¿Cómo puedo enseñarle a mis hijos los Diez Mandamientos?

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Cuando comencemos a enseñar los Diez Mandamientos a nuestros hijos, no pensemos en normas y reglas que guíen su vida. En lugar de eso, recordemos que los Diez Mandamientos revelan la naturaleza y el carácter del Creador a nuestros pequeños.

Cuando nuestros niños comiencen a comprender los Mandamientos de Dios, empezarán a pensar en el propósito de Dios en lugar de sus propios deseos. Ellos considerarán sus responsabilidades en lugar de pensar en lo que pueden obtener. También en el efecto a largo plazo de sus decisiones, en lugar de las gratificaciones a corto plazo.

Debemos enseñar a nuestros hijos la perspectiva de los mandamientos de Dios como el camino hacia una vida feliz y plena. Esta enseñanza puede inculcarse en tres modalidades: iniciar, educar y demostrar.

Primero, los padres deben empezar acercando a sus hijos a los Mandamientos de Dios, como se revela en su palabra

Ser padre es una de las mayores fuentes de gozo. Pero consideremos que sembrar las semillas de la Palabra de Dios en los corazones de nuestros hijos requiere tiempo y energía.

La responsabilidad de nutrir, entrenar y guiar la fe de la familia recae primeramente en los padres. No existe ningún programa de la Iglesia o grupo juvenil que llene ese rol. En el hogar es donde se graban el carácter y las convicciones. Es donde ellos construyen su mente y se pueden acercar a Dios.

Debemos considerar cada día dónde está nuestro corazón y nuestras prioridades. A menudo nos involucramos en otras actividades antes de acercarlos a la palabra de Dios durante la semana. Sorteamos muchos obstáculos para completar otras cosas todos los días, pero omitimos lo más importante: empezar con el fundamento de la palabra de Dios.

¡Hagamos una cita diaria con nuestros niños y Dios como una prioridad! Apartemos un tiempo cada día para acercar a nuestros hijos a su palabra.

Seguramente tendremos muchas distracciones. Pero, asegurémonos que estas no se repitan con frecuencia y que no interfieran en el acercamiento de nuestros hijos a Dios diariamente.

Segundo, los padres tienen la responsabilidad de educar a sus hijos sobre la importancia de los Mandamientos de Dios

Sin la ayuda de Dios, nunca podremos cumplir con la responsabilidad de entrenar a nuestros hijos para mantener una relación con su Padre celestial. Recordemos que cuando Dios nos pide hacer algo, también provee los recursos para lograrlo. Como padres, haremos progresos en la vida de nuestros hijos, viniendo humildemente ante Dios todos los días y pidiendo su ayuda para guiar a nuestros hijos a un entendimiento más profundo del amor de Dios, enseñándoles el propósito que él tiene para su vida.

Pensemos en las promesas que Dios tiene para nosotros: “Pondré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10). Esta promesa empieza con nosotros educando a nuestros pequeños en la Palabra de Dios. Esto finalmente se cumplirá cuando ellos maduren y entreguen sus vidas a Dios en un pacto a través del bautismo.

Educando a nuestros niños en una completa comprensión de los Mandamientos, los guiaremos hacia una profunda relación con Dios.

¿Y cómo? Los Diez Mandamientos son un conjunto de reglas dadas para conducirnos a una relación con nuestro Creador, para liberarnos de una vida de esclavitud al pecado y la miseria de vivir separados de las promesas de Dios.

En el libro del Éxodo, vemos como Dios organizó a su pueblo y les dio sus mandamientos, luego de liberarlos de la opresión en Egipto (símbolo del pecado sobre la humanidad). El pueblo de Dios debe responder al amor de Dios y su liberación obedeciendo las condiciones de esta relación que estableció en el Monte Sinaí.

Algunos piensan que el amor reemplazó a la ley cuando Jesucristo murió por nuestros pecados. Pero, en realidad, los Mandamientos nos muestran cómo vivir en esa nueva relación. A través de los Mandamientos, él creyente que ha sido llamado aprende a consolidar una perfecta unión con él.

Tercero, los padres debemos mostrar la vida hermosa que emerge cuando los mandamientos han sido grabados en el corazón de una persona.

Cada uno de los mandamientos debe vivirse y demostrarse para que tengan un significado para nuestros niños. La mayoría estará de acuerdo en que vivir desobedeciendo los Mandamientos de Dios resultará en un efecto perjudicial en el hogar. Pero también puede tener un impacto negativo una obediencia del labio al diente. Nuestros niños pueden advertir cuando obedecemos a Dios por obligación, en lugar de una profunda gratitud por la vida de ellos.

Debemos, de corazón, comprometernos con la Ley de Dios. Necesitamos pedir a Dios que derrame su Santo Espíritu en nosotros, para tener un profundo deseo de vivir por lo que la Biblia enseña.

Los padres tienen la responsabilidad cotidiana de poner el ejemplo. El hogar es la más grande influencia para un niño.

Empecemos por comprender que nuestros hijos realmente le pertenecen a Dios y que solo nos han sido prestados para imprimir en ellos la importancia de una relación con su Creador. ¡Que los mandamientos de Dios sean el fundamento firme sobre el que nuestros hijos permanezcan a lo largo de su vida!