¿Cómo hablar con sus hijos después de la muerte de un amigo?

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¿Cómo hablar con sus hijos después de la muerte de un amigo?

En algunos jóvenes se desarrolla una raíz de amargura contra Dios cuando fallece un amigo; otros continúan amando y sirviendo a Dios. ¿Ha perdido usted un ser querido y se ha preguntado por qué lo permitió Dios? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a entender esta pregunta?

La diferencia entre aquellos que tienen esperanza después de la muerte de un amigo y los que no, se resume a una confianza sincera y profunda en Dios; se resume a tener la certeza de que él tiene un plan maravilloso a fin de que todo obre para nuestro bien al final. Como padres, podemos y debemos abordar el tema de la muerte con nuestros hijos de una forma clara y directa. Así, cuando experimenten pérdidas, podrán apoyarse en la verdad que han aprendido.

El apóstol Pablo nos ofrece una analogía muy útil que nuestros hijos pueden comprender. “Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos” (2 Corintios 5:1). Pablo usa la ilustración del cuerpo humano como una tienda para explicar la muerte de un hijo de Dios. Nuestros cuerpos terrenales son solamente una morada temporal que un día se levantará para aguardar una residencia permanente y gloriosa.

Como padres, debemos recordar que la Biblia explica de manera muy clara que la vida terrenal es temporal y que es solo una etapa hacia nuestro futuro maravilloso.

Si sus hijos han acampado, pregúnteles, “Después de varios días durmiendo en el suelo con bichos y tierra, ¿no te alegró levantar la tienda, regresar a la casa, darte una ducha caliente y dormir en tu cama?” La respuesta debiera ser un “por supuesto”.

Cuando un hijo de Dios fallece, su tienda física se levanta. En el futuro, Dios mismo la “abre” y le otorga la oportunidad maravillosa de vivir en un cuerpo perfecto, sin dolor, rodeado del amor de Dios.

Las palabras de Pablo nos alientan a concentrarnos en nuestra habitación permanente que vendrá del cielo: “Pues en esta tienda gemimos deseando ser sobrevestidos de nuestra habitación celestial; y aunque habremos de ser desvestidos, no seremos hallados desnudos. Porque los que estamos en esta tienda gemimos agobiados, porque no quisiéramos ser desvestidos sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida” (2 Corintios 5:2-4 RVA).

Armados de esta verdad, nuestros hijos pueden enfrentarse a la muerte con la confianza que un día el fallecimiento de su amigo ¡será absorbido por la vida eterna!

Aunque la muerte produce temor, ¡Dios nos ha preparado para ella! No desea que enfrentemos la muerte de un amigo con desesperanza, sino con confianza. Pablo continúa diciendo: “Pues el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado la garantía del Espíritu. Así vivimos, confiando siempre y comprendiendo que durante nuestra estancia en el cuerpo peregrinamos ausentes del Señor” (2 Corintios 5:5-6 RVA).

Gemimos, pero tenemos la confianza de que, aunque un hijo de Dios que fallece está ausente temporalmente, aguarda estar presente con el Señor. Es así como la muerte viene acompañada de una anticipación maravillosa.

Al enfrentar la muerte, ponemos nuestra mirada no en lo que se ve, sino en lo invisible ¡pues esto último es eterno! Pablo dice: “Usted piensa que lo visible es permanente? Déjenme decirles que es solamente temporal. ¿Piensan que lo que invisible no es real? Déjenme decirles que el futuro de un hijo de Dios ¡no es solamente real, sino eterno!”

Satanás desea quitarle esta convicción a nuestros hijos. Debemos inculcarles la verdad. Dígale a sus hijos que cuando la trompeta del Señor suene, todos los hijos de Dios se levantarán para encontrar su habitación que Dios ha preparado para ellos en su mansión.

El hijo de Dios puede anclarse en esta verdad; no viviremos para siempre en una existencia transitoria y frágil; Dios, por el contrario, nos ha preparado una morada eterna con él.

Abra la Biblia con sus hijos y que las palabras de Jesús en Juan 14:1-3 fluyan sobre ellos: “No se turbe el corazón de ustedes. Creen en Dios; crean también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes. Y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo para que donde yo esté ustedes también estén”.

Use la palabra de Dios para traer paz a sus corazones agitados. La muerte de un amigo es una situación en la que nuestro hijo puede decir “no entiendo lo que está pasando y me enfurezco” o “No entiendo lo que está pasando y voy a confiar en Dios”. La primera reacción conduce al desánimo y el vacío, la segunda lleva al bienestar y la sanidad.

Enséñele a su hijo que tal como se va a dormir por las noches sin temor, así será la muerte para los que estamos en Cristo. Pablo habló de este despertar futuro para los que son de Dios: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen, para que no se entristezcan como los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios traerá por medio de Jesús, y con él, a los que han dormido” (1 Tesalonicenses 4:13:14).

Después de la pérdida de un amigo, añada esperanza al dolor de su hijo. Aunque un hijo o hija de Dios puede levantar su tienda prematuramente, ¡las buenas noticias son que despertarán al retorno de Jesús para entrar en una morada eterna!