Dios, la ciencia y la Biblia
Durante años hemos estado publicando una sección llamada “Dios, la ciencia y la Biblia” en la revista Las Buenas Noticias. Lo hemos hecho para ayudar a nuestros lectores a ver que no hay conflicto entre la ciencia bien fundamentada y la Biblia y que en realidad ambas se apoyan y complementan mutuamente.
La Biblia nos entrega conocimiento acerca de ciertas cosas que la ciencia no ha podido descubrir mediante la observación y la experimentación (tales como el origen de la vida y el universo). Por su parte, los descubrimientos científicos continuamente nos enseñan –por lo menos a quienes tienen ojos para ver y oídos para oír– acerca de la extraordinaria imaginación, planificación y perfección con que nuestro Creador hizo todo lo que vemos alrededor nuestro.
Desde que tengo memoria, siempre he tenido un gran interés en la ciencia. Cuando era estudiante me gané tres veces el primer premio en ferias científicas. Mis proyectos fueron: modelos muy detallados de los varios tipos de células en el cuerpo humano, un modelo a escala de una aldea indígena estadounidense tal como era alrededor del año 1500, y un reporte y modelo de una cueva indígena utilizada como refugio que mi familia y yo ayudamos a excavar como parte de un proyecto de la sociedad arqueológica local (de la cual éramos miembros).
Curiosamente, estos dos campos de la ciencia (la biología y la arqueología) me infundieron una firme creencia en Dios y en la Biblia como su revelación inspirada a la humanidad. Estas dos grandes verdades se hicieron claramente obvias cuando examiné la evidencia.
El análisis de la evidencia condujo a muchos gigantes y pioneros de la ciencia a afirmar su creencia en el Dios de la Biblia. De hecho, fue su creencia en un universo ordenado por la mano de un Creador lo que los impulsó a la investigación científica racional. Fíjese en lo que algunos de ellos dijeron al respecto:
El astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543), cuya idea de que la Tierra gira alrededor del Sol impactó profundamente a la ciencia, escribió: “¿Porque quién, después de aplicarse a las cosas que ve, establecidas en el mejor orden y dirigidas por gobierno divino, mediante la contemplación de ellas y cierta aclimatación, no podría darse cuenta de lo que es mejor ni admirar al Artífice de todas las cosas, en las cuales se encuentra toda la felicidad y toda la bondad?”
Galileo Galilei (1564-1642) fue un astrónomo, matemático y físico italiano cuyas observaciones astronómicas revolucionaron la perspectiva que tenía el hombre sobre el universo. Él declaró: “Cuando reflexiono sobre tantas cosas profundamente maravillosas que las personas han captado, buscado y hecho, reconozco de manera aún más clara que la inteligencia humana es una obra de Dios, y una de las más excelentes”.
Johann Kepler (1571-1630), astrónomo y matemático alemán que formuló las leyes del movimiento planetario, fue una figura clave para la revolución científica del siglo xvii. Siendo uno de los primeros en usar telescopios, vio el orden y la planificación en el movimiento de los cuerpos celestiales como reflejo de su Creador. Él observó: “La geometría . . . [es] coeterna con Dios . . . y refleja la mente Divina que le brindó a Dios los modelos . . . para el equipamiento del mundo, de manera que fuera el mejor y más hermoso, y [hasta] ¡el más parecido al Creador”.
William Harvey (1578-1657) fue un físico, anatomista y fisiólogo inglés que descubrió cómo funciona el sistema circulatorio. Pionero del método científico, su obra impactó la investigación científica durante siglos. Sus estudios de la anatomía humana y animal lo llevaron a concluir: “Reconocemos que Dios, el Creador Supremo y Omnipotente, estuvo presente en la creación de todos los animales . . . De hecho, todas las cosas son diseñadas y ordenadas con singular providencia, sabiduría divina y la destreza más admirable e insondable”.
El pionero científico Sir Isaac Newton (1642-1726) fue un matemático, físico y astrónomo conocido principalmente por formular las leyes del movimiento y la gravedad. No fue coincidencia que además fuera un famoso teólogo. Al reflexionar sobre la intersección de la ciencia y la teología, afirmó: “Así como un ciego no tiene idea de los colores, nosotros no tenemos idea de la forma en que el omnisapiente Dios percibe y entiende todas las cosas . . . Solo lo conocemos por sus excelentes diseños y el resultado de las cosas; lo admiramos por sus perfecciones, pero lo reverenciamos y adoramos por su dominio, porque lo adoramos como sus siervos”.
Gran parte de lo que entendemos acerca de nuestro planeta, el sistema solar y el universo se debe a la obra fundamental de gigantes científicos como estos. Ellos no vieron ningún conflicto entre Dios, la ciencia y la Biblia. ¡Le instamos a leer todos los artículos de esta edición para que adquiera un conocimiento aún más profundo de estos temas! BN