¡Crea en la Biblia y sus advertencias!
Mi interés en este tema sigue igual de vivo, y en las últimas décadas he estudiado las culturas y pueblos de la época bíblica. En mis viajes a Israel, Jordania, Egipto y Turquía he tratado de visitar el mayor número posible de lugares mencionados en la Biblia para recorrer los caminos y senderos transitados por sus protagonistas y ver el mundo tal como lo veían ellos; así puedo comprender mejor la Palabra de Dios y explicarla a quienes tienen oídos para oír.
Visitar estos sitios me ha permitido ver las pruebas y precisión del registro bíblico en detalles tanto grandes como pequeños. Muchas de esas pruebas son expuestas en las páginas de esta revista.
Cierto lugar en particular de la actual Jordania, Tall el-Hammam, me ha cautivado durante años y lo he visitado dos veces. No solo impresiona su descomunal tamaño (es la ciudad antigua más grande de Tierra Santa), sino también el hecho de que encaja perfectamente en la descripción bíblica de la ubicación de la antigua Sodoma.
La Biblia tiene más indicadores geográficos acerca de la ubicación de Sodoma que de cualquier otra ciudad mencionada en sus páginas, y cuando escuché una presentación sobre ese tema hace 16 años comencé a seguir los informes sobre las exploraciones en el sitio durante muchas temporadas de excavación.
Las últimas noticias que han surgido de estas excavaciones son asombrosas. Tras varios años de analizar meticulosamente los datos de la destrucción de la ciudad, 21 científicos de campos muy variados de la ciencia escribieron conjuntamente un artículo de 65 páginas, que fue revisado por expertos y publicado inicialmente en Nature Scientific Reports (Reportes científicos de la naturaleza).
Su impactante conclusión fue que la enorme y antigua ciudad de Tall el-Hammam había sido destruida por un repentino y violento cataclismo originado fuera de este mundo.
Meditemos en esto por un momento.
Si esto le suena familiar, es porque efectivamente lo es. La Biblia nos dice que Sodoma fue destruida por una súbita explosión de fuego que descendió del cielo. La evidencia encontrada en el terreno apunta a intensas temperaturas lo suficientemente altas como para derretir la cerámica y los ladrillos, vaporizar los cuerpos humanos y convertir un automóvil actual en un burbujeante charco de acero fundido.
Esta conclusión no correspondió a una sola área de análisis científico, sino a todas las áreas que fueron examinadas. Todo esto llevó a una conclusión específica, una que concuerda admirablemente con el relato bíblico.
No es exagerado decir que este podría ser el hallazgo arqueológico bíblico del siglo, o de varios siglos, o quizá de todos los tiempos hasta ahora. Por eso es que lo cubrimos con gran detalle en este número. Posiblemente usted no ve mucho de esto en las fuentes de los medios de comunicación principales, porque la mayoría de ellos están más interesados en desacreditar la Biblia que en informar al público cuando la evidencia demuestra una vez más la exactitud de sus relatos.
Otra cosa que no va a ver en la mayoría de las otras fuentes son las implicancias de esta notable historia. Pero sí tiene importantes repercusiones para nuestros días.
La Biblia pone a Sodoma como ejemplo de las consecuencias del pecado. Y no cualquier pecado, sino un tipo particular de pecado que se volvió flagrante y llevó a peores atrocidades. Esta subversión del orden natural no solo se ha normalizado en los últimos años, sino que es celebrada y ensalzada por los líderes culturales y la intelectualidad.
Esta es otra de esas fronteras culturales que hemos cruzado ciegamente, sin reparar en las consecuencias para nuestra sociedad, nuestras familias, nuestros hijos y las futuras generaciones que pagarán el precio. ¿Qué dice Dios? “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz . . . !” (Isaías 5:20).
El patrón que vemos una y otra vez en la Biblia es que Dios envía un mensaje de advertencia antes de destruir un lugar. Él no quiere ver sufrir a la humanidad; quiere que nos arrepintamos de nuestros pecados, que cambiemos de dirección y le busquemos (2 Pedro 3:11; Ezequiel 33:11).
¿Es este descubrimiento de lo que podría ser la antigua Sodoma (y del castigo divino que sufrió por sus pecados) otra llamada de atención de Dios para que nos arrepintamos mientras estamos a tiempo? ¡Ojalá tengamos oídos para escuchar! BN