Comercio internacional
Una de las fuentes de riqueza de Salomón
Salomón construyó muchos barcos mercantiles que eran tripulados tanto por marineros israelitas como fenicios. La riqueza acumulada a través de este tráfico marítimo era extraordinaria, incluso comparada con los estándares actuales.
¿Qué tan lejos viajaban aquellas flotas para acumular tanta riqueza? No lo sabemos, pero las Escrituras nos dicen que los navegantes a veces requerían tres años para hacer un viaje de ida y vuelta, debido a las largas distancias. Traían de vuelta productos valiosos como oro, plata y marfil, junto con curiosidades exóticas como pavos y monos (1 Reyes 10:22).
Más de dos siglos después, Fernando de Magallanes navegó alrededor del mundo en un viaje que también tomó tres años. Las flotas de Salomón y de los fenicios podían navegar a lo largo y ancho de los océanos. Las Escrituras afirman que los marineros del rey Hiram eran “diestros del mar” (1 Reyes 9:27).
Como Salomón tenía una flota internacional de barcos, una alianza con los fenicios y el control de las principales rutas de intercambio en el interior del Medio Oriente, emprendió su propio negocio de importación y exportación. Por ejemplo, “Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes de la corte los compraban. En Egipto compraban carros por seiscientas monedas de plata, y caballos por ciento cincuenta, para luego vendérselos a todos los reyes hititas y sirios” (1 Reyes 10:28-29, NVI).
La Biblia declara que las ganancias anuales de Salomón alcanzaban a unos 23 000 kilos de oro, sin contar el oro recibido mediante obsequios y tributos (2 Crónicas 9:13-14). Con el acceso a esta vasta riqueza, Salomón construyó un templo magnífico para Dios y un complejo palaciego para sí mismo en Jerusalén.
Recubrió las paredes interiores, e incluso el piso del templo, con oro puro. Las masivas esculturas de dos querubines, cada uno con dos larguísimas alas extendidas, cubrían el propiciatorio en el arca del pacto. Los artesanos enchaparon estas figuras con oro puro, y además hicieron menorás de siete brazos, una mesa para los panes de la propiciación, tazones, calderos, candeleros, despabiladeras para las lámparas, cucharones e incensarios de oro puro (2 Crónicas 3-4).
Salomón tenía un gran trono de marfil cubierto en oro. Equipó a sus guardias con cientos de escudos ceremoniales de oro; los más grandes fueron hechos de aproximadamente seis kilos y medio de oro batido. La vajilla en su palacio incluía vasos y platos de oro. Las Escrituras notan que ninguno de estos había sido hecho de plata durante el tiempo de Salomón, porque esta se consideraba demasiado común (1 Reyes 10:21). Esta fue, literalmente, la era dorada de Israel.