El plan de Dios revelado mediante las resurrecciones
La resurrección de los muertos figura en las Escrituras como una de las doctrinas básicas del cristianismo verdadero (Hebreos 6:1-2). Esta verdad, de que habrá vida después de la muerte, fue anunciada en el Antiguo Testamento por David (Salmos 17:15), Isaías (Isaías 26:19) y Daniel (Daniel 12:2). Algún día, todos los que hayan vivido volverán nuevamente a la vida.
Jesucristo mismo habló de un momento en el futuro en el cual “los muertos oirán mi voz y saldrán de sus tumbas. Entonces, los que hicieron lo bueno volverán a vivir, y estarán con Dios para siempre; pero los que hicieron lo malo volverán a vivir para ser castigados” (Juan 5:28-29, Traducción en Lenguaje Actual).
El cumplimiento del plan de Dios se desarrolla por etapas. Después de que un cristiano es llamado por Dios y se bautiza y recibe el Espíritu Santo, se inicia un periodo de juicio o evaluación de la forma en que conduce su vida. Actualmente el juicio se está llevando a cabo en la “casa de Dios”, que es la Iglesia de Dios (1 Pedro 4:17).
Pero como veremos dentro de poco, hay más de un período de juicio revelado en las Escrituras, y más de una resurrección.
Todas las piezas del rompecabezas fueron puestas en su lugar solo cuando Jesús inspiró al apóstol Juan a escribir el último libro de la Biblia, titulado Apocalipsis(del griego apokalypsis, que significa “revelación”), ¡pues en él Dios reveló un conocimiento que estuvo oculto hasta entonces! Comienza así: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos” (Apocalipsis 1:1). Dios inspiró a Jesucristo para revelar a Juan cómo y cuándo resucitarían los seres humanos.
Repasemos algunas ideas comunes acerca de la vida después de la muerte en la era del Nuevo Testamento y veamos lo que la Biblia realmente enseña.
Las múltiples creencias en tiempos
de Jesús
Es necesario entender algunos antecedentes del mundo religioso en la época de Jesús para comprender plenamente las enseñanzas de la Biblia sobre este tema.
De acuerdo a lo que relatan los evangelios y otros relatos históricos, sabemos que existían al menos tres sectas judías predominantes durante el ministerio de Jesús: los saduceos, los fariseos y los esenios.
Los saduceos pertenecían esencialmente a la clase sacerdotal asociada al templo de Jerusalén. Eran adinerados, influyentes y generalmente corruptos a causa de su codicia. Aunque la gente los respetaba por la influencia que tenían en el sistema religioso, también les reprochaba la estrecha relación que tenían con la autoridad romana que los oprimía.
Los fariseos eran estudiantes y maestros de la ley. Debido a que eran la secta más influyente entre el pueblo judío, enfatizaban la estricta observancia de la ley escrita de Moisés y también de la tradición oral que había sido transmitida por los ancianos judíos.
Los esenios, grupo que no se menciona en los evangelios, hacían énfasis en vivir alejados del resto de la sociedad. Moraban lejos de las ciudades y no se involucraban en la política de los saduceos y los fariseos. Los pobladores de la comunidad desértica de Qumrán, quienes escondieron los rollos del mar Muerto, parecen haber sido parte del movimiento esenio.
Estos grupos tenían diferentes teologías y filosofías, y la gente de la época de Jesús fue influenciada por todas ellas. Uno de los temas que se debatía entre tales sectas era lo que ocurría después de la muerte.
La doctrina del alma inmortal
Según Flavio Josefo, historiador judío del primer siglo, tanto los fariseos como los esenios creían en la inmortalidad del alma y en la recompensa para los justos y el castigo para los malvados, que continuaban viviendo en el más allá como seres incorpóreos (Antigüedades de los judíos,libro 18, cap. 1, secs. 3, 5).
Esta creencia fue mezclada con la enseñanza bíblica de la resurrección, ya que también creían que las almas inmortales de los justos finalmente adquirían cuerpos carnales para vivir eternamente (ibíd.; [Hipólito, Refutación de todas las herejías], libro 9, caps. 22-23).
Ellos estaban en lo correcto al creer en la resurrección, pero se equivocaban al creer en la inmortalidad del alma. Actualmente esta sigue siendo una creencia común, junto con la idea de que cuando una persona muere, su alma va al cielo si ha sido buena, y al infierno si ha sido mala. No obstante, según la Biblia, nada de esto es correcto. La Escritura no dice que el alma vive para siempre, sino que puede morir (Ezequiel 18:4, 20; Mateo 10:28), y que en la muerte no hay conciencia (Eclesiastés 9:5, 10).
Entonces, si la inmortalidad del alma no es bíblica, ¿de dónde surgió esta doctrina? La creencia en un alma separada del cuerpo era popular en la cultura griega, y la enseñaba uno de sus filósofos más famosos: “En el pensamiento de Platón, el alma . . . era independiente e indivisible . . . Existía desde antes del cuerpo que habitaba, y sobrevivía” al morir el cuerpo (Edward Fudge, The Fire That Consumes[El fuego que consume], 1994, p. 32).
Durante varios siglos después de que Alejandro Magno conquistara el Oriente Medio, la cultura y las creencias griegas dominaron esa parte del mundo. Cuando el Imperio romano reemplazó al griego, la influencia de la cultura y la filosofía griegas era muy grande y los romanos adoptaron muchas de sus creencias. Como consecuencia, la influencia grecorromana contagió a los judíos antes y durante los días de Cristo.
Sectas judías discrepaban en cuanto
a la resurrección
Los saduceos se diferenciaban de los esenios y los fariseos en que no creían en un alma inmortal o una resurrección (Josefo, sec. 4; Hipólito, cap. 24). Ellos creían solamente en la Torá –los primeros cinco libros de la Biblia– como la única fuente de autoridad divina, y ésta no mencionaba específicamente la resurrección.
A pesar de que el concepto de la resurrección fue entendido y revelado por profetas bíblicos como Isaías y Daniel, los saduceos lo rechazaron porque no aceptaban los escritos de ellos como parte de las Escrituras; pensaban que se trataba de una doctrina nueva. “Los saduceos se opusieron vigorosamente a la nueva doctrina de la resurrección corporal. Sostenían que ‘morir significa estar muerto’” (Eduard Lohse, The New Testament Environment [El ambiente del Nuevo Testamento], 1986, p. 61). En Marcos 12:18-27 vemos que los saduceos trataron de provocar una discusión con Jesús acerca del tema.
Los saduceos tenían grandes desacuerdos con los fariseos, pues éstos creían en la resurrección. Esto lo comprobamos en la Biblia cuando el apóstol Pablo se presentó ante el sanedrín.
Pablo se dirigió así a la asamblea: “Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas” (Hechos 23:6-8).
Los fariseos, a diferencia de los saduceos, se acercaban más a lo que enseña la Biblia; pero, lamentablemente, su entendimiento era incompleto y tenían conceptos erróneos.
Los conceptos griego y romano
de la muerte
En los días de Jesús se habían popularizado las ideas griegas sobre la muerte. La idea del infierno como el lugar adonde iba el alma de una persona después de morir se basaba en el concepto griego del hades, una especie de submundo que servía de hogar a las almas sin cuerpo. Se creía que tan pronto moría alguien, su alma viviría para siempre en la oscuridad del hades — un destino nada halagüeño, por cierto.
Sin embargo, la verdad bíblica es mucho más justa y misericordiosa. Según la Escritura, lo que finalmente le espera a la gente mala es la destrucción o aniquilación, no un tormento eterno.
Al reconocer que la idea de un Dios amoroso y compasivo es incompatible con la imagen de un ser divino que tortura a la gente eternamente en un infierno ardiente, un creciente número de personas interpreta “infierno”, o incluso “muerte”, como la separación eterna de Dios. Pero estas personas no entienden la enseñanza bíblica sobre la destrucción en el infierno, conocido como Gehennaen el griego del Nuevo Testamento.
Y a pesar de que los judíos no entendían toda la verdad, tenían la ventaja de contar con las partes de la Biblia que se habían escrito hasta ese momento. No obstante, la Biblia no fue finalizada sino hasta que Jesús reveló el Apocalipsis a Juan. Gracias a la revelación en el libro de Apocalipsis podemos entender mejor el destino de los muertos y el plan de salvación de Dios.
Lo que creían los seguidores de Jesús
En su mayoría, los primeros discípulos de Jesús no eran seguidores oficiales de ninguna de las sectas del judaísmo, pero creían en la resurrección, como muestra el Evangelio de Juan.
Jesús había ido a visitar a Marta y María en el pueblo de Betania después de que su hermano Lázaro muriera, para resucitarlo de entre los muertos, y le dijo a Marta: “Tu hermano resucitará” (Juan 11:23). La palabra resurrecciónse deriva de anástasis,
vocablo griego que significa “levantar nuevamente”. Gracias a su capacidad para efectuar milagros a través del poder de su Padre, Jesús le ordenó a Lázaro salir de su tumba, y éste se levantó y caminó una vez más en su cuerpo físico resucitado.
¿Cuál era la creencia de Marta con respecto a la resurrección de Lázaro? Dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero” (v. 24). No sabemos si ella creía esto debido a las enseñanzas de Jesús, o si lo creía desde antes de escucharlo.
En todo caso, lo que ella dijo básicamente concordaba con el sistema de creencias de los fariseos. Ellos creían que todo el mundo resucitaría al mismo tiempo: “Los judíos, que creían en la resurrección, pensaban que ésta ocurriría en el día final, cuando Dios renovara los cielos y la tierra; que la resurrección sería universal” (Craig Evans y NT Wright, Jesus, the Final Days: What Really Happened [Jesús, los últimos días: Lo que pasó en realidad] 2009, p. 89). Veamos ahora lo que la Biblia realmente enseña.
“La primera resurrección”:
Los fieles a Dios reciben vida eterna
Es importante tener en cuenta que Dios no está llamando a todos a la salvación en estos tiempos, lo cual debería ser evidente si tenemos en cuenta algunos hechos clave. En los siglos pasados, muchas personas nunca escucharon el nombre de Jesucristo ni conocieron una Biblia. Muchos bebés y niños han muerto a muy corta edad, mucho antes de poder decidir por sí mismos. Incluso hoy en día millones de personas viven y mueren sin saber nada sobre el verdadero Dios o la Biblia. ¿Cuál es el plan de Dios para ellos?
Jesús claramente dijo que no todo el mundo podía venir a él (Juan 6:44), al menos no en ese momento. Pero también dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Dios tiene que llamar a las personas para que conozcan a Jesucristo y reciban su dádiva de la vida eterna por medio de la resurrección de los muertos. A través de los siglos, el misterio de la resurrección ha sido revelado solo a unos cuantos.
“Pero permítanme revelarles un secreto maravilloso. ¡No todos moriremos, pero todos seremos transformados!” escribió Pablo (1 Corintios 15:51, Nueva Traducción Viviente). Un “secreto” en el Nuevo Testamento es una verdad oculta. Jesús regresará al sonido de una trompeta, y “los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).
Observe que no todos resucitan en ese momento; solo “los muertos en Cristo”, los verdaderos cristianos que hayan vivido y muerto a través de los siglos, junto con los que todavía estén vivos en ese momento, serán resucitados y transformados con ellos (1 Corintios 15:51-52).
¿Cuál será la función de quienes sean transformados al sonido de la trompeta? Dios le reveló a Juan en una visión las últimas piezas del rompecabezas y escribió lo siguiente sobre la recompensa de los santos: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).
Ésta es llamada simplemente “la primeraresurrección”, que tendrá lugar al final del “presente siglo malo” (Gálatas 1:4), cuando Dios libre a su pueblo a la venida de Jesucristo.
Cuando la Biblia dice que “la segunda muerte no tiene poder”, significa que los santos vivirán eternamente. Nunca más estarán sujetos a la muerte después de que sean resucitados. Tendrán una vida de felicidad desbordante, fascinante y placentera. Dios inspiró a David a escribir: “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).
¿Y los demás?
Pero ¿qué pasará con todos los demás? Observe esta declaración en Apocalipsis 20:5: “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años”. Los resucitados en este grupo son personas que nunca entendieron cabalmente la verdad de Dios. En vez de ser condenados al sufrimiento eterno o a no despertar nunca del sueño de la muerte, volverán a la vida una vez más. Ésta será una resurrección a vida física, durante la cual tendrán la oportunidad de arrepentirse y recibir el Espíritu Santo de Dios, y luego vivir para siempre.
Es importante entender que esta resurrección no esuna segunda oportunidadpara que las personas decidan seguir a Dios y Jesucristo. Muchos miles de millones han vivido y muerto sin haber tenido la oportunidad de conocer y entender verdaderamente su plan de salvación. Para estas personas, su oportunidad de conocer y someterse a Dios en un día de juicio o evaluación aún está por venir.
Recuerde que Jesús les dijo a los incrédulos de su tiempo, quienes lo rechazaron, que los habitantes de antiguas civilizaciones pecaminosas se hubieran arrepentido si hubieran visto sus grandes obras. Finalmente les dijo que “en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti [ustedes]” (Mateo 11:24).
Junto con “el resto de los muertos”, la gente de Sodoma, ciudad destruida por Dios a causa de su maldad, aún tiene la oportunidad de poder arrepentirse y seguir a Dios en el futuro. Para ellos, ese será su periodo de juicio final. (Asegúrese de leer también “Jesucristo y el juicio del gran trono blanco”, que comienza en la página 13).
Posteriormente habrá otra resurrección para condenación en el lago de fuego (Apocalipsis 20:14-15). Los que van a sufrir este destino son personas que a pesar de haber tenido suficiente entendimiento y oportunidad finalmente decidirán alejarse y rechazar a Cristo, negándose al arrepentimiento. Una persona así literalmente habrá pisoteado al Hijo de Dios, tenido “por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado” y afrentado al Espíritu de gracia (Hebreos 10:29).
¡La gracia es un don gratuito de Dios, e incluye el perdón de los pecados a través de Jesucristo! Cuando pecamos, lo que en realidad hacemos es crucificarlo, por eso fue necesario que muriera para que pudiéramos ser perdonados. Pero una vez llamados por Dios y convertidos, no podemos crucificarlo de nuevo. Eso es lo que sucede cuando alguien que recibe el Espíritu Santo a sabiendas se aparta de Dios y lo rechaza (Hebreos 6:4-8). Como consecuencia, tal persona morirá eternamente.
Confíe en la promesa literal de resurrección que Dios le hace
En su camino a Damasco, el apóstol Pablo fue derribado por el Cristo resucitado (Hechos 9:1-9) y tuvo un encuentro personal con él. Siendo fariseo creía en la resurrección, y después de este incidente pudo entenderla mucho mejor y llegó a conocer personalmente a Jesucristo.
Algunos años más tarde tuvo que convencer a la iglesia de Corinto de la veracidad de la resurrección. De hecho,
1 Corintios 15 se conoce como “el capítulo de la resurrección”, pues ese es su tema. Pablo describe gráficamente una época en que “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta . . . los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:52).
Pablo hizo una hermosa descripción a los cristianos en Corinto de un tiempo futuro en el cual ellos y otros fieles seguidores de Jesucristo serían resucitados y transformados en espíritus incorruptibles.
La resurrección es una de las doctrinas fundamentales de las Escrituras, porque representa la esperanza que tienen los cristianos en la completa redención que llevarán a cabo Dios y Jesucristo. No se trata simplemente de una redención en sentido metafórico, sino de una salvación plena, que comprende transformarse verdaderamente en un miembro glorificado de la familia de Dios por toda la eternidad.
El apóstol Juan aseguró a los primeros cristianos que este cambio será literal y glorioso: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Jesús no solamente resucitará a sus seguidores, sino que serán transformados para ser “semejantes a él”, ¡una esperanza verdaderamente maravillosa para todos los que confían en Dios!
Estudie su Bibliay compruebe la verdad acerca de las resurrecciones. Tenga fe en que si se arrepiente y obedece al Eterno, puede recibir el don de la vida eterna como miembro literal de la santa y eterna familia de Dios. ¡Aprenda acerca de la recompensa para aquellos que se arrepienten y humildemente sirven a Dios! Usted puede vivir para siempre en el Reino de Dios. ¡Esa es la razón por la que Dios lo creó! BN