El planeta Tierra ¡sobrevivirá y florecerá!
Hace algunos meses, el autodenominado evangelista radial Harold Camping (E.E.U.U.) predijo que el mundo enfrentaría su destrucción total, comenzando con un terremoto global el 21 de mayo del 2011. Estaba tan convencido de sus predicciones, que publicó avisos de páginas enteras en los diarios de noticias más importantes, proclamando que el fin del mundo era inminente.
Sin mostrar vergüenza alguna en las entrevistas de televisión, Camping admitió haberse equivocado en algunas cosas y, dándose el lujo de fijar otra fecha, dijo que intentará nuevamente hacer más predicciones. Esto es tan ridículo como triste.
Tales profetas autoproclamados aparecen en la escena aprovechando de hacer hincapié en las catástrofes naturales y también en aquellas que son culpa del ser humano, las cuales continúan atemorizando al mundo y llevando a la gente a preocuparse acerca de nuestro futuro, para así mostrar que su perspectiva apocalíptica viene directamente de Dios. Pero de esta manera solo perpetúan la falsedad y la confusión.
Algunos profetas de fatalidades, careciendo de la visión espiritual y del entendimiento de las Escrituras, no saben que nuestro planeta no será totalmente destruido al regreso de Cristo, ¡sino que permanecerá a salvo de todo aquello y que sobrevivirá y florecerá de una manera tal que la humanidad nunca habrá visto!
¿Por qué existe la Tierra?
Sin embargo, sus profecías sí suscitan una interesante pregunta: ¿por qué es necesario que nuestro planeta exista, cuando la mayoría de los cristianos cree que la recompensa de los salvos es ir al cielo? Si vamos a subir al cielo cuando muramos, ¿para qué, entonces, es necesario que esta Tierra sobreviva? ¿Es acaso esto importante?
La mayoría de las personas se dan cuenta de que la Tierra es el único planeta habitable en nuestro sistema solar. Todos los otros planetas son inhabitables, y si es que fuese posible poner a un hombre en Marte, por ejemplo, éste sobreviviría solamente si es que estuviese protegido por algún tipo de medio ambiente especial, viviendo dentro de una burbuja. La noción de dejar a un hombre en la Luna nunca se ha materializado, y Marte está mucho más lejos que nuestro satélite.
La mayoría de los seres humanos ni siquiera se cuestionan el porqué de la existencia de la Tierra. Para ellos, ésta simplemente existe. No quieren molestarse con tales trivialidades cuando están tratando de sobrevivir y tener lo suficiente para comprar gasolina y comida. Están tan absortos en sí mismos y en sus asuntos personales, que nunca se han detenido a considerar este concepto. Muchos otros están ocupados en acumular la mayor cantidad posible de aparatos de entretención antes de morir.
Pero volviendo al tema, ¿por qué existe la Tierra?
Cuando usted descubra la respuesta a esta pregunta y entienda verdaderamente sus implicaciones, ¡su perspectiva del mundo cambiará!
Aquí está la respuesta en unas pocas frases:
La Tierra existe debido a usted, y a todas las personas que alguna vez han vivido y que volverán a vivir.
La Tierra existe porque Dios y Jesucristo establecerán su reino en ella.
La Tierra existe porque eventualmente Dios el Padre traerá a nuestro planeta la Jerusalén celestial, donde él vive, cuando la Tierra sea transformada y renovada (Apocalipsis 21:2, 10, 24).
Usted puedesaber, de hecho, usted debesaber, por qué la Tierra existe. Su futuro dependedel entendimiento de este simple hecho.
Dios nos dice que él construyó la Tierra para nosotros, un hogar en el cual los seres humanos adoptarían buenos valores, desarrollarían buen carácter y lo honrarían a él y a sus leyes: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26).
Pero todo ello toma tiempo, educación, práctica, experiencia, madurez, y el buscar el consejo de Dios (no el del hombre). “Yo sé, Señor, que nuestra vida no nos pertenece; no somos capaces de planear nuestro propio destino” (Jeremías 10:23, Nueva Traducción Viviente).
Estamos vivos en la Tierra de Dios, este ambiente especial y único que sostiene toda vida física, para aprender a gobernar sobre todas las cosas vivientes y cuidar de ellas. Aún más, estamos aquí para cuidar a nuestros compañeros humanos: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39; Levítico 19:18). Esta es la razón de nuestra existencia o ser y de por qué estamos aquí (compárese con 1 Juan 4:20-21).
¿A dónde nos lleva esto, si es que aprendemos a honrar al gran Dios que nos dio el privilegio de cuidar bien lo que él nos ha dado, comenzando con nuestras propias vidas? Lamentablemente, la historia secular y las profecías bíblicas prueban que los seres humanos se han inclinado por acarrear miseria y por destruirse a sí mismos (Proverbios 14:12; Mateo 24:21-22; Romanos 3:10-18; Isaías 59:1-14).
Los seres humanos pueden destruir el futuro
A pesar de que Dios les ha dado a las personas todas las oportunidades para vivir como si estuvieran en el Huerto de Edén, hemos continuado destruyendo con ahínco nuestro futuro. Dios quiere darnos la casa de lujo; nosotros lo ignoramos y caminamos hacia la casa de perros.
Romanos 6:23 nos dice que “la pagadel pecado es muerte” (énfasis añadido en todo este artículo). ¡La pagaes lo que nosganamos al trabajar diligentemente para producir! Los seres humanos pagan muy caro en esta vida mediante el dolor y el sufrimiento que produce la desobediencia a los santos mandamientos de Dios, lo que al final nos cuesta la vida —tal como un soldado que, al fin y al cabo, es pagado para producir dolor, sufrimiento y muerte.
Dios dice que los seres humanos no saben cómo conducir sus vidas apropiadamente (Jeremías 10:23). Con nuestras acciones demostramos que no estamos de acuerdo con Dios. Por el contrario, estamos empeñados en destruir nuestras vidas tomando demasiado, festejando al máximo, consumiendo drogas y volviéndonos adictos a un sinfín de gratificaciones inmediatas. Estamos en constante guerra los unos con los otros. La humanidad no conoce la paz verdadera y duradera (Isaías 59:8). Robamos, hacemos trampa y engañamos.
¿Es todo esto nuestra culpa? En gran parte sí, ya que Dios nos da la libertad de escoger entre el bien y el mal: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).
Ciertamente, en muchos aspectos sabemos muy bien qué es lo correcto. Sin embargo, insistimos en escoger el mal. Es por esta razón que Dios ordena a todos, en todas partes, que se arrepientan. Como Hechos 17:30 nos dice: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.
¡Dios deja claro que el buey o el asno común honran a su amo más que los seres humanos al suyo! “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla el Eterno: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.
“¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron al Eterno, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente” (Isaías 1:2-5).
Dada la libertad que se nos ha entregado para tomar nuestras propias decisiones con respecto a nuestros pensamientos y acciones, nos apresuramos en hacer añicos nuestro futuro.
Anteriormente pregunté si nuestros problemas humanos eran nuestra culpa. Y respondí que sí, ya que en gran parte somos responsables de nuestras decisiones y acciones. Sin embargo, existe algo más aparte de nuestra tendencia humana hacia la autodestrucción.
Un intruso invisible quiere vernos muertos
¿Hay algo o alguien que contribuya a esta caída en picada hacia la autodestrucción? La verdad es que hay un ser intruso invisible que quiere destruirlo a usted y a mi, no solo en esta vida, ¡sino que para siempre! Ese intruso es un gran ser caído, quien es identificado como el dios de esta era (2 Corintios 4:4), el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2), el archidestructor, y Satanás el diablo (Apocalipsis 20:2), quien se disfraza como ángel de luz (2 Corintios 11:14).
Satanás quiere destruirnos porque él conoce nuestro destino final. Satanás sabe el propósito de Dios para la vida humana —lo que Dios nos entregará si continuamos aceptando su regalo de gracia, el que incluye el inmerecido perdón de nuestros pecados y la ayuda espiritual para continuar obedeciendo sus leyes.
Satanás sabe que aquellos seres humanos que se conviertan en los hijos de Dios, los hermanos menores de Jesucristo (Hebreos 2:11-12), gobernarán sobre ángeles (Hebreos 1:13-14). Él sabe que al final, la responsabilidad de juzgar a los ángeles recaerá en nosotros (1 Corintios 6:3).
Satanás estaba airado mucho antes de que Dios creara a los seres humanos en esta Tierra. Él inició una violenta rebelión para remover a Dios de su trono (Isaías 14:12-15). Algunos han especulado que esto ocurrió quizás porque él se enteró de que los seres humanos tendrían un destino mejor y más grandioso que los ángeles (Hebreos 1:14).
Al apóstol Pedro nos advirtió acerca del archienemigo invisible de los seres humanos: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).
Él es el homicida y mentiroso que ha engañado a todo el mundo (Juan 8:44; Apocalipsis 12:9). Él es el “tentador” que induce a las personas a pecar (Mateo 4:3). Cegados y tentados por él, la gran mayoría de los seres humanos han sido atrapados y “están cautivos a voluntad de él”(2 Timoteo 2:24-26).
¿Puede la humanidad mejorar? ¿Podemos escapar de los lazos del diablo después de haber sido hechos cautivos para hacer su voluntad? Dios dice que sí podemos. Por el propio bien de la humanidad, Dios la guiará para que algún día lo adoren a él, tal como era su intención (Malaquías 1:11). Los humanos ya no tendrán su propia religión individual ni intentarán vender la idea de: “¿Conoces al Eterno?”. Porque después de que Satanás y sus demonios sean eliminados, toda la humanidad adorará a Dios de la forma en que él ordena (Hebreos 8:10-11).
El plan de Dios para la humanidad en el planeta Tierra
Dios tiene un gran plan para los seres humanos en la Tierra, primero como hijos e hijas físicos, y finalmente como hijos espirituales, inmortales y divinos de él (1 Corintios 15:48-49; 1 Juan 3:2).
Irónicamente, las personas no saben del plan divino porque son incapaces de ver al verdadero Dios, debido al dios falso de este mundo. Él engañó a nuestros primeros padres, Adán y Eva, y ha continuado engañando incesantemente por milenios, y así ha esclavizado a los seres humanos para que hagan su voluntad a fin de llevarlos a su autodestrucción, tal como hemos visto.
Satanás el diablo, el dios de esta era, es un dios diferente, con “otro espíritu” y “otro evangelio” (2 Corintios 11:4). Él ha engañado a los seres humanos por miles de años para que sigan otra forma de cristianismo que no tiene ningún poder inherente, sustituyendo la verdad de Dios con su falso evangelio.
Es por esto que Cristo dijo que el camino de Dios es difícil de encontrar y que solo unos pocos logran hallarlo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).
El plan supremo de Dios para la humanidad es que nos convirtamos en sus hijos y que formemos parte de su familia en su reino venidero. ¡Este es el verdadero evangelio de Cristo!
Dios desea que todos los seres humanos cambien y lo sigan (1 Timoteo 2:4). Seremos entonces los hermanos menores de Jesucristo (Hebreos 2:10-11), divinos como lo es él (1 Juan 3:1-3), e inmortales (1 Corintios 15:50-53), y serviremos con Cristo en la tierra como reyes y sacerdotes (Apocalipsis 5:10), reinando sobre los seres humanos en esta tierra y juzgándolos (Lucas 19:17; Apocalipsis 2:26; 1 Corintios 6:2), mientras los ayudamos a aprender el camino de vida de Dios.
¡El verdadero cristianismo no es para los débiles!
El camino de Dios requiere sacrificio personal (Romanos 12:1), el tipo de sacrificio que resiste nuestros deseos humanos basados en nuestra naturaleza humana egoísta, ambiciosa y engañosa (Jeremías 17:9).
El verdadero cristianismo, el cual se basa en las Escrituras, penetra la naturaleza humana dejando a la persona desnuda ante Dios: “Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas. Cristo es nuestro Sumo Sacerdote. Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos” (Hebreos 4:12-14, Nueva Traducción Viviente).
El apóstol Pablo se refiere a los requerimientos que Dios exige a quienes profesan ser cristianos (Romanos 6:1-23). Una vez que nos hemos arrepentido de nuestros pecados, aceptado a Jesús como nuestro salvador personal, siendo enterrados con él en la sepultura de agua simbólica del bautismo, y hemos recibido la imposición de manos para recibir el espíritu de Dios, podemos y debemos seguir adelante con nuestras vidas, siguiendo el ejemplo de Cristo y superando las pruebas día a día (2 Corintios 4:16; Mateo 5:44; 22:37-39).
Los hábitos pecaminosos antiguos nos mantienen bajo el control y la manipulación del dios de esta era (Romanos 6:16). En esta condición de ceguera, los seres humanos no son capaces de disfrutar de la voluntad espiritualmente refrescante y productiva de Dios, la que es expresada en sus leyes y que nos enseña sobre el amor de Dios (1 Juan 5:3).
El cristianismo verdadero no es para los débiles. Lea el libro de Hechos y encontrará a cristianos reales hablando del verdadero evangelio y sufriendo persecuciones y martirios. Encontrará a autoridades religiosas y políticas llevando a los cristianos de la antigüedad frente a jueces y metiéndolos en prisión. También encontrará a algunos que fueron golpeados y apedreados hasta la muerte.
¡El cristianismo verdadero de la iglesia apostólica primitiva es un camino difícil de seguir! Jesús dijo: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19). Usted puede aprender mucho más acerca de este tema en el folleto gratuito “La Iglesia que edificó Jesucristo”.
Cristo dijo que era prácticamente imposible honrar a Dios sin ponerlo a él primero en nuestra vida, antes que a la familia e incluso que a uno mismo (Lucas 14:26). Es más, él dijo que era imposible ser su discípulo a menos de que llevásemos su cruz —pagando el precio que sea necesario para que vivamos una vida de servicio divino— y que lo sigamos a él y a sus preceptos (Lucas 14:27). ¡El cristianismo verdadero no es para los débiles!
El planeta Tierra sobrevivirá y florecerá
Dios dijo que la tierra no moriría. Por el contrario, las Escrituras muestran que, después del regreso de Jesucristo, nuestro planeta Tierra será más grandioso que nunca antes. Note esta profecía acerca del reino de Jesucristo en Isaías 11:1-10:
“Saldrá una vara del tronco de Isaí [padre del rey David], y un vástago [Cristo]retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu del Eterno; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Eterno. Y le hará entender diligente en el temor del Eterno . . . Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.
“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar. Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa”.
Para concluir, resumamos en pequeñas cápsulas la verdad de la Biblia acerca del futuro de la humanidad y la Tierra:
Dios garantiza que la Tierra sobrevivirá y florecerá, aunque será finalmente transformada (Isaías 11:1-10; 35:1-2; Amós 9:13-15).
Dios garantiza que la humanidad sobrevivirá y prosperará como nunca antes (Miqueas 4:1-4).
Dios garantiza que esta Tierra se transformará literalmente en el Huerto de Edén (Ezequiel 36:35-36).
Dios garantiza que usted puede recibir su Espíritu Santo y tener parte en esto cuando usted se comprometa a honrarlo y a obedecer su voluntad (Hechos 2:38; 3:19; Romanos 8:12-14).
El planeta Tierra aún está por florecer como nunca antes. Sobrevivirá, tal como la humanidad. ¿Va a comprometerse usted a obedecer el mensaje del verdadero evangelio de Cristo hoy?