El auge de la IA
Por un lado, los extraordinarios avances en inteligencia artificial alimentan sueños de una vida más cómoda, y por otro, pesadillas de catástrofes. ¿Sustituirá la inteligencia artificial general la toma de decisiones y la dirección humanas? ¿Sobrevivirá siquiera la humanidad?
Desde el lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022, el mundo quedó cautivado por los avances en el campo de la inteligencia artificial (IA). A medida que estos sistemas producen resultados cada vez más humanos, todos, desde los principales expertos en la materia hasta presidentes y comentaristas, sienten el acelerado ritmo de la tecnología y se preguntan hacia dónde nos dirigimos.
En 2023, Elon Musk advirtió: “La IA es más peligrosa que, por ejemplo, el mal manejo del diseño, producción y mantenimiento de aeronaves, o la fabricación deficiente de automóviles . . . Tiene el potencial de destruir la civilización” (énfasis nuestro en todo este artículo).
¿Hay motivos para temerle a la IA? ¿Es posible que la IA alcance pronto un nivel de inteligencia humano, e incluso sobrehumano? Si ese termina siendo el caso, ¿habrá esperanza de que la humanidad sobreviva a la creación e implementación de una tecnología tan poderosa?
Cuando las máquinas aprendan a pensar
Aunque la IA que vemos hoy en día es impresionante, muchos expertos creen que solo estamos a unos años de la inteligencia artificial general (IAG), sistemas con la capacidad humana de resolver problemas completamente nuevos mediante la innovación, la experimentación y el aprendizaje.
Desde el inicio de la era de la mecanización, el software informático solo ha podido cumplir instrucciones rígidas y preprogramadas dentro de estrictos límites. Sin embargo, la IA ahora es capaz de realizar una multitud de tareas bajo demanda sin ninguna línea de código nuevo. En cuestión de minutos puede hacer un diagnóstico mejor que un médico, ganar una discusión a un abogado, traducir un discurso a otro idioma, negociar un contrato y escribir un poema sobre todo lo anterior al estilo de Shakespeare.
La realidad actual era casi impensable para el ser humano promedio hace solo tres años, cuando se estrenó ChatGPT. En el momento de escribir este artículo, los modelos de IA ya son capaces de obtener calificaciones superiores al promedio en pruebas de IQ (cociente intelectual) y de aprobar exámenes de posgrado en múltiples disciplinas con excelentes notas.
No obstante, a pesar de estos impresionantes logros, dichos sistemas no alcanzan el nivel de la IAG.
Al igual que la conciencia, la inteligencia en realidad es difícil de definir, y no existe una definición ampliamente aceptada de lo que constituye exactamente la IAG. Los sistemas actuales de IA obtienen buenos resultados en los exámenes porque es probable que hayan visto la información con anterioridad. Lo que diferenciaría a la IAG sería la capacidad, similar a la humana, de resolver desafíos completamente nuevos, aprendiendo y adaptándose sobre la marcha.
Y si bien las herramientas de IA actuales ya pueden superar a la mayoría de los seres humanos en una amplia variedad de pruebas escritas y verbales, un verdadero sistema de IAG supondría un avance revolucionario. La razón es sencilla: la inteligencia de las máquinas puede aumentar con solo conectar más procesadores, así que fácilmente se podrían crear equipos completos de IAG que resuelvan conjuntamente problemas complejos desde diferentes ángulos, tal y como harían los humanos: investigando, experimentando, publicando hallazgos y razonando. Nunca dormirían, nunca se tomarían un descanso y funcionarían a una velocidad sobrehumana.
La tarea principal y más obvia en la agenda, en la mente de muchos, sería poner a trabajar a esta IAG para develar los secretos del desarrollo de una inteligencia aún superior, capaz de rediseñarse y mejorarse a sí misma hasta superar completamente a los seres humanos, un nivel conocido como superinteligencia artificial (SIA).
Se ha reflexionado mucho sobre las consecuencias de que la IAG o la SIA se conviertan en realidad, y los resultados imaginados se dividen en cuatro resultados posibles:
1. La utopía de la IA. Guiada por un diseño cuidadoso y la sabiduría moral, la IAG trabaja incansablemente para acabar con las enfermedades, diseñar y construir redes de energía limpia, y liberar a la humanidad para que se dedique a la creatividad. El trabajo se convierte en algo opcional, la pobreza desaparece y todos viven felices para siempre.
2. La máquina hostil. Al igual que en la trama de numerosas películas de acción, una IA rebelde decide que sería mejor para ella que la humanidad no existiera y se propone destruirla.
3. El problema del maximizador de clips. El filósofo Nick Bostrom advirtió en 2004 que incluso una IAG neutral puede ser letal si simplemente se le asigna un objetivo equivocado. En este escenario, la IAG es instalada en una fábrica y se le ordena producir tantos clips como sea posible. Pero luego comienza a convertir bosques, océanos y finalmente seres humanos, en materias primas para fabricar más clips, ¡destruyendo inadvertidamente a la humanidad en una búsqueda ciega de un objetivo mal definido!
4. La maldad humana potenciada al máximo. El peligro más probable e inmediato es el uso indebido y con fines maliciosos de esta tecnología en rápida evolución. Tal como la física de mediados del siglo xx dio paso a las bombas nucleares con un terrible poder destructivo, tanto las naciones como los delincuentes podrían convertir a la IAG en un arma y utilizarla para la guerra cibernética, las armas biológicas y mucho más.
Observe que, de todos estos escenarios, ¡solo uno no termina con la destrucción de la humanidad! Pero ¿realmente avanzarán las tecnologías hasta tales extremos?
2025, el año de los agentes de IA
A finales de 2024, los líderes tecnológicos ya se referían a 2025 como “el año de los agentes de IA”, lo que indicaba un cambio fundamental en el uso de la IA.
Hasta hace poco, las herramientas de IA como ChatGPT solo podían generar textos e ideas. Eran incapaces de realizar acciones en el mundo real más allá de dar una respuesta a la búsqueda de un usuario. Los agentes de IA cambian eso por completo.
La diferencia clave entre un chatbot [programas de IA que mantienen una conversación simulando las respuestas que daría una persona] y un agente de IA es que un agente puede interactuar con otras herramientas de software [conjunto de programas, instrucciones y reglas para ejecutar ciertas tareas en un computador], incluso sin que se le indique explícitamente que lo haga, para ejecutar una tarea por su cuenta. El primer paso hacia los agentes de IA fue añadir funciones sencillas de búsqueda en la web, lo que permitió a la IA realizar sus propias búsquedas en Internet, escaneando docenas de sitios web para responder a consultas detalladas con información actualizada.
Es significativo que el 17 de julio de 2025, OpenAI lanzara el modo agente en ChatGPT, dotado de la capacidad de utilizar plenamente Internet a través de un navegador web. Por ejemplo, usted puede proporcionar al modo agente las fechas de un próximo viaje, su presupuesto y algunos intereses, y este puede investigar la zona, planificar un itinerario completo día a día y reservar su hotel y sus boletos de viaje.
La enorme apuesta financiera por la IA
Si el monto de la inversión es un indicador de las expectativas, las empresas y Gobiernos más ricos del mundo creen claramente que la IAG, o algo similar que cambie el mundo, llegará pronto.
En enero de 2025, OpenAI anunció la construcción del Proyecto Stargate, un centro de datos de 500 000 millones de dólares que requiere más de cinco gigavatios de potencia, más del doble de la producción de la represa Hoover [situada al sureste de Las Vegas, EE. UU.]. Por su parte, el centro de supercomputación de Elon Musk, bautizado como Colossus y que ha costado hasta ahora 4000 millones de dólares y consume 150 megavatios de la red eléctrica, tiene planes de invertir 25 000 millones de dólares para cuadruplicar su capacidad.
Y el gasto no se limita al hardware. En una de las campañas de contratación de talento más agresivas de la historia, Meta (antes conocida como Facebook) ha ofrecido a los investigadores de IA de élite paquetes de compensación por valor de 250 millones de dólares durante cuatro años. En medio de todo esto, el poderoso fabricante de chips Nvidia se disparó hasta convertirse en la empresa más valiosa de la historia, alcanzando un valor de 3.5 billones de dólares a mediados de julio de 2025.
Esta “carrera informática” se asemeja a la acumulación de armas nucleares de la Guerra Fría, pero con una diferencia notable: el ritmo. El desarrollo de las armas nucleares se prolongó durante décadas; ChatGPT se lanzó hace solo tres años.
En 2017, el presidente ruso Vladimir Putin pronunció una frase que se hizo famosa: “Quien se convierta en líder de la IA se convertirá en el gobernante del mundo”. Tal predicción resume fielmente el fervor por los potentes sistemas de IA que han dado lugar a estas inversiones históricas.
Perspectiva bíblica: ¿Es realmente posible la IAG?
El hecho es que las máquinas no pueden replicar la naturaleza espiritual que Dios ha impartido a los seres humanos. Eclesiastés 3:11 nos dice que Dios “ha puesto eternidad en el corazón de ellos”. Las personas no son solo procesadores biológicos de datos. El espíritu humano de nuestro Creador es el que nos da el entendimiento humano (Job 32:8; 1 Corintios 2:11). ¡Y él nos diseñó para vivir en una mutua relación amorosa!
Génesis 2:7 afirma que “el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Los sistemas de IA, hechos de circuitos de silicio y transistores, son mero polvo de la tierra.
Sin embargo, la Biblia ofrece serias advertencias sobre el ingenio humano. Refiriéndose a la Torre de Babel, Dios dijo que debido a que la gente trabajaba junta con la misma mentalidad y el mismo idioma, “nada de lo que se propongan hacer les será imposible” (Génesis 11:6, Nueva Versión Internacional).
La difusión de la tecnología global ha ayudado a eliminar la barrera del idioma que Dios estableció en Babel. Y los ingenieros, empresas y Gobiernos de hoy en día trabajan con una sola mente y un solo objetivo: crear una inteligencia artificial que pueda aprender y realizar casi cualquier tarea tan bien como los seres humanos, o incluso mejor.
En 1997, tras perder contra el computador Deep Blue de IBM (una hazaña que antes se consideraba imposible para una máquina), el famoso gran maestro del ajedrez Gary Kasparov afirmó: “Decir que Deep Blue en realidad no piensa, equivale a decir que un avión en realidad no vuela porque no bate las alas”.
En otras palabras, a los ojos del mundo la diferencia entre inteligencia y capacidad se considerará irrelevante, ya que lo que importará es lo que la IA pueda hacer.
Al igual que los constructores de Babel, la humanidad se está enfrentando a límites que antes parecían inalcanzables.
Los verdaderos peligros comienzan antes de que llegue la IAG
A la ciencia ficción le encanta el tema de la IA autoconsciente que se vuelve contra sus creadores. Pero por deslumbrantes que sean los avances de los agentes de IA o por humanos que puedan parecer los nuevos modelos de IA en sus escritos, de ninguna manera suponen un paso hacia una inteligencia verdaderamente similar a la humana.
Sin embargo, los peligros más inmediatos de la IA no requieren ninguna forma de conciencia o sensibilidad para multiplicar el mal en el mundo.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).
Recordemos el problema de las “noticias falsas” en los últimos años. Cientos de titulares provocadores, pero falsos, engañaron a muchos. La IA se utilizará para producir contenidos más convincentes y veloces que nunca, incluyendo no solamente el texto, sino también imágenes y videos fraudulentos cuya legitimidad es cada vez más difícil de comprobar.
Del mismo modo, ciberdelincuentes de todos los ámbitos están incrementando sus capacidades con la IA, desde los hackers que secuestran a empresas mediante programas malignos (malware), hasta las ciberestafas (phishing, o suplantación de identidad) que engañan a la gente para obtener su información bancaria. Dentro de poco, los agentes de IA podrán delegar por completo estas acciones delictuales, lo que permitirá a una sola persona lanzar tantos ataques simultáneos como puedan aguantar sus recursos informáticos.
La magnitud de dicha amenaza aumenta si se tienen en cuenta los motivos geopolíticos. Los ciberataques patrocinados por el Estado chino contra sistemas críticos de Estados Unidos se han vuelto habituales, y es probable que sus hackers humanos ya cuenten con la ayuda de asistentes de IA. No es descabellado imaginar que el Gobierno chino encargue a un ejército de agentes de guerra cibernética con IA que busquen de forma autónoma vulnerabilidades en sistemas claves estadounidenses, y se infiltren en ellos para espiar y causar trastornos.
Los ataques a través de Internet pueden tener consecuencias reales y mortales, pero los peligros de la IA no se detienen ahí. Un ensayo de la Encyclopaedia Britannica titulado “Killer Robots: The Future of War?” (“Robots asesinos: ¿El futuro de la guerra?”) postula que “la primera revolución en la guerra fue la invención de la pólvora. La segunda fue la invención de las armas nucleares. Y esta [los robots autónomos impulsados por IA] será la tercera” (Toby Walsh, Britannica.com, publicado originalmente en 2018). Como bien se observa, “el eslabón más débil de un dron es la conexión por radio con la base”. Ahora puede seguir funcionando por sí solo.
Coincidiendo con los avances en IA, la tecnología de drones y la robótica humanoide han experimentado rápidos avances en los últimos años. Los drones voladores ya están redefiniendo los principios de la guerra moderna mediante la guerra entre Rusia y Ucrania, donde drones baratos pilotados a distancia que transportan explosivos han neutralizado tanques multimillonarios, alterando drásticamente la dinámica del campo de batalla. El reemplazo de pilotos remotos de drones por IA es ciertamente un avance considerable que pronto permitirá a estas plataformas causar una mayor destrucción y a una escala mucho mayor.
En el ámbito de la robótica, Boston Dynamics (en Estados Unidos) y Unitree Robotics (en China) están realizando demostraciones habituales de nuevos robots con aspecto humano y canino, impulsados por sistemas de IA, que por medio de redes neuronales aprenden no solo a caminar, sino también a correr, saltar, trepar, bailar y dar volteretas hacia atrás. En un futuro próximo, es posible que los Gobiernos fabriquen enormes ejércitos de soldados robots autónomos impulsados por IA.
Si además se tiene en cuenta la nefasta posibilidad de que la IAG o la SIA caigan en manos de dictadores volátiles, los riesgos son aún más aterradores. El 22 de junio de 2025, bombarderos furtivos estadounidenses destruyeron tres instalaciones nucleares iraníes [Fordo, Natanz e Isfahán], frustrando las ambiciones de enriquecimiento de uranio de Irán durante los próximos años. Si sustituimos la idea de “enriquecimiento de uranio” por la de “agrupación de computadores de IA”, la misma lógica podría aplicarse en un futuro próximo: naciones que lancen ataques preventivos para evitar que sus rivales alcancen la supremacía en IA.
¿Sobrevivirá la humanidad a la explosión de IA?
Jesucristo advirtió que en los últimos tiempos el mundo se vería azotado por “guerras y rumores de guerras” (Mateo 24:6). La IA está llamada a ser a la vez el combustible y la chispa de ese fuego.
Y si bien la IA avanza a una velocidad vertiginosa, el escenario de la “utopía de la IA” no parece probable en absoluto. La naturaleza humana, como ha demostrado la historia en numerosas ocasiones, sugiere que la IA se utilizará como herramienta tanto para el bien como para el mal. Las capacidades de estos sistemas en un futuro próximo nos dejan con perspectivas muy sombrías.
¿Sobrevivirá la humanidad? Jesús dijo que las cosas empeorarán tanto, que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:22). En otras palabras, la Biblia confirma que los escenarios apocalípticos en realidad son el resultado lógico y predecible de los esfuerzos del hombre.
Nuestros mayores problemas —la guerra, la codicia, la corrupción— no son de naturaleza técnica, sino espiritual.
La IA no puede resolverlos; por el contrario, los multiplicará.
¡Pero aún hay esperanza! Jesús continuó diciendo:
“. . . mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. Si no existiera un Creador amoroso, los pecados colectivos de la humanidad serían nuestra perdición, pero Dios, por misericordia y amor hacia su pueblo, intervendrá antes de que la IA o cualquier otra amenaza destruya a la humanidad.
Sin embargo, hasta que Jesucristo regrese, el mundo en el que vivimos se tornará cada vez más alarmante e impredecible. Pablo advirtió que “en los últimos días vendrán tiempos difíciles” (2 Timoteo 3:1, NVI). Los avances de la IA están agravando muchos peligros espirituales. Las redes sociales se volverán más adictivas y tóxicas. La publicidad será más atractiva que nunca, alimentando el hedonismo. El contenido engañoso de la IA pronto hará que sea casi imposible distinguir la verdad de la realidad. ¡Todo esto y más está a las puertas!
¿Qué debemos hacer nosotros mientras la IA avanza a pasos agigantados? Mantenernos espiritualmente despiertos, comparar cada afirmación con la Palabra de Dios y recordar que la única esperanza verdadera para el mundo es el establecimiento del futuro Reino de Dios.
Nuestro mundo se precipita hacia un futuro que no puede controlar pero, felizmente, ese futuro está seguro en las manos de Dios Padre y de Jesucristo. Por el bien de la humanidad, el curso autodestructivo del hombre se verá truncado, y el Reino de Dios traerá la paz que ninguna IA ideada por el hombre podría ofrecer jamás. BN