De la oscuridad a la luz

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De la oscuridad a la luz

Louis deseaba profundamente aprender, superarse y lograr metas importantes. Pero era ciego y había nacido a principios de la década de 1800. En esa época existían muy pocas oportunidades para las personas aquejadas de esta discapacidad, y prácticamente estaban condenadas al analfabetismo y la pobreza. La mayoría pasaba toda su vida mendigando en las calles.

Sin embargo, Louis no se dio por vencido; no permitió que su discapacidad ni otros obstáculos truncaran su ferviente deseo por educarse y superarse personalmente, y sus esfuerzos terminaron beneficiando a millones de personas. Su historia nos deja grandes lecciones de vida.

Primeros intentos para enseñar a leer a los niños ciegos

Louis Braille nació el 4 de enero de 1809 en la aldea francesa de Coupvray. Un trágico accidente de infancia lo dejó ciego a los cinco años. Cuando tenía 10, tuvo la oportunidad de asistir al Royal Institute for Blind Youth (Instituto Nacional para Niños y Jóvenes Ciegos) en París, que fue uno de los primeros centros educativos para niños ciegos en el mundo. A los estudiantes se les enseñaba a leer con un método desarrollado por Valentín Haüy, fundador del colegio.

Haüy era autor de varios libros, en los cuales había usado un sistema especial de impresión que grababa las letras del alfabeto en relieve sobre papel húmedo. De esta forma, las huellas de las letras quedaban trazadas sobre el papel cuando éste se secaba. Sin embargo, dicho proceso dificultaba la lectura de libros extensos ya que los estudiantes debían desplazar sus dedos sobre cada letra impresa y, por lo tanto, la lectura de una simple oración se convertía en un tedioso proceso.

En 1821, el capitán francés Charles Barbier visitó el instituto para compartir su invención llamada sonografía,o “escritura nocturna”. Él creía que su sistema, consistente en un código militar de puntos y guiones perforados sobre un papel grueso y que designaba 36 sonidos, podía ser útil para las personas ciegas. Los soldados tocaban las impresiones con sus dedos para comunicarse entre sí durante el combate, sin necesidad de hablar o usar luz para leer el mensaje.

Nace una nueva y fascinante idea

Aunque este método resultó inadecuado y poco práctico para los estudiantes, Louis se dio cuenta de que la idea de utilizar un código para representar letras era un concepto revolucionario. Deseoso de encontrar un método efectivo y a la vez simple para leer y escribir, utilizó las nociones básicas de Barbier para desarrollar su propio modelo.

Louis creó símbolos únicos para cada letra, reduciendo los 12 puntos en relieve del método sonográfico de Barbier a un máximo de seis. Más importante aún, su diseño hizo posible identificar letras individuales con un simple toque. Esto fue posible porque los caracteres que representaban cada letra estaban distribuidos en un pequeño rectángulo llamado celda. El número y distribución de cada pequeño punto en relieve, perforado sobre un papel grueso, distinguía un carácter de otro.

La revolucionaria técnica de Louis permitió que las personas ciegas pudieran leer con la misma rapidez y facilidad de las personas normales. Él terminó su proyecto en 1824, cuando tenía solo 15 años de edad.

Louis Braille atesoraba la educación

Durante el tiempo que pasó como estudiante en el instituto, Louis demostró ser muy talentoso y productivo. Valoraba profundamente el aprendizaje y descubrió que la educación le proporcionaba gran satisfacción a su existencia, que de otra manera probablemente hubiera sido sombría e infructuosa.

Cuando Louis terminó su educación escolar, le ofrecieron el cargo de ayudante de profesor. Con tan solo 24 años (en 1833) se había convertido en el primer profesor ciego del instituto, donde enseñaba matemática e historia. Sus colegas y pupilos lo admiraban mucho.

El deseo irrefrenable de Louis por aprender, superarse y contribuir a la sociedad se vio reflejado también en su amor por la música, que lo llevó a adaptar su sistema de lectura a las notas musicales. Llegó a convertirse en un talentoso chelista y organista, y tocaba el órgano en varias iglesias a lo largo de Francia.

Además de su discapacidad visual, Louis enfrentó complicaciones de salud durante toda su vida. Sufría de una deficiencia respiratoria que, según se pensaba, era tuberculosis, y ya a los 40 años su condición se había deteriorado a tal punto, que tuvo que renunciar a su trabajo. Esta dolencia finalmente cobró su vida el 6 de enero de 1852, y fue enterrado en el pequeño cementerio de su pueblo natal.

El sistema Braille ayuda a millones

En el centenario de su muerte, en 1952, los restos de Louis fueron trasladados al Panteón de París, donde yacen sepultados muchos ilustres personajes franceses. Se realizó una gran ceremonia pública en su honor, a la cual asistieron dignatarios de todo el mundo. Entre ellos se hallaba la famosa escritora estadounidense Helen Keller, sorda y ciega, quien declaró: “Los ciegos le debemos tanto a Louis Braille, como la humanidad le debe a Gutenberg”.

Con el tiempo, el innovador método de escritura y lectura de Louis se propagó por todo el mundo y se hizo conocido por su nombre. El sistema Braille logró que la educación para las personas ciegas fuera mucho más efectiva, y en la actualidad se encuentra disponible a través de muchos métodos avanzados de comunicación.

Louis deseaba profundamente aprender, superarse y servir a otros. Se valió de la luz del aprendizaje para escapar de la oscuridad impuesta por su discapacidad, y buscó ferviente e incansablemente la forma de enriquecer su conocimiento y generar un cambio positivo.

Una verdad espiritual paradójica

La historia de Louis Braille es ciertamente notable y nos entrega invaluables lecciones espirituales. Para sacar provecho de ella, primero debemos comprender cuán significativa y paradójica es al mismo tiempo. Louis era una de las pocas personas privadas de la vista en un mundo de videntes. Sin embargo, espiritualmente hablando, el mundo en general vive en oscuridad y solo unos pocos tienen entendimiento espiritual (Mateo 13:11).

Dios ha permitido que Satanás el diablo impida que los seres humanos lo conozcan y entiendan su plan de salvación (Mateo 13:18-23). El apóstol Pablo explicó esta realidad cuando escribió: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4, énfasis nuestro en todo este artículo).

Aunque la mayoría de las personas ahora son ciegas espiritualmente, al final Dios le dará a cada ser humano que ha vivido –o vivirá– la oportunidad de conocerlo plenamente (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9).

Una invitación al entendimiento espiritual

Dios no está invitando a todas las personas a entender su maravillosa verdad, pero sí está llamando a unas pocas. Las que responden a través del arrepentimiento y la obediencia son escogidas para tener una relación especial con Jesucristo, como sus hermanos y hermanas en su Iglesia (Mateo 22:14).

¿Qué tan maravilloso es el regalo de su llamado? “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2:9-10).

Aunque Dios otorga a unos cuantos la oportunidad de conocerlo y seguirlo, aún necesitamos comprender otra realidad bíblica importante. Incluso aquellos que han sido llamados por Dios a salir de la ceguera espiritual, aún no poseen una visión espiritual completa.

El apóstol Pablo escribió: “Sucede lo mismo con nosotros. Ahora vemos todo como el reflejo tenue de un espejo oscuro, pero cuando llegue lo perfecto, nos veremos con Dios cara a cara. Ahora mi conocimiento es parcial, pero luego mi conocimiento será completo. Conoceré a Dios tal como él me conoce a mí” (1 Corintios 13:12, Palabra de Dios para Todos).

Celo por crecer espiritualmente

Debido a que aún no tenemos una comprensión divina completa, necesitamos preguntarnos algo muy importante: ¿deseamos aumentar nuestro conocimiento de Dios con la misma intensidad que Louis Braille ansiaba entender su mundo físico? ¿Tenemos el celo necesario para desarrollarnos espiritualmente sin importar nuestra edad, salud u otra circunstancia? (vea Colosenses 1:10).

El apóstol Pablo lo expresó muy bien cuando dijo que deberíamos ir “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).

La frase “todo pensamiento” indica que debemos estar absolutamente dedicados a imitar el correcto ejemplo de Jesucristo. Asimismo, el apóstol Pedro aconsejó a los hermanos: “creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18).

Cómo evitar los peligros espirituales

Alejarse de Dios es especialmente peligroso en nuestros tiempos, debido a la gran cantidad de distracciones físicas que nos rodean (1 Timoteo 4:1-2). Las pruebas y las presiones también pueden desgastar nuestra pasión por seguir el camino de vida de Dios. Frente a estos peligros espirituales, ¿qué debemos hacer para no perder nuestro celo? El libro de Hebreos, probablemente escrito por Pablo, nos responde diciendo: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1).

Pablo también escribió: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”(Gálatas 6:9). Para evitar “desmayarnos” debemos decidir firmemente, mediante el poder del Espíritu Santo, permanecer cerca de Dios a través de la oración y el estudio regular de su Palabra (Lucas 18:1; 2 Timoteo 1:6-7).

¿Nos parecemos a Louis Braille en su anhelo por aprender, por superarse, por alcanzar sus metas y no dejar que nada se interponga en el camino? Louis decidió buscar la luz del entendimiento sin cesar, con toda su mente y corazón. A pesar de su ceguera y su frágil salud, trabajó arduamente para superarse y ayudar a otros. ¿Estamos dispuestos a continuar tenazmente nuestra educación en cuanto a la justicia de Dios, sin importar qué obstáculos o dificultades podamos encontrar?

La maravillosa luz de Dios

El Eterno nos ha otorgado el espectacular don de la perspectiva espiritual. Aunque todavía no tenemos una visión divina perfecta, nuestros ojos están abiertos a sus magníficas verdades y a la recompensa de la vida eterna.

¿Aprovecharemos plenamente el gran llamado de Dios, creciendo fielmente en gracia y  conocimiento y deseando hacer su voluntad con toda nuestra mente y corazón? (vea 1 Pedro 2:2; 2 Pedro 3:18; Mateo 5:6) ¿Continuaremos buscando firmemente el Reino de Dios? (vea Mateo 6:33). Si es así, podemos esperar con ansias el momento en que se nos otorgará el perfecto entendimiento espiritual al regreso de Jesucristo.

Para Louis Braille y quienes han sido –o actualmente son– ciegos o visualmente discapacitados, llegará el tiempo en que Dios no solo los sanará físicamente, sino que además les dará visión espiritual (Isaías 29:18; 35:5). Este fabuloso futuro es algo que todos podemos anticipar fervorosamente. Por tanto, quienes hemos sido invitados a seguir a Cristo hagámoslo con celo y determinación, porque según  las palabras de 1 Pedro 2:9, ¡él nos llamó “de las tinieblas a su luz admirable”! BN