Hombres y mujeres de acero y terciopelo

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Hombres y mujeres de acero y terciopelo

En su libro Man of Steel and Velvet (Hombre de acero y terciopelo), el escritor Aubrey Andelin afirma que a lo largo de toda la historia solo ha habido un ser humano que fue capaz de representar cabalmente los valiosos atributos de una determinación firme y de un corazón compasivo, aunque hay otros que han sido ejemplos admirables. Él dice: “Cristo es un ejemplo inigualable. Nadie puede compararse con él. Sin embargo, aunque de manera más modesta, otros grandes hombres han dejado también una marca inolvidable. Uno de ellos fue Abraham Lincoln, que fue descrito por [su biógrafo] Carl Sandburg como un hombre que poseía las cualidades del acero y del terciopelo [vea la cita junto a su foto en la página de enfrente].

“Lincoln demostró en ese entonces, y todavía lo hace, que una persona puede tener al mismo tiempo una voluntad de hierro y un corazón tierno. Nada logró disuadir al presidente [Lincoln] de su ‘noble’ causa durante la Guerra Civil de su patria, y muy pocas personas han debido soportar más criticismo y detractores que Lincoln. Sin embargo, él fue indudablemente un hombre de acero y terciopelo” (1972, p. 15).

¿Cómo podemos saber cuál es el momento apropiado para ser benevolentes (aplicando las características del terciopelo), y cuándo debemos ser firmes (como el acero)? Después de todo, si usamos el enfoque aterciopelado cuando lo que se necesita es la solidez del acero, podríamos fracasar rotundamente. Pero no debemos confundir una voluntad de hierro con la testarudez y la obstinación.

Uno de los atributos de Lincoln que lo hicieron tan grande, fue su discernimiento para saber cuándo aplicar un enfoque de acero y cuándo uno de terciopelo. De igual manera, el verdadero carácter cristiano puede ser definido como “la habilidad para saber cómo hacer lo correcto, en el momento correcto, y por la razón correcta”.

El escritor motivacional Steve Groodier escribió: “Otro valeroso estadounidense, Martin Luther King, Jr., unos cien años más tarde [después de la muerte de Lincoln] nos animó a desarrollar mentes fuertes y corazones tiernos . . . no lo contrario. Sea mentalmente resistente; su voluntad y determinación le ayudarán a superar grandes obstáculos en el sendero de la vida. Pero permita que su corazón sea blando; su compasión y amor harán que el viaje valga la pena” (“Men of Steel and Velvet”, Life Support Systems Newsletter [Boletín de sistemas de soporte vital], dic. 1, 2009, p. 1).

En la Biblia vemos que Dios desarrolló hombres y mujeres de acero y terciopelo mediante pruebas y dificultades que él mismo les permitió experimentar. Veamos unos cuantos ejemplos.

Abraham—un hombre de acero y terciopelo

A través de su vida, el patriarca bíblico Abraham demostró tener un carácter con atributos de acero y terciopelo. Primero veamos su lado “aterciopelado”. Abraham y su sobrino Lot tenían problemas cuando sus rebaños pastaban juntos. Como Abraham era el jefe del clan, tenía la prerrogativa de escoger primero el mejor terreno para vivir y para que sus animales se alimentaran. Pero Abraham muy amablemente dejó que Lot escogiera primero el terreno de su agrado para establecerse, y él se contentó con un pedazo de tierra inferior. Lot escogió toda la llanura del Jordán, llena de vegetación y bien irrigada, y Abraham se quedó con el terreno más árido y montañoso. Para él fue un sacrificio bastante grande, pero de esta manera manifestó su lado de “terciopelo” (vea Génesis 13:7-12).

Por otro lado, cuando la ocasión así lo exigió, Abraham aplicó su lado “acerado”. Después de enterarse de que una coalición de monarcas había derrotado a los reyes que gobernaban el territorio donde se había establecido Lot, y que éste había sido secuestrado, Abraham tomó varios centenares de sus siervos y emboscó a los reyes vencedores en un arriesgado ataque nocturno. Abraham los derrotó, rescató a Lot y devolvió el botín al rey de Sodoma (vea Génesis 14:14-20). ¡Esto exigió una enorme fuerza de voluntad y mucha valentía!

Ester—una mujer de acero y terciopelo

Esta jovencita demostró sus cualidades de acero y terciopelo cuando se vio enfrentada a la prueba más difícil de su vida, que incluía el posible exterminio de todo su pueblo, los judíos.

El rey persa había rechazado a su reina y había organizado un “concurso de belleza” para reemplazarla. Ester mostró sus atributos de terciopelo al aceptar con toda humildad los consejos del eunuco del palacio. Ella hizo gala de elegancia y de una modesta belleza, que ganaron el corazón del rey (Ester 2:15-17). Después de ello, fue coronada como la nueva reina del gran Imperio persa.

Pero el acero de que estaba hecha Ester salió a relucir cuando el consejero y mano derecha del rey persuadió a éste para que decretara una sentencia de muerte en contra de todos los judíos que residían en el reino (ni él ni el rey sabían que Ester era judía).

La ley persa sostenía que ni siquiera la reina podía hablar con el rey a menos que fuera invitada. Si ella se presentaba ante el rey sin una invitación, sería ejecutada de inmediato. Pero el monarca intervino, salvándole la vida, y le preguntó qué deseaba. Ester volvió a mostrar sus cualidades de terciopelo, evitando contarle lo dramático de su situación hasta que el momento fuera propicio.

En esta ocasión ella invitó al rey y a Amán, el consejero principal del rey que estaba detrás de la conspiración para eliminar a los judíos, a una cena privada. Ester creó un ambiente de suspenso que intrigó y encantó al rey. Luego, ella los invitó tímidamente a un segundo banquete privado.

Ya para entonces, el rey lo único que quería era complacerla, y solo en ese momento ella le reveló que, por ser judía, iba a morir debido a la conspiración de Amán en contra de su pueblo. El rey se llenó de ira, y en vez de que Ester y su pueblo perecieran, los que murieron fueron Amán y todos los enemigos de los judíos (Ester 9:5).

Si quieres ver una excelente descripción de las cualidades de una mujer de acero y terciopelo —fortaleza, ternura, firmeza y compasión— lee Proverbios 31:10-31.

El ejemplo supremo de un carácter de acero y terciopelo

El ejemplo perfecto de un hombre de acero y terciopelo es Jesucristo. Examinemos sus cualidades de terciopelo: “Venid amí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

Jesús demostró su lado de acero cuando se enfrentó a los codiciosos cambistas del templo: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: ‘Escrito está: “Mi casa, casa de oración será llamada”; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones’” (Mateo 21:12-13).

Hay docenas de hombres y mujeres de acero y terciopelo en el Antiguo Testamento, como Moisés, Josué, Débora, Rut, David, los profetas, y también muchos hombres y mujeres en el Nuevo Testamento. Sus ejemplos son un excelente material de estudio bíblico para los jóvenes y jovencitas que deseen desarrollar estas cualidades.

Esto es lo que Dios quiere para ti, pero ¿deseas tú convertirte en un hombre o mujer de acero y terciopelo? Puedo garantizarte que si optas por esta meta, ¡será una de las mejores decisiones que habrás hecho en toda tu vida!  BN