¿Ha hecho usted a Dios a su propia imagen?

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¿Ha hecho usted a Dios a su propia imagen?

¿Ha creado usted su propia imagen de Dios, creyendo que él piensa y es como usted? Los dos primeros mandamientos básicamente establecen no tener otros dioses delante del Dios verdadero y no hacer ninguna imagen esculpida ni inclinarse ante ella (Éxodo 20:2-5).
La acepción espiritual incluye no tener imágenes falsas en la mente. ¿Se ha convertido usted en su propio Dios? ¿Ha decidido por su cuenta qué es bueno y qué es malo?

La letra de una vieja canción de Don Williams manifiesta cómo la gente ha hecho a Dios según su propia imagen: “No creo que el cielo reciba solo a los que se congregan . . . pero creo en el amor”. A menudo se dice: “Creo que Dios solamente quiere que seamos buenas personas y que amemos a todo el mundo”. Sin embargo, la Biblia nos dice que no dejemos de congregarnos (Hebreos 10:25).

La letra de esta canción refleja lo que dicen las encuestas realizadas entre los creyentes cristianos modernos. Incluso hace unos 20 años, más de dos tercios de los evangélicos estadounidenses encuestados dudaban de lo que dicen las Escrituras, de que la salvación es solo a través de Jesús. Cuando se les preguntó si creían que las personas “buenas” de otras religiones también podían ir al cielo al morir, el 68 por ciento de los evangélicos dijo que sí. Entre los católicos estadounidenses, increíblemente un 91 por ciento contestó que sí, y el 79 por ciento del total de cristianos estadounidenses contestó que sí (“The Pearly Gates Are Wide Open” [“Las puertas de perla están abiertas”], Belief.net, agosto de 2005).

Además de interpretar erróneamente lo que es ir al cielo al momento de morir como la recompensa de los salvos (lo que la Biblia en realidad enseña es que los creyentes serán resucitados para reinar con Dios y Cristo en la Tierra, Apocalipsis 5:10; 20:4-6), se descarta plenamente la necesidad de Cristo.

Según parece, la gran mayoría de quienes se consideran cristianos ya no creen en la afirmación que hizo Jesús de que él es el único camino hacia Dios (Juan 14:6), corroborada por el apóstol Pedro con su testimonio: que solo hay un nombre dado a los hombres por el que podemos ser salvos (Hechos 4:12). Jesús murió por los pecados del mundo. Él es el Salvador de los judíos y de los gentiles. Así que el plan de salvación es inclusivo: comprende a todas las razas, naciones y grupos étnicos. Pero el camino a la salvación es exclusivo: solo hay una puerta y un camino (Juan 10:7-9; Mateo 7:13-14).

Entonces, ¿por qué los cristianos llegan a una conclusión diferente? La propia Escritura lo advierte:
“. . .  y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Vivimos en una época en la que, como profetizó Isaías, la verdad y la justicia han caído en desuso. Solo visite un gran centro comercial un domingo por la mañana, que según muchos creen, es el día en que deben celebrarse servicios religiosos (aunque están equivocados), y encontrará el estacionamiento repleto. Cada vez son más los que creen que no es necesario ir a la iglesia, y solo quieren saber el propósito que Dios tiene para ellos y luego dedicarse a sus propias actividades.

En lugar de imaginarnos a Dios según nuestro propio criterio, debemos considerar lo que revela acerca de sí mismo y sobre nosotros, y buscar su dirección y ayuda.

La gente intenta conocer y definir a Dios por su cuenta

¿Puede una persona forjar una relación directa con Dios aparte de lo que dice su Palabra? Esta es una de las preguntas más importantes y esenciales de todos los tiempos. Es decir, ¿se puede conocer a Dios independientemente de la revelación divina? Las personas nacen analfabetas, y aun después de aprender a hablar y a leer, en su mayoría son analfabetas espirituales. Forman sus conceptos sobre Dios basándose en la cultura y el entorno espiritual en el que se desarrollan. Por lo general, de los budistas nacen budistas, hindúes de los hindúes, musulmanes de los musulmanes, judíos de los judíos y cristianos de los cristianos, aunque, claro, hay excepciones. Por causa del proselitismo y la inmigración, las diversas religiones del mundo han hecho incursiones en otras culturas.

Con el transporte público y los medios de comunicación masivos, y especialmente ahora gracias al Internet, la gente tiene acceso a los conceptos culturales y costumbres de los pueblos de todo el mundo mucho más rápidamente que en el pasado, incluso con solo tocar una tecla de computador. Todas estas cosas han creado una mezcla y fusión de diferentes conceptos religiosos. Diversas corrientes del cristianismo se han extendido por todo el mundo pero, irónicamente, la religión cristiana ha sido más influenciada por los conceptos orientales que al contrario.

Además de estas circunstancias, seguimos viendo el sostenido ataque  a la veracidad de la Biblia por parte del llamado mundo científico y también de la cultura en general. La evolución se da como un hecho cierto, tratando así de negar que Dios es el Creador de la humanidad. En efecto, la ciencia enseña que no existe un mundo espiritual y que todo en el universo se formó y es regido por leyes naturales.

Sin embargo, el mundo del entretenimiento está saturado de alusiones a lo sobrenatural. Casi en cada nueva temporada televisiva abundan los programas que narran encuentros con lo paranormal. Un gran porcentaje de las películas producidas en los últimos años describe algún tipo de fuerza sobrenatural. Los dibujos animados y las películas que ven nuestros niños están atiborrados de personajes sobrenaturales malvados como fantasmas, brujas, adivinos, vampiros, etc.

Lamentablemente, a la par con todo esto está el hecho de que muchos líderes prominentes de la iglesia han demostrado ser hipócritas y estar más preocupados de trasquilar al rebaño que de alimentarlo. Además, muchos de los hombres y mujeres que enseñan teología en las universidades y seminarios no creen que en realidad la Biblia sea la Palabra inspirada de Dios.

Sin embargo, hay algo dentro de la psiquis humana que anhela trascender esta mera existencia mortal y física, y que lo impulsa a las estrellas, por así decirlo. Antiguamente la gente procuraba comprender el cómo, el qué y el porqué de su existencia, así que se volvieron hacia los cielos e idearon dioses a partir de cosas que no eran dioses. En otras palabras, formaron a Dios según su propia imagen.

El profeta Jeremías hace una descripción asombrosa de la comparación entre los dioses fabricados por el hombre y el Dios verdadero de la Biblia: “Así dijo el Eterno: No aprendáis el camino de las naciones [paganas]; ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron . . . lo adornan . . .  lo afirman para que no se mueva, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.

“No hay semejante a ti, oh Eterno . . . Enseñanza de vanidades es el leño . . . Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo de los cielos . . . Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. Vanidad son, obra vana . . . No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; el Eterno de los ejércitos es su nombre” (Jeremías 10:2-16).

La gente tiene solo dos opciones: 1) aceptar al Dios que se ha revelado en la Biblia a través de muchas pruebas infalibles; o 2) aceptar dioses que son producto de la imaginación humana. Como ya se ha señalado, los seres humanos son físicos, finitos, mortales y están sujetos al pecado y a la muerte. Aparte de la revelación, son analfabetos espirituales.

La única fuente real de poder espiritual es ignorada

La ciencia moderna niega la revelación divina. Por tanto, no podemos esperar que nos guíe hacia el Dios verdadero. Incluso las principales religiones del mundo están desorientadas, esperando el advenimiento de un gran mesías espiritual que conduzca al mundo a una nueva era. Los budistas esperan al quinto Buda, los hindúes a Krishna, los musulmanes a un gran Mahdi y los judíos al Mesías, pero como líder humano. Ninguna de estas religiones está en busca del verdadero Hijo de Dios como un ser espiritual lleno de poder para que gobierne la Tierra como Rey de reyes y Señor de señores. Incluso la mayoría de los que profesan ser cristianos y creen en el regreso de Cristo, no comprenden su naturaleza ni lo que vendrá a hacer.

Lamentablemente, la gente ha estado haciendo a Dios a su imagen por mucho tiempo. Cuando se trata de los grandes problemas sociales de hoy, usan el razonamiento humano en lugar de lo que Dios haría. Razonan: ¿Acaso un Dios amoroso excluiría a alguien? Si no es así, ¿deberíamos entonces excluir a las personas que practican estilos de vida sexuales distintos? Sin embargo, en realidad se excluyen a sí mismos al seguir lo que no concuerda con la Palabra de Dios.

Dios ama a las personas y quiere que se arrepientan del pecado, y nosotros debemos imitarlo, como dice la expresión: “Ama al pecador, odia el pecado”. Sin embargo, están tratando de condicionarnos para que en realidad amemos también el pecado. Así, las películas que reflejan la corrupta cultura actual son nominadas “película del año”. Y con mucha frecuencia, tales películas son las grandes ganadoras.

La gente va a la iglesia y escucha al pastor, pero solo se entusiasma cuando este habla de acontecimientos actuales o cuenta una historia emotiva y desgarradora con la cual se identifican. Cuando predica la verdad, pierden el interés y empiezan a soñar despiertos y a contemplar dónde almorzarán y qué harán el resto del día. En otras palabras, ignoran la única fuente real de poder espiritual.

En 2 Timoteo 3:1-5, el apóstol Pablo describe gráficamente la corrupción de la sociedad moderna que los feligreses de hoy tristemente han seguido. La lista de males termina con “amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”. Y en el capítulo siguiente es claro al dirigirse al ministerio: “. . . que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:2-4).

La verdad solo llega a través de la revelación divina y la relación con Dios

¿Ha modelado usted a Dios conforme a sus propias ideas? ¿Ha negado la única fuente de verdadera revelación, es decir, el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios? Observe lo que escribe Pablo en 1 Corintios 2:9-12: “Más bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero a nosotros Dios nos las reveló por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las cosas profundas de Dios. Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino [por] el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino [por] el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente” (Reina Valera Actualizada 2015).

No se puede conocer al Dios verdadero sin revelación, y Dios se revela a través de las páginas de la Biblia. Esta es la única manera de conocer a Dios y de comprender por qué estamos en esta Tierra. Usted fue creado para un propósito grandioso y trascendental. El dios de este mundo procura cegar las mentes y corazones de los seres humanos para que no vean la gloriosa verdad del evangelio, pero usted no tiene por qué permanecer ciego. Puede acercarse a la luz; puede conocer la verdad, y la verdad puede liberarlo del miedo, la ignorancia, la superstición y los dogmas de los hombres que ven a Dios según sus conceptos humanos (Juan 8:32).

Jesucristo dijo de sí mismo: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). La única manera en que usted puede convertirse en un hijo de Dios es a través de él. El verdadero cristianismo es la única religión que enseña que usted puede convertirse en hijo de Dios en sentido literal. Los ministros del cristianismo tradicional hablan de ser hijos de Dios, pero no en el sentido que revela la Biblia (véase Romanos 8:14-17).

La mayoría de los que profesan el cristianismo no entienden realmente quién y qué es Dios, ni cuál es su propósito. Tampoco entienden quién es el hombre, qué es, y cuál es su propósito. Por medio de Jesucristo, Dios ha hecho posible que los seres humanos nos reconciliemos con él para que podamos recibir el Espíritu Santo, su esencia misma, y llegar a ser partícipes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4).

Así como somos engendrados por nuestros padres físicos, Dios Padre nos engendra con su Espíritu para que podamos convertirnos, literalmente, en hijos de Dios.

La Palabra de Dios es clara cuando afirma que somos hijos de Dios. Como hijos de Dios, los creyentes no irán a una especie de cielo o paraíso, según lo que afirma cierto concepto erróneo. En realidad van a reinar con Dios y Cristo en la Tierra, cumpliendo perfectamente la voluntad de Dios.

Modelar a Dios de acuerdo a nuestra imagen es simplemente negar la realidad, y está destinado a fracasar. En cambio, necesitamos cooperar con Dios en su obra de transformarnos a su imagen para que al final seamos como él, ¡porque ese es el asombroso propósito para el cual nos creó! bn