Entienda, viva y ame la Biblia

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"La Biblia es aburrida”. Esa fue mi conclusión. Tenía alrededor de diez años y sentía cierto respeto por la Biblia así que decidí que debía leerla, desde Génesis hasta los mapas del final. Pero no llegué muy lejos. Estaba muy orgulloso de mi progreso hasta que casi me quedé dormido en el capítulo 5 de Génesis, un tedioso registro genealógico. Sin embargo, como estaba acostumbrado a seguir secuencias, no sabía cómo leer rápido ni saltarme algunas partes, así que leí verso por verso con gran esfuerzo. Pero luego, en el capítulo 10, ¡me encontré con otro registro genealógico! En ese punto desistí de leer el Antiguo Testamento.

“Por lo menos leeré el Nuevo Testamento”, pensé. De seguro sería más interesante. ¡Pero el Nuevo Testamento comienza con un registro genealógico! Y a pesar de sentirme un poco avergonzado de mi falta de espiritualidad y compromiso, me di por vencido. Basándome en la muestra que había leído, decidí que la Biblia no era un libro fácil de entender.

Luego, cuando tenía doce años, murió uno de mis hermanos menores. Como resultado, comencé a pensar mucho más seriamente acerca del significado de la vida y de la vida después de la muerte. En retrospectiva, veo cómo Dios gradualmente utilizó ese doloroso recuerdo para transformar mi vida.

El punto decisivo

Pero no leí la Biblia hasta que me vi forzado a hacerlo. Uno de los cursos obligatorios para los estudiantes de ingeniería era Estudio de la Biblia, de un semestre de duración. Se nos asignó leer y escribir acerca de una gran variedad de segmentos de las Escrituras. ¡Esto abrió mis ojos, y mucho de lo que leí me sorprendió y fascinó!

Leí muchas cosas asombrosas acerca de la Biblia, incluyendo su alta clasificación como una de las mejores obras literarias de la humanidad. Incluso entre la literatura secular la Biblia es citada, ya sea consciente o inconscientemente mucho más que cualquier otro libro.

También llegué a apreciar el significado de la herencia judeocristiana y la profunda influencia que la Biblia ha tenido en la civilización occidental. Hoy en día uno puede comprar libros completos con citas de muchos de los fundadores de los Estados Unidos que demuestran cuán sólida era su creencia en la Biblia.

Aquella clase fue el punto decisivo en mi vida. Al poco tiempo comencé a estudiar la Biblia con gran entusiasmo, y un mundo completamente nuevo se abrió ante mis ojos. Estaba descubriendo cuán confiables y valiosas son las Escrituras y cuán relevantes son para la vida diaria. Mi perspectiva con respecto a todas las cosas cambió, y cambió para bien.

Sin embargo, lo más importante era que no solo estaba leyendo acerca de Dios, sino que estaba llegando a conocerlo de una manera real y personal. Desde ese punto en adelante, cuando leía la Biblia, ¡era Dios quien me hablaba!

Simultáneamente estaba estudiando mucho sobre ciencia y matemáticas, por lo cual se me hizo evidente que cada detalle en el universo es el resultado de una planificación, ingeniería y construcción perfectas. ¡Esto no podía haber ocurrido por accidente! Llegué a la conclusión de que si la Biblia provenía de Dios, también debía ser absolutamente perfecta, y me propuse comprobar si esto era cierto.

De hecho, Dios se ha revelado a sí mismo en dos maneras: sus palabras (la Biblia) y sus obras (la creación que vemos a nuestro alrededor, compare con Salmos 19:1-4; Romanos 1:20).

El manual de instrucción del Creador

De todas las criaturas de la Tierra, es obvio que los seres humanos somos únicos. Tenemos mentes magníficas, con asombrosas capacidades intelectuales. La mente humana también tiene potencial espiritual y hambre por la espiritualidad, lo cual no es nada extraño una vez que aprendemos que “creó Dios al hombre a su imagen” –a la imagen de Dios mismo– ¡para tener una relación íntima con él! (Génesis 1:27). Todas las formas de vida física son gobernadas principalmente por el instinto, a excepción de los seres humanos. Necesitamos un mapa –una guía para la vida–, o nuestros intereses intelectuales y espirituales irán por mal camino.

No tiene sentido que Dios haya creado su obra maestra, los seres humanos, y luego nos haya dejado a oscuras acerca de por qué estamos aquí. La verdad es que Dios sí nos dio su revelación de lo que debemos saber pero que no podríamos aprender por nosotros mismos: se trata de un manual para la vida que llamamos la Biblia.

La palabra Biblia se deriva de la palabra griega biblion, que significa “libros”. La Biblia es una colección de los 66 libros que actualmente tenemos, 39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo. Estos fueron escritos por 40 autores con diferentes estilos literarios y provenientes de diez naciones, ¡en el transcurso de aproximadamente 1500 años!

Sin embargo –milagro de milagros–, a pesar de la gran diversidad de la Biblia, hay en ella una increíble unidad. Es consistente y coherente de principio a fin.

¿Cómo puede ser esto posible? Porque Dios inspiró y dirigió a cada autor y, como consecuencia, el verdadero autor tras bambalinas siempre fue él (2 Timoteo 3:16).

Por lo tanto, la Biblia es también un solo libro. Es el Libro — el Libro de libros. Muchas religiones dicen tener un libro sagrado, pero la Santa Biblia es precisamente eso: el Libro de Dios. Es la revelación divina para la humanidad y, por lo tanto, la “Palabra de Dios” literal y legítima. Es completa, y Dios nos advierte en el Antiguo y el Nuevo Testamento que no debemos añadirle ni quitarle nada (Deuteronomio 4:2; 12:32; Apocalipsis 22:18-19).

De hecho, la Biblia incluso nos da una serie de citas en primera persona de parte de Dios que son precedidas de frases como “Así dice el Señor . . .”

Una Biblia en dos partes

Irónicamente, muchos cristianos ignoran el Antiguo Testamento y lo consideran irrelevante, mientras que la mayoría de los judíos rechaza el Nuevo Testamento. Ambos puntos de vista son erróneos. Juntos, los dos testamentos constituyen la Palabra escrita de Dios. El Nuevo Testamento no puede comprenderse correctamente sin un conocimiento fundamental del Antiguo, y el Antiguo Testamento se debe entender bajo la luz del Nuevo. Ambos se complementan armoniosamente.

Jesucristo y los autores del Nuevo Testamento citaron reiteradamente las Escrituras hebreas que llamamos Antiguo Testamento. Durante muchos años estas fueron las únicas Escrituras que tenía la Iglesia cristiana primitiva, y al ser amplificadas por las declaraciones mismas de Jesús, formaron la base de las enseñanzas y prácticas cristianas. Posteriormente, para cuando el apóstol Pedro escribió su segunda epístola, algunas secciones de lo que llegó a ser el Nuevo Testamento también fueron aceptadas como parte de las “Escrituras” (vea 2 Pedro 3:16).

Mucha gente cree erróneamente que durante su ministerio Jesucristo criticó a los fariseos y a otros judíos por enseñar y practicar lo que dice el Antiguo Testamento, pero no fue así. ¡Jesús los amonestó por no vivir según las Escrituras! Era como si ni siquiera las hubieran leído, porque Jesús reiteradamente preguntó, “¿o no habéis leído . . .?” Jesús también dijo: “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:9; vea versículos 5-13).

Hoy en día, el judaísmo es prácticamente igual. Además, la mayoría de la cristiandad también le da más importancia a las tradiciones religiosas humanas que a la Biblia, y muchas de esas tradiciones contradicen sus enseñanzas.

Todo lo que proviene de Dios es perfecto. Los textos originales de la Biblia en hebreo, arameo y griego eran infalibles (si bien ninguna traducción humana de tales textos es perfecta). La Biblia es verdadera, y es la verdad — la verdad absoluta (Juan 17:17).

La Biblia debiera servir como fundamento para todas las áreas del conocimiento. La armonía con la Biblia es el mejor filtro o prueba de la verdad. Si una idea o teoría se contrapone a la Biblia, no puede ser correcta. Este libro sagrado es especialmente necesario para comprender los absolutos de la vida, tales como lo que es bueno y lo que es malo.

La Iglesia del Nuevo Testamento versus el escepticismo de hoy en día

Note esta enfática declaración del apóstol Pablo: “Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas” (Hechos 24:14). El verdadero cristianismo era llamado “el Camino”, porque es un camino de vida, no solo una creencia.

Y “en la ley y en los profetas” es una referencia a lo que llamamos el Antiguo Testamento. Por lo tanto, ¡Pablo dijo que él creía en todas las cosas del Antiguo Testamento! Muchos “cristianos” en la actualidad no creen todo lo que dice el Nuevo Testamento, ¡y mucho menos lo que dice el Antiguo!

Trágicamente, el mundo actual se inclina hacia la incredulidad y la apatía en cuanto a la Biblia. El “cristianismo” está cada vez más desconectado de ella, y la mayoría de quienes profesan ser cristianos ni siquiera la leen y menos aún obedecen sus enseñanzas. De hecho, muchas de las creencias y prácticas que ellos suponen que provienen de la Biblia ni siquiera se encuentran en sus páginas.

Muchos evitan leer la Biblia (y algunos incluso la odian) porque saben o sospechan que los corregirá por sus pecados y otros hábitos que no están dispuestos a abandonar.

Además el cristianismo, y especialmente las creencias basadas en la Biblia, están siendo bombardeados cada vez más con escepticismo y ataques. Algunos dicen que solo quienes “carecen de educación” podrían llegar a sostener tales creencias. Tal como afirma Judas 18, habrá “burladores” a medida que se aproxime el fin de esta era de mal gobierno humano bajo Satanás.

Todo esto puede ser muy confuso e intimidante, pero es aquí donde usted debe llenarse de valor. Preocúpese más acerca de lo que Dios piensa que de lo que cualquier hombre pueda pensar. No confíe en alguien más para entender lo que dice la Biblia, ¡sino léala por usted mismo! Nade en contra de la corriente; cuéntese entre aquellos pocos que escogen la puerta estrecha que lleva a la vida, no entre los muchos que escogen la puerta ancha y fácil que lleva a la destrucción (Mateo 7:13-14).

Tenga lo siguiente en mente: Noé predicó la verdad durante todo el tiempo que le tomó construir el arca, pero solo siete personas le creyeron y fueron salvadas del diluvio (2 Pedro 2:5).

Cristo les predicó a multitudes por varios años, pero su Iglesia comenzó con solo 120 discípulos (Hechos 1:15). Cuéntese entre los pocos que escuchan bien, ¡y luego haga lo correcto!

La Biblia trae “buenas nuevas”

El mensaje de Jesús y los apóstoles era llamado “el evangelio”. La palabra evangelio proviene del vocablo griego evangelion, que significa “buenas nuevas”. Pero, ¿las buenas nuevas respecto a qué? La mayoría de los cristianos no podría contestar con certeza esta pregunta.

El mensaje de Cristo se refería más bien al “evangelio del reino de Dios” (Marcos 1:14). Debemos darnos cuenta de que Cristo predicó las buenas noticias acerca de su futuro regreso para establecer el Reino de Dios en la Tierra, ¡y de cómo los seres humanos pueden formar parte de ese reino eterno y también de la familia de Dios! Es verdaderamente un mensaje de esperanza para toda la humanidad (Romanos 15:4).

Algunos pueden pensar que el evangelio fue predicado solo en el Nuevo Testamento; sin embargo, este mensaje también se encuentra a lo largo del Antiguo. De hecho, toda la Biblia está interrelacionada, por lo que en un sentido el evangelio es toda la Biblia. Las Escrituras abundan en malas noticias acerca del “presente siglo malo” (Gálatas 1:4), pero las noticias a largo plazo que contiene son maravillosas y muy esperanzadoras — ¡un nuevo mundo que está por venir, bajo el reinado de Jesucristo!

Claves para entender la Biblia

¿Cómo puede usted sacarle el mayor provecho a la lectura y estudio de la Biblia? A continuación se presentan algunas claves importantes.

Encuentre tiempo –u oblíguese a apartarlo, si es necesario– en su ocupada vida para dedicarse a la lectura diaria de la Biblia, y convierta esto en una prioridad. Muchos grandes hombres y mujeres exitosos han sido devotos lectores diarios de la Biblia. Incluso algunos presidentes de los Estados Unidos establecieron dicha práctica mientras ocupaban ese importante cargo. Si ellos dedicaban un tiempo para leer la Biblia a diario, si ellos podían hacer que esto encajara en su vida diaria, ¿por qué no puede hacerlo usted?

Reflexione y piense profundamente acerca de lo que ha leído, y considere cómo poner en práctica estas lecciones en su vida; no hay mejor inversión.

Para comprender, primeramente ore para que Dios lo ayude. “Pedid, y se os dará” (Mateo 7:7). La oración, el tema del capítulo anterior, y el estudio de la Biblia van de la mano.

Asegúrese de aprovechar los recursos humanos y tecnológicos disponibles. Cuando un funcionario etíope leía el libro de Isaías, Felipe le preguntó: “¿Entiendes lo que lees?” El hombre respondió: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:26-31). Ayuda mucho tener instructores de la Biblia que le puedan mostrar dónde buscar las respuestas a los grandes interrogantes de la vida, por lo cual le invitamos a solicitarle ayuda también a la Iglesia de Dios Unida. Ofrecemos muchos recursos que son cruciales para adquirir una buena base de comprensión bíblica.

Cabe hacer notar que la Biblia puede comprenderse en varios niveles. Una persona que no tiene interés en Dios puede leer la Biblia y obtener mucho entendimiento respecto al aspecto histórico (¡la historia de Dios!), relaciones humanas, y muchos otros temas. Las Escrituras están colmadas de gran sabiduría. Pero comprender la Biblia en un nivel espiritual profundo requiere que el lector cumpla ciertos requisitos. Uno de los más importantes es tener una actitud humilde y dispuesta a aprender — ¡ser receptivo y dócil en cuanto a las instrucciones de Dios!

“El principio de la sabiduría es el temor del Eterno; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos” (Salmos 111:10). Para llegar a entender verdaderamente la Palabra de Dios se requiere que tengamos una actitud de gran reverencia hacia él y de sumisión a su autoridad. Dios bendice a los lectores de su Palabra con entendimiento cuando muestran que están dispuestos a poner en práctica y obedecer lo que aprenden.

En Lucas 4:4, Jesús citó del Antiguo Testamento diciendo “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca del Eterno vivirá el hombre” (vea Deuteronomio 8:3). Analicemos el significado de esta declaración:

• Primero, el propósito de la Palabra de Dios es que nosotros vivamos según ella.

• Segundo, esto es lo que nos fortalece y sostiene espiritualmente, tal como el pan lo hace físicamente.

• Tercero, debemos tener una mente inquisitiva que tiene hambre de la Palabra de Dios.

• Cuarto, Jesús incluyó cada palabra de Dios, no solo algunas.

Quinto, ¿cómo podemos vivir según las palabras de Dios si no las hemos leído?

Sexto, “usted es lo que come”. Ingerir las palabras de Dios puede hacer que nos parezcamos más a él. Incluso los niños pueden adquirir un entendimiento considerable de la Biblia, en parte porque tienden a tener actitudes humildes y dóciles.

Además, recuerde que los pensamientos de Dios son infinitamente superiores a nuestros pensamientos humanos (Isaías 55:9-11). El Espíritu de Dios es esencial para obtener un entendimiento cada vez más profundo de la verdad espiritual y también el poder para vivir según esa verdad. Más adelante en este folleto discutiremos el maravilloso proceso para obtener el don del Espíritu Santo.

¿La Biblia? ¡No tiene precio!

La revelación de Dios de cómo llevará a los seres humanos al Reino de Dios es un “tesoro” — la “perla de gran precio” (Mateo 13:44-46; vea también Proverbios 3:13-18). Cada sacrificio vale la pena. Dios desea que indaguemos, busquemos y escudriñemos las Escrituras con todo nuestro corazón para entrar a su reino.

Una definición de “discípulo” es “estudiante”, por lo que Dios desea que todos nos convirtamos en estudiantes de Jesucristo. Entonces, sacuda el polvo de su Biblia. Abra el Libro y su corazón para oír lo que Dios tiene que decirle.

Leer la Biblia es “útil” por muchas razones (2 Timoteo 3:16-17). Los creyentes bereanos eran llamados “nobles” porque escudriñaban “cada día las Escrituras” para asegurarse de que lo que se les enseñaba se apegaba a sus instrucciones (Hechos 17:11).

El estudio de la Biblia es un asunto serio, y la única fuente de seguridad confiable que podemos tener en esta vida es Dios. Si no escuchamos hoy, puede que mañana ya no existamos. Lo que realmente importa es la vida después de la muerte, y por ello debemos convertirnos en discípulos y “hacedores de la Palabra” (Santiago 1:21-25), y todo sacrificio que hagamos en esta vida es mínimo comparado con la gloriosa vida eterna que Dios nos está ofreciendo (Romanos 8:18).

El capítulo más largo de la Biblia es Salmos 119. ¡Cuán apropiado es que sea una extensa canción de amor que alaba a Dios por su Palabra y sus leyes! El autor dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (v. 105). ¡Que su Palabra alumbre su vida!

Sea entusiasta y apasionado en cuanto a la Palabra de Dios. ¡Sumérjase en ella! Con un mayor entendimiento viene una mayor satisfacción y gozo. Inténtenlo; ¡le agradará (Salmos 34:8), y verá cómo se transforma su vida!

El siguiente versículo de Apocalipsis 1:3 se aplica directamente al libro de Apocalipsis, pero también tiene que ver con toda la Biblia: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan [obedecen] las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.