Cómo ayudar a los viudos en su aflicción

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Cómo ayudar a los viudos en su aflicción

Hace poco encontraron a Ana, mi vecina, muerta en su departamento. Su esposo había fallecido seis meses antes, y yo sabía que eso la había afectado muchísimo. No obstante, ella parecía ser muy fuerte, y había continuado con su vida.

La veía ocasionalmente cuando salía a pasear a su perro. Una vez me dijo que ojalá no me hubiera causado molestias que llorara tan fuerte la noche anterior, así que cuando la encontraron muerta me sentí terriblemente  culpable. Había estado demasiado ocupada como para conversar más con ella y averiguar cómo le estaba yendo en realidad, y ahora ya era tarde. ¿Pude haber ayudado a prevenir su muerte con solo haberle dedicado un poquito de mi tiempo? 

Ana era relativamente joven todavía y según mi impresión era la imagen misma de la buena salud, por eso su muerte me tomó por sorpresa. Su hija vivía a unas cuatro horas de su casa, así que se le dificultaba poder estar pendiente de su madre. Ana parecía estar ocupada trabajando en lo que le gustaba hacer: cantar. De hecho, gracias al canto había conocido a su esposo, ya que ambos pertenecían a una banda de jazz de nuestra ciudad. Ella iba a participar en un evento musical el mismo día en que murió. Por desgracia, ni aun el canto pudo contrarrestar el dolor que la aquejaba.

La pérdida de un cónyuge puede ser devastadora. Un estudio ha demostrado que cuando uno de los dos esposos muere, el riesgo de que el cónyuge sobreviviente fallezca durante los tres meses siguientes aumenta en 66 por ciento. La congoja puede afectar incluso el sistema inmunológico; es más, puede presentarse lo que se llama “síndrome de muerte súbita del adulto”, una condición cardíaca que puede ser desencadenada por el estrés emocional.

¿Cómo podemos ayudar a aquellos que han perdido al amor de sus vidas, sus cónyuges, sus compañeros? Como en el caso de Ana, las personas pueden verse bien, pero en su interior la aflicción las domina y abruma. A continuación veremos algunas sugerencias para ayudar a los que están afligidos:

• ¡Mantenga el contacto! Llámelos con frecuencia, envíeles mensajes de texto o correos electrónicos, aunque la persona no responda. Hágales saber que está pendiente. Esto es especialmente importante después del funeral, cuando todos vuelven a sus rutinas normales y no están cerca para brindar apoyo. ¡Esfuércese por seguir siendo parte de sus vidas!

• Inclúyalos en sus actividades familiares. En la medida de lo posible, procure que no pasen sus días solos.

• Escúchelos, sin tratar de “arreglar” sus sentimientos. Ellos van a necesitar quien los escuche, para poder hablar de sus emociones. Algunos de los sentimientos y preocupaciones más comunes después de perder un cónyuge se perciben en frases como estas:

“He perdido a mi mejor amigo”.

“Estoy enojado”.

“Me siento culpable de no haber hecho lo suficiente por él [o ella]”.

“Tengo miedo”.

“Me preocupan muchas cosas, sobre todo el dinero”.

“De repente me siento muy viejo”.

“Me siento mal todo el tiempo”.

“Pienso más en mi propia muerte”.

“Parece que estoy pasando por una crisis de identidad”.

“Siento alivio de que su sufrimiento haya terminado, y al mismo tiempo culpabilidad por sentirme así”.

Las personas que enviudan necesitan que les dediquemos tiempo para que puedan expresar todas esas emociones confusas. Así pueden comenzar a sanar y seguir adelante. Los estudios muestran claramente que las tasas de mortalidad son más altas entre aquellos que no expresan su dolor, lo cual es particularmente cierto en el caso de los hombres. Siempre pídale a Dios que le ayude a decir y hacer lo correcto al ofrecer consuelo.

• Ofrézcales su ayuda para hacer trámites, quehaceres domésticos y compras. Esto es especialmente válido para un viudo cuya esposa quizá se encargaba de todas esas cosas. Aparte de la muerte, las tareas diarias pueden ser abrumadoras. Lléveles comidas preparadas o congeladas, o simplemente ofrézcase a colaborar diciendo claramente, “Por favor, dígame cómo puedo ayudarle”.

La Biblia tiene mucho qué decir sobre el cuidado de las viudas, pero obviamente los viudos también necesitan muchos cuidados. Una nueva investigación concluyó que un esposo de luto es más propenso a morir poco después de perder a su esposa, mientras que una mujer viuda es más capaz de continuar con la vida. El profesor Javier Espinosa, que dirigió un estudio en el Instituto de Tecnología de Rochester, dijo: “Cuando muere la esposa, con frecuencia el esposo está menos preparado. Ha perdido a su compañera, a quien cuidaba de él física y emocionalmente, y la pérdida afecta específicamente la salud del viudo. Esta misma situación probablemente es menos notoria para la mayoría de las mujeres cuando el marido muere” (citado en The Telegraph, 22 de octubre de 2012).

Si usted ha sufrido una pérdida o conoce a alguien en la misma situación, recuerde el Salmo 34:18: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido” (Nueva Versión Internacional). Siempre pídale a Dios que consuele a los que están pasando por una situación similar. Nunca dé por sentado que las personas están bien, a pesar de que su aspecto parezca normal, como me sucedió con Ana. No tenga temor de ofrecerles su ayuda y acompañarlas para sobrellevar su dolor. ¡No olvidemos a los que han enviudado cuando más necesitan ayuda!