¿Elige Dios a los líderes de una nación?
La Biblia registra que Nabucodonosor, un gobernante poderoso del Imperio Babilónico, recibió una visión de Dios 600 años antes de Cristo. El profeta Daniel interpretó este sueño. Daniel explicó que Dios le dio a Nabucodonosor esta visión "para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres." (Daniel 4:17).
Pocos países desarrollados han tenido un gobernante tan violento en la actualidad. Sin embargo, la Biblia muestra claramente que a veces, Dios colocará a líderes terribles en posiciones de gran poder con el propósito específico de cumplir sus planes. Como lo implican las palabras de Daniel, Nabucodonosor no era un hombre bueno. Arrojó a personas vivas en hornos calientes si no se inclinaban ante su ídolo. Amenazó a todos sus asesores con asesinarlos en masa si no interpretaban su sueño.
Esto ciertamente se cumplió en el faraón del Éxodo, cuyo corazón fue endurecido por Dios una y otra vez hasta que Egipto fue humillado por su maltrato al pueblo de Dios, Israel. Dios envió a Moisés a decirle a Faraón: "Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra." (Éxodo 9:16).
A veces Dios ha estado directamente involucrado en elevar a individuos en posiciones muy importantes. Él inspiró al profeta Isaías a anunciar con mucha anticipación el ascenso al poder de Ciro el Grande, para cumplir su propósito (Isaías 45:1). Fue un siglo y medio más tarde cuando Dios le dio a Ciro el poder sobre el Imperio Persa.
En otro momento, Daniel declaró: “Alabado sea el nombre de Dios por siempre y para siempre,… él controla el curso de los sucesos del mundo; él quita reyes y pone otros reyes.”(Daniel 2:20-21, Nueva traducción viviente). El apóstol Pablo, al escribir a los cristianos que vivían en la capital del Imperio Romano, escribió: "toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios" (Romanos 13:1, NTV . vea también Salmos 75:6-7; Juan 19:10-11).
Entonces, ¿significa esto que Dios de alguna manera "respalda" al nuevo presidente de los Estados Unidos o a cualquier otro líder con todos sus defectos y debilidades? No. Lo que sí significa es que Dios tiene un propósito para la humanidad, un propósito para los eventos actuales, y cumplirá ese propósito a través del liderazgo que él pone o permite.
Las Escrituras muestran que aunque a veces Dios sí decide quién será el principal funcionario de una nación, también permite que las personas elijan a líderes cuyos valores no son los que se enseñan las Santas Escrituras, incluso en detrimento de ellos. Una vez criticó a su propio pueblo antiguo con estas palabras: "Israel desechó el bien...Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí" (Oseas 8:4). La lección es clara: Dios sólo aprueba a aquellos gobernantes que no han "rechazado el bien" como él lo define.
El apóstol Pablo da este magnífico consejo a los cristianos que se preguntan qué pensar de los gobiernos en los que se encuentran viviendo: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” (1 Timoteo 2:1-2, énfasis agregado).
Es digno de elogio y apropiado a los ojos de Dios orar para que él provea líderes que trabajen para hacer posible que los creyentes vivan "quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad." Pero primero es fundamental aprender y practicar su voluntad antes de esperar que escuche esas oraciones (ver 1 Juan 3:22). Incluso Jesús, teniendo fe en las decisiones de Dios, oró: "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42). Y es en la Palabra de Dios, la Biblia, donde podemos encontrar su voluntad revelada.