¡Es tiempo de cambiar!

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¡Es tiempo de cambiar!

En este año 2016, varios países de Latinoamérica (Perú, Nicaragua y República Dominicana) han tenido o tendrán elecciones presidenciales. Más al norte, en Estados Unidos, el proceso de nominación presidencial se halla en pleno apogeo y los electores se preparan para escoger a los candidatos que representarán a sus partidos en las elecciones de noviembre.

Como es costumbre en la mayoría de las campañas políticas, una de las consignas más recurrentes es “¡Tiempo de cambios! ”Y no cabe duda de que estos son necesarios, ya que, evidentemente, muchos ciudadanos están hartos de la situación y exigen reformas.

No podríamos estar más de acuerdo con esta propuesta. Sin embargo, el cambio que la gente más necesita es uno que muy pocos siquiera contemplan: la necesidad de cambiar personalmente, como Dios desea.

La mayoría de los seres humanos no piensan mucho en Dios, y aquellos que sí lo hacen, por lo general están convencidos de estar haciendo bien las cosas ante sus ojos. Pero, ¿qué tan cierto es esto?

Cuando Jesús de Nazaret comenzó su ministerio, le predicó a un pueblo que creía en Dios y que en su mayoría estaba convencido de que su  manera de vivir complacía al Eterno. Pero, evidentemente, esto no era suficiente. ¿Qué les dijo Jesús? Leámoslo en Marcos 1:14-15. “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”(énfasis nuestro en todo este artículo).

De manera similar, cuando la Iglesia fue fundada milagrosamente en el día de Pentecostés, Pedro le dijo a la multitud reunida: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). El relato continúa: “Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación” (v. 40).

Los mensajes de Jesucristo y de Pedro reiteran la exhortación de Dios por medio del profeta Isaías siete siglos antes: “Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia” (Isaías 55:6-7, Nueva Versión Internacional).

Fíjese en los numerosos mandamientos contenidos en estos cuantos versículos: arrepiéntanse; crean en el evangelio; sálvense de esta generación perversa; busquen al Señor; llámenlo; el malvado abandone su camino; vuélvanse al Señor.

¿Logra entender cuál es el problema? En los tres pasajes citados, los oyentes pensaban que estaban bien ante los ojos de Dios, pero claramente no era así. Dios les dijo que tenían que hacer algo, y ese algo era cambiar.

El cambio es uno de los temas principales en la Biblia. Es la esencia misma de lo que quieren decir las palabras“arrepiéntanse” y “arrepentimiento”, mencionadas más de 60 veces en las Escrituras. Estas palabras significan: cambiar de rumbo, dar un giro, dejar de ir en cierta dirección y encaminarse en otra, cambiar nuestra manera de pensar; en resumen, cambiar nuestras vidas. Esto significa renunciar a nuestra manera de vivir y buscar a Dios.

El apóstol Pablo describió este cambio en Colosenses 3:9-10 como una completa transformación de nuestras vidas: “Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios,yse han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador” (NVI).

Él está reiterando aquí los pensamientos registrados en Efesios 4:22-24: “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad”(NVI).

¿Y qué hay de usted? ¿Está tratando de convencerse a sí mismo de que todo anda bien en su relación con Dios y que ya ha satisfecho todas las expectativas que él tiene para usted? Si ese es el caso, tal vez deba darse cuenta, como explicamos en esta edición de Las Buenas Noticias, de que ¡es tiempo de cambiar!