¿Cuál es el plan de Dios para usted?
¿Cuál es el plan de Dios para usted? Muchos creen que pasarán la eternidad en el cielo, ¿pero haciendo qué? ¿Tocando arpas y comparando aureolas? Nunca he oído una buena explicación a estas preguntas, una que tenga sentido. Un futuro así parece bastante insatisfactorio. Debido al Covid-19, millones de personas han pasado el último año aburridas, encerradas en sus casas, haciendo poco o nada. ¿Realmente queremos una eternidad así?
Si el cielo verdaderamente es el futuro de gran parte de la raza humana, la Biblia dice muy poco al respecto. De hecho, he escudriñado reiteradamente las Escrituras y no he podido encontrar nada sobre lo que los creyentes harán durante una supuesta eternidad en el cielo. Y a propósito, las populares ideas de aureolas y alas emplumadas tampoco se encuentran en ninguna parte. (Para saber más, descargue o solicite nuestra guía de estudio gratuita El cielo y el infierno: ¿Qué es lo que enseña realmente la Biblia?)
Entonces, ¿cuál es el plan de Dios para sus fieles creyentes? ¿Qué les tiene él preparado?
Lo que la Biblia en realidad revela es algo mucho más grandioso que ir al cielo para no hacer prácticamente nada por toda la eternidad. Ella nos dice que podemos llegar a ser los hijos literales de Dios.
Esto puede sonarle extravagante, pero no me crea a mí sino al apóstol Pablo, quien cita a Dios en 2 Corintios 6:18: “Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (énfasis nuestro en todo este artículo).
¿Cómo describió Cristo su relación con el Padre, a quien vino a revelar? (Mateo 11:27; Lucas 10:22; Juan 1:18)? Como la de una familia: Dios el Padre y Jesucristo el Hijo.
Dios está en proceso de crear una familia, su propia familia divina, la familia de Dios. Y como un Dios cuya naturaleza y carácter se resumen como “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16), él desea que formemos parte de esa familia, y eso nos incluye a usted y a mí.
¿Cómo será la existencia en la familia de Dios? Fíjese en la descripción que hace el apóstol Juan de Jesucristo cuando lo vio en visión en Apocalipsis 1:12-18: “Cuando me di vuelta para ver quién me hablaba, vi siete candelabros de oro. Y de pie en medio de los candelabros había alguien semejante al Hijo del Hombre. Vestía una túnica larga con una banda de oro que cruzaba el pecho. La cabeza y el cabello eran blancos como la lana, tan blancos como la nieve, y los ojos eran como llamas de fuego. Los pies eran como bronce pulido refinado en un horno, y su voz tronaba como potentes olas del mar. Tenía siete estrellas en la mano derecha, y una espada aguda de doble filo salía de su boca. Y la cara era semejante al sol cuando brilla en todo su esplendor. Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: ¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre!” (Nueva Traducción Viviente).
¡Este mismo Juan nos dice en 1 Juan 3:2 que los hijos de Dios glorificados también tendrán la apariencia de Cristo cuando sean resucitados y se les dé vida eterna en la familia y el Reino de Dios! Afirma: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.
Este es el tipo de existencia glorificada que Dios promete a sus hijos cuando los muertos resuciten como espíritus inmortales al regreso de Cristo, como se describe en 1 Corintios 15:50-54. El propósito final de los seres humanos es llegar a formar parte de la familia de Dios, de modo que Jesús pueda ser “el primogénito entre muchos hermanos”, los que sean elevados a la gloria como él es glorificado ahora (Romanos 8:29; Hebreos 2:10).
Este es un futuro en el que podemos creer y en base al cual podemos construir nuestras vidas. Aprenda más sobre ello en este número. BN