¿Epidemias en el horizonte?
El mundo se enfrenta a un cambio mortal que muchos no perciben. El reciente coronavirus es solo uno entre la vasta cantidad de virus de su tipo. No hay un remedio fácil, ninguna “píldora mágica” a la que podamos recurrir para hallar una solución.
El 13 de noviembre de 2019, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos publicaron un nuevo y preocupante informe sobre bacterias resistentes a los antibióticos titulado Antibiotic Resistant Threats in the United States (Amenazas por la resistencia a los antibióticos en los Estados Unidos), 2019. El prólogo del director de los CDC, Robert Redfield, es especialmente alarmante, no solo por el peligro futuro de las infecciones resistentes a los antibióticos, sino también por el peligro actual.
“Dejen de referirse a una era posantibióticos: ya la estamos viviendo”, afirma el Dr. Redfield, un experto en virus y las enfermedades que estos causan. Señala que “se ha encontrado resistencia a los antibióticos en todos los estados de los Estados Unidos y en todos los países del mundo. No hay ni un solo lugar libre de resistencia a los antibióticos”.
Cuando tenía 11 años, sufrí un accidente en un vehículo todoterreno que me causó una enorme herida en la pierna. Después de ser trasladado al hospital y someterme a una cirugía, me dijeron que el equipo médico había dejado de contar después de suturar 600 puntadas internas, y que en el exterior habían puesto 22 grapas; ¡todavía tengo una gran cicatriz!
Una tarde, después de haber sido dado de alta y ya en mi casa, mi gato saltó a mi regazo y me provocó un dolor punzante en la herida. Siempre he pensado que fue un milagro que la herida inicial no haya alcanzado una arteria principal en mi pierna (¡a pesar de su tamaño, apenas sangraba!), ¡pero la verdad es que la infección que se descubrió después de que el gato saltara a mi regazo esa noche fue igualmente peligrosa! Pasé más de dos semanas en el hospital con una infección grave por estafilococo, sin sospechar el peligro que corría mientras pasaba el tiempo viendo tranquilamente la televisión.
De “droga maravillosa” a parche temporal
El primer antibiótico moderno, la penicilina, fue descubierto en 1928 por Sir Alexander Fleming. Empezó a usarse con fines medicinales en 1942, y se le consideró un milagro moderno. Su efectividad contra las infecciones bacterianas fue considerada un triunfo sin precedentes de la ciencia. Pero, como lamenta el Dr. Redfield, “usted y yo estamos viviendo una época en la que algunas drogas milagrosas ya no lo son y las familias están siendo separadas por un enemigo microscópico”.
Hoy en día, varios tipos de bacterias resistentes son inmunes a los antibióticos más avanzados que la comunidad médica puede ofrecer. El informe mencionado anteriormente calculó que hay más de 2.8 millones de infecciones resistentes a los antibióticos en los Estados Unidos cada año, lo que causa la muerte de más de 35 000 personas.
Y, como siempre, los medios de comunicación han sido y siguen siendo sensacionalistas. A medida que se descubrieron nuevos antibióticos, la revista Time supuso que en el futuro las combinaciones de antibióticos serían ilimitadas: “Podrían usarlos para todas las enfermedades infecciosas, y muchas de las especialidades en las escuelas de medicina podrían ser innecesarias” (“The Newest Wonder Drug” [La nueva medicina milagrosa], 29 de enero de 1945, p. 66).
Alexander Fleming sabía que la penicilina no era una panacea que conduciría a la humanidad hacia una era libre de enfermedades. Él previó “la gran posibilidad del error de la automedicación [con penicilina] al usar dosis demasiado pequeñas, de modo que, en lugar de eliminar la infección, los microbios se harían más resistentes a la penicilina” (“Penicillin’s Finder Assays Its Future: Sir Alexander Fleming Says Improved Dosage Method Is Needed to Extend Use” [El creador de la penicilina analiza su futuro: Sir Alexander Fleming dice que se necesita un método de dosificación mejorado para extender su uso], The New York Times, 26 de junio de 1945).
Ahora casi todos saben que los temores de Fleming se han hecho realidad, y también que la penicilina y otros antibióticos no son “medicamentos maravillosos” carentes de efectos secundarios, como alguna vez se creyó. El optimismo de la posguerra y el deslumbrante poder que la ciencia ejercía en la opinión pública impidieron que las reacciones alérgicas a la penicilina fueran reportadas durante años.
En un simposio realizado en 1980 y titulado The History of Antibiotics (Historia de los antibióticos), James Whorton informó sobre los lamentables “casos de varios médicos que, aun conscientes de sus propensiones alérgicas, trataron sus propios resfriados con penicilina y murieron a causa de las reacciones” (Antibiotic Abandon: the Resurgence of Therapeutic Rationalism [Abandono de los antibióticos: el resurgimiento del racionalismo terapéutico], J. Parascandola, editor, 1980).
Los resfriados y muchas enfermedades mortales son causados por virus, contra los cuales los antibióticos son totalmente ineficaces. Pero la prescripción excesiva de antibióticos y su uso para infecciones virales siguen siendo comunes. En realidad, las “drogas milagrosas” nunca hicieron milagros.
Se creía que los antibióticos serían el fin de las enfermedades, pero en realidad eran solo una solución imperfecta.
El creciente miedo al SARM
Las infecciones por estafilococo, como la que tuve de niño, son causadas por la bacteria conocida como Staphylococcus aureus, (o estafilococo dorado), un organismo tan común que incluso se encuentra en la piel humana. Esto no suele ser un problema, ya que Dios diseñó nuestra piel como una barrera natural y una primera línea de defensa contra microorganismos dañinos, ¡y funciona increíblemente bien! Pero las cirugías de todo tipo implican riesgo de infección porque la piel se debe cortar y la presencia de la bacteria del estafilococo en los hospitales es inevitable.
El primer caso documentado de una infección bacteriana resistente a los antibióticos en un ser humano se dio en 1968, marcando el descubrimiento de la primera cepa de staphylococcus aureus que no respondió a la meticilina, lo que dio lugar al acrónimo SARM (Staphylococcus Aureus Resistente a la Meticilina), que desde entonces se ha hecho muy frecuente en los titulares.
El reciente informe de los CDC incluye un plan para controles más estrictos en el uso de los antibióticos a fin de frenar el creciente problema. El Dr. Redfield afirma: “Estas acciones nos están protegiendo hoy y continuarán protegiéndonos a nosotros, a nuestras familias y a nuestra nación de una amenaza que nunca se detendrá” (énfasis nuestro). Su visión del futuro es poco halagüeña: en el mejor de los casos, prevé una lucha interminable por la supervivencia contra enemigos devastadores, despiadados e invisibles.
Epidemias inevitables
Las enfermedades infectocontagiosas no son nada nuevo. Un artículo de 2006 de la revista Influenza, titulado 1918 Influenza: The Mother of All Pandemics (Influenza 1918: La madre de todas las pandemias), alude al virus de la gripe (conocido como “gripe española”) que infectó y causó síntomas a 500 millones de personas en todo el mundo en un lapso de solo dos años y que hizo que se enfermara un tercio de la población de la Tierra. Las muertes totales por la gripe española se calculan en la asombrosa cifra de 50 a 100 millones, equiparable al total de muertes de la Segunda Guerra Mundial.
Los brotes virales son aún más preocupantes que las bacterias resistentes a los antibióticos: pueden propagarse más rápido, lo que los hace muy difíciles de contener, y los antibióticos de ninguna manera los combaten.
Los expertos sostienen que las condiciones mundiales ahora están dadas para un brote aún peor que la gripe española. La población mundial actual ha alcanzado la cifra nunca vista de 8 000 millones, lo cual ha causado hacinamiento en las zonas urbanas de todo el mundo. Además de las malas condiciones sanitarias en muchos países y la facilidad y uso masivo de los viajes aéreos, en el mundo de hoy sería factible que una enfermedad altamente contagiosa se propagara más rápido que nunca en la historia de la humanidad .
Actualmente vemos que esto está sucediendo alrededor del mundo con la pandemia del Covid-19 que comenzó en la ciudad de Wuhan, China. Al momento de escribir este artículo, se han reportado más de 3 millones de infecciones y más de 200 000 muertes en el mundo. Hoy mismo, el planeta entero está sufriendo las consecuencias de esta pandemia.
Mientras tanto, incluso el virus de la gripe común causa una increíble cantidad de enfermos y muertos en todo el mundo cada año. Según los CDC, ¡la temporada de gripe 2019-2020 ya ha causado 22 millones de infecciones y 12 000 muertes solo en los Estados Unidos! Todos los años hay el temor de que aparezca una cepa de influenza particularmente virulenta y mortal.
Jesucristo advirtió que, antes de su regreso, “habrá pestes [enfermedades epidémicas], y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:7-8). Del mismo modo, el cuarto de los cuatro jinetes en el libro de Apocalipsis se describe como “un caballo amarillo. Y el que lo montaba tenía por nombre Muerte” (Apocalipsis 6:8). The Expositor’s Bible Commentary (Comentario bíblico del expositor) aclara: “‘Pálido’ (chloros) denota un verde amarillento, como el verde claro de una planta o la palidez de una persona enferma, en contraste con una apariencia saludable”.
En otras palabras, la profecía bíblica confirma los crecientes temores epidémicos, pero también revela una fuente de curación y esperanza.
Dios cambiará las cosas
En Oseas 13:14, Dios prometió cambiar las cosas: “De la mano del seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh seol”. Jesucristo murió para vencer la muerte en todas sus formas y todas sus causas.
En Isaías 53:5 leemos que “el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Cristo sufrió para poner fin al sufrimiento, incluyendo la enfermedad. En el versículo anterior leemos que “llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”.
¡Los seguidores de Jesucristo, por lo tanto, tienen una esperanza formidable! Santiago 5:14 enseña que los enfermos deben buscar la curación mediante la unción con aceite por los ancianos de la Iglesia, y el versículo 15 luego afirma que “la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”. Y si bien Dios ahora no sana todas las enfermedades de su Iglesia en esta vida, por la fe en Jesucristo y por la promesa del nuevo pacto tenemos la esperanza de la resurrección: ¡la curación definitiva!
Además, Dios tiene un plan para toda la humanidad, contrario a la sombría predicción del director de los CDC de “una amenaza que nunca se detendrá”.
Esperanza para toda la humanidad
Felizmente, la Biblia describe un futuro en el que nuestro Dios todopoderoso tomará el control y pondrá fin al sufrimiento humano. Eso no significa que simplemente va intervenir para sanar instantáneamente todas las enfermedades, sino que comenzará por establecer un reino sin fin bajo el cual la humanidad aprenderá la forma correcta de vivir y será abundantemente bendecida.
A medida que la humanidad por fin aprenda a obedecer a nuestro Creador, Dios erradicará la enfermedad, cumpliendo en mayor proporción aún las palabras dirigidas al antiguo Israel: “Si oyeres atentamente la voz del Eterno tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos . . . ninguna enfermedad [de las que Dios envió a otros] te enviaré a ti . . . Porque yo soy el Eterno tu sanador” (Éxodo 15:26).
El propósito y plan supremo de Dios es transformar el mundo, a todos los que le obedezcan y se sometan a él, en una nueva creación, donde “no habrá más muerte, ni tristeza, ni llanto” (Apocalipsis 21:4).
El “enemigo microscópico” al que se refiere el Dr. Redfield, la infección bacteriana resistente a los antibióticos, es solo una de las muchas facetas de nuestra gran enemiga, la muerte, que Pablo describió como “el postrer enemigo que será destruido” (1 Corintios 15:26).
¡Ese maravilloso futuro sin necesidad de antibióticos será la verdadera “era posantibiótica”! Este no es el momento de temer, sino de esperar y orar: ¡ya está a las puertas! BN