¿Es el ayuno solamente un ritual?

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Cuando se hace con actitud correcta, el ayuno es más que un ritual. Es una exteriorización de un estado espiritual que nos ayuda a cambiar internamente.

Un ayuno bíblico significa privarse de alimento líquido y sólido por un tiempo determinado. Por ejemplo, Dios nos pide que ayunemos por un período de 24 horas como parte del quinto sábado anual, comúnmente llamado el día de Expiación. Otros ayunos son de carácter voluntario; la duración de éstos es una decisión personal.

El ayuno voluntario está registrado, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Como referencia general, las Escrituras mencionan particularmente el ayuno del rey David, de Cristo y del apóstol Pablo.

El ayuno le puede ayudar a comprender sus limitaciones, su falta de poder y control sobre la vida que ahora disfruta, y la vida futura que a Dios le gustaría darle.

La decisión de ayunar es una manifestación de humildad ante Dios

Las personas comúnmente piensan que ayunar es una manera de obtener el favor o algo específico de Dios.

Sin embargo, ambas ideas están lejos de ser correctas. Ayunar no debe ser considerado como una técnica para obtener algo. Dios da discernimiento y su favor en la medida que él lo desea y sobre quién lo desea, y no es un resultado de un esfuerzo de una particular lista de acciones (como el ayuno). Este enfoque reduciría el ayuno a un mero ritual. El objetivo del ayuno es humillarse a sí mismo física, mental y emocionalmente (Isaías 58:3-5).

No obstante, es bueno recordar lo siguiente sobre el ayuno:

  1. A Dios le agrada dar el favor (gracia) a los humildes (Proverbios 3:34)
  2. A Dios le agrada dar sabiduría, discernimiento e instrucción al humilde (Salmos 25:8-9)

¿Cómo nos humilla el ayuno?

La clave del ayuno es un cambio de actitud. Del orgullo y confianza en nuestra carne y sangre a un reconocimiento humilde de que nuestro cuerpo es débil. Constantemente necesitamos un sustento de fuentes externas como proteínas, carbohidratos y agua.

No comer ni beber durante 24 horas le demostrará rápidamente la necesidad física. Pronto el sistema digestivo se pondrá ansioso, estará débil y cansado y, para el final del día seguramente sentirá frío. Si ayuna por un período muy largo puede hasta morir. Ayunar es un acto voluntario que recuerda que el poder de la vida física no es permanente. Nos ha sido dado de manera temporal y necesita sustento.

Una prueba física y espiritual

Su cuerpo físico no dura para siempre y cuando muere no sigue viviendo en una forma espiritual consciente. Pero Dios le brinda la oportunidad de levantarle a la vida otra vez. Puede leer acerca de lo que Dios dice acerca de este importante tema en el folleto: ¿Qué sucede después de la muerte? 

El Creador y Padre quiere darle vida permanente y eterna. Él tiene el poder de la vida en sí mismo y lo que es realmente sorprendente es que desea depositar el mismo poder de vida en usted. El proceso inicia cuando recibe el poder del Espíritu Santo de Dios por medio del bautismo y la imposición de manos.

Pero mientras siga siendo carne y sangre, la presencia del Espíritu de Dios debe ser mantenida y sustentada. Es como el fuego que debe ser continuamente alimentado con más leña (considere 1 Tesalonicenses 5:19, 2 Timoteo 1:6). Si no cuida el poder de la vida eterna, entonces se apagará. Sin la activa presencia del Espíritu Santo de Dios en usted no hay esperanzas de ser resucitado a la eternidad después de que haya muerto. Cuando ayune considere también la necesidad espiritual.

El efecto físico de la aflicción del ayuno nos recuerda que somos completamente dependientes del suministro de comida y agua para vivir nuestros días en la carne. De igual manera, nuestra esperanza de vida después de morir físicamente depende completamente de Dios nuestro Padre y Creador.

La humildad también conduce nuestras acciones

Ayunar puede ayudarnos a comprender nuestras limitaciones --la falta de poder y control de la vida que disfrutamos hoy -- y la futura vida que Dios nos quiere otorgar. Esta mirada más humilde debe dirigirnos a otras áreas de nuestra vida: cómo tratamos a los otros, cómo nos acercamos a Dios, cómo pensamos, etc.

Es muy reconfortante saber que Dios se complace en dar el regalo de la vida eterna a aquellos que se humillan delante de él y someten su vida en fe y obediencia. Ayunar puede posicionarnos en un estado mental adecuado para recibir las buenas cosas que Dios nos quiere compartir.