Cristo, el verdadero Cordero Pascual
Cada año, por esta época, los cristianos se enfocan en el sacrificio de Jesucristo y su resurrección a la vida para sentarse en el trono celestial con el Padre. Esta secuencia de eventos es el fundamento de la fe cristiana, que nos da la esperanza de vida eterna y la erradicación del pecado y la muerte en el mundo.
Sin embargo, lo que fácilmente se olvida es el antiguo contexto hebreo del sacrificio de Jesús en el festival bíblico de la Pascua. Es un error pensar que la Pascua fue simplemente una fiesta judía que casualmente coincidió con la crucifixión de Jesús.
La Pascua, con toda su historia y simbolismo, es en realidad el meollo del sacrificio de Cristo y su posterior ascensión al trono de Dios para servir como Sumo Sacerdote e Intercesor. Al reflexionar tal como Jesús lo hacía sobre este crucial acontecimiento de la fe cristiana (es decir, sobre el cumplimiento definitivo de lo que se hace todos los años en la Pascua), podemos obtener una perspectiva mucho más amplia y profunda sobre el sacrificio de Jesucristo y su significado para los cristianos de hoy.
El Cordero de Dios: del Éxodo a la crucifixión
Durante esta temporada, es probable que tenga la oportunidad de ver a Charlton Heston con barba larga y atuendo típico del desierto interpretando a Moisés, profeta del oprimido pueblo israelita en Egipto. El famoso clásico de Hollywood Los Diez Mandamientos es transmitido todos los años porque es la historia de la Pascua, y tanto judíos como cristianos recuerdan el libro del Éxodo y su impresionante relato de las plagas, la salida de Israel y la separación del mar Rojo.
El Éxodo es solo una parte del mensaje completo de lo que es la Pascua. El símbolo principal de la Pascua del Antiguo Testamento, el cordero del sacrificio, señala la dirección correcta. Dios instruyó a los israelitas en detalle sobre qué hacer con el cordero pascual:
“Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque el Eterno pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará el Eterno aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir” (Éxodo 12:21-23).
El cordero de la Pascua fue sacrificado y su sangre untada en los dinteles de las puertas de las casas de los israelitas para que Dios pasara por alto esos hogares y protegiera a sus primogénitos. El acto del sacrificio del cordero y la sangre que cubría la casa estaban directamente relacionados con la salvación de la gente. Es en este contexto que se entiende la labor de Jesús en la Tierra.
Justo antes de que Jesús de Nazaret comenzara su ministerio a principios del primer siglo, fue en busca de su primo, Juan el Bautista, que bautizaba a las personas en el río Jordán. Cuando Jesús se acercó a la orilla, Juan lo miró, hizo un gesto a sus seguidores y dijo: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).
Con esta declaración Juan predijo y explicó la labor que Jesús cumpliría como el Mesías de Israel en su primera venida, ¡una obra mucho más grande que lo que cualquiera de sus seguidores en ese momento hubiera imaginado!
Unos tres años después de que Juan proclamara a Jesús como el Cordero de Dios, sus discípulos verían el cumplimiento de la identidad de su Maestro como el Cordero cuando fue torturado y crucificado. (De hecho, el plan de Dios para la salvación existió desde mucho antes de la crucifixión de Jesús, el éxodo israelita de Egipto, e incluso la creación del universo).
Antes de continuar con el tema del eterno sacrificio de Jesús, es preciso hablar acerca de cómo conmemoramos este acontecimiento crucial del cristianismo.
El problema que presenta la Pascua de Resurrección
Entre quienes se identifican como cristianos, la manera más común de honrar a Jesús como su Salvador consiste en conmemorar su resurrección en el Domingo de Resurrección (también llamado Domingo de Pascua o Domingo de Gloria).
No obstante, hay grandes problemas con la Pascua de Resurrección, incluidas sus raíces tradicionales derivadas de celebraciones no bíblicas. (Descargue o solicite nuestro folleto gratuito ¿Cuál es el verdadero origen de la Pascua Florida?). Incluso sin considerar las antiguas prácticas paganas de la Pascua de Resurrección (como los conejos y los huevos, antiguos símbolos de la fertilidad), existen problemas teológicos fundamentales más profundos en la forma que explica la Pascua Florida el significado del sacrificio y la resurrección de Jesús.
Cuando se celebra el Domingo de Resurrección en lugar de la verdadera Pascua, se pasa por alto el contexto bíblico que enmarca la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, y la riqueza de la narración bíblica acerca del plan de salvación de Dios para toda la humanidad se diluye y pierde. Los apóstoles reconocieron cuán importante era recordar el sacrificio de Jesús en el contexto de la Pascua bíblica, y las instrucciones del apóstol Pablo a la iglesia en Corinto lo corroboran.
Pablo dio instrucciones específicas a la iglesia (mayormente gentil) en Corinto sobre cómo conmemorar la muerte de Jesús: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:23-25, énfasis nuestro en todo este artículo).
No hay duda de que esta no fue una celebración o servicio de Pascua Florida. Pablo no estaba instituyendo algo nuevo ni enseñando una nueva forma de honrar a Cristo, sino que estaba refiriéndose directamente a lo que Jesús mismo hizo la noche de la Pascua, cuando afirmó ser el Cordero de Dios y dio instrucciones sobre cómo honrar su sacrificio como el Cordero Pascual.
La Pascua Florida descarta el profundo significado y simbolismo asociado a lo que Cristo mismo estaba haciendo y enseñando a sus discípulos cuando les dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Además, ignora su instrucción explícita sobre el contexto apropiado para conmemorar su muerte y la reemplaza por algo totalmente diferente: ¡una supuesta celebración de su resurrección, que en realidad está llena de símbolos adoptados de antiguos ritos de la fertilidad!
¿Qué significa esto para usted y para mí? Lo que Pablo escribe antes en la misma carta nos señala la dirección correcta:
“. . . porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:7-8).
Se debe conmemorar el sacrificio redentor de Jesucristo mediante los símbolos del pan y el vino, pues su cuerpo y su sangre representan un compromiso que los cristianos deben tomar muy en serio. La Pascua Florida ignora el contexto bíblico de por qué Jesús instituyó estos símbolos. Debido a esto, también impide que podamos ver a donde nos llevará finalmente el sacrificio de Cristo.
Veamos ahora cómo los conceptos bíblicos de la Pascua señalan un futuro glorioso y esperanzador en el que deberíamos fijar nuestra atención.
El Cordero de Dios, de aquí a la eternidad
Para comprender realmente la profundidad y amplitud del sacrificio de Cristo por nosotros, debemos tomar en cuenta no solo el pasado sino también el futuro. Hemos visto que los seguidores de Jesús reconocieron su identidad como el cumplimiento de lo que simbolizaba el cordero que se sacrificaba durante la Pascua en Egipto para salvar al pueblo. Él cumplió su papel como el Cordero expiatorio al ofrecer su vida por nosotros, para que pudiéramos arrepentirnos del pecado y ser librados de la muerte. Sin embargo, el papel de Jesús como el Cordero de Dios no terminó con su muerte. Su sacrificio, aunque ocurrió una sola vez, siempre está disponible para otorgar libertad.
¿Y adónde nos lleva la narración bíblica del Cordero de Dios? Hasta el fin. Jesús es llamado reiteradamente “Cordero de Dios” o “Cordero” en Apocalipsis, el último libro de la Biblia, que nos traslada a un futuro lejano.
Al apóstol Juan se le mostró una visión increíble del tiempo en que el pueblo de Dios estaría ante el trono de Dios. Esto fue lo que vio: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: ¡La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero! . . .
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero . . . porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 7:9-17).
La realidad es que al momento de su crucifixión el papel de Jesús como el Cordero Pascual apenas comenzaba. Él fue resucitado de entre los muertos y ascendió al trono de Dios, donde actualmente está como nuestro Sumo Sacerdote e Intercesor ante Dios el Padre (Hebreos 8:1). Su continuo ministerio de reconciliación (2 Corintios 5:18) es lo que nos da la esperanza de recibir el perdón de nuestros pecados siempre que los reconozcamos y nos arrepintamos delante de Dios. ¡Esta es la única y verdadera esperanza en la que podemos confiar, y solo Dios puede proporcionarla mediante el sacrificio del Cordero!
El tema bíblico del Cordero se extiende directamente hasta el final del libro, y hasta el final del plan de Dios para la humanidad. La conclusión de la visión de Juan nos lleva a un tiempo futuro, cuando el plan de salvación de Dios para la humanidad concluye y Dios comienza una nueva creación:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1). Note la descripción que hace Juan de la nueva creación: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (vv. 22-23).
El papel de Jesús como el Cordero Pascual de Dios, sacrificado por sus pecados y los míos, está vigente hoy y tiene un significado eterno. ¡No es de extrañarse que Jesús instituyera la ceremonia de la Pascua del nuevo pacto para que los cristianos la observaran todos los años en su honor! ¡Con razón los apóstoles continuaron esta práctica y enseñaron tan fielmente el mandamiento del Señor!
Hay una pregunta que usted debe hacerse mientras reflexiona sobre la vida y muerte de Jesucristo, así como sobre su continuo rol como el Cordero Pascual: ¿Guardará fielmente también sus mandamientos?
El Cordero muerto vive
Cuando el cuerpo de Jesús fue bajado, envuelto y puesto en la tumba, sus discípulos debieron haberse preguntado qué significaba todo aquello. Ahí estaba quien sería el Mesías –el Salvador y Rey–, muerto. ¿Qué impacto tendría esto en sus enseñanzas? ¿Qué significaba la extraña y conmovedora cena que había compartido con ellos la noche anterior? ¿Qué significaba para ellos? Duda, miedo, ira: todas estas emociones, y más, deben haber invadido a los discípulos dispersados en las horas posteriores a la crucifixión.
Pero Jesús no se quedó en la tumba. ¡Él no está muerto! Su cuerpo no vio corrupción (Salmos 16:10). Fue resucitado por el Padre a vida eterna y llevado a sentarse junto a su trono. Él está vivo hoy, intercediendo por su pueblo y viviendo activamente en ellos a través del Espíritu Santo (Gálatas 2:20).
La ceremonia de la Pascua que Cristo instituyó en aquella trascendental primavera enfoca nuestra atención sobre esto y mucho más. Nos señala el tiempo futuro cuando Dios redimirá a toda la creación y su pueblo vivirá con él eternamente.
Jesús es el Cordero Pascual de Dios, y fue sacrificado por usted y por mí. Así como se nos ha concedido el gran privilegio de conocer esta verdad, también se nos ha dado la gran responsabilidad de adorar a nuestro Señor Dios “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
¿Responderá a esa responsabilidad adorando a Dios de la manera y en el momento que él ordena? La Pascua es ese momento, un momento que nada tiene que ver con la Pascua Florida. ¡Esperamos que escoja honrar a su Señor y Salvador como el Cordero Pascual, tal como fue su propósito! BN
¿Cómo se conmemora la ceremonia de la Pascua hoy?
La observancia bíblica de la Pascua es un recordatorio del sacrificio de Jesucristo por nuestros pecados. La Pascua original fue un recordatorio de cómo Dios libró de la muerte a los primogénitos de su pueblo en Egipto. La Pascua del nuevo pacto, con su simbolismo perfecto, nos recuerda que los cristianos son salvos de la pena del pecado (la muerte eterna) mediante el sacrificio de Cristo como el Cordero de Dios.
Los miembros de la Iglesia de Dios Unida, que publica la revista Las Buenas Noticias, se acercan a esta época del año con una profunda introspección espiritual, reconociendo la grandiosidad de ese sacrificio. Conmemoramos la Pascua con un servicio solemne basado en las instrucciones del apóstol Pablo y la ceremonia de la Pascua del nuevo pacto que Jesús instituyó, como está registrado en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
El servicio de la Pascua comienza al atardecer previo al día de la Pascua en el calendario hebreo, según el ejemplo de Jesús. El servicio comienza con una breve explicación de su propósito y la lectura de los evangelios. Luego, siguiendo el ejemplo e instrucciones de Jesús en Juan 13, los cristianos se lavan los pies unos a otros.
Enseguida se da una explicación de los símbolos de la Pascua, el pan sin levadura y el vino, que representan el cuerpo y la sangre de nuestro Salvador. Cada miembro bautizado de la Iglesia come un trozo de pan sin levadura y bebe una pequeña copa de vino, reconociendo la necesidad de ese sacrificio. Después de lecturas posteriores de la enseñanza de Jesús en la última noche antes de su arresto y crucifixión, se da por concluido el servicio. (Véase Éxodo 12, Levítico 23:5, Mateo 26:17-30, Marcos 14:22-24, 1 Corintios 11:23-28).