Editorial - De vuelta a Nicea: Surgimiento de la bestia Iglesia-Estado

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Editorial - De vuelta a Nicea

Surgimiento de la bestia Iglesia-Estado

En mayo recién pasado se cumplieron 1700 años de la celebración del famoso Concilio de Nicea, que intentó unificar la religión cristiana para integrar culturalmente el imperio de Constantino el Grande, emperador romano. En esta edición analizamos las conclusiones de aquella reunión y de las posteriores, así como sus implicancias más amplias, ahora que los líderes de la cristiandad regresan allí para conmemorar el evento y promover la unidad.

Aunque Constantino profesaba el cristianismo, continuó siendo pagano y adorando al sol hasta su conversión en su lecho de muerte, ¡después de lo cual fue enterrado en la Iglesia de los Santos Apóstoles como supuesto “Decimotercer apóstol”!

Durante su reinado, el repentino ensalzamiento de la religión apodada cristianismo, que había sufrido un largo periodo de persecución por parte del Estado, fue un extraño acontecimiento. El autor Adrian Hilton escribió lo siguiente en su libro The Principality and Power of Europe (“El principado y el poder de Europa”, 1997), éxito de ventas en el Reino Unido:

“Muchos creyentes estaban perplejos ante este nuevo orden. Durante casi tres siglos habían esperado el regreso de Jesucristo como rey y libertador, la caída de Roma y el triunfo del Reino de Dios. Curiosamente, ninguna profecía había predicho un crecimiento popular y una aceptación universal de la Iglesia original. Vieron profecías de persecución y sufrimiento, pero en ninguna parte se profetizó que la Iglesia de Cristo llegaría a ser grande y poderosa en este mundo . . .

“No fue hasta que Constantino inició [o promovió formalmente] un proceso de sincretismo, que los cristianos empezaron a comprender la naturaleza de la bestia que estaba evolucionando. El sábado fue sustituido por el edicto de Constantino que prohibía trabajar en ‘el venerable día del sol’ (el domingo), y la celebración de la Pascua se declaró ilegal y merecedora de la pena capital. Fue reemplazada por [lo que más tarde se conoció en el mundo hispanohablante como] la ‘Pascua Florida’, celebrada en domingo y heredada de un culto babilónico a la diosa Ishtar.

“El falso cristianismo romano obligó a muchos fieles creyentes a huir a las montañas de Europa y Asia Menor para escapar de la persecución y la muerte, y allí continuaron, lejos de la vista del mundo, como la verdadera Iglesia de Cristo.

“La mayoría de los cristianos, sin embargo, estaban desconcertados por la influencia universal de este nuevo orden . . . Muchos creyentes empezaron a preguntarse si quizá habían malinterpretado el concepto del Reino de Dios: tal vez este podía haber sido la propia Iglesia, o incluso el imperio cristianizado. Así se ratificó la fatídica unión de la Iglesia y el Estado, una alianza que moldearía la evolución de Europa durante los siglos venideros” (pp. 25-26, énfasis nuestro en todo este artículo).

De hecho, tras la caída de Roma se produjo una serie de resurgimientos de lo que la historia llama el Sacro Imperio Romano Germánico, dirigido por un poderoso gobernante político y un influyente gobernante religioso. Hilton tuvo razón al llamar a este sistema una bestia en evolución, ya que encaja perfectamente con las profecías que Dios proclamó en los libros de Daniel y Apocalipsis sobre un poder emergente asociado con la bestia, vinculado con un falso sistema religioso cristiano. Sin embargo, el mayor cumplimiento de estas profecías, su culminación, se llevará a cabo en los años que se avecinan.

Nuestra edición anterior de Las Buenas Noticias abordó el tema de la cambiante política europea, que finalmente se inclinará en esta dirección. Aún no hemos llegado a ese punto, pero llegará el momento en que un nuevo caudillo político y un renombrado líder religioso se levantarán para conducir al mundo hacia los acontecimientos finales de esta era. Este sistema de la bestia, como analizaremos en este número, se describe en el Apocalipsis como la imposición de una marca en la mano derecha o en la frente de la gente, un sello que denota lealtad y conformidad.

Muchos se han preguntado sobre la naturaleza de esta marca, especialmente ahora con el aumento de la vigilancia electrónica, incluso a través de la inteligencia artificial. Pero ¿será esto la marca? Como explicamos en nuestro artículo de portada, no es lo que muchos imaginan, aunque su aplicación final podría incluir algún tipo de imposición tecnológica. De hecho, tiene mucho que ver con la relación Iglesia-Estado surgida de los concilios eclesiásticos imperiales, una tiranía política y religiosa que ha dominado Europa y gran parte del mundo tantas veces a lo largo de los siglos.

Y tal tiranía volverá en tiempos de angustia. La temprana formación a finales de la década de 1940 de lo que acabó convirtiéndose en la Unión Europea, reconoció la necesidad de un liderazgo fuerte. Paul-Henri Spaak, ex primer ministro belga y presidente de la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa [también conocida como Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE)], expresó dicha necesidad en términos siniestros: “No queremos otro comité. Ya tenemos demasiados. Lo que queremos es un hombre de talla suficiente para mantener la lealtad de todo el pueblo y sacarnos del estancamiento económico en el que nos hallamos. Envíennos a un hombre así y, sea dios o el diablo, lo recibiremos” (citado por Hilton, p. 22).

Sí, en algún momento lo harán. La pregunta es, ¿lo hará usted? Dios nos advierte que no recibamos la marca de este sistema, y nos ordena que salgamos de él (Apocalipsis 14:9-12; 18:4). Mientras observamos cómo se desarrollan los acontecimientos en el mundo que nos rodea, asegurémonos de vigilarnos a nosotros mismos, asegurándonos de permanecer apegados a los caminos de Dios a través de Jesucristo en todo lo que creemos y practicamos. BN

Tom Robinson, Director Editorial

Revista Las Buenas Noticias