;y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto” (Juan 11:11-14).
Esto nos enseña algo importante: ¿cómo describe Jesús mismo la muerte? Él no dice que la gente que muere se va inmediatamente al cielo o al infierno, sino que compara la muerte con el sueño.
Pensemos en esa comparación por un momento. Cuando alguien duerme profundamente, no tiene conciencia del pasar del tiempo ni conocimiento alguno de los eventos que están ocurriendo mientras está dormido. Es como si estuviera inconsciente y ajeno a las circunstancias. Así, a lo largo de la Biblia vemos que ésta describe figurativamente a los muertos como en un estado de sueño. No están conscientes, sino esperando en el sepulcro.
El rey Salomón confirmó el hecho de que la muerte es como un sueño profundo e inconsciente: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10). Poco antes de esto él escribió: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben” (v. 5).
A la luz de todas estas escrituras se ve claramente que la Biblia continuamente enseña que las personas buenas no van al cielo ni a ningún lugar semejante a éste cuando mueren; en vez, duermen en el sepulcro. Todos los muertos —los buenos y los no tan buenos— esperan en el sepulcro.
¡Sin duda, éste es un gran cambio de perspectiva! No tenemos que dejarnos abrumar y consumir por la tristeza, ya que se nos dice que aún en la muerte hay esperanza. Como el apóstol Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 4:13, “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”. Se nos dice que en vez de alimentar aterradores pensamientos porque nuestros seres amados han dejado de existir, debemos reconfortarnos. ¡Podemos alentarnos pensando en ellos e imaginar que están durmiendo en Cristo!
Una promesa más grande que el cielo, en el que tantos creen
Piense en el concepto común del cielo. Supuestamente el cielo es adonde usted, sus mejores amigos y sus parientes van después de morir. Muchos creen que los miembros de su familia que han fallecido los están mirando desde el paraíso.
Pero si este fuera el caso, ¿se ha preguntado usted cómo sería en realidad ese paraíso? ¿Sería verdaderamente un lugar de felicidad perfecta, de gozo y dicha ideal? Imagínese que esto fuera cierto: ¿qué tendría de celestial?
Imagínese a sí mismo en el cielo, mirando hacia abajo y viendo al mundo actual. ¿Qué vería? Vería un mundo lleno de dolor, guerra y lamento. Solo piense en lo que sería ver a sus seres amados con sus defectos, sus tropiezos, sus actos pecaminosos, y pasando por pruebas terribles — en suma, ¡ver un mundo de maldad! ¿Sería esto el paraíso?No. Sería tortura y miseria. En lugar de un paraíso de sueños, ¡sería su peor pesadilla!
La Biblia revela una verdad y un destino mucho más grandiosos para aquéllos que mueren. Veamos nuevamente lo que Jesús mismo enseñó.
Dado que los muertos están esperando en el sepulcro como si estuviesen dormidos, ¿qué es lo que esperan? ¿Cuándo y cómo serán despertados de ese sueño?
La respuesta a esta pregunta es una de las grandes revelaciones de las Escrituras. La promesa de Dios de la resurrección de los muertos realmente nos da esperanza. No es solo una resurrección a la vida, sino a una vida de significado y propósito junto a Jesucristo aquí en la Tierra, gobernando junto a él por mil años (Apocalipsis 20:4). Todo esto comienza con el regreso de Cristo, momento en el cual sus fieles seguidores serán resucitados (1 Tesalonicenses 4:16).
Job, el patriarca del Antiguo Testamento, comprendió la seriedad y el completo significado de esta futura resurrección. Note lo que él dijo en Job 14:14: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación”. Job entendió que un día sería resucitado.
Pero, aún más importante, él comprendió que habría un cambio que se llevaría a cabo. Este mismo cambio es descrito por Pablo en 1 Corintios 15 como un cambio de mortalidad a inmortalidad — de la carne física y mortal al espíritu inmortal y glorificado. De eso se trata la resurrección venidera de los muertos en Cristo: no de una eternidad sin propósito en el cielo, sino de un cambio real para llegar a ser como Jesucristo (1 Juan 3:2).
Cambie su vida ahora para ser parte del cambio durante la resurrección
Esta es la maravillosa verdad del plan de Dios para su pueblo y el propósito de Dios para su vida. La Biblia habla claramente de una resurrección y de un cambio de la vida física a la vida espiritual. Comprender cómo uno puede ser parte de esa resurrección es sumamente importante para conocer el propósito de nuestra vida actualmente, y ciertamente nos da una esperanza genuina en cuanto al futuro.
Nos dice cómo debemos vivir ahora. Nuestro entendimiento del plan de Dios y nuestra creencia en éste debiera hacer una diferencia en quiénes somos y cómo vivimos nuestras vidas. Jesucristo claramente nos mostró cuáles debieran ser nuestras prioridades en esta vida: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Cuando uno busca la verdad en la Palabra de Dios en vez de las tradiciones humanas, puede tener esperanza. Uno se da cuenta de que la muerte, tal como el sueño, no es permanente. ¡Uno aprende que habrá un despertar y un cambio a una vida incorruptible, con Jesucristo como su Rey!
Este hermoso retrato del futuro no es un producto de la imaginación, sino que proviene directamente de la Biblia — la Palabra de Dios.
Cuando usted busque en la única fuente verdadera, la fuente de todas las cosas, encontrará noticias increíblemente buenas. El tiempo vendrá cuando los muertos en Cristo serán resucitados de su sueño a la vida inmortal: cuando Jesucristo regrese a la Tierra.
Por lo tanto, sea fiel. ¡Espere con ansias su regreso!