Cómo vivir en Babilonia
Debería usted, como cristiano, contribuir a la sociedad que lo rodea? ¿Es importante acaso la contribución que hace a la sociedad el mensaje del evangelio de la Biblia? ¿Con qué está aportando usted?
La cultura cambia, y de manera bastante acelerada. Lo que podemos hacer en nuestra era moderna y conectada mediante Internet asombraría incluso a generaciones más recientes, y ni hablar de cuán extraño sería para los personajes bíblicos. No obstante, aunque los métodos de comunicación han cambiado, el mensaje que se comunica no ha cambiado.
El mensaje de Dios, su Palabra, siempre es relevante, si tan solo las personas realmente entendieran lo que dice. En nuestro mundo moderno, el dios de esta era, Satanás el diablo, ha cegado a la humanidad para impedirle ver la importancia del mensaje del evangelio (2 Corintios 4:4, Apocalipsis 12:9).
Un ejemplo de la importancia de la contribución cultural en lo que respecta a la Biblia es la aplicación YouVersion Bible para teléfonos inteligentes y tabletas. Esta aplicación fue creada por Life.Church con un propósito: aprovechar la tecnología para atraer a las personas a la Palabra de Dios.
La aplicación bíblica de YouVersion incorpora 1492 versiones de la Biblia en 1074 idiomas, incluyendo versiones populares de la Biblia en audio. Esta es una forma de servir a la sociedad: llevarle a las personas el mensaje bíblico “donde estén”, pues está en sus dispositivos móviles.
Así que Life.Church creó algo muy provechoso para la ciudadanía al llevar el texto bíblico hasta las propias manos de la gente. ¿Qué está haciendo usted para servir?
Daniel en Babilonia, pero sin ser parte de ella
Alguien que hizo un gran aporte con su fe en medio de su sociedad fue el profeta bíblico Daniel. La forma en que vivió su vida y demostró el camino de Dios fue revolucionaria en su tiempo. Él fue un ciudadano temeroso de Dios en Babilonia. ¿Es usted un ciudadano temeroso de Dios en la Babilonia de hoy? Daniel afrontó la cultura de su época y mostró la importancia del camino de Dios.
Además de ser profeta (su libro contiene las profecías más completas y dramáticas del Antiguo Testamento), Daniel también trabajó como erudito y funcionario gubernamental. Como uno de los hombres más doctos del Antiguo Testamento, fue entrenado para su importante posición en asuntos de gobierno, historia, sabiduría y literatura.
Podríamos preguntarnos: ¿Cómo debió haber sido para él vivir en Babilonia en esa época? ¿Qué tipo de desafíos culturales enfrentaba el pueblo de Dios entonces? Tal vez deberíamos considerar: ¿Cómo es para el pueblo de Dios hoy en día vivir en cualquier país en un mundo pecaminoso y corrompido?
Babilonia o Babel, donde se erigió la famosa torre y se inició el primer imperio después del diluvio (Génesis 10:8-10; 11:1-9), es el prototipo de civilización que se opone a Dios. ¡En muchos sentidos, todos los países son una continuación de la antigua sociedad babilónica! ¿Cómo sirvió Daniel a su sociedad? ¿Cómo podemos servir a la nuestra? ¿Cómo podemos asegurarnos de que el mensaje bíblico sea útil para aquellos con quienes interactuamos a diario?
Después de todo, aunque debemos vivir en la Babilonia de este mundo, no debemos ser parte ella. La necesidad de salir de Babilonia significa no seguir sus caminos (vea Juan 17:14-18; Apocalipsis 18:4-5).
Vivir en Babilonia sin involucrarse
Los primeros versículos de Daniel entregan el contexto histórico, que incluye el primer asedio de Jerusalén por los babilonios en 605 a. C. El rey Nabucodonosor de Babilonia exigió tributo de esta nueva parte de su imperio, además de ciertos hombres judíos para que fuesen entrenados y sirviesen en su corte.
Entre ellos se encontraban Daniel y sus tres amigos, Ananías, Misael y Azarías, quienes recibieron nuevos nombres babilónicos: Daniel pasó a llamarse Beltsasar, y sus tres amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, respectivamente (Daniel 1:1-7).
Esta toma de posesión de Judá y la deportación inicial de judíos a Babilonia fue parte del cumplimiento de muchas advertencias hechas por los profetas bíblicos acerca de Israel y del desastre que afectaría a Judá debido a sus pecados contra Dios. La nación había abandonado reiteradamente la ley e ignorado el pacto con Dios, incluido el día de reposo, y se había vuelto idólatra (Ezequiel 20:12-13, Ezequiel 20:16-24).
El pueblo de Israel (al norte de Judá) había sido invadido y deportado por los asirios más de un siglo antes, y ahora el reino del sur, Judá, sería sometido por los babilonios. La consecuencia de sus pecados fue que el pueblo de Judá también fue llevado en cautiverio (en esta ocasión, y en mayor número en otras dos invasiones en los siguientes dieciocho años) a Babilonia, un centro de idolatría y una de las ciudades más perversas del mundo antiguo.
¿Cómo vivieron Daniel y sus amigos en esa sociedad? Por otro lado, ¿cómo vivimos nosotros en la Babilonia de hoy? ¿Igual que los babilonios, o nos distinguimos por ser piadosos?
Imagínese que es obligado a salir de su hogar para servir a un dictador extranjero. Tal vez le den un nuevo nombre para demostrar su poder sobre usted, como ocurrió con Daniel y sus amigos. Tal vez enfrente situaciones comprometedoras que desafíen su fe. ¿Cuál sería su ejemplo? ¿Qué lo identificaría? ¿Participaría de la “porción del rey”, como encontramos en el siguiente pasaje en Daniel 1?
Veamos: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse” (v. 8, énfasis nuestro en todo este artículo). Con la ayuda de Dios, Daniel y sus tres amigos superaron esta situación y dificultades aún peores sin transigir.
Posteriormente, Daniel predijo una prueba aún más severa que sufriría el pueblo judío más de cuatrocientos años más tarde, bajo el dominio greco-sirio (ver Daniel 11:28-32). Algunos detalles históricos de lo que sucedió se pueden encontrar en libros apócrifos, uno de los cuales dice: “Murieron también muchos israelitas que con entereza y valor se negaron a comer cosa impura, prefiriendo la muerte antes que contaminarse con aquella comida y profanar la alianza santa” (1 Macabeos 1:62-63, Biblia de Jerusalén). ¡No transigir con la ley de Dios en Babilonia o reinos subsecuentes era un asunto grave! Uno podía ser condenado a morir. La gran devoción de Daniel a la ley bíblica provenía de una profunda fe en el Dios que se la dio. La identidad de Daniel provenía de su Dios, no de Babilonia. ¿Procede su identidad de una relación con Dios, o del mundo en que vive?
Contribuya a la sociedad; sea un buen ciudadano
Hay algunos puntos elementales que podemos ver en la vida de Daniel y sus compañeros en Babilonia. Notemos, por ejemplo: “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños” (Daniel 1:17).
Daniel y sus tres amigos tenían conocimiento y comprensión del lenguaje y la literatura de los caldeos (Daniel 1:4) y también la capacidad de discernir entre lo que era verdadero y lo que era falso. ¡Y todo esto lo hicieron siendo parte de la sociedad babilónica!
Esto muestra que la educación de fuentes extrabíblicas puede ser buena, siempre que no reemplace la verdad de la Biblia. Daniel era experto en la cultura y la literatura de Babilonia. Vemos que Dios no espera que nos aislemos del mundo y vivamos en una comunidad cerrada o monasterio (compare 1 Corintios 5:9-12). Debemos vivir en el mundo, sin ser del mundo. Vivimos en Babilonia, aunque no nos conformamos a ella.
Al respecto, Jeremías 29 también instruye a los judíos exiliados por Babilonia a vivir y trabajar por el bien de la sociedad pagana que los rodeaba, pero sin transar con el camino de Dios. La burocracia babilónica era hostil al Dios de Daniel y sus compatriotas; pero si trabajaban duro y daban un ejemplo de conducta piadosa, podían interactuar positivamente y relacionarse con los líderes más prominentes del imperio.
El profeta Jeremías era unos veinte años mayor que Daniel, pero ambos vivieron al mismo tiempo. Esto fue lo que Jeremías escribió desde Jerusalén a Daniel y a los otros cautivos en Babilonia:
“Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia . . .
“Así ha dicho el Eterno de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella al Eterno; porque en su paz tendréis vosotros paz . . . No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos” (Jeremías 29:1, 4-8).
¿Cómo vivir en Babilonia? ¡Jeremías dice que siendo un buen ciudadano! Estableciendo familias, cultivando verduras y árboles frutales, construyendo casas, no quebrantando la ley, contribuyendo a su paz, y evitando seguir a falsos profetas que nos alejen de las instrucciones de Dios.
Entonces, ¿vivimos según principios bíblicos que son una bendición para la ciudad en la que trabajamos y para la escuela a la cual asistimos? ¿Vivimos como Daniel y sus amigos?
La Biblia nos brinda ejemplos morales muy sólidos e instrucciones sobre cómo vivir en Babilonia y nos muestra lo que es vivir fielmente en un mundo hostil a la religión. Contribuya pacíficamente a su sociedad: ¡cultive huertos, críe familias, trabaje duro!
¿Cristianos ineficaces?
Hoy algunos dicen seguir a Dios, pero en realidad viven una vida de acomodo cultural. En su intento por contribuir, se vuelven ineficaces como representantes de Dios. Sin embargo, debemos defender la verdad y vivir conforme a ella, incluso cuando sea difícil hacerlo.
Necesitamos seguir el valiente ejemplo de Daniel. En lugar de permitir que nuestros amigos, los medios de comunicación y las crisis recientes determinen nuestra perspectiva, debemos dejar que las Escrituras y el Espíritu de Dios la definan.
Además, Daniel sinceramente albergaba los mejores deseos para sus captores. Se hizo querer por ellos sirviéndoles con humildad y una genuina preocupación por su bienestar. Sin embargo, nunca participó de sus conductas y creencias equivocadas ni las siguió para congraciarse con ellos, lo que en realidad habría resultado perjudicial para ellos y para él mismo.
He aquí una advertencia para usted y para mí: cuando una iglesia deja de ser una luz en Babilonia, empieza a debilitarse y se vuelve inútil. Ya no tiene el testimonio que Jesucristo dijo que deberían dar sus discípulos. ¿Se imagina lo diferente que hubiera sido la historia de Daniel si hubiera decidido que no valía la pena ser una luz en la corte del rey?
¿Cuál es la solución? Debemos vivir como Daniel, disciplinadamente. Daniel fue un fiel testigo del camino de Dios, ya fuera gobernando en la corte del rey o más tarde, estando recluido en prisión. La ética de Dios es la solución.
No podemos darnos el lujo de desmantelar la verdad bíblica. Debemos ser firmes e intransigentes en lo que respecta a los mandamientos de Dios, incluida la observancia del sábado, y ser una luz. La fe de Daniel no era un secreto; nuestra vida no debe ser algo clandestino, y debemos hablar de lo que amamos.
Los científicos sociales han demostrado que el momento en que una iglesia abandona su pureza doctrinal, el momento en que se vuelve liberal, el momento en que se vuelve moralmente ambivalente, es cuando firma su sentencia de muerte.
Las principales batallas que enfrentamos hoy en Babilonia
Veamos algunas de las principales batallas que enfrentamos en la Babilonia de hoy. El yo está en el centro de todo. Existe un sentido desproporcionado de autoconciencia y del “yo”: Yo soy muy importante. Yo puedo hacer cualquier cosa que me proponga. Yo tengo la mayor cantidad de seguidores en las redes sociales. ¡Por favor haz clic en “Me gusta”!
Uno de los principales objetivos de la gente de hoy es llegar a ser famosa. Vivimos en un momento en que todo nos llega de manera inmediata y rápida. ¡Lo quiero ahora! ¡Nos impacientamos con el microondas, con el ascensor, y en la autopista!
Pero, ¿cuál es el remedio? Dios debería estar en el centro de nuestra vida, no nosotros mismos, no el deseo de fama.
Otro concepto que se debe contrarrestar es aquel que afirma que no hay una verdad absoluta. Nuestra cultura actual es amoral, lo que lleva a la inmoralidad; asegura que no existe el bien ni el mal, así que podemos decidir por nosotros mismos. ¡Nos encontramos una vez más en el huerto de Edén!
¿Cuál es la solución? La ética de Dios no es la ética de Babilonia. No seamos moralmente ambiguos. Necesitamos tener firmeza de convicciones religiosas y morales.
La Babilonia moderna está obsesionada con el espectáculo y el ruido. Nos hemos entregado a los grandes dioses del entretenimiento y los medios de comunicación, la fantasía, Hollywood, el espectáculo. Escapamos del caos y la presión de la vida mediante el entretenimiento y la imaginación. Los babilonios viven una vida que glorifica los conciertos a estadios llenos, imágenes, películas y efectos visuales en lugar de cosas valiosas. El mundo, la Babilonia moderna, tiene una trayectoria diferente de la que deberíamos estar siguiendo cada uno de nosotros.
Es mejor tener un conflicto con la sociedad que nos rodea que tener un conflicto con Dios por ser menos fieles a él. Se nos dice que “En el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). No podemos ser neutrales con respecto a nuestra fe, pero eso es lo que muchas personas prefieren. La gente quiere ser parte del sistema, convertirse en babilonios.
¿Podría decirse lo siguiente acerca de usted, como la reina madre le dijo al nuevo gobernante en Babilonia acerca de Daniel?
“En tu reino hay un varón, en el cual mora el espíritu del santo Dios; y en los días de tu padre se halló en él lumbre e inteligencia y sabiduría, como conocimiento de Dios, al cual el rey Nabucodonosor, tu padre, constituyó príncipe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos, y adivinos: así hizo el rey tu padre” (Daniel 5:11, Biblia del Jubileo 2000).
Daniel no siguió la corriente de Babilonia. No, él tenía el Espíritu del santo Dios, y así fue reconocido por otros. ¿Puede verse ese Espíritu en usted y en mí?
El Dios de Daniel era percibido como muy diferente a los dioses de los babilonios. El Dios de Daniel estaba fuera de la creación, pertenecía al ámbito espiritual. En cambio, los dioses babilonios provenían de todo lo que les rodeaba, del interior de la creación: desde el río, los árboles, la naturaleza. ¡Ellos adoraban la creación en lugar del Creador! El Espíritu del Dios Santo era muy diferente al de los dioses de Babilonia.
No todos enfrentaremos un foso de leones, como le sucedió Daniel en su vejez bajo el dominio persa. Para nosotros puede ser más sutil. Tal vez será un declive gradual de la fe y la obediencia, pero se nos recuerda que incluso en el más pequeño de los asuntos no debemos ser como los babilonios paganos.
Fidelidad y tiempo con Dios
No debemos participar de la “porción del rey”, como se señaló anteriormente, si esta se opone al camino de Dios. Para expresarlo en lenguaje moderno, no podemos participar de la fiesta de Navidad del rey (nuestro jefe), la celebración de Halloween o el jolgorio de Año Nuevo. Debemos vivir en Babilonia, pero no convertirnos en babilonios impíos.
¿Cuál es la solución? ¿Cómo lograrlo? Haga lo mejor que pueda. Sea fiel incluso en las cosas más pequeñas (Lucas 16:10-11). Invierta su mejor esfuerzo en todo lo que haga.
Como dice en Lucas 16, la deshonestidad, incluso en lo más pequeño, conduce a la deshonestidad en proporciones aún mayores. La deshonestidad se opone directamente a la verdad de Dios.
Nuestro carácter debe estar alineado con el llamado que Dios nos ha hecho. El respeto de Daniel por Dios superaba con creces su miedo a lo que el hombre pudiera hacerle.
Si no le dedica tiempo a Dios, no se sorprenda si su fe fracasa, o si parece que Dios está distante. Que nuestra relación con Dios se debilite o no depende del tiempo que le dediquemos, tal como en un matrimonio. ¿Leemos nuestra Biblia? ¿Oramos? Si no, desde luego que Dios no va a ser verdaderamente real para nosotros.
Si no pasamos tiempo con Dios, terminaremos invirtiendo nuestro tiempo en otra cosa, dedicando nuestro tiempo a otros aspectos de la vida.
Dios era real para Daniel. Él oraba a diario, incluso tres veces al día, como era su costumbre (Daniel 6:10).
¿Cuál es la solución para nosotros, entonces? Tenemos que aprender a discernir cuál es la voz de Dios entre las muchas voces que compiten constantemente por nuestra atención en Babilonia. Somos aquello a lo que nos dedicamos, ya sea el cine, la música, los juegos, la imaginación, las redes sociales, la fantasía o la verdad. Ya sea la Palabra de Dios o Babilonia.
La oración es un antídoto cuando nos alejamos del camino. El apóstol Pablo dijo: “Orad sin cesar, pues esta es la voluntad de Dios” (1 Tesalonicenses 5:17). Y la oración exitosa a menudo es el resultado de un tiempo de calidad para leer, estudiar y meditar en las Escrituras. La Escritura, el gran maestro, está disponible. ¡No culpe a Dios si no hace su tarea!
Carácter moral sin riesgos
La narración de Daniel es testimonio perenne del poder de Dios en una hora oscura de la historia de Judá. La fidelidad de Daniel y sus amigos brillaba en Babilonia. Sin embargo, en todas las edades, no solo en aquel entonces, Dios está buscando a aquellos a quienes pueda usar. Tenemos que vivir a la manera de Dios en todo.
El testimonio de Daniel y de estos tres jóvenes es una fuente de fortaleza para cada uno de nosotros, los que vivimos en la Babilonia del tiempo del fin. Al igual que Daniel, nosotros también debemos ser hombres y mujeres de oración y carácter moral firme, a quienes Dios honrará pronto con la vida eterna en su reino.
Daniel y sus compañeros dieron testimonio de Dios sirviendo como sus verdaderos testigos, incluso en las tenebrosas horas de la apostasía judía y el juicio divino. El noble ejemplo de estos jóvenes sirve para alentarnos a todos en nuestras grandes pruebas en el tiempo del fin.
Y, por supuesto, la Biblia nos habla de muchos más hombres y mujeres de fe para imitar. Por último, veamos este ejemplo de dos de los apóstoles de Cristo: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13).
¿Es evidente para los demás que usted ha estado con Jesús, que es un hombre o una mujer de Dios? Si no, ¡cambie esa situación! BN