Identificación de la bestia y su imagen: La misteriosa marca de la bestia- Primera Parte

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Identificación de la bestia y su imagen

La misteriosa marca de la bestia- Primera Parte

Últimamente han aumentado las preocupaciones de muchos acerca de la tristemente famosa “marca de la bestia” mencionada en el libro del Apocalipsis. Se considera que esta marca, asociada con el número 666, es una señal del diablo colocada en la mano o en la frente de la gente. En Apocalipsis 13:17 se afirma que, sin ella, nadie puede comprar ni vender.

Se han propuesto varias explicaciones. Algunos imaginan una marca demoniaca sobrenatural. Otros afirman que se trata de un código de barras tatuado o estampado, un microchip implantado bajo la piel, o una clave de acceso para efectuar transacciones monetarias en una sociedad que no use dinero en efectivo. Hace unos años, algunos incluso vincularon la marca con nuevas aplicaciones para teléfonos inteligentes o pulseras para rastrear y monitorear la transmisión del covid-19. Otros la relacionaron con las vacunas contra el covid o los certificados de prueba de vacunación, y algunos incluso afirmaron que dichas vacunas incluían tecnología informática inyectable.

Hoy en día, la idea de que dicha marca se refiera a un  cambio del dinero en efectivo al digital ha ganado terreno, y ha habido propuestas para que los Gobiernos emitan Moneda Digital del Banco Central (CBDC, por sus siglas en inglés), lo cual significa que todas las cuentas y transacciones serán rastreables y susceptibles de ser bloqueadas. Cabe recordar que en 2022 las autoridades canadienses congelaron las cuentas de los camioneros implicados en protestas políticas,  y que la tiranía financiera sería aún más fácil de imponer mediante una moneda digital controlada por el Estado.

Pero ¿qué es exactamente esta marca de la bestia? ¿Debiera preocuparnos? Para empezar, debemos preguntarnos: ¿Qué es la bestia, y cómo está vinculada a las creencias y prácticas religiosas?

Identificación de la bestia

Tanto la bestia como su marca se describen en Apocalipsis 13. Aquí, el apóstol Juan ve en visión una bestia con siete cabezas y diez cuernos que surge del mar, y estas cabezas llevan nombres blasfemos (versículo 1). En el capítulo anterior, Juan había visto un dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos que representaba a Satanás el diablo (versículos 3, 9). Entonces, ¿es Satanás la bestia del capítulo 13? No, pero ambos están relacionados. El dragón da a la bestia poder y autoridad (versículo 2), así que en ese sentido, las cabezas y los cuernos surgen de Satanás.

Se describe a la bestia con partes de leopardo, oso y león. Esto nos remite a otra profecía en Daniel 7, en la cual surgen del mar unas bestias con un total de siete cabezas y diez cuernos. Tanto Daniel 2 como Daniel 7 predicen, valiéndose de imágenes diferentes, una secuencia de cuatro grandes imperios desde la época del profeta Daniel hasta el establecimiento en los últimos tiempos del Reino de Dios, al regreso de Cristo. En el capítulo 7, Daniel ve una serie de cuatro bestias: la primera con apariencia de león, la segunda de oso, la tercera de leopardo con cuatro cabezas, y la última, con diez cuernos y más terrible que cualquier otra bestia. Estas representan, en orden, los antiguos imperios de Babilonia, Persia, Grecia y Roma; este último continuaría a través de una serie de diez renacimientos hasta el tiempo del fin, el décimo de los cuales aún está en el futuro.

Juan ve a estas bestias fusionadas en una sola, ya que los sucesivos imperios se tragaban a los anteriores. Las cabezas y los cuernos representan tanto a los reinos como a sus gobernantes. De hecho, la bestia que ve Juan es a la vez el Imperio romano y su gobernante, desde los antiguos emperadores hasta un dictador final de los últimos tiempos, al que también se hace referencia más adelante en Apocalipsis. El mar del que surge representa fuerzas caóticas agitadas y, como dice en Apocalipsis 17:15, “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”.

En Apocalipsis 13:3-4 la bestia aparece herida de muerte, pero luego es sanada y todo el mundo la sigue, la adora o se somete a ella como a una gran potencia. La herida mortal y la consiguiente sanación se cumplieron con la antigua caída de Roma y la posterior restauración del Imperio romano bajo el emperador Justiniano. Y evidentemente existe un paralelo con un resurgimiento final, después de que el imperio aparentemente haya dejado de existir.

Los versículos 5 al 10 describen cómo la bestia hace guerra contra los santos de Dios, o el pueblo apartado (los verdaderos cristianos), durante 42 meses. Este período equivale a los 1260 días o “tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo” (tres años y medio) mencionados en otros lugares; en uno de ellos se especifica el período en el que un “cuerno pequeño” blasfemo surge entre los cuernos de la bestia romana y persigue al pueblo de Dios (Daniel 7:25).

En Apocalipsis 12 se nos dice que tanto los 1260 días como los tres años y medio son tiempos de persecución contra el pueblo de Dios. El primer periodo mencionado, los 1260 días de Apocalipsis 12:6, se refiere evidentemente a los 1260 años de persecución durante la Edad Media, de acuerdo a un principio de interpretación profética en el que un día equivale a un año (compare Números 14:34; Ezequiel 4:6; Isaías 34:8). El segundo periodo mencionado, el de los tres años y medio de Apocalipsis 12:14, son los 1260 días (literales) venideros que concluirán con el regreso de Cristo.

Teniendo esto en cuenta, los 42 meses de Apocalipsis 13:5 parecen referirse, por un lado, a los 1260 años transcurridos entre la época de la restauración imperial de Justiniano en el año 554 d. C. hasta la abdicación de Napoleón en 1814, un periodo de cinco resurgimientos sucesivos del imperio señalados posteriormente en Apocalipsis 17:9-10. Por otro lado, los 42 meses se refieren a la persecución final de los santos por parte del poder de la bestia del tiempo del fin durante los tres años y medio previos a la segunda venida de Cristo, que equivalen a los 42 meses en que Jerusalén se hallará bajo su dominio en Apocalipsis 11:2. (El resurgimiento de la bestia misma habrá tenido lugar en la escena mundial un tiempo antes de estos tres años y medio finales).

Un poderoso sistema de Iglesia–Estado: uno ya tuvo lugar y otro está por venir

La persecución descrita en Apocalipsis 13 y otros pasajes es algo que el pueblo de Dios tendrá que soportar cuando venga sobre el mundo. Sin embargo, en muchos sentidos ya vino sobre el mundo mediante el dominio de Roma, primeramente cuando era una gran potencia que perseguía a la Iglesia cristiana primitiva, y más tarde a lo largo de la Edad Media, cuando el sistema romano de Iglesia–Estado continuó persiguiendo al pueblo de Dios. Todo eso fue un precursor, un predecesor del cumplimiento final aún por venir. Veamos más sobre la falsa iglesia descrita aquí.

Apocalipsis 13:11 presenta otra bestia, pero esta emerge  de la Tierra, a diferencia del cielo, de donde este poder dice proceder. Tiene dos cuernos como de cordero y se presenta como si viniera de parte de Cristo, pero habla como un dragón, o sea el diablo: los dos cuernos representan doble autoridad, tanto civil como religiosa. Ejerce toda la autoridad de la bestia inicial, es decir, el poder romano, y hace que todos se inclinen ante este poder después de su resurrección (versículo 12). Esta segunda bestia realiza falsos milagros y engaña a la gente “para que le [haga] imagen a la bestia” y le rinda homenaje.

¿Qué es esta imagen? Existen varias teorías. La palabra griega original eikon significa aquí una semejanza, ya sea una estatua o algún otro tipo de representación. La explicación que parece ajustarse mejor a los hechos históricos se refiere a lo que sucedió en la época de la restauración imperial de Justiniano y las siguientes. La autoridad romana en Europa occidental continuaría a través de la unión de la iglesia y el Estado romanos.

El famoso historiador Will Durant lo explica: “La supervivencia de la organización eclesiástica parecía ser, incluso para los emperadores, la salvación del Estado. En 554, Justiniano promulgó un decreto que exigía que ‘personas aptas y adecuadas, capaces de administrar el gobierno local, fueran elegidas como gobernadores de las provincias por los obispos y las personas principales de cada provincia’” (The Story of Civilization [“La historia de la civilización”], vol. 4, pp. 519-520, énfasis en el original).

Así, el sistema de gobierno de la iglesia romana se estableció como un modelo, una imagen o copia, del antiguo imperio al que todos debían someterse. Durant añade algo más respecto a esta iglesia imperial: “Se convirtió en una Iglesia triunfante al heredar los patrones de organización y el genio de Roma . . . Así como Judea había dado al cristianismo la ética, y Grecia le había dado la teología, ahora Roma le daba la organización . . . El don romano fue sobre todo un amplio sistema de gobierno que, a medida que la autoridad secular fracasaba, se convirtió en la estructura del gobierno eclesiástico. Pronto los obispos, en lugar de los prefectos romanos, serían la fuente del orden y la sede del poder en las ciudades; los metropolitanos, o arzobispos, apoyarían o suplantarían a los gobernadores provinciales, y el sínodo de obispos sucedería a la asamblea provincial. La Iglesia romana siguió los pasos del Estado romano” (vol. 3, pp. 575, 618-619, énfasis nuestro).

Esta iglesia estaba contaminada por doctrinas de religiones paganas de misterio originarias de la antigua Babilonia. En Apocalipsis 17 vemos otra representación de esta iglesia como una mujer corrupta llamada “Misterio, Babilonia la Grande”, sentada a horcajadas sobre la bestia romana escarlata. El apóstol Pablo se refirió a este falso sistema que estaba surgiendo en su época como “el misterio de la iniquidad”, y al que lo dirigiría como “el hombre de pecado”, que realizaría prodigios mentirosos (2 Tesalonicenses 2). La cabeza de este poder religioso corrupto se menciona en Apocalipsis como “el falso profeta”, que se muestra operando en conjunto con la bestia dictadora. Estos promulgarían la persecución de los que practicaran las verdaderas enseñanzas de la Biblia.

Aquella alianza Iglesia-Estado caracterizó al Sacro Imperio Romano a lo largo de la Edad Media y regresará de nuevo en el tiempo del fin. La Europa actual es muy irreligiosa, pero aun así experimentará un aumento de falsos milagros que ayudarán a conducirla de vuelta a sus fundamentos religiosos. BN

Asegúrese de leer la segunda parte sobre la marca y el número de la bestia